"Mi sueño es el de la patria, el pan y la justicia para todos los españoles, pero especialmente para los que no pueden congraciarse con la patria, porque carecen de pan y de justicia.". JOSÉ ANTONIO

16 de junio de 2014

¿Proclamación o simulacro?

La monarquía es, sobre todo, tradición y rito. Al margen de las justificaciones accidentalistas de la institución por su utilidad contingente, la corona representa el vínculo que nos une a nuestra historia. Felipe VI será rey en tres días por haber nacido Borbón e hijo de rey y porque sigue en vigor la Pragmática Sanción de 29 de marzo de 1830 que posterga a la mujer en el orden sucesorio por detrás del varón independientemente de su edad.

La monarquía española es, además, de tradición católica. Las reinas de España gozan por su condición católica del “Privilegio de Blanco” que ejercen habitualmente vistiendo de blanco en las Audiencias con el Papa.

Todo ello forma parte del rito y de la tradición histórica de nuestra patria. Por eso, la decisión de la Casa Real de prescindir de la Misa del Espíritu Santo posterior a la proclamación, del Crucifijo y los Evangelios no es un signo de modernidad, sino, cuando menos, un desprecio a la tradición que forma parte de la esencia misma de la Corona y justifica su existencia y también al sentido cristiano mayoritario del pueblo español.

Todo el rito y ceremonial de la Corona -que con tanto mimo cuidan y respetan las monarquías sajonas, tan orgullosas de su historia y tradición- forma parte también de lo que los cursis denominan ahora “marca España”. Y ese remedo que se inventó Aznar del “Patriotismo constitucional” es una filfa que a nadie puede emocionar.  

Si tan empeñados están en que España nació con la Constitución –esa especie de big-bang que nos hizo surgir de la nada- no sé qué narices le van a explicar a los independentistas de Cataluña. España es mucho más, siglos de historia de la nación más antigua de Europa no pueden despacharse con un simulacro vergonzante que a nadie contentará. Porque los nostálgicos del Frente popular no lo agradecerán y los monárquicos de convicción acusarán el agravio. Al resto de los españoles, ni fu ni fa. Con lo que le gusta al pueblo presumir de boatos y añejas estirpes, la fría proclamación constitucional que se anuncia es como la leche esterilizada, sin microbios, pero también sin vitaminas.

Me vienen a la cabeza los versos de Martínez Mesanza:

Quien no comprende la razón del rito,
quien no comprende majestad y gesto
nunca reconocerá la humana altura,
su vano dios será la contingencia.
Quien las formas degrada y luego entrega
simulacros neutrales a las gentes,
para ganarse fama de hombre libre,
no tiene dios ni patria ni costumbre.

Mal comienzo, Majestad.


LFU

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Podemos concluir gracias a tu brillante criterio, que lejos de reconducir lo que se estaba torciendo el nuevo Rey prefiere seguir el camino que conduce al vaciamiento de la institución...

Que pena.

Muy triste.

Porqué lo hará?

Anónimo dijo...

Totalmente de acuerdo!!!

Ismael Fuenets dijo...

Bien dicho Luis. Uno nunca debe renunciar a lo que le hizo grande. Una cosa es adaptarse a los tiempos, y otra renunciar a mi ADN. Ese ADN en nuestra tradición, no se puede violar, por contentar a unos "pocos" que no quieren estar contentos, porque viven en su zona de confort, de la histeria y la rebeldía, del antipatriotismo y de la continua queja. Espero este Rey, mi Rey, vuelva a hacer de este país uno, grande y libre...de verdad. Espero de Él, que sea capaz de defender lo que tantos años y sangre costó construir.
Abrazos a todos.