"Mi sueño es el de la patria, el pan y la justicia para todos los españoles, pero especialmente para los que no pueden congraciarse con la patria, porque carecen de pan y de justicia.". JOSÉ ANTONIO

28 de febrero de 2017

Aquél 4 de marzo. Por José Utrera Molina

Torcuato Fernández Miranda a la sazón Secretario General del Movimiento, me llamó a su despacho una mañana de febrero del año 1973, para encargarme que pronunciase el discurso conmemorativo de la unión de la Falange con las JONS que se acostumbraba a celebrar en el Teatro Calderón de Valladolid.  Lo cierto es que aquella propuesta me sorprendió y tuve inmediata conciencia de lo que podría acarrearme el aceptar una propuesta semejante.  

Una voz falangista fue siempre una voz peligrosa, entre otras cosas porque los que militábamos en ella sabíamos que el culto a la verdad era la razón de nuestra vida. Los tiempos eran difíciles, las circunstancias aún más, los enemigos estaban ya dentro del sistema y era muy difícil desmontar todo lo que de una manera sinuosa con indudable cautela se estaba produciendo.

Yo sabía que había que rendir culto a la modernidad, que debía dar un mensaje de esperanza. El Movimiento no podía quedar obsoleto entre demandas líricas, poesías y rosas, aunque estuvieran en la entraña de lo que fue la Falange.

 Hay recuerdos que no se olvidan, que palpitan en nuestro corazón y atraviesan nuestra alma como una flecha destinada a herir o a producir sin embargo satisfacciones.  Hablé de la necesidad de cambiar unas estructuras obsoletas en un intento de apostar por la modernidad frente a lo caduco y que había que tener el valor de acometer reformas esenciales si queríamos ofrecer a los jóvenes un proyecto ilusionante de futuro. Confieso que lo intenté, pero con éxito perfectamente descriptible. En mis palabras hay un acento innovador indudable que no solo comprometían mis palabras sino que avizoraban un horizonte lleno de problemas y de dificultades pero el ánimo fue siempre una cualidad falangista que desgraciadamente no cristalizó en la debida unidad que debió existir entre los que componían la  Organización falangista.

Hablar de revolución sin rellenar el contenido de un cambio fulgurante era tal vez una utopía pero las utopías sirven a veces para cambiar la historia. Son recuerdos que palpitan permanentemente en mi corazón. Han pasado ya muchos años ¿Quién se acuerda de ello? Yo sí, y rubrico en estas pocas líneas todo lo que entonces dije y proclamé. Sobre todo mi llamada a la juventud, sin ella era imposible acometer cualquier tarea profunda y yo sabía que la mayoría de los componentes jóvenes aspiraban a un cambio que ofreciera una nueva lozanía a lo que en principio estaba ya demasiado lejano.

Recuerdo para terminar mi alusión a los caballeros de camisa azul. Hoy, al final de mi vida, cuando me quedan ya pocos arrestos, sigo invocando a aquellos que vistieron con honor la camisa azul de la Falange, que nos dieron el ejemplo de sus sueños, de su voluntad de transformación patria y del deseo inmaculado de justicia para todos. Ojalá la actual generación de jóvenes pueda recoger esa antorcha que no es mía sino que representa el símbolo y la fe de unos hombres que creyeron fervorosamente en la grandeza de España y no dudaron en ofrecer su vida por ella.


JOSÉ UTRERA MOLINA

2 comentarios:

Dr. Daniel Marchal dijo...

Gracias a sus memorias que estoy actualmente acabando de leer (por cierto que gracias a la generosidad de su hijo Luis Felipe) aún valoro más ese discurso. Es importante entenderlo en el contexto histórico en el que lo hizo, en las durísimas circustancias personales que vivía, con la presión política ejercida desde las mismas entrañas del gobierno, lleno de traidores al Movimiento cuyo único objetivo era finiquitarlo a toda costa. Sin duda su entusiasmo y su lucha sin cuartel por cunplir la misión que el Caudillo, nuestro Caudillo, le encomendó de regenerar el Movimiento, adaptandolo a los nuevos tiempos que corrían y sobretodo desde las bases del mismo, sin desfallecer, aún siendo consciente de que las posibilidades de éxito eran casi nulas dejan claro ese caracter de luchador incansable que le caracteriza y que sin duda sigue vigente a sus 90 años y seguirá a los 100 y más allá, si Dios así lo quiere...
Permítame afearle el último comentario donde dice que le quedan pocos arrestos, nada más lejos de la realidad. En este tiempo donde la cobardia tiene a tantas bocas calladas, donde la falta de lealtad con unos ideales envuelta en aureola de pragmatismo político domina a una derecha callada , donde hay una absoluta ausencia de compromiso con los valores que realmente han hecho grande a España, alguien como usted sigue siendo un ejemplo de lo que es coherencia a contracorriente, un ejemplo de lucha con valentía y honestidad como pocos...¿falta de arrestos?, le faltaran quizás las fuerzas, lógica consecuencia del paso de los años, pero los arrestos, hágame caso Don José, los tiene muy, pero que muy bien colocados... Sin duda que "sólo los que se cansan pueden ser vencidos" y a usted no lo vence nadie. Gracias por su ejemplo. Un fuerte abrazo.

Guillermo Llorente dijo...

Caballero de Camisa Azul. Sin duda, si la hubiera, el debiera ser nombrado Gran Maestre de Honor de esa Orden de caballeros.

Con la mitad de sus arrestos yo ya le admiraria y seria ya un orgullo el haberle conocido.