"Mi sueño es el de la patria, el pan y la justicia para todos los españoles, pero especialmente para los que no pueden congraciarse con la patria, porque carecen de pan y de justicia.". JOSÉ ANTONIO
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30 de septiembre de 2013

A vueltas con el "franquismo"

Hay que reconocer la habilidad de la izquierda para dar la batalla del lenguaje y ganarla. Entre sus muchos logros, el poner el apellido “democrático” a las repúblicas soviéticas, la popularización del término “fascista” como sinónimo de radical, violento o totalitario, (salvando de la quema el término “comunista”). Ahora, en España, toda la izquierda  (incluida UPyD) se ha unido en el ataque furibundo al “franquismo”, tratando de popularizar el término “crímenes franquistas” como verdad de fe proclamada sin rubor en los telediarios (¡¡Qué vergüenza ver al Presidente de RTVE pidiendo disculpas por haber llamado "Caudillo" a Franco en un telediario al comentar una noticia de 1960!!), y promoviendo la inclusión del franquismo, junto con el nazismo y el terrorismo etarra (no el comunismo que sigue siendo algo muy respetable y muy democrático), como verdaderos anatemas en su proyecto de tipificación de los llamados “delitos de odio”. De esta manera, quieren expulsar de la legalidad a cualquiera que ose defender las virtudes del Régimen del 18 de julio y niegue su carácter criminal, incluyéndolos junto con los criminales nazis y etarras en el delirante delito de “negacionismo”, inventado por los vencedores de la Segunda Guerra Mundial y que ahora recogen los perdedores de nuestra Guerra de liberación. Como escuché hace tiempo, la historia la suelen contar los vencedores...menos en España.

Para ello, tienen en el prevaricador Garzón el mejor ariete. Desde Argentina, dictando literalmente los esquizofrénicos autos de la Juez Servini, pretende hacer calar en la sociedad como verdad inatacable que el franquismo fue un régimen criminal que goza de impunidad gracias a un deleznable pacto en la transición, invalidado por la traición de unos y el poder que tenían aún los otros.

Pues bien, lo repetiré una y mil veces, aunque haya un día en que me cueste la libertad. Franco, la mitad del Ejército y la mitad de España no se alzó contra la democracia, ni contra la legalidad vigente, sino contra un sangriento proceso revolucionario marxista, iniciado en 1934 y culminado en el remedo de elecciones de febrero de 1936, acompañado de una persecución religiosa furibunda que llenó de mártires las tierras de España y destruyó una parte importante de nuestro patrimonio cultural.

Franco mantuvo a España fuera de la guerra mundial, venció al maquis (una guerrilla comunista que quería reanudar la guerra civil y provocar la intervención extranjera), y llevó a España desde la ruina a una situación de pleno desarrollo, creando una clase media inexistente en España, alzando a nuestro país hasta la 10ª potencia industrial, con una renta per cápita en 1975 en un 83% de la media de la Unión Europea (ahora estamos en menos un 75%) con pleno empleo, con una protección social sin precedentes y la presión fiscal más baja de toda la OCDE, dejando a un país en paz y preparado para una democracia constructiva.

¿Qué hubo represión después de la guerra? Innegable. También la hubo en Francia, con verdadera y brutal saña, con los colaboracionistas a quienes se fusiló a millares, en Italia, en Inglaterra, en Alemania y en el resto de los países de Europa, sin que por ello se hable hoy de crímenes de la RFA, del Gobierno de Su Majestad, etc.. ¿Qué se cometieron injusticias en la posguerra?. Sin duda y con ser lamentable, hay que situar dicha represión en el contexto histórico del final de una guerra fratricida y en la incertidumbre de un conflicto mundial al que nos querían llevar de cabeza los perdedores de la guerra. Pero eso que llaman –impropiamente- “franquismo” fue mucho más.

Si quieren hablar de “crímenes franquistas”, ¿qué apellido habrá que ponerle a los “crímenes de Estado” de los Gal? ¿Y a la corrupción sin límite que ha atravesado toda la clase política? ¿Se trata de crímenes democráticos?

No sé si, a la larga, la mejor manera de imponer tus tesis a la sociedad es criminalizar al oponente. Desde luego es la mejor para el que carece de argumentos y falsifica la realidad. Pero ésta estrategia totalitaria es la que ha adoptado la izquierda, que ha visto cómo el rescatar una y otra vez el nombre de Franco le produce jugosos e inmediatos réditos ante una derecha acomplejada que, ayuna de principios y referentes, se aferra a la economía como tabla de salvación sin importarle que manipulen la historia y pisoteen la tumba de sus padres.  


LFU

17 de julio de 2013

El 18 de julio, hoy.

Por mucho empeño que ponga la izquierda cerril en falsificar la Historia y la derecha acomplejada y amnésica en ponerse de perfil -y a veces de rodillas- para huir de “hipotecas” del pasado, la verdad siempre acabará abriéndose paso frente a la mentira.

El 18 de julio de 1936 no se produjo en España un golpe de Estado militar al estilo decimonónico nacido de la voluntad caprichosa de cuatro generales. La legitimidad del alzamiento deriva precisamente de la ilegitimidad de ejercicio de los poderes públicos de la Segunda República que subvirtieron el orden público con un claro e imparable propósito revolucionario que se inició con el golpe de Estado de la izquierda contra el gobierno radical-cedista en octubre del año 1934 y culminó con el triunfo del Frente Popular en las elecciones de febrero de 1936, trufadas de coacciones, violencia, pucherazos, destitución ilegal del Presidente de la República y persecución y asesinato de los líderes de la derecha.

El desorden y el caos reinante en la España de 1936 a raíz del triunfo de las Fuerzas del Frente Popular en las elecciones de febrero, cuyos líderes –hoy honrados indecentemente en toda España- hacían llamadas abiertas a la revolución marxista, y a la dictadura del proletariado (Largo Caballero dixit); los atropellos y la salvaje persecución religiosa alentada desde el propio Komintern; el secuestro y persecución de la prensa hostil y el encarcelamiento (José Antonio) y asesinato (Calvo Sotelo) de dirigentes de la oposición, convirtieron en legítima defensa el pronunciamiento que hoy hace setenta y tres años se inició en las plazas españolas del norte de África y se extendió como la pólvora por el resto de la Nación.

Y para que nadie pueda tacharme de sectario, quiero reproducir aquí las palabras de uno de los socialistas más honestos que tuvo la II República, con quien faltó –todo hay que decirlo- generosidad e inteligencia por parte de los vencedores: Julián Besteiro, responsable del Consejo de Defensa de Madrid. En un memorándum privado, que, reprodujo el diario ABC en su número del 1 de abril de 1963, Besteiro explica en unas pocas pero significativas palabras toda la guerra, desde su gestación (J.M. Martínez Bande, los cien últimos días de la República, Caralt, Barcelona, 1973, Pág. 165):

“La verdad real: estamos derrotados por nuestras propias culpas: estamos derrotados nacionalmente por habernos dejado arrastrar a la línea bolchevique, que es la aberración política más grande que han conocido quizás los siglos... La reacción contra ese error de la República de dejarse arrastrar a la línea bolchevique la representan genuinamente, sean los que fueran sus defectos, los nacionalistas (es decir, el bando llamado “Nacional”, capitaneado por Franco), que se han batido en su gran cruzada anti-Komitern.”
Afortunadamente, y gracias al 18 de julio -fecha derivada de la presunción peninsular ya que el alzamiento empezó en Melilla el 17- el comunismo internacional sufrió su primera y más estratégica derrota, pues como decía Besteiro, los comunistas lograron imponerse en la España republicana ante la división y desorden revolucionario imperante en la misma.  Pese a todo, la verdad es que hoy, setenta y siete años después, España rinde público homenaje en sus calles a los bolcheviques y olvida y repudia a los que la salvaron del caos, de la barbarie y de la sinrazón.

Pero la mentira no durará para siempre.

LFU

19 de septiembre de 2012

¿Comunista hasta el final?

En dos ocasiones he escrito en esta tribuna sobre Santiago Carrillo, un hombre al que la longevidad  le ha jugado una mala pasada. Carrilllo debió haber desaparecido en la década de los 80, lo que le hubiera consagrado para muchos como gran artícife de la entonces idealizada transición, enorme icono del "antifranquismo" y hubiera difuminado para siempre su directa responsabilidad en las matanzas de noviembre de 1936.

Se hubiera evitado contemplar, primero el declive del PCE, después su expulsión del partido y finalmente, contemplar como en un par de días se derrumbaba para siempre el muro de la infamia con el que el comunismo sometió y masacró a cientos de millones de personas de todo el mundo. Pero, sobre todo, hubiera evitado convertirse en un pelele del revanchismo garzo-zapaterista, que logró rescatar lo más siniestro de su personalidad, para terminar abjurando de su supuesto afan reconciliador en la transición, y levantar la putrefacta bandera de la más mezquina revancha disfrazada de memoria histórica.


Hubiera llegado tarde para ver cómo la apertura de los archivos del KGB y la antigua NKVD sacaban a la luz nuevas pruebas incriminatorias de su eficacia desmedida en la eliminación física de miles de adversarios en las sacas de noviembre de 1936, en las purgas y limpiezas del POUM y, posteriormente, en la creación y eliminación de maquis, una criatura que le encargaron crear y posteriormente le ordenaron descabezar y dejar a merced de la Guardia Civil.


La primera vez que hablé de él, lo hice en relación con una profesión de fe comunista proclamada en el homenaje que se le tributó al cumplir 90 años, con estatua de Franco como regalo de cumpleaños  «Siento un orgullo inmenso por haber defendido y militado en el Partido Comunista. Me sigo sintiendo comunista y moriré siendo comunista», recordando con estremecimiento las siniestras palabras que le dirigió a su padre 70 años atrás ante su traición al comunismo: "Cada día es mayor mi amor a la Unión Soviética y al gran Stalin."


La segunda, titulada "Carrillo y el Infierno" a raíz de que el viejo espectro estalinista mandara al infierno a Luis del Olmo tras preguntarle el locutor por su responsabilidad en los crímenes de Paracuellos del Jarama. 


Me pregunto si los Reyes de España habrían tenido la deferencia de acudir al domicilio de un político de la transición que hubiera hecho públicamente una profesión de fe nacionalsocialista; si los medios de comunicación le habrían dedicado sus portadas y especiales a alguien que hubiera dicho algo como "Me siento nazi y moriré siendo nazi." o "Cada día es mayor mi amor a Hitler y al III Reich". 


Dos conclusiones quiero extraer: Que a Carrillo le ha venido muy mal vivir tantos años y que sigue habiendo un distinto rasero para medir a las dos ideologías más infernales de la historia. Presumimos que ha muerto siendo comunista y nunca sabremos si ante la presencia de Dios se habrá acogido benigno a su presencia compareciendo ante su inapelable juicio con toda la humildad del arrepentimiento, o habrá preferido buscar orgulloso y comunista hasta el fin ese infierno al que quería enviar a todo el que osaba recordarle lo más siniestro de su pasado. 


Dios se apiade de su alma.


LFU


26 de enero de 2011

Carrillo y el Infierno


Hace unos días, un comentarista anónimo me afeaba un cierto empeño en hablar del pasado, así que, para darle gusto hoy me referiré al presente, como hiciera hace unos días al glosar el último libro de poemas de Enrique García-Máiquez.

Santiago Carrillo vuelve a ser, para solaz de alguno y hartazgo de más, rabioso presente, sin dejar de ser, a la vez, la viva imagen de lo más siniestro de nuestro pasado. Ayer sin ir más lejos, el viejo comunista mandó al infierno al periodista Luis del Olmo ante el atrevimiento de éste al preguntarle por su responsabilidad en el genocidio Paracuellos del Jarama.

Ignoro qué significado puede tener el infierno para este espectro estalinista: «Cada día es mayor mi amor a la Unión Soviética y al gran Stalin, a los que vosotros odiáis y calumniáis…» pero lo que es seguro es que una de las veces que trató de enviar a gente a su infierno llenó el cielo de mártires en el mayor genocidio que conoce la historia de España y cuya directa responsabilidad le perseguirá sin duda más allá de la muerte.

Son abundantes los testimonios que acreditan que Carrillo -Consejero de Orden Público de la Junta de Defensa de Madrid, esto es, una especie de Ministro del Interior ante la salida del gobierno hacia Valencia desde el 7 de noviembre hasta el 24 de diciembre de 1936- fue quien dio la orden de eliminar a la “quinta columna” causando el martirio y la masacre de cerca de 6.000 personas en las sucesivas sacas producidas en dicho período. El no quiso firmar las órdenes de liberación de los presos. Lo hizo para la historia su segundo, Serrano Poncela.

Las pruebas que el Delegado de la Cruz Roja quiso llevarse a Ginebra con las pruebas del genocidio desaparecieron al ser derribado su avión el 8 de diciembre. Pero la burocracia de la Komintern, que creía iba a ser eterna, dejó numerosos rastros de los méritos del joven Carrillo, y ahí están recientemente desclasificados los Informes de Cordovilla, Dimitrov y Stepanov, los testimonios del nacionalista vasco Galindez y del Cónsul Noruego en Madrid, Félix Schlayer, uno de los testigos de cargo más implacables con Carrillo. Sabe también que una de sus principales acusadoras fue la propia Dolores Ibarruri, quien más de una vez le recordó su responsabilidad en la matanza.

Presente y pasado se entremezclan en el siniestro personaje –a quien el rey distingue con su real aprecio- cuyo halo de santidad democrática corre el riesgo de desaparecer gracias a la memoria histórica de Zapatero y a su propia incontinencia verbal.

Como decía el lema del famoso cuadro "Españoles: perdonad, pero no olvidéis"


LFU

5 de noviembre de 2010

6 de noviembre, día de los Mártires de la Guerra civil española



La Iglesia celebra mañana el día de los mártires de la Guerra civil española, recibiendo al Papa Benedicto XVI en Santiago de Compostela. Las cifras ponen de manifiesto la magnitud de la barbarie: fueron asesinados 12 obispos, más de 4000 sacerdotes, 2365 religiosos, 283 religiosas, y un número difícil de calcular de laicos católicos.

Hoy traigo aquí un ejemplo de familia cristiana propuesto por Benedito XVI, que fue martirizada por el odio y la sinrazón del marxismo.

María Teresa Ferragud, nacida en Algemesí en 1853, fue asesinada en Alzira en 1936 -a los 83 años- tras ver cómo martirizaban a sus cuatro hijas religiosas, que se habían refugiado en la casa familiar al comenzar la Guerra Civil. Los milicianos arrestaron a las cuatro hijas, pero la madre “quiso seguirlas para no abandonarlas” diciendo a los verdugos: “Donde van mis hijas voy yo”.

En 1931 al llegar la República, las 3 primeras hermanas, del Monasterio de Agullent debieron permanecer en su casa dos meses. Regresaron al monasterio hasta la revolución de 1936, cuando nuevamente se refugiaron en su casa de Algemesí, hasta que fueron detenidas el 19 de octubre de 1936 junto con su anciana madre, B. María Teresa Ferragud Roig y otra hija suya religiosa agustina, B. Josefa Massiá, estuvieron en prisión en el convento de Fons Salutis), y fueron asesinadas el 28 de octubre de 1936, día de Cristo Rey. Los milicianos quisieron dejar a la madre, pero ésta se opuso y quiso acompañar a sus hijas para animarlas en la hora suprema. Fueron martirizadas y asesinadas en Cruz Cubierta de Alzira.

La sangre de los mártires es semilla de cristianos.

Bienvenido a España, Santidad.

LFU

8 de junio de 2010

Santiago Carrillo, ayer y hoy


«Cada día me siento más orgulloso de ser un soldado en las filas de la Gran Internacional Comunista, que tú y tus cómplices odiáis tanto y que ha sabido mantener en todo el mundo la bandera de la solidaridad con el pueblo español, mientras que tus amigos del extranjero, los dirigentes de la II Internacional, hacían cuanto podían para acogotarnos, trabajaban y siguen trabajando contra la unidad, contra la URSS, utilizando el mismo lema que Hitler y Mussolini: «la lucha contra el comunismo».

Cada día es mayor mi amor a la Unión Soviética y al gran Stalin, a los que vosotros odiáis y calumniáis precisamente porque han ayudado a España de una manera constante a través de toda nuestra lucha.

El odio de vuestra cuadrilla caballerista-trotskista al Partido Comunista de España, a la Unión Soviética y al gran Stalin, es una prueba más del formidable papel jugado por éstos en la lucha del pueblo español por su libertad.

Cuando pides ponerte en comunicación conmigo olvidas que yo soy un comunista y tú un hombre que ha traicionado a su clase, que ha vendido a su pueblo. Entre un comunista y un traidor no puede haber relaciones de ningún género. Tú has quedado ya del otro lado de las trincheras.

No, Wenceslao Carrillo, entre tú y yo no puede haber ya relaciones, porque ya no tenemos nada de común, y yo me esforzaré toda mi vida, con la fidelidad a mi partido, a mi clase, a la causa del socialismo, en demostrar que entre tú y yo, a pesar de llevar el mismo apellido, no hay nada de común.

Por vuestra traición, la República Española ha sido batida, pero la lucha no ha terminado. Por el esfuerzo del pueblo, Franco caerá, los obreros y campesinos, unidos a todos los demócratas con el Partido Comunista a la cabeza, restaurarán de nuevo la República popular, pero jamás, ni bajo la dominación fascista ni después de nuestra victoria, olvidarán vuestra infame traición.»


Carta abierta de Santiago Carrillo a su padre, Wenceslao Carrillo. Fechada el 15 de mayo de 1939, fue publicada los días 3 y 6 de junio de 1939 en La Correspondence Internationale (órgano de la Komintern) y en Jaunesses du Monde. “El libro negro de Carrillo”. José Javier Esparza. 2010. Libros Libres


«Siento un orgullo inmenso por haber defendido y militado en el Partido Comunista. Me sigo sintiendo comunista y moriré siendo comunista»

16 de marzo de 2005. Madrid (Declaraciones en el homenaje tributado en Madrid con ocasión de su 90 cumpleaños, con asistencia del Jefe de la Casa del Rey y de Rodolfo Martín Villa, entre otros) “El libro negro de Carrillo”. José Javier Esparza. 2010. Libros Libres


Parece que algunos personajes no necesitan excesiva glosa porque sus escritos, declaraciones y actos los retratan suficientemente. En el caso de Carrillo, la lectura del Libro Negro de Esparza es, empero, obligada, pues junto a episodios siniestros ya conocidos como su responsabilidad en las matanzas de Paracuellos y Torrejón de Ardoz, aparecen otros menos conocidos como el Informe Abad y la purga del Maquis, verdaderamemente espeluznantes por la frialdad y obediencia que demuestra este personaje a quien el Rey Juan Carlos llama D. Santiago.


LFU

24 de mayo de 2010

Por la ilegalización de los Partidos Comunistas

Resulta impensable que el Ministerio del Interior legalice un partido nacionalsocialista o meramente fascista. No tengo duda alguna de que el Estado utilizaría todos los resortes legales para impedir su registro y actuación en la vida pública.

Sin embargo, la sociedad sigue admitiendo como algo normal la existencia de un Partido Comunista en España y en muchos países de nuestro entorno, pese a la evidencia de que el Comunismo ha sido la ideología más genocida, esclavizadora y despiadada de la historia de la humanidad….pero también –qué duda cabe- la más inteligente a la hora de manejar la propaganda.

Me pregunto constantemente cómo es posible que habiendo segado el Comunismo más de 150 millones de vidas humanas en todo el mundo (solamente en la Unión Soviética, China y Camboya se concentra el 90% de dichas muertes), el insulto más nefando para cualquiera siga siendo “fascista” y no “comunista”. Una explicación plausible es que la Unión Soviética contó entre los ganadores de la II Guerra Mundial. La otra es que existe un pudor acomplejado en la sociedad, aún bajo la fuerte influencia de las doctrinas marxistas y sus derivaciones ecologista y socialdemócrata, de llamar a las cosas por su nombre.

El artículo 607.2 del Código penal castiga con la pena de prisión la “difusión por cualquier medio de ideas o doctrinas que nieguen o justifiquen los delitos tipificados en el apartado anterior de este artículo (genocidio) o pretendan la rehabilitación de regímenes o instituciones que amparen prácticas generadoras de los mismos”.

No espero nada del abogado del PSOE, Conde Pumpido, pero habría que empezar a tomar nota para futuro. Mientras tanto, no es un mal ejercicio contemplar algunas de las barbaridades que los comunistas realizaron durante el siglo XX y que rescato gracias al Heraldo Montañés:



LFU

27 de abril de 2010

Marcos Ana: Un asesino al frente de la manifestación



Desde que algunos medios como La Gaceta comenzaron a descubrir la verdadera identidad del llamado «Marcos Ana», rescatado por la Izquierda como símbolo de las víctimas del franquismo, no he parado de bucear en hemerotecas, encontrando joyas como la que aparece en la cabecera de esta entrada, editorial de ABC cuya lectura recomiendo.

Resulta cuando menos sintomático que la izquierda haya tenido que echar mano de un asesino de curas como icono de las víctimas del franquismo, aunque resulte terrible para los que fueron tratados injustamente en la posguerra que éste deleznable sujeto enarbole la bandera de los represaliados.

Recojo a continuación un artículo obtenido de El Librepensador sobre esta prenda que parece llamado a compartir con Garzón las nuevas camisetas de la rancia y casposa progresía.

LFU


«MARCOS ANA»

Hasta hace poco tiempo, este personaje era un perfecto desconocido para la inmensa mayoría de los españoles. Ni siquiera muchos de los de su cuerda habían oído hablar de él. Lo cual, no quiere decir que de vez en cuando alguien lo sacara a la luz, pero ésta parecía dañar a la débil epidermis del personaje y poco después desaparecía en las sombras (hace bastantes años lo hizo Jesús Quintero, ya se sabe, “el Loco de la Colina”, en uno de sus pringosos programas radiofónicos). Pero la progresía más rencorosa y miserable, apoyada por instituciones políticas, también rencorosas y miserables, han decidido acabar con este estado de cosas, y en la “gran tenida” se ha decidido elevar al llamado Sebastián Fernando Macarro del Castillo, alias “Marcos Ana”, a la cumbre de la gloria democrática.

Además de “víctima de las cárceles franquistas” y “comunista luchador por la libertad”, este individuo, como Dios no lo remedie, será “Premio Príncipe de Asturias”, como lo piden centenares de asociaciones, partidos políticos y ayuntamientos. No hay más que pasearse por Internet para darse cuenta del barullo que alguien ha decidido levantar. Es como si los sectarios, hasta ahora prudentes, hayan “roto aguas”, y ya ni les importa que la personalidad de Marcos Ana salga a la luz, ellos son los amos de los medios de comunicación y pueden manipularlos a su antojo. Si algunos les restregamos la biografía siniestra de su admirado vate, con considerarnos “fascistas irredentos”, se acaban las discusiones.

Y alguno, harto de preámbulos, dirá: ¿y quién diablos es este Marcos Ana? Vamos a transcribir lo que LA VANGUARDIA de Barcelona (¿qué dirá hoy?) publicaba el 12 de agosto de 1963 (hemerotecas…) sobre un homenaje que se le hacía en Montevideo a este personaje. Hay que leerlo despacio y sin dejar una línea.

UN PASADO SINIESTRO


Sebastián Fernando Macarro del Castillo, a quien la propaganda comunista ha pretendido convertir en poeta con el ambiguo nombre de «Marcos Ana», no es otra cosa que un vulgar asesino. Sus crímenes aún se recuerdan con horror -por el sadismo con que fueron cometidos- en Alcalá de Henares, principal escenario de sus fechorías.

La frialdad con que asesinaba el entonces imberbe militante del partido comunista produce aún en las personas que le conocieron un sentimiento de, viva repugnancia, que contrasta con el «rédito con que parece contar en determinados sectores del extranjero el individuo en cuestión «Marcos Ana» asesinó por su propia mano, de un disparo en la nuca, al sacerdote don Marcial Plaza Delgado, en la tarde del 23 de julio de 1936.

El sacrílego asesinato fue cometido en presencia de la madre y otros familiares del sacerdote. Pocos instantes después, mientras la víctima era atendida, aunque infructuosamente, por su madre y por uno de sus primos, “Marcos Ana» asesinaba, -también con el frío estilo soviético del tiro en la nuca- a don José Plaza Torres, padre del sacerdote a quien había asesinado minutos antes. Dos días antes, es decir el 21 de julio de 1936, el ahora agasajado “poeta” había asesinado a don Augusto Rosado Fernández, a quien había sacado de su domicilio con el pretexto de que debía prestar una declaración sin importancia. El crimen fue cometido también personalmente por «Marcos Ana» en el lugar conocido por «la tierra de los ahorcados», exactamente donde ahora se alza la fábrica «Boca» de Alcalá de Henares. También se le considera responsable de las muertes de don Francisco Mirón y de don Faustino Plaza.

Según el testimonio de las personas que tuvieron que soportar su criminal actividad en Alcalá de Henares, persona que detenía el ahora llamado «Marcos Ana» era asesinada en el acto, o poco después aparecía su cadáver ensangrentado en el cementerio de la localidad o en sus inmediaciones.

Con independencia de estos crímenes, «Marcos Ana» saqueó a mansalva edificios religiosos y domicilios particulares, lucrándose personalmente de los botines que obtenía.

Todos estos crímenes hubieran merecido en cualquier país la más rigurosa aplicación de la justicia. Pero «Marcos Ana» pudo beneficiarse de la suavidad del sistema que ahora ataca y fue puesto en libertad en 1961. Arropado por la fabulosa capacidad publicitaria del comunismo internacional, el criminal de Alcalá de Henares pretende ahora presentarse ante la opinión pública internacional como un manso poeta, que ha sufrido los rigores de las cárceles españolas.

EFE

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Después de ese repaso a las actuaciones del joven Macarro, recordamos lo que escribía Galdós en “El Gran Oriente”: Viendo a los hombres en ciertas ocasiones de delirio, no se puede menos de considerar a la hiena como un animal caritativo. Pues esta joya es propuesta para el “Premio Príncipe de Asturias”.

En el relato que hace EFE sobre Marcos Ana no dice que se libró de la pena de muerte debido a la circunstancia de que, cuando cometió estos crímenes, era menor de edad y sólo tenía 19 años. Sorprende un poco que en la torcidas biografías de este criminal se dice que fue al frente, pero se le retiró porque era menor de edad. Tanto en la zona roja como en la nacional, muchachos de 19 años, y aun con menos edad, combatían en el frente y, si mataban, también podían morir, no como el miserable Marcos Ana al que nos imaginamos en retaguardia, como un Alberti cualquiera, luciendo valerosamente su pistolón ante sus desarmadas víctimas.

No es el “Premio Príncipe de Asturias” un modelo de independencia y equidad, pero si cometiera esta felonía, la institución debería ir pensando en tomar pasaje para Marsella.

por Jesús Flores Thies