"Mi sueño es el de la patria, el pan y la justicia para todos los españoles, pero especialmente para los que no pueden congraciarse con la patria, porque carecen de pan y de justicia.". JOSÉ ANTONIO

27 de noviembre de 2009

Los proabortistas atacan a Red Madre



Aido, Trini y demás amiguitas están muy contentas por haber superado el primer escollo parlamentario a la nueva Ley del Aborto. Me sorprende tanta sonrisa y celebración cuando no hacen más que repetir que el aborto -perdón, la «interrupción voluntaria del embarazo»- es una verdadera tragedia. Ya, pero sobre todo para el feto indefenso que acaba en la trituradora.

No han tardado mucho las hordas abortistas en celebrar el primer triunfo de su caudilla Aido. Para ello, nada mejor que atacar un centro de la Red Madre fudación que se dedica a dar ayuda y apoyo desinteresado a las mujeres embarazadas que no quieren abortar. Renuncio a transcribir el texto de las pintadas, pero es sumamente revelador de la benéfica intención de los defensores del aborto.

Desde hace unos días, tras recibir la petición de ayuda a través de un buen amigo, ya tenía decidido dar mi apoyo y colaboración a Red Madre, pero ahora todavía más, y me pemito la licencia de pedir también la vuestra. Merece mucho la pena ayudar a los que salvan vidas y encima arriesgan la suya frente a las alimañas.

LFU

26 de noviembre de 2009

Estatuto de Cataluña y Dignidad Nacional


Que el Estatuto de Cataluña es esencialmente incompatible con la Constitución Española es algo meridiano para cualquier jurista mínimamente preparado sin excesivos condicionamientos ideológicos. Y miren que ya es difícil, porque en nuestra Carta magna, fruto del consenso forzado por los partidos nacionalistas, cabe casi todo. Se trata de un texto que agrede frontal y gravemente a la unidad de la Nación española y al principio de solidaridad entre las regiones que la integran, así como a determinados derechos fundamentales de los ciudadanos de dicha Comunidad.

Otra cosa es que el Tribunal Constitucional vaya a ser capaz de declararlo con la rotundidad que cabe esperar del máximo intérprete de la Constitución. Y es que el «más alto» Tribunal no va a emitir una Sentencia fundada en Derecho, sino una verdadera componenda política que ha necesitado más de tres años en fraguarse, por la servidumbre política de la mayor parte de sus magistrados. No olvidemos que, en definitiva y merced a la Ley Orgánica que lo regula, el Tribunal Constitucional no es más que un reflejo de la división existente en el Congreso de los Diputados y su independencia, por tanto es incluso menor que la del Tribunal de Garantías Constitucionales de la Segunda República.

Tengo, por tanto, escasa fe en el engendro jurídico que pueda nacer como resultado de las eternas negociaciones mantenidas entre los magistrados, bajo la presión de los partidos políticos a los que deben su puesto. Pero una cosa es mostrarse escéptico ante la sentencia y otra muy diferente aceptar mansamente las inauditas presiones y gravísimas amenazas que desde la clase política catalana -y dentro de esta incluyo a la prensa apesebrada- se están profiriendo desde hace días para el caso de que la Sentencia que recaiga no sea del gusto de los autores del engendro estatutario, apelando incluso al peligro para la convivencia ciudadana.

Lo que está en juego en este caso es la dignidad nacional de España. El problema es que quien tiene el encargo y la obligación de defenderla es, precisamente, el principal impulsor de ese Estatuto ignominioso. Así que otra vez tenemos el zorro al cuidado de las gallinas. Que Dios se apiade de España.

LFU

25 de noviembre de 2009

«Afrentosos Crucifijos»


Juan Manuel de Prada, "Afrentosos crucifijos", ABC, 9.XI.09

Por paradojas del azar, la conmemoración de la caída del murito de Berlín ha coincidido con una sentencia del sarcásticamente llamado Tribunal de Derechos Humanos de Estrasburgo que ordena la retirada de los crucifijos de las aulas. La caída del murito de Berlín supuso, según nos martillea la propaganda, la «victoria de la libertad»; y las consecuencias de esa libertad victoriosa las contemplamos por doquier. La retirada de los crucifijos quizá sea la más aparente, por lo que tiene de simbólica; pero detrás de esa retirada está el suicidio de Occidente, que ha decidido, como los alacranes asediados, inyectarse el veneno de su propio aguijón. Y, en su arrebato de autodestrucción, disfrazado con los bellos ropajes de la libertad, reniega de los logros que han fundado su identidad.

Eso que la propaganda denomina «victoria de la libertad» no ha sido sino victoria de la más feroz de las tiranías, que no es otra que aquélla que despoja a los seres humanos de su capacidad de discernimiento moral. Las tiranías clásicas, ataviadas con los ropajes hoscos de la represión, al ejercer sobre las conciencias una violencia coactiva, aún permitían a sus oprimidos cierto grado de resistencia: pues todo expolio de lo que es constitutivamente humano genera en quien lo padece una reacción instintiva de defensa. La nueva tiranía no actúa reprimiendo la conciencia moral, sino desembridándola, de tal modo que sus sometidos dejan de regir su conducta por la capacidad de discernimiento, dejan de ser propiamente humanos, para guiarse únicamente por la satisfacción de sus intereses y caprichos. Y la nueva tiranía, ataviada con los bellos ropajes de la libertad, otorga a esos intereses el estatuto jurídico de «derechos», sin importarle que sean intereses egoístas o criminales; porque en la protección de tales intereses la nueva tiranía ha encontrado el modo de mantener a sus sometidos satisfechos. Ya no son hombres, sino bestias satisfechas, porque han extraviado la capacidad para discernir lo que es justo y lo que es injusto; pero las bestias satisfechas en sus intereses y caprichos egoístas o criminales, además de adorarse a sí mismas, adoran a quien les permite vivir sin conciencia, pues si alguien les devolviera la capacidad de discernimiento la vida -su vida infrahumana- se les tornaría insoportable.

Y ésa es la razón por la que la nueva tiranía ordena la retirada de los crucifijos: constituyen un recordatorio lacerante de que hemos dejado de ser propiamente humanos. Nos recuerdan que nuestra naturaleza caída fue abrazada, acogida, redimida, perdonada por aquel Cristo que murió colgado de un madero. Pero la noción de redención, como la de perdón, exigen una previa capacidad de discernimiento moral; exigen un juicio sobre la naturaleza de nuestros actos. Y cuando alguien se niega a juzgar sus actos, por considerar que están respaldados por una libertad omnímoda, la presencia de un crucifijo se torna lesiva, agónica y culpabilizadora. Y lo que la nueva tiranía nos promete es que podemos vivir sin ser redimidos ni perdonados, que podemos vivir sin culpa ni agonía; esto es, sin lucha con nuestra propia conciencia, por la sencilla razón de que hemos sido exonerados de tan gravosa carga. La nueva tiranía nos promete que todo lo que nuestra naturaleza caída apetezca o ansíe será de inmediato garantizado, protegido, consagrado jurídicamente; lo mismo da que sean meros caprichos de chiquilín emberrinchado que crímenes infrahumanos como el aborto. Frente a esta promesa de libertad omnímoda, el crucifijo aparece entonces a los ojos de esos hombres convertidos en bestias como una oprobiosa cadena: les recuerda que han renunciado a su verdadera naturaleza; les recuerda que esa naturaleza a la que han renunciado era su posesión más preciosa; les recuerda que Dios mismo entregó su vida por abrazarla. ¡Afrentoso recordatorio!

23 de noviembre de 2009

Zapatero no estás solo...



Él también destruyó cientos de miles de empleos tras haber prometido crear 800.000 puestos de trabajo y dejó una economía en bancarrota.

Gracias a la magnífica política socialista, hay muchos hogares en España a los que se les ha borrado la sonrisa . No están las cosas para reirse y menos para sacar pecho. Debería darles vergüenza.

LFU

19 de noviembre de 2009

20 de noviembre



"Ojalá Fuera la mía la última sangre española que se vertiera en discordias civiles. Ojalá encontrara ya en paz el pueblo español, tan rico en buenas cualidades entrañables, la Patria, el Pan y la Justicia"

José Antonio Primo de Rivera
PRESENTE

LFU

18 de noviembre de 2009

Sin vergüenza


Junto o separado, no hay calificativo más leve para definir la actitud del gobierno de España en relación con la crisis del atunero “Alakrana”.

Vergüenza de que este no haya sido más que una secuela del secuestro del “Playa de Bakio”, pues los piratas saben de sobra que España es débil. Paga y paga bien, y luego molesta lo justo, es decir, nada.

Vergüenza del papelón que se ha hecho jugar a la Armada Española con dos buques de guerra de adorno y, por si fuera poco, filtrando la humillante noticia –que no me creo- de que los piratas fueron ametrallados tras abandonar el barco, con escaso éxito pues sólo le dieron a algunos atunes que pasaban por allí desapercibidos. Vamos, como si los buques y helicópteros de nuestra Armada fueran equipados con escopetas de feria.

Vergüenza por el silencio dócilmente aceptado de los medios de comunicación, que en su gran mayoría han mirado para otro lado respecto de la desastrosa gestión de la crisis, en la que los Ministros de Justicia y de Defensa, en “perfecta coordinación” se han lucido de verdad.

Y vergüenza ilimitada al contemplar al Presidente del Gobierno salir en rueda de prensa para decir, encantado de haberse conocido, que todo se había resuelto bien, y que estaban todos sanos y salvos cuando se acababan de pagar cuatro millones de dólares a unos terroristas para que sigan con lo suyo. Esto es ya de aurora boreal. Suponía yo, en mi ingenuidad que el gobierno sería, al menos, discreto en la resolución del tema y adoptaría un perfil bajo teniendo en cuenta que estaba cantado que iba a ceder al chantaje de los piratas.

Sólo me alegro de que los marineros hayan salido indemnes. No faltaba más. Pero la cosa no es como para sacar pecho, sino todo lo contrario, pues el prestigio de España en el mundo ha quedado, una vez más, por los suelos y sólo es cuestión de tiempo que vuelvan a apresar un pesquero español para seguir haciendo caja a costa de todos nosotros.

LFU