"Mi sueño es el de la patria, el pan y la justicia para todos los españoles, pero especialmente para los que no pueden congraciarse con la patria, porque carecen de pan y de justicia.". JOSÉ ANTONIO

15 de julio de 2010

La última cima




Título original: La última cima
Dirección y guión: Juan Manuel Cotelo.
País: España.
Año: 2010.
Duración: 82 min.
Género: Documental.
Producción: Manuel de Cominges, Antonio Torres y Javier de Silos.
Dirección artística: Raúl E. Recuero.
Sonido: Íñigo Guerrero (Iglú Producciones)
Realizador: Alexis Martínez
Distribuidora: European Dreams Factory.
Estreno en España: 4 Junio 2010.

El hecho de que unas cuantas miles de personas hayan asistido y todavía puedan asistir a una sala comercial de cine para ver un documental sobre un sacerdote, entre otras muchas consideraciones, no sólo es una rareza sino también una pequeña victoria a la hegemonía cultural del nihilismo, a la menguante propuesta cultural progresista e incluso a los productos hipercomerciales yankis.

El documental parte de un hecho concreto. La muerte de un sacerdote produce un interés sobre su vida, y simplemente, la recogida de testimonios de sus allegados, proporcionó material para crear una película que habla de él, de su trayectoria, de sus amigos, de su carrera eclesiástica, pero sobre todo, la película necesaria e involuntariamente trata de la presencia de Otro, en la vida del sacerdote.

Parecería importante hablar de la persona concreta que protagoniza el documental, pero no lo es tanto. Percibí, a través de la catarata de testimonios que el documental sabiamente y con ritmo aportaba sobre él, la presencia indisimulada del Otro a quien el sacerdote decidió seguir. De suerte, que durante cerca de dos horas, escuché con interés, agrado, sorpresa y hasta emoción, según los testimonios ofrecidos por el director del documental, el breve acontecer en la tierra de un sacerdote, pero el interés, agrado y emoción que sentí tenían la fuerza y persuasión del Otro que le llamó, impulsó e hizo plena su vida y que, evidentemente, es coprotagonista del documental.

De lo anterior, parece claro que no es muy preciso hablar de un documental sobre un sacerdote solamente, más bien de una película sobre cómo Cristo actuó en la vida de Pablo Domínguez que se hizo sacerdote de Aquél.

César Utrera-Molina

PD: Es de esperar que algunos de los que siempre tratan de adaptar, suavizar y hacer digerible el mensaje cristiano, sin mucho resultado, tomen nota de la eficacia y potencia con la que en este documental se manifiesta aquél.

Nota de LFU: Mi agradecimiento a mis amigos Antonio Torres y Manuel de Cominges, así como a Javier de Silos, por el enorme valor de su compromiso. Sin duda el éxito inesperado de la película y su valor evangelizador, está siendo su mayor recompensa.

14 de julio de 2010

Álvaro del Bosque


En cuantas ocasiones nuestras mejores entradas -como dice EGM- nos las escriben otros....

Aquí tenéis otra. Basta pinchar, pero para los que no sepan, la copio más abajo con mi agradecimiento a Gonzalo por expresar tan bien lo que tantos pensamos.

LFU


«De todas las caras que el mismo domingo se fueron asomando a la pantalla de televisión celebrando el título mundial, una en particular me emocionó. Se trataba de Álvaro del Bosque, el hijo de Don Vicente, exclamando pleno de felicidad que además de alegre por el título estaba radiante de orgullo por ser hijo de su padre.


Hubo gente que se sorprendió, porque desconocían que el seleccionador nacional tuviera un hijo con Síndrome de Down. La verdad es que yo me enteré de ello poco antes del Mundial de Sudáfrica. Luego he ido oyendo y leyendo otras cosas sobre él. Que se fue de safari con las familias de Llorente y Javi Martínez, se lo pasó pipa y luego no paraba de decirle a su padre que tenía que ponerlos de titulares (y por mi cuenta añado que sobre todo en el caso del delantero además hubiera sido de agradecer en algunos momentos), que Don Vicente dice de Álvaro que es “su ángel”, que Álvaro le pedía a su padre conocer a sus ídolos, pero Don Vicente, hombre prudente hasta el extremo, no quería trato de favor por ser su hijo y que le acabó prometiendo que le llevaría en el autobús si ganaban el Mundial… Y llegó la celebración del lunes y ahí estaba el chaval, pletórico y exultante, levantando la copa y pasándoselo en grande.

Y cuando en Moncloa lo vi junto al presidente no pude evitar pensar lo mismo que pienso cada vez que veo una escena similar. ¿Qué pensará Zapatero viendo la sonrisa de Álvaro y la felicidad que en todo momento irradiaba? ¿Se planteará decirle a la cara “mira chaval, tú ya estás aquí pero yo personalmente creo que tu vida no es digna y por tanto hay que poner todos los medios posibles para que hubieras sido exterminado a tiempo”?

Hablo de Zapatero porque lo pensé viendo esa escena, pero me vale igual para cualquier otro político del arco parlamentario, empezando por Rajoy -”soy partidario de la ley del 85″, dijo, que consagra la eugenesia de los afectados por el síndrome de Down o por cualquier otra supuesta dolencia, además de por el capricho “psíquico” de sus ejecutores- y pasando por todos y cada uno de los que sientan y han sentado sus posaderas en la Carrera de San Jerónimo. Y también, por supuesto, por todos aquellos que se ponen tan estupendos poniendo peros al aborto para al final salirte con un “hombre, en casos como ese, si el niño viene mal…”. ¿Viene mal? ¿Como si fuera un tornillo doblado o una camisa mal cosida?

El nacimiento de niños con Síndrome de Down en España -y en el mundo- ha disminuido en un 85%. Y digo “el nacimiento”, porque la incidencia sigue siendo la misma. No hay avance médico que haya solucionado ese trastorno genético. Lo único que hay es técnicas eugenésicas de diagnóstico y eliminación del niño. No son menos casos de Down. Son casos de Down matados “a tiempo” de no ser contabilizados.


Para alcanzar las escalofriantes cifras de exterminio a las que hemos llegado ha hecho falta, es cierto, una legislación que la ampare -bajo la denominación de “derecho” o de “despenalización”, pero amparo en cualquier caso- sostenida y defendida por TODOS los partidos que han pisado el parlamento. Es cierto y por tanto debe darse a los representantes públicos que han diseñado, redactado, aprobado, sostenido, defendido y sancionado las leyes su muy importante parte de responsabilidad. Pero también es cierto que a las cifras que hemos llegado no se llega sólo con acción política sino por aquiescencia de una masa de toda procedencia ideológica, social y cultural.

A todos ellos, a toda esa hez de la Humanidad que ampara, alienta o justifica la exterminación sistemática del diferente y del supuestamente imperfecto, invocando la perfección de la raza -porque es exactamente lo mismo, sean judíos gaseados, negros azotados y desmembrados o “disminuidos” abrasados, descuartizados y aspirados- les pediría que tuvieran un rapto de valor, y mirando la abierta sonrisa y el orgullo filial de Álvaro, o los ojos y la esperanza de Izaskun, o los juegos y la alegría de Raulito, y les digan a la cara, a ellos y a sus padres, familiares, amigos y compañeros que sus vidas no son dignas y que encuentran plenamente justificado, defendible o cuanto menos comprensible que sus cuerpos hubieran sido abrasados, descuartizados, aspirados, triturados y tirados por un desagüe hace unos años.

Otros seguiremos mirando a Álvaro, a Izaskun, a Raulito y a tantos otros por un lado con normalidad, y por otro, con cariño y el reconocimiento que merecen por ser exponentes de que hay esperanzas de detener el exterminio.»

13 de julio de 2010

Los enanos y el resurgir del orgullo español



A la manifestación traidora del nacional-socialismo catalán, cargada de odio, preparada con gran aparato por los politicastros del 3% y sin escatimar medios (más de 500.000 euros en fletar autobuses con bocadillo de todos los rincones de Cataluña), debemos contraponer la limpia, alegre y espontánea celebración de los más de 75.000 catalanes que se echaron a la calle en Barcelona bandera nacional en ristre para celebrar el triunfo de la selección española de fútbol en el mundial.

Deambulan escocidos y desorientados los nacionalistas, sin dar crédito a que once jovencitos con calzón corto a quienes une su condición de españoles, sean capaces de rescatar, de la clandestinidad impuesta por su dictadura del miedo, el orgullo de ser español en todos los rincones de nuestra geografía.

Produce verdadero regocijo asistir a las demostraciones de rabia de los traidores a España cuando ésta parece resucitar de sus cenizas entre laureles deportivos. ¿Acaso no se dan cuenta de que el Barça no es nada –muchísimo menos que un Club- sin España? ¿Qué televisión –excepción hecha de TV3- iba a adquirir los derechos del Barcelona-Hospitalet o del Figueras-Tarragona? ¿De dónde iban a obtener sus ingresos para fichar astros asturianos como Villa, canarios como Pedrito o manchegos como Iniesta?. Tanto odio irracional ciega hasta las mentes más lúcidas, pero la España de Lepanto, de Bailén y de Garellano ha vuelto a despertarles de su sueño delirante construido sobre el pesimismo existencial del 98.

Porque toda España, de nuevo, vuelve a ser rojigualda.

Arriba España

LFU

8 de julio de 2010

Selección española: la mejor vacuna contra la disgregación

(Foto: El Mundo)



España ha llegado por primera vez a la final de un mundial de fútbol por la puerta grande, y con el aliento ilusionado de toda una gran nación que, por unos días, ha recuperado el sentimiento de unidad y de orgullo patrio, dando la espalda a los genios de la disgregación, que se han quedado con el paso cambiado.

Que además el gol decisivo de España lo haya marcado un catalán, es para los que que amamos a España por catalana y a Cataluña por española, un motivo más de satisfacción y orgullo, al tiempo que lo es de gran preocupación y congoja para los que odian todo lo español. No en vano hemos sabido que en algunos campamentos de verano organizados por la Generalidad de Cataluña se prohibió a los niños ver el partido, que el alcalde de Bermeo suspiraba para que ganase Alemania: «Espero que Alemania nos dé una alegría», decía molesto; que el Diputado general de Álava afirmase jovial que «Preguntarme sobre el Mundial sería como preguntarme de un campeonato de rugby en Estados Unidos»; que el Alcalde de Guernica, un tal Gorroño, afirmase que «No tengo ningún interés en ese partido» y que que algún otro lider tribal hacía vudú con la camiseta de la selección.

Ayer ganó España y no perdió Alemania, que jugo y fue derrotada con caballerosidad. Perdieron los jefes de las tribus que vieron cómo en sólo 90 minutos se desmoronaba el castillo de arena que han estado fabricando con ladino esfuerzo durante 30 años, convocando en un sólo grito a todos los españoles que lo celebraban por igual en Bilbao que en Almería y en Barcelona que en Badajoz.

El futbol y nuestra flamante selección han demostrado ser el mejor antídoto de la irresponsabilidad de ZP y del odio de los nacionalistas. Ojalá el domingo vuelvan a flamear, ufanas, miles de banderas nacionales en toda España. Y a los que les pique, que coman ajos.

LFU

7 de julio de 2010

De cuando los Reyes celebraban la Victoria

Una buena amiga, que ha heredado tesoros de todo un siglo, me acaba de regalar esta invitación, que no requiere glosa alguna.

Recordando a Cicerón, sólo puedo decir: O tempora, o mores!
LFU

5 de julio de 2010

"Ladrones de la Historia". Por José Utrera Molina

«Nos quieren robar este prodigio de entrega y sacrificio que representó la tropa de la División Azul pero somos muchos los que todavía recordamos aquella gesta, honramos su heroísmo y no olvidamos la epopeya de su sacrificio»

Transcribo a continuación el artículo publicado en el ABC de ayer 4 de julio de 2010:



«El recuerdo es, tal vez, la punción vital más fuerte de nuestra existencia. Hay recuerdos que se desvanecen, otros se pierden en el horizonte oscuro de nuestra propia historia, pero hay memorias que aparecen como si estuviesen adscritas a nuestro cuerpo, pegadas a nuestra alma, introducidas para siempre en nuestro propio corazón.

Hoy ha regresado a mí uno de los recuerdos que posiblemente han conformado mi propia vida. Lo que voy a relatar aconteció hace ya muchos años, unos años que quieren ahora falsear y manipular vilmente. Era la tarde del 18 de julio de 1936, yo tenía entonces 10 años y estaba acompañado de un amigo mío que pasaba de los 14. Él se erigía en mí maestro, él me enseñó la insignia de las flechas falangistas que escribíamos en las paredes de nuestro barrio. Mediada la tarde se escucharon unas detonaciones. Mi amigo afirmó que eran fuegos artificiales; yo, que era más pequeño, le dije que me parecían tiros. Ante la perplejidad que aquél hecho nos produjo decidimos volver cada uno a su casa. Cinco días después, el padre de mi amigo era arrojado por el balcón de su casa por unos milicianos marxistas cargados de rencor y de odio. Pasó el tiempo, hubo una convocatoria que atraía fundamentalmente a la juventud para combatir al comunismo en Rusia, a la que entonces las altas esferas oficiales calificaban de culpable de nuestra íntima tragedia.

Mi amigo, que se llamaba Enrique Morante Villegas, acudió presuroso a la llamada de la recién constituida División Azul. Tenía prácticamente 16 años. Permaneció en las tierras de Rusia como combatiente durante dos años. Se comportó con una dignidad extraordinaria, y sintió en lo más profundo de su ser el orgullo de pertenecer a aquella generación española que lo daba todo sin pedir nada. Pasado el tiempo, tuve con él alguna que otra conversación, porque se enroló en la marina mercante española y, como contramaestre, hacía el viaje periódico desde Algeciras a Ceuta en un trasbordador. No hacía alarde de su historia, no se detenía en los episodios bélicos en los que él sin duda participó, fue simplemente un recio soldado, un idealista que había puesto en aquella empresa su granito de arena. Pasó mucho tiempo y una tarde hace dos años me visitó en mi casa de Nerja. Sentí una enorme alegría al volver a verlo. Me traía una copia del diario de la División Azul donde refería los acontecimientos que se habían producido desde el primer día de lucha a las horas de nuestro abandono. “Te traigo esto, afirmó, que apenas si tiene valor para que me recuerdes siempre”. Le conteste: “No es necesario, lo hago con mucha frecuencia”. Pero él mirándome fijamente me dijo: “Es que también vengo a despedirme de ti porque me voy a morir muy pronto”. Aquello me conmovió. Efectivamente a los 15 días Enrique Morante falleció y yo me quedé aliado como nunca a su recuerdo.

Él me había enseñado el Cara al Sol y, sobre todo, me había ofrecido siempre una lección de bravura, de coraje y de dignidad. Pienso que donde quiera que Enrique esté, habrá de sorprenderle la decisión oficial de este régimen de eliminar por completo todo símbolo o toda huella de aquella División que combatió con heroísmo por España. Para los nuevos apóstoles de la democracia, los 5.000 muertos y los 17.000 heridos de aquella unidad militar, calificada por historiadores extranjeros como la fuerza más brillante que participó en la II Guerra Mundial, no han existido. Dice el Presidente del Gobierno que no hay tierra de nadie, solo viento. Pues bien, el viento que en él se convierte en una maldición, nos ha traído la noticia de esta voluntad de exterminio de una de las páginas, más heroicas y más excepcionales de la vida de España. Conocí a muchos integrantes de la División Azul aunque yo era muy pequeño. Recuerdo también a Salvador Tomasetti Gironés que con 18 años murió besando una fotografía de su madre en el quicio de la Posición Intermedia. Tengo en mi despacho un banderín que recuerda su gesta. Podría referir miles de anécdotas encerradas en una rotunda realidad, la bravura y el valor de unos españoles que alejados físicamente de España no perdieron el calor de su Patria en el corazón. Hoy nos quieren negar esta realidad, nos quieren robar este prodigio de entrega y sacrificio que representó la tropa de la División Azul pero somos muchos los que todavía recordamos aquella gesta, honramos su heroísmo y no olvidamos la epopeya de su sacrificio. Que descansen en su siniestro manejo de la historia los que nos quieren robar esta parte de España. Otros permanecemos de pié hasta el ultimo día y rendiremos el tributo de nuestra admiración a los que lo dieron todo por la Patria. »


JOSE UTRERA MOLINA

2 de julio de 2010

José Antonio Primo de Rivera, ese desconocido

Rescato de Youtube (en tres entregas sucesivas) un documental emitido por Informe Semanal (TVE) en el año 1986, con motivo del L aniversario del fusilamiento de José Antonio Primo de Rivera. El testimonio de muchos de sus testigos -hoy fallecidos- resulta esclarecedor y con la excepción de los testimonios ligeros y tendenciosos de Ian Gibson -alentados por su odio feroz a todo lo relacionado con el régimen anterior- el resto, de uno y otro lado, hacen del reportaje un testimonio imprescindible para la figura de ese gran desconocido -sobre todo para las víctimas de la LOGSE- que fue José Antonio Primo de Rivera. Desde luego, en la TVE de hoy un documental como éste sería imposible.