"Mi sueño es el de la patria, el pan y la justicia para todos los españoles, pero especialmente para los que no pueden congraciarse con la patria, porque carecen de pan y de justicia.". JOSÉ ANTONIO

10 de octubre de 2007

La embriaguez de la equidistancia

Anoche, una voluminosa periodista de apellido teutón, contraria a la Ley de Memoria Histórica, dulcificaba su posición -algo incorrecta políticamente hablando- situándose en una casposa equidistancia entre los dos bandos que lucharon en la guerra civil, a los que identificó como defensores del totalitarismo marxista y defensores del totalitarismos fascista y, en consecuencia, adjudicando a ambos la misma perversidad.

Mire usted, señora: Una cosa es predicar la reconciliación, hacer homenaje de los españoles que cayeron en unas y otras trincheras y tratar de dejar el pasado a los historiadores y otra muy distinta insultar la inteligencia de los espectadores. Afirmar que el bando llamado "nacional" defendía el totalitarismo fascista es, simple y llanamente, mentir. Y mentir es pecado, y de los gordos (si no, pregúnteselo a sus jefes). La España "nacional", formada por monárquicos, tradicionalistas, conservadores, falangistas y católicos perseguidos no se levantó en armas para imponer el fascismo en España. Se levantó precisamente para evitar que España se convirtiera en un satélite de la Unión Soviética. Se rebeló contra una revolución impulsada desde el poder de un Frente Popular cuyo respeto por la democracia era igual a cero y cuyo afan por perseguir y aniquilar a sus adversarios era verdaderamente terrible. ¿Quién dio un golpe de Estado en el año 1934 contra el gobierno de la CEDA? ¿Quién amanezó y ordenó el asesinato del lider de la derecha, José Calvo Sotelo en el año 1936? ¿Quién inició y consumó una persecución religiosa sin precedentes en la Historia con más de 7.000 religiosos asesinados?.

Mientras un bando asumió como propia la denominación de "ejército rojo" adoptando como símbolo la estrella roja de cinco puntas -tan "tradicional" en España-, el otro recuperó la enseña bicolor y reivindicó el nombre de España. Mientras en la Puerta de Alcalá se colocaban los retratos de Stalin, de Lenin y de Vorochilov, la Gran Vía se convertía en Avenida de Rusia y se quemaban y destruían iglesias y conventos, en Burgos no se tiene noticia de que el retrato de Hitler o Mussolini presidieran el Cuartel General del Generalísimo, ni se adoptó la Cruz gamada, ni se persiguió a los judíos. Y es que, mientras la Unión Soviética envió a España más de 1.000 comisarios políticos que se integraron en las filas del ejercito republicano, Alemania e Italia se limitaron a ofrecer ayuda material y humana al bando nacional, por sus concomitancias anti comunistas, sin enviar comisarios a las filas de su ejército.

Con esto no quiero negar que en los dos bandos se cometieran injusticias, ni pretendo establecer ningún tipo de jerarquía moral entre los españoles que cayeron en diferentes trincheras. Pero me niego a situarme en la equidistancia entre los dos bandos contendientes. Yo tengo muy claro a cual de los dos me alistaría si España tuviera la desgracia de repetir su historia, y no me cabe duda de que la mencionada periodista tampoco se lo pensaría mucho, aunque ahora no se atreva a reconocerlo.

LFU

8 de octubre de 2007

¿Sabíais que....?


Mi hermana Reyes, la única que en casa trocó las leyes por la Historia, me ilustra con unos datos históricos verdaderamente interesantes sobre la Batalla de Lepanto cuyo aniversario celebramos ayer en plena era de la alianza de civilizaciones...

La festividad de Nuestra Señora del Rosario que ayer 7 de Octubre celebramos, es una ocasión de oro para recordar uno de los acontecimientos históricos más importantes de la Historia de España, gracias a la cual hoy honramos a esta preciosa advocación mariana. Y es que en el amanecer de tal día como ayer del año 1571, la Liga Cristiana dirigida por el joven generalísimo de los ejércitos, Don Juan de Austria (con tan solo 26 años), se enfrentaba a la flota turca anclada en el Golfo de Lepanto. Ante el decisivo encuentro bélico para toda la Cristiandad, el Papa Pio V, miembro de la orden de Santo Domingo, pidió encarecidamente el rezo del Santo Rosario, suplicando a la Virgen su auxilio ante el peligro infiel. A la vez Don Juan daba la señal de batalla enarbolando la bandera enviada por el Papa con la imagen de la Santa Cruz y el Santo Rosario. Conviene recordar que entonces los turcos poseían la flota mas poderosa del mundo, y que frente a los 300 galeones turcos, la flota cristiana luchaba con solo 101 naves, aunque magistralmente conducidas por los mejores hombres de la armada española e italiana Tanto Cataluña como Castilla brillaron con la actuación de los generales Requesens, Cardona, Gil de Andrade y Alvaro de Bazán entre otros.

Tras la Victoria militar de Lepanto, el Papa Pío V, agradecido con Nuestra Madre, instituyó la fiesta de Nuestra Señora de las Victorias y agregó a las Letanías de la Santísima Virgen el título de "Auxilio de los Cristianos". Más adelante, el Papa Gregorio III cambió la fiesta a la de Nuestra Señora del Rosario.

Pero aparte de recordar la victoria militar de Lepanto con motivo de la festividad de la Virgen que la hizo posible, viene al caso recordar a algunos y dar a conocer a otros pocos, la milagrosa historia de la talla del Crucificado, donada por la ciudad de Barcelona, y que Don Juan de Austria fijó en el palo mayor de su nao. Pues según un relato piadoso, una bala de cañón llevaba dirección de impactar sobre él pero la figura, con milagro extraordinario, se ladeó ligeramente esquivando el proyectil, quedando la santa imagen con el escorzo que puede observarse en la imagen. Don Juan de Austria la devolvió a la Ciudad Condal, y desde entonces se venera en la Catedral de Barcelona como el Santo Cristo de Lepanto. Esta imagen es la de mayor devoción del templo y su capilla donde se realiza el culto ordinario. Así desde esta pequeña tribuna os invito a los que estéis o paséis por Barcelona para que no dejéis de visitarla y rezar ante ella uno de los misterios del Santo Rosario que hoy celebramos, para que Cataluña, que es España, resista y venza también bajo su amparo el envite del azote nacionalista.

5 de octubre de 2007

Apesta


La actuación de Garzón, una vez más, resulta inefable. Sus decisiones, lejos de estar amparadas por la búsqueda de la justicia y la defensa del imperio de la ley, desprenden un hedor insoportable a incienso monclovita. Constituyéndose en hermeneuta del artículo 3 del Código civil , ha decidido que "la realidad social del tiempo en que tienen que ser aplicadas"(las normas) es la que decida el Gobierno, en cada momento, en función de sus conveniencias políticas. Hace tan sólo unos meses justificó la vergonzante retirada de la acusación por parte de la fiscalía contra Otegui, alegando que había que tener en cuenta la realidad social -ya no del tiempo- sino del "momento". Ahora, cuando el "Gobierno de España" quiere ponerse a la cabeza de la manifestación contra ETA y su entorno, ha decidido encerrar a la mitad de los miembros de la mesa de HB, (que nadie entiende, por cierto, que lleven tanto tiempo en la calle). ¡Tiemble la Sala a la que corresponda juzgar el caso instruido por Garzón!
LFU

4 de octubre de 2007

España como nación


"Nosotros amamos a Cataluña por española, y porque amamos a Cataluña la queremos más española cada vez, como al País Vasco, como a las demás regiones. Simplemente por eso: porque nosotros entendemos que una nación no es meramente el atractivo de la tierra donde nacimos, no es esa emoción directa y sentimental que sentimos todos en la proximidad de nuestro terruño, sino que una nación es una unidad en lo universal, es el grado a que se remonta un pueblo cuando cumple un destino universal en la Historia. Por eso, porque España cumplió sus destinos universales cuando estuvieron juntos todos sus pueblos, porque España fue nación hacia fuera, que es como se es de veras nación, cuando los almirantes vascos recorrían los mares del mundo en las naves de Castilla, cuando los catalanes admirables conquistaban el Mediterráneo unidos en naves de Aragón, porque nosotros entendemos eso así, queremos que todos los pueblos de España sientan, no ya el patriotismo elemental con que nos tira la tierra, sino el patriotismo de la misión, el patriotismo de lo trascendental, el patriotismo de la gran España. "


José Antonio Primo de Rivera

1 de octubre de 2007

Un ejemplo de amor




Se llamaba Caroline Aigle. Era la primera mujer que consiguió ser piloto de caza de la Armada francesa. Llena de espíritu aventurero, se preparaba para ser también astronauta. Se había casado con un piloto; esperaban un hijo. Este pasado mes de julio, embarazada de cuatro meses, recibió una noticia espantosa: sufría un cáncer irreversible. Podía recibir un tratamiento para alargar su vida, pero eso mataría al bebé. Le aconsejaron abortar. Caroline, valiente, libró el mayor combate de su vida: rechazó el tratamiento para que su hijo pudiera nacer. Caroline murió el pasado mes de agosto; pocos días antes nacía su hijo, Gabriel. (Por cortesía de El Manifiesto)


¿Merecerá esta preciosa noticia algún segundo en los telediarios? ¿Alguna portada en los periódicos? Ejemplos como éste son los que hay que poner delante de sus narices a una juventud ayuna de referentes morales. Un ejemplo de entrega, de generosidad y de amor que debería llegar al más recóndito de los rincones de un mundo carcomido por el egoismo. Que Dios la colme de su Gloria.


LFU

28 de septiembre de 2007

Divide y vencerás



Tal debieron pensar los partidos nacionalistas al cerrar con un apretón de manos el Título VIII de la Constitución. Era cuestión de esperar y ver crecer a las nuevas generaciones educadas en el odio a España y a todo lo que representa. Y lo están consiguiendo. Una nación que no se preocupa de sí misma está condenada a la desaparición. Como en cualquier organismo vivo -y la Nación lo es- la dejación anticipa la debilidad y es entonces cuando no puede resistir el embite de cualquier agente hostil. La colosal miopía de los constituyentes, que no pensaron en las nefastas consecuencias que tendría el reparto de competencias entre Autonomías en una nación como España, sin un previo rearme moral que amortiguase las tendencias centrífugas, ha sido la causante de lo que estamos viviviendo treinta años después.

Y que nadie se engañe. Zapatero no es el verdadero culpable. No es más que un agente propicio, por la debilidad en la que ha dejado al Estado y a sus instituciones, para que se haga fuerte en nuestra nación el virus destructivo del nacionalismo. Y lo peor es que este virus, ya convertido en epidemia, está agarrándose a las raices de una España en la que muy pocos están dispuestos a partirse la cara por ella. Son muchos años los que la mayoría ha asistido indiferente al debilitamiento del sentido de la Nación española, con tal de gozar de un relativo bienestar econónico, por lo que resulta dudosa la legitimación de muchos para asombrarse de lo que estamos contemplando.

Los que ahora piden en el parlamento que se elimine el juramento a la bandera y la promesa de derramar hasta la última gota de nuestra sangre en defensa de la unidad e integridad de la Patria lo hacen con la chulería de quien sabe que esa ofensa le saldrá gratis. Son los mismos que queman nuestra bandera y los símbolos de nuestra nación ante la mirada indiferente de las fuerzas del orden. Los mismos que desde algunos diarios ofrecen fotografías del jefe del Estado para quemarlas. Saben de la extrema debilidad del Estado y se envalentonan porque no tienen nada ni a nadie que temer. Es la adrenalina del insulto cobarde sin respuesta.

Nadie puede imaginar hechos semejantes en naciones como Francia, Estados Unidos o Inglaterra. Allí no se juega gratis con los símbolos de la Nación. Y es que siempre habrá alguien que se ocupe de que la ofensa no quede sin castigo. Pues bien, para todos los españoles que han jurado la bandera y sienten el orgullo de España en sus venas, tal vez ha sonado la hora de plantar cara, en todos los frentes, a quienes están dispuestos a forzar su desaparición.

LFU

25 de septiembre de 2007

Azaña y Foxá


Sabido es que una de las enfermedades más comunes de los que forman nuestra clase política, derivada del virus de lo políticamente correcto y que afecta por igual a la izquierda y a la derecha, es la de citar con arrobo a Manuel Azaña, personaje nefasto para la historia de España al que la izquierda ha elevado a los altares con la tácita anuencia de una derecha acomplejada y con claros síntomas de alzheimer historiográfico. Claro que lo que más se cita de Azaña no es lo de "Ni heridos ni prisioneros, tiros a la barriga", "todas las iglesias de España no valen la vida de un republicano"o "España ha dejado de ser católica", sino aquello de las tres pes: Paz Piedad y Perdón, algo que está muy bien escribirlo cuando has perdido una guerra, pero que debiera haber escrito mucho antes, cuando las milicias del Frente Popular sembraban el terror delante de sus propias narices. Ayer, releyendo la magnífica novela de Agustín de Foxá, "Madrid de Corte a Checa", me detuve de nuevo en la genial y descarnada semblanza que el autor, inmisericorde, hace de Azaña, muy alejada de lo políticamente correcto, que es obligado transcribir, para compensar tanto botafumeiro:

"Tenía una cara ancha, exangüe, con tres verrugas en el carrillo, y unos lentes redondos, bajo las cejas alzadas. Vestía de oscuro. Hablaba frío, despectivo, extenso. Construía la frase literariamente salpicándola de cinismo, de ironía, de orgullo, porque quería "epatar", desconcertar, herir. Era árido y de metáforas apagadas. Se veía la carga enorme de rencor y desilusión, que era su motor y su fuerza. Era un lírico del odio, un polemista de la venganza.

Allí estaban de pie, detrás de él, sus largos años de humillación y de silencio. Hería su brazo porque había sido amansado demasiado tiempo por el manguito burocrático, y quemaba su lengua sometida a los humildes "un servidor" o "a las órdenes de su señoría" del registro de últimas voluntades.

Era el símbolo de los mediocres en la hora gloriosa de la revancha. Un mundo gris y rencoroso de pedagogos y funcionarios de Correos, de abogadetes y tertulianos mal vestidos, triunfaban con su exaltación. Era el vengador de los cocidos modestos y los pisos de cuarenta duros de los Gutiérrez y González anónimos, cargados de hijos y de envidia, paseando con sus mujeres gordas por el Parque del Oeste, de los boticarios que hablan de la Humanidad, con h mayúscula, de los cafés lóbregos, de los archivos sin luz, de los opositores sin novia, de los fracasados, de los jefes de negociado veraneantes en Cercedilla, de todo un mundo sin paisaje ni sport, que olía a brasero, a Heraldo de Madrid y a contrato de inquilinato."

LFU