"Mi sueño es el de la patria, el pan y la justicia para todos los españoles, pero especialmente para los que no pueden congraciarse con la patria, porque carecen de pan y de justicia.". JOSÉ ANTONIO

26 de marzo de 2010

Semana Santa



A la belleza de estas imágenes del traslado del Cristo de la Buena Muerte a hombros de sus legionarios -que Dios quiera no tengamos que añorar dentro de poco tiempo- quiero acompañar las palabras que allá por el año 1957 pronunciase el autor de mis días en un vibrante pregón de la Semana Santa malagueña (que quien quiera puede escuchar en esta página de la Cofradía de Mena):

Pregón de José Utrera Molina (1957)

«El dolor de la liturgia se aminora porque consuela la alegría de saber que, a pesar de su muerte cercana, Cristo se quedará para siempre entre nosotros. Avanza y se aproxima el Jueves Santo, día solemne lleno de la majestad del dolor, reencuentro de la humanidad entera con Jesucristo.

Málaga se enfrenta sublimada, encendida, con el misterio de la Redención desbordando para ello el genio de su arte y su belleza. Málaga se pone en pie y contempla con el alma estremecida el drama del calvario, sintiendo como suyo el dolor religioso de estas tristes jornadas evocadoras.

No hay lírica mentirosa y barroca en la exaltación del fervor de nuestro pueblo. Hay una viva emoción teológica ante la presencia en las calles de las imágenes, ante el realismo dramático de los Cristos, ante el dolor y la amargura de las Vírgenes sollozantes.

Anochecido, sale de su templo el Cristo de los legionarios y sentimos al verlo el sudor de sus sienes, viendo en sus ojos, en su boca, en sus pómulos febriles el ansia y el esfuerzo por fijarse en todos los infortunios. Entre las sombras de la noche todos miran a Cristo, rezan ante la dramática expresión de su agonía. Agonía de hombre que padece la angustia de todas las muertes, todos al mirarle sufren con él, adivinando la fiebre que le hunde en el cuerpo las uñas de la fe, el vibrante escozor de la garra ardiente de las manos, el dolor de las arterias que ayer llevaban las dulzuras de la vida y hoy se convierten en dogales aprisionantes, ante trance supremo se pasar la soledad humana de la muerte. Al contemplarlo parece que nos habla queriéndonos decir que sólo saber vivir quien bien se muere. Entre una larga fila de enlutados penitentes, altos capirotes, hachones encendidos en la noche, el Cristo de la Buena Muerte camina, doblada la cabeza, lleno el rostro de paz, la desazón partida, vencedor por amor de la muerte, dulce muerte que ya no tiene el signo trágico de una guadaña ensangrentada por emblema, sino expresión de paz y reposo infinito.

Todas las miradas se concentran en el negro clavel de sus heridas, marchan atrás los soldados del Tercio legionario, lento y firme andar tras de su himno que es, sin duda, la marcha nupcial del legionario cuando quiere desposarse con la muerte. Avanzan con los rostros erguidos, alta la frente, dura la mirada, embriagados de banderas y de gloria. Ya entra la procesión por la calle de Larios y un escalofrío de emoción traspasa el alma, dulcemente mecido camina el Cristo ente banderas, guiones y estandartes, entre hombres rudos amigos del amor y de la muerte, entre un estruendo de tambores se escucha la romántica canción del legionario y entre músicas, plegarias y silencios, parece como si la muerte, por el borde de Dios fuera cantando.» JOSÉ UTRERA MOLINA

Que paséis todos una feliz Semana Santa y feliz Pascua de Resurrección.

LFU

25 de marzo de 2010

El Papa en la diana


Desde hace meses estamos asistiendo a una ofensiva mediática sin precedentes contra la Iglesia Católica y contra su cabeza visible, el Papa Benedicto XVI que está revistiendo caracteres de especial crudeza y colosal manipulación. Sin duda la Providencia ha querido que coincida dicho ataque con el insólito y brutal asedio que por parte del gobierno español está sufriendo la Basílica de la Santa Cruz del Valle de los Caídos. De ahí que haya querido traer a la portada una fotografía en la que aparece el Santo Padre, siendo aún Cardenal Ratzinger con la monumental Cruz a sus espaldas, una Cruz que simboliza el sufrimiento, pero también la victoria frente al mal.

Por su indudable interés y acierto, reproduzco a continuación un artículo de José Luis Restán que aborda de manera diáfana y valiente el durísimo ataque que está sufriendo nuestro Santo Padre y que a mí, como a tantos católicos, nos llena de indignación.


LFU

«Su luz brilla en medio del lodo»



«Quizás esté siendo la Cuaresma más dura de Benedicto XVI. A la amarga verificación de cuanto dijo en aquel histórico Vía Crucis de 2005 ("¡cuánta suciedad en la Iglesia!") se une una repugnante operación de caza en la que participan desde distintos ángulos la prensa laicista, la disidencia tipo Küng y los lobbys de los nuevos derechos. Días de plomo y furia en los medios, Pedro de nuevo en medio de la tempestad.


Con una precisión de relojero saltan los casos perfectamente medidos, como bombas que persiguen su objetivo. Y mientras se espera la carta dirigida a los católicos de Irlanda tras las terribles denuncias del Informe Ryan, la prensa destapa historias ya viejas en Holanda, en Alemania y en Austria, muchas de ellas juzgadas y archivadas veinte o treinta años atrás. Material inflamable para construir una historia tan sucia como mentirosa. Se trata de instalar en el imaginario colectivo la figura de una Iglesia que ya no es sólo un cuerpo extraño en la sociedad postmoderna, sino una especie de monstruo cuya propuesta moral y cuya disciplina interna abocan a sus miembros a la anormalidad y al abuso. Sí, ésta es la Iglesia que educó a Europa en el reconocimiento de la dignidad humana, en el amor al trabajo, a las letras y al canto, es la que inventó los hospitales y las universidades, la que forjó el derecho y limitó el absolutismo... pero eso ahora no importa. Y con la misma delectación con que algunos se aplican a eliminar su rastro de los espacios públicos, otros se aprestan a demoler su imagen.


Ya escucho la pregunta: ¿pero es verdad o no lo que se nos cuenta? Veamos los datos. En Alemania, por ejemplo, de los 210.000 casos de abusos a menores denunciados desde 1995, 94 corresponden a eclesiásticos. Cierto que 94 casos en parroquias y colegios son una enormidad, constituyen una llaga en el cuerpo de la Iglesia y plantean gravísimas preguntas. Cierto también que de los miembros de la Iglesia, especialmente de quienes tienen el encargo de educar, se espera siempre más que de la media, pues a quien mucho se le ha dado mucho se le ha de exigir.



Pero digamos también muy claro que la Iglesia no vive en el espacio, fuera de la historia. Está formada por hombres débiles y pecadores, su cuerpo se ve asaltado por las corrientes culturales de la época y no faltan momentos en que la conciencia de muchos de sus miembros está más determinada por el mundo que por la tradición viva que han recibido.


El horror de estos casos no puede minimizarse, y por eso Benedicto XVI (ya desde que era Prefecto de la Doctrina de la Fe) ha puesto en marcha una formidable tarea de saneamiento cuyos frutos ya son incluso cuantificables. Pero cuando la gran prensa fabrica primeras páginas a costa de 94 casos y calla miserablemente sobre los otros 200.000, estamos ante una operación asquerosa que debe ser denunciada. Las cifras de esta catástrofe nos hablan de una enfermedad moral de nuestra época y reclaman dirigir la mirada, no al celibato de los sacerdotes católicos, sino a la revolución sexual del 68, al relativismo y a la pérdida del significado de la vida que aflige a las sociedades occidentales.

El sociólogo Massimo Introvigne ha publicado al respecto un magnífico artículo en el que explica que el huracán mediático de estas semanas responde a lo que se conoce como un fenómeno de "pánico moral", perfectamente teledirigido desde determinados centros de influencia. Según su explicación se trata de una "hiperconstrucción social" tendente a crear una figura predeterminada (el monstruo del que hablamos al principio) con materiales fragmentarios y desperdigados en el tiempo. Existe ciertamente un problema real: sacerdotes (siempre demasiados) que han realizado el nefando crimen del abuso a menores. Pero las dimensiones, los tiempos y el contexto histórico son sistemáticamente alterados o silenciados. Nadie pone esos números de la vergüenza eclesial en relación a la totalidad brutal del problema; nadie dice, por ejemplo, que en los Estados Unidos eran cinco veces más los casos imputados a pastores de comunidades protestantes, o que en el mismo periodo en que en ese país fueron condenados cien sacerdotes católicos, fueron cinco mil los profesores de gimnasia y entrenadores deportivos que sufrieron idéntica condena. ¡Y nadie ha pedido cuentas a la Federación de baloncesto! Por último, el dato más escalofriante: el ámbito más habitual de los abusos sexuales a menores es precisamente el de la familia (allí suceden dos tercios del total de los casos contabilizados). Por tanto, ¿qué tiene que ver el celibato en todo esto? Dejemos aparte las viejas obsesiones de Küng, su arcaica cruzada para vaciar a la Iglesia de su nervio y sustancia. Pero de los diarios laicos, tan puntillosos y cientifistas, cabría esperar un poco más de objetividad.


La semana pasada el "pánico moral" teledirigido ha centrado bien alto su objetivo. La caza ha buscado una pieza mayor, el propio Benedicto XVI, el Papa que ha abierto ventanas y ha establecido una batería de disposiciones de máxima transparencia, colaboración con las autoridades y, sobre todo, sanación de las víctimas. Ha sido el Papa que en Estados Unidos y Australia se encontró cara a cara con quienes habían padecido esa terrible experiencia, para pedirles perdón en nombre de una Iglesia de la que ellos son miembros heridos, y merecen por tanto una preferencia total. Las insinuaciones sobre el Papa Ratzinger en esta materia merecerían simple desprecio si no fuese porque indican algo importante de este momento histórico. Hay un poder cultural, político y mediático que ha puesto a Pedro en su punto de mira, ya sin rubor y sin embozo. Cierto que no es la primera vez, y conviene recordarlo. Pero el furor y las armas de esta hora son, si cabe, más insidiosas que los de otros momentos de la historia.


Es posible imaginar la conciencia lúcida con que Benedicto XVI contempla este oleaje, y el consiguiente dolor que le acompaña en este momento dramático en que él mismo se ha convertido, dentro de la Iglesia, en el punto físico que atrae un odio irracional pero no desconocido, porque Jesús ya nos habló de él en el Evangelio. No sé si con algo de ironía, en la Audiencia del pasado miércoles nos dejaba ver cómo quiere ejercer su propio ministerio en este momento de miedos, reacciones viscerales y zozobras varias. Lo hizo mirándose en el espejo de uno de sus maestros más queridos, San Buenaventura: "para san Buenaventura, gobernar no era sencillamente un hacer, sino que era sobre todo pensar y rezar... su contacto íntimo con Cristo acompañó siempre su trabajo de Ministro General y por ello compuso una serie de escritos teológico-místicos, que expresan el ánimo de su gobierno y manifiestan la intención de... gobernar no sólo mediante mandatos y estructuras, sino guiando e iluminando las almas, orientando a Cristo". En medio de la tormenta, ésa es la humilde y firme decisión de Benedicto VI.»


José Luis Restán

22 de marzo de 2010

Yo confieso



El diario «Ya» digital trae a su portada un hecho insólito. La Delegación del Gobierno ha incoado procedimiento sancionador, proponiendo la imposición de una multa de 300 € a un particular por tener el atrevimiento de «cantar el Cara al Sol con el brazo derecho alzado a modo de saludo falangista» en la puerta de acceso a la Basílica de la Santa Cruz del Valle de los Caídos una vez concluida la misa celebrada en sufragio de Francisco Franco y de todos los caídos que descansan en la basílica.

Para fundar su resolución, no tiene sonrojo en citar –en ausencia de norma alguna que tipifique tal actuación como merecedora de sanción- el artículo 26 de la Ley Orgánica 4/1997 sobre Protección de la Seguridad Ciudadana, en virtud del cual constituye infracción leve “Alterar la seguridad colectiva u originar desórdenes en las vías, espacios o establecimientos públicos”. Como lo han leído.

Es verdad que la «Ley de Memoria Histórica» prohíbe la realización de actos de naturaleza política dentro del recinto del Valle de los Caídos, aunque no establece sanción alguna para su contravención. Por otro lado, la ley no ha tenido desarrollo reglamentario por lo que existe una atipicidad de la conducta que, por lo tanto no puede ser objeto de sanción de ninguna clase.

Pues bien, tras este breve exordio, confieso solemnemente que yo también estaba en ese lugar, a la misma hora, y además, canté el Cara al Sol como lo hacían otros muchos y lo han hecho millones de españoles desde el año 1934, cuando se entonó por primera vez tan precioso himno en el Cine Europa de Madrid. En esta ocasión, además, ese cántico tuvo el sabor intenso de lo clandestino. Y ya estamos viendo las consecuencias. Las rosas convertidas en cadenas.

Esto es España. Una nación en la que, tras el paso del gobierno talibán de ZP, éste puede cantar alegremente la Internacional con sus ministras puño en alto, mientras se sanciona a un joven por cantar el Cara al Sol, y se clausuran y prohíben homenajes a Foxá por haber compuesto una de sus estrofas.

Debería cuidar la Delegada del Gobierno dónde pone su firma ya que tal resolución pudiera constituir un delito de prevaricación. Mientras tanto, es un ejemplo más del drama sectario y vergonzoso que padecemos

LFU

21 de marzo de 2010

Sin acentos

Un gusano -sin duda progresista- ha entrado en mi ordenadora (me gusta el empleo del femenino en los países hermanos de America) y me impide escribir acentos graficos o tildes, lo que me obliga, por motivos obvios, a mantener el blog en cuarentena.

LFU

16 de marzo de 2010

¿Educación para la Ciudada...qué?

Creo que sobran las palabras. Esta es una viñeta del libro "Educación y persona" que se repartirá entre los alumnos españoles para el adoctrinamiento repugnante por parte del gobierno talibán. Es la mofa cobarde de la Iglesia Católica que nunca se atreverían hacer con el Islam.....y es que a veces uno echa de menos la aplicación de la Sharía para casos como éstos, en los que no cabe otro remedio. En tiempo de fallas, se me ocurre el mejor de los destinos para esta bazofia, que desde luego, nunca entrará en mi casa.

LFU

11 de marzo de 2010

11 de marzo







Por fortuna, para mí la fecha del 11 de marzo, será siempre, ante todo, la del cumpleaños de un muy querido amigo. Y es una verdadera suerte, porque las tristes connotaciones de aquella fecha, o mejor dicho de aquellas fechas, del 11 al 14 de marzo, siguen estremeciéndome.

En contraste con las muestras de heroísmo y solidaridad que emergieron tras el terrible ataque terrorista, la sociedad española demostró una terrible vulnerabilidad al miedo y a la manipulación. Nunca podré borrar de mi memoria cómo muchos españoles, hábilmente manipulados por quienes no dudaron en utilizar políticamente el desgarro para sus intereses electorales, desviaron su odio hacia otros compatriotas culpándoles de lo sucedido. Los gritos de ¡asesino! que muchos dirigentes políticos de la derecha tuvieron que aguantar en esas jornadas, deben avergonzarnos como nación.

Y si torpe, ingenua y balbuceante fue la actuación del gobierno es ese momento de conmoción, no merece el mismo reproche que la actitud absolutamente indigna de una parte de la izquierda que llegó al cénit de la mezquindad, en un anticipo de lo que sería poco más tarde el gobierno más sectario, cainita y radical de la reciente historia de España.

España deberá reflexionar sobre aquella negra tragedia que sacó lo peor de muchos y tanto devaluó nuestra imagen en el mundo. Pero también merece saber quién estuvo detrás de aquel ataque perfectamente planeado y que, como reconoció la Sentencia de la Audiencia Nacional, buscaba y logró cambiar el rumbo de nuestra historia. A alguien no le gustaba demasiado el fortalecimiento de España en la escena internacional y no dudó en atacar a su línea de flotación, debilitando su cohesión y sus instituciones. Los beneficiados de aquél horror todos sabemos quiénes fueron, pero es imprescindible que algún día le pongamos cara al responsable del día más negro de nuestra reciente historia.

LFU

10 de marzo de 2010

Irena Sendler, «La mujer del saco»


La blogosfera nos proporciona a menudo perlas como la que reproduzco a continuación obtenida del blog Metáforas de José Ramón Ayllón, sobre la ejemplar biografía de Irena Sendler conocida como «El Ángel del Gueto de Varsovia». Gracias, DAL, por tan valioso material, aunque, como te dije, lo mejor, sin duda, es el título.


LFU



«La mujer del Saco»


«Durante la Segunda Guerra Mundial, una mujer polaca consiguió permiso para trabajar en el Ghetto de Varsovia como enfermera, y también como especialista de alcantarillado y tuberías. Los nazis tenían miedo a una epidemia de tifus y toleraban que los polacos controlaran el recinto.

Pero aquella mujer sacaba bebés escondidos en su maletín de enfermera y en el fondo de su caja de herramientas. También llevaba un saco de arpillera en la parte de atrás de su camioneta, para niños mayores. Iba acompañada por un perro entrenado para ladrar a los soldados nazis cuando entraba y salía del Ghetto. Los ladridos ocultaban el llanto de los bebés. Así salvó a 2.500 en año y medio.

La Gestapo la descubrió, la torturó y le rompieron ambas piernas y los brazos, pero no reveló nada. Se llamaba Irena Sendler. Murió en 2008, después de haber vivido casi un siglo. Su historia se puede leer en Wikipedia. Los judíos la propusieron para el Premio Nobel de la Paz en 2007, pero se lo llevó un tal Al Gore por unas diapositivas sobre el Calentamiento Global. »