"Mi sueño es el de la patria, el pan y la justicia para todos los españoles, pero especialmente para los que no pueden congraciarse con la patria, porque carecen de pan y de justicia.". JOSÉ ANTONIO

6 de octubre de 2010

El Abad del Valle de los Caídos demanda al Gobierno por el cierre injustificado de la Basílica


Era una noticia esperada por muchos (Ver aquí). La Comunidad benedictina de la Abadía de la Santa Cruz del Valle de los Caídos con su Abad Mitrado al frente ha interpuesto recurso contencioso-administrativo contra la resolución por vía de hecho adoptada por el Gobierno de la Nación consistente en el cierre de la Basílica pontificia, arbitraria y carente de cualquier clase de justificación.

El incumplimiento por parte del gobierno de todas las promesas formuladas con el intento de dilatar el cierre, han decidido a la Comunidad benedictina, respaldada por el Arzobispado, a tomar esta decisión, que culmina por el momento uno de los mayores episodios de acoso contra una comunidad religiosa del presente siglo en un estado que se pretende de derecho.

Me consta que más de un Abogado del Estado ha pedido que pase de él tan espinoso cáliz, por lo que es de esperar que la defensa del Estado caiga en manos de uno de los «elegidos».

Ojalá se haga justicia, de una vez.

LFU

4 de octubre de 2010

Blood Money

Sabido es que una de las virtudes del maligno -aunque, bien pensado, debería decir "habilidades"- es disfrazar el mal de bien. Así, el aborto se presenta como una medida terapéutica para evitar embarazos no deseados y se le busca el eufemismo de "Interrupción Voluntaria del embarazo" como si al asesinato de niños se le denominase "interrupción voluntaria del crecimiento". Pues bien, la otra cara de la moneda es convertir el bien el mal. Así que si tienes menos de 18 años, pero más de 16 no puedes ver esta película, pero puedes abortar. Esta es la moral del Gobierno de España.

LFU


29 de septiembre de 2010

Aguirre, en favor del «matrimonio» homosexual


Lo leo en La Razón de hoy y, aunque no me sorprende en absoluto, creo que merece la pena dejar constancia aquí para mis amigos «aguirristas» (que también los tengo), pues conviene que también vayan cayéndose del guindo.

Vaya por delante que el recurso del Partido popular no era precisamente una muestra de heroísmo cívico, pues su oposición se basaba más en cuestiones semánticas que de fondo, pero algo es algo, sobre todo si por ahí se evitaba la injusta equiparación de derechos entre el matrimonio, como unión de hombre y mujer y, por tanto, germen de la familia -una de las instituciones básicas y más necesarias de cualquier sociedad- y la unión de personas del mismo sexo, cuya regulación, en su caso, no puede ni debe implicar el disfrute de derechos tales como el de la adopción, obviando de forma irresponsable el derecho natural de cualquier niño a tener un padre y una madre.

Y si por esto me gano el calificativo de homófobo -de dudosa interpretación demántica- qué le vamos a hacer. Yo no estoy en contra de los homosexuales, pues esto sería tanto como estar en contra de la parra virgen, pero sí de que se les reconozcan unos derechos que, por derecho natural, no les corresponden. Al pan, pan y al vino, vino. Aguirre seguramente se ha ganado el premio Chueca, sin tener presente el daño que posiciones «liberales» como la suya puedan hacer. Ahí la tienen.

LFU

28 de septiembre de 2010

Sánchez Dragó y la España de Franco


Al final va a resultar que los nacionalistas van a reavivar la fiesta nacional y Zapatero va a conseguir rehabilitar la memoria del franquismo, a fuerza de tanta infamia, mentira y manipulación. Nunca pensé que Sánchez Dragó pudiese escribir algo así y me alegro de que haya hecho honor a la verdad. Esto no le convierte en franquista, sino en persona honesta a carta cabal. Es curioso que gente que, como él, poco o nada debe a aquél régimen, tengan que salir a decir en voz alta lo que callan tantos otros que todo le deben y a los que se les debería caer la cara de vergüenza.

LFU

«Testimonio ante el juez»

Por Fernando Sánchez Dragó

Publicado en "El Mundo" Lunes, 20 de septiembre de 2010

«SEÑOR JUEZ; quiero prestar testimonio en el proceso abierto contra los crímenes del franquismo. todos los testigos llamados a declarar son de cargo. Yo lo seré de descargo. Le expongo mis antecedentes: en septiembre del 36 pasearon a mi padre en Burgos, mi tío paterno fue condenado a muerte al terminar la guerra y pasó varios años en la cárcel, yo mismo dí con mis huesos en ella, fui detenido en no pocas ocasiones, sufrí cinco procesos, permanecí un total de diecisiete meses en Carabanchel y caso ocho en prisión domiciliaria, estuve seis años en el exilio....¿Le basta con eso? ¿Admite mi testimonio? ¿Me reconoce la condición de víctima del franquismo? ¿Tengo derecho a hablar o me sentará, por parecerle facha, en el banquillo? Le recuerdo que, a diferencia de muchas de las personas llamadas por usted a declarar, mi testimonio no es de oídas.

Soy testigo presencial de los supuestos delitos que se juzgan y de la época en la que se cometieron. No pueden decir otro tanto Almodóvar, Javier Bardem, Juan Diego Botto o Almudena Grandes, y menos aún los bisnietos de las presuntas víctimas. Recuerde asimismo que mis palabras no son fruto de ideología, por carecer yo de ella, ni del afán de medro. “Vengo aquí por la indignación de tanta mentira. Las cosas no fueron como se cuentan” Al contrario: pueden costarme caras.

Nada tengo que ganar y sí mucho que perder. ¿Por qué, entonces, me meto en la boca de lobos que no son feroces, pues con sus plañidos sólo quieren estar cara al sol que más calienta? Se lo explicaré: vengo aquí movido por la indignación que tanta mentira me produce. Las cosas no fueron como sus testigos las cuentan. Yo estuve muchas veces en Correos y nadie me torturó.

Todos los españoles, todos, fueron víctimas de una guerra cuya estúpida crueldad se divide a partes iguales entre los Hunos y los Hotros. Y en cuanto a la posguerra, cierto es que los años del franquismo lo fueron de sombras para algunos, sobre todo al principio, pero también de luces para muchos. Y aun me atrevería a decir, jugándomela, que las segundas fueron más que las primeras. En la España de Franco que conocí sólo sufrían persecución quienes desde posturas radicales -las mías, por ejemplo- y buscando pelea se enfrentaban al Régimen. Créame si le digo que éramos pocos. Mis recuerdos lo son de un país abierto, alegre, divertido y más libre, en lo menudo, que el de ahora. Basta de mentiras. No reabra trincheras. No dé vivas a la República, que lo fue de infamia. Sobresea al asunto. ¿Habeas corpus? Pues aquí está el mío, señor juez. Ecce homo.»

27 de septiembre de 2010

«Latino-americanos»

Foxá, siempre genial, lo dice como nadie:


"Seguramente ha salido de periodistas franceses o italianos la teoría de que los marcianos hablan latín. Acaso maquinan ya el vocablo «latino-marciano» (como hicieron con el «latino-americano») para excluir lo hispano si, como la otra vez, llegamos antes que ellos."

Agustín de Foxá. «Historias de Ciencia ficción». Ed. La Biblioteca del Laberinto. 2009

24 de septiembre de 2010

Bono, el rey del pueblo y los nostálgicos del régimen

«Algunos nostálgicos del viejo régimen y la dictadura no os perdonan que os pusierais con vuestro pueblo, pero frente a gente sin importancia, España os quiere con mucha mas fuerza que desprecia a aquellos que quieren que vuelva al Antiguo Régimen»

Han leído bien. Y el autor de la frase no es otro que el inefable Bono, que nunca dejará de sorprendernos.

Cuando España se prepara para entronizar a una pobre hortera desgraciada como «princesa del pueblo», Bono nos ha recordado que Juan Carlos I merece ser recordado como «el Rey del pueblo».

Así que a Juan Carlos lo trajo el pueblo en volandas en contra del «franquismo opresor y cruel» ¿no es así Bono?

Es que no me canso, pasen y vean. Así lo trajo el pueblo contra los «nostálgicos» y así se pronunciaba el Rey del Pueblo contra el «dictador»



"Una figura excepcional entra en la historia. El nombre de Francisco Franco será ya un jalón del acontecer español y un hito al que será imposible dejar de referirse para entender la clave de nuestra vida política contemporánea. Con respeto y gratitud quiero recordar la figura de quien durante tantos años asumió la pesada responsabilidad de conducir la gobernación del Estado. Su recuerdo constituirá para mí, una exigencia de comportamiento y de lealtad para con las funciones que asumo al servicio de la patria. Es de pueblos grandes y nobles el saber recordar a quienes dedicaron su vida al servicio de un ideal. España nunca podrá olvidar a quien como soldado y estadista ha consagrado toda la existencia a su servicio. "

Lo dicho, Bono. Te has vuelto a lucir, machote.

LFU

23 de septiembre de 2010

Memorias de guerra: Divisionario versus Brigadista.



Memorias de un soldado de la División Azul de Jose María Blanch Sabench (año 2010)
La Guerra es Bella de James Neugass (año 2010).


«…Puestos a ver similitudes entre los testimonios que comento, en ambas memorias encontramos un testimonio de heroísmo que no es posible pasar por alto. Una juventud de ambos signos entregó sus años decisivos en la experiencia total que es la guerra y con una exhibición de generosidad, que está por encima de las propias causas que defienden»



Según pasan los años soy más partidario del género memorialista. Especialmente de las memorias de guerra, preferiblemente de soldados más o menos anónimos. No me valen las de generales o estadistas que están llenas de compromisos, cautelas u omisiones interesadas. Asumo con cierto optimismo dos factores inherentes al subgénero que garantizan el interés de todo lector. El primero, la fuerza de un buen argumento está servido, de oficio, por las circunstancias que rodean a toda guerra; como segundo factor, el itinerario del superviviente, sólo por el hecho de sobrevivir, aventura que hay algo extraordinario en su acontecer personal durante la contienda. Lo cierto es que estas dos condiciones no bastan por sí solas para dar empaque a unas memorias, porque toda buena historia necesita ser bien contada, sino, no luce lo que vale y no hay quien la lea, estudiosos aparte.

En el último mes, he podido leer dos libros apreciables de éste género, con algunas semejanzas notables y diferencias no menores. Memorias de un soldado de la División Azul de Jose María Blanch Sabench (año 2010) y La Guerra es Bella de James Neugass (año 2010).

Jose María Blanch Sabench, gerundense de 85 años, con 18 años se alistó voluntario en la División de voluntarios españoles que lucharon con el ejército alemán en el frente ruso en la II Guerra Mundial, conocida como División Azul. Recibió instrucción de artillero y desempeñó funciones como tal, combatiendo en varios frentes. Superviviente de una de las acciones más encarnizadas del frente ruso, la batalla de Krany Bor. Dada su capacidad para los idiomas ejerció también como traductor el alemán y ruso, recibiendo, por ello, formación especializada del ejército alemán.

James Neugass (1905-1948), procedente de una acomodada familia de Nueva Orleans recibió formación universitaria y con 32 se años y se alistó voluntario para ir al cuerpo auxiliar médico de los voluntarios comunistas llamados por Stalin de todo el mundo que lucharon junto al ejercito republicano, las llamadas Brigadas Internacionales. Durante los escasos 5 meses que estuvo en España fue conductor de ambulancias. Estuvo en el frente de Aragón hasta la retirada en 1938 del ejército rojo tras perder Teruel.

Las memorias del Divisionario, escritas recientemente, tienen un tono sencillo. Con objetividad relata los sucesos habituales que tan bien dibujan la rutina del soldado: las marchas de aproximación, los traslados de frente, el contacto con las unidades alemanas circundantes, la ocasional toma de contacto con el enemigo. Tampoco, le falta pulso literario para contar aquello extraordinario y singular. Escueto pero muy emocionante es el relato de la batalla de Krasny Bor en la que hizo gala de un heroísmo sobrio y en el que la Providencia le echó un capote formidable. Resulta curioso, como apenas hay juicios de valor y sí una transcripción fiel de todo aquello que a la impresionable edad de 18 años quedó grabado para siempre en el corazón y memoria del Divisionario: la entrega de los que se alistaron voluntarios; la conexión cordial de los soldados españoles con el pueblo ruso o la extraordinaria organización del ejército alemán. No menos interés, tiene su frecuente trato con los prisioneros del Ejército Rojo. Sin duda, Jose María Blanch tuvo y tiene una mirada libre de prejuicios y un corazón generoso, eso le hizo comportarse con la caballerosidad y nobleza del mejor soldado español. Con 18 años, el idealismo y un afán aventurero le impulsaron a devolver la visita en el año 42 a los comunistas rusos que vinieron en el 36 a España. Sus memorias atestiguan que se hizo hombre siendo soldado en el frente más duro de la II Guerra Mundial.

El relato de Neugass, tiene una marcada vocación literaria y en el mismo se nos revela que la visita a España tenía entre otros objetivos, el de acumular experiencias que le sirvieran para escribir. Sin duda, Neugass tuvo talento para la descripción y una sensibilidad afinada por su origen y estudios, pero la ideología que abrazó lastra de prejuicios su mirada sobre la realidad que presenció y el valor literario del relato. Éste quedó trufado de consignas políticas del momento que el autor machaconamente introduce cuando no narra los sucesos concretos en los que está envuelto. Su visión de la España nacional es maniquea y simplista (Iglesia cómplice del capital, nobleza explotadora, militares fascistas y moros a su servicio…), sus juicios sobre los prisioneros nacionales que fueron asistidos en los hospitales de las Brigadas resultan tan esquemáticos y pueriles que resultan contradictorios con el talento del autor y sólo se explican por el potente filtro y control ideológico que acompañaba a los Brigadistas. En algún momento, sus elogios del espíritu de las Brigadas resultan tan excesivos que suenan a las obligadas declaraciones de ortodoxia del Partido tan frecuentes en esa época. No obstante, sería injusto negar que Neugass tenía una indudable sensibilidad social y humana, y su relato lo trasluce. De hecho, procediendo de un ambiente acomodado, renunció a una existencia acomodada por un anhelo legítimo de reforma social y, equivocadamente, abrazó al comunismo como solución de los problemas sociales. Resulta reveladora una frase de sus memorias, ante la constatación de la dureza de la contienda, se interroga obsesivamente por los motivos de su venida a España y se responde “que no vino por amor sino por asco” a una España, la nacional, que, sin embargo, estaba lejos de conocer. Neugass, por su origen y formación, debió ser un comunista ortodoxo pero algo tibio para la época, que sin embargo creyó en la redención mesiánica de la humanidad que prometía el comunismo sin querer vislumbrar el sendero de destrucción que sembraba a su alrededor. Aventuro que esa es la razón y no otra, la que explica que el texto haya permanecido inédito hasta ahora. Neugass no fue un comunista suficientemente comprometido, no odió sin contemplaciones a su enemigo de clase, así sus memorias permanecieron sin publicar durante tantos años, porque, probablemente, a juicio del mandarín de turno que recibió el texto en su momento, no daban el tono requerido para la propaganda comunista, esa mezcla indisoluble de odio y mentiras.

Puestos a ver similitudes entre los testimonios que comento, en ambas memorias encontramos un testimonio de heroísmo que no es posible pasar por alto. Una juventud de ambos signos entregó sus años decisivos en la experiencia total que es la guerra y con una exhibición de generosidad, que está por encima de las propias causas que defienden. Asimismo, en ambas relatos, se detecta algo natural e inevitable, la sublimación de los recuerdos. Supongo, que es inevitable que la mente humana sólo pueda custodiar lo mejor de la experiencia guerrera, pues el reverso tiene tanta oscuridad que toda mente sana, debe, naturalmente, blanquearla. Asimismo, ambos lucharon con los bandos que perdieron sus respectivas guerras algo que puede ser anecdótico, pero que no lo fue para ellos, en absoluto.

Concluyo confrontando la diferencia esencial entre ambas memorias. Me arriesgo a explicarla por la distinción entre idealismo e ideología, o dicho de otro modo, entre unos valores o ideas que se confrontan con la realidad y los esquemas ideológicos que se imponen sobre la misma y la interpretan deformándola. Esta disquisición puede parecer algo abstracta, pero aventuro que se entiende mejor si uno escruta, mínimanente, la trayectoria vital posterior de ambos. Ambos resultaron perdedores de la contienda. En sus respectivos países, fuera de un breve momento de reconocimiento inicial, sus causas se volvieron indefendibles políticamente, caso de Neugass. Condenadas al olvido, para el Divisionario. Sin embargo, la experiencia de guerra de Blanch, parece resultar claramente un revulsivo, una suerte de catalizador para salir adelante en la empobrecida y convulsa posguerra española y europea, pues su génesis responde al entusiasmo juvenil y al idealismo de una época, libre de una rígida ortodoxia ideológica que la asfixiara. Para Neugass, en cambio su compromiso político comunista en España no encontró acomodo vital en la América de la II Guerra Mundial y en la posguerra posterior, de suerte que ni a sus hijos pequeños les pudo hablar con franqueza de ello. Y no, no fue sólo por la presión anticomunista ambiental del momento como se insinúa en el prólogo (que, por otro lado, empezó prácticamente con la muerte en 1948 de Neugass, al emperzar la guerra de Corea), lo terrible es que la experiencia decisiva de Neugass no pudo amoldarse a las exigencias de la ortodoxia estalinista de la época por su fuerte dosis de subjetividad, pero tampoco a las exigencias de libertad política de su país pues su visión política sectaria despreciaba, profundamente, las bases políticas de la democracia americana, revelando así la letal esterilidad de toda experiencia vital sometida al tamiz rígido de cualquier ideología, la comunista, en este caso.

César Utrera-Molina Gómez.