22 de julio de 2009

Gibraltar. Una visita humillante.



La visita del canciller español a Gibraltar es altamente representativa de la importancia que este gobierno concede a la dignidad nacional de España. Como era de esperar, la visita trata de justificarse bajo el pretexto de la necesidad de mantener un diálogo para mejorar las condiciones de los habitantes de la zona y la consigna de los medios afines es rebajar la importancia de la visita relegándola a un segundo plano como si fuera un acto de normalidad diplomática rutinaria.

Como siempre, engañarán a muchos, pero no a todos. En el mundo de la diplomacia, el lenguaje de los gestos es capital y el hecho de que el Ministro de Asuntos Exteriores español quiebre un statu quo mantenido durante 300 años por los sucesivos gobiernos de España, no es cuestión baladí. Si tan rutinaria era la visita, España podía haber enviado a un Director General del Ministerio y la noticia hubiera carecido de relieve alguno en los medios de comunicación. No tengo ninguna duda de que el Gobierno de Su Majestad Británica –que para este tipo de asuntos es modélico- jamás habría cometido tamaño desatino en semejantes circunstancias.

Dados los términos inequívocos del Tratado de Utrecht, el reconocimiento de facto a Gibraltar como interlocutor válido es sumamente peligroso por constituir un acto propio que la colonia no dudará en utilizar en sus ilegítimas pretensiones de autodeterminación. Además, que el canciller español visite la colonia tras las chulescas advertencias y amenazas del impresentable gobierno de la roca sobre el uso de unas inexistentes aguas territoriales no deja de ser un gesto de debilidad y de falta de dignidad colosal.

Siempre he pensado que la verja nunca debió reabrirse, pues el coste de mantenimiento de la colonia y las malas condiciones de vida acabarían a la larga por minar la voluntad de los llanitos y de Gran Bretaña. Pero bien pensado, la apertura de la verja podría convertirse en una baza importante a jugar por el gobierno español. Habría que ver qué pasaría si después de tantos años de disfrutar de todas las ventajas de ser español sin serlo y de no sufrir ninguna de sus desventajas, España decidiese cerrar la verja. Habría que ver si el cara de Caruana y sus amiguetes dejaban Sotogrande para vivir en la roca muertos de asco dependiendo de la ayuda, alimentos y agua que vengan de la metrópoli.

España debe retomar seriamente la reclamación de su soberanía sobre el Peñón exigiendo un calendario para la descolonización, como hizo China en su día con Hong Kong. China empleó todas las formas de presión de las que disponía –que no eran pocas- para forzar la voluntad de Gran Bretaña. Nosotros sólo disponemos de una: el cierre de la verja (aunque sea por motivos sanitarios como hizo Aznar en su día) si en un plazo determinado no existe un compromiso formal para el retorno de la soberanía. No olvidemos que según el Tratado de Utrecht, mientras Gibraltar permanezca en manos británicas, debe estar incomunicado del resto de España por vía terrestre, y carece de aguas territoriales: "Pero, para evitar cualquiera abusos y fraudes en la introducción de las mercaderías, quiere el Rey Católico, y supone que así se ha de entender, que la dicha propiedad se ceda a la Gran Bretaña sin jurisdicción alguna territorial y sin comunicación alguna abierta con el país circunvecino por parte de tierra". Mientras no se juegue esa baza (por muy complicada que ésta sea, dado el estatus de la colonia dentro de la Unión Europea), Gibraltar seguirá siendo una vergüenza para España y un escandaloso chollo para los gibraltareños.

LFU

1 comentario:

  1. Tenemos un gobierno tremendamente dialogante, primero fué con ETA y ahora sobre la irrenunciable soberanía de la roca. Pero esto no parece que a nadie le moleste mucho. Que pena!!

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