3 de diciembre de 2009

Lerma-La Aguilera II. Un rayo de luz



Desde la publicación el domingo 1 de noviembre en el diario El País de un largo reportaje en el que se aborda la explosión vocacional que esta teniendo el Convento de la Asunción de Lerma-La Aguilera, de las Hermanas Clarisas, he dejado pasar justo un mes para comentar esta realidad tan próxima y querida para mi.

El reportaje de 4.200 palabras, en el día de mayor venta semanal del periódico, es taimado, hasta ambiguo y poco pugnaz para la fuente de dónde procede, aporta datos reales y ciertos pero, cómo decirlo, resulta una muestra del denominado «periodismo de sospecha» que magníficamente Toní Piqué definió y explicó con ejemplos del propio reportaje. Asignaron el reportaje a un grupo de periodistas que asediaron-literalmente- el Convento y a sus monjas durante una semana hasta poder contar con una declaración de la madre Superiora. Este tratamiento del buque insignia (algo herrumbroso, últimamente) de la izquierda española no es algo casual y creo que merece reflexión y respuesta de aquellos que conocemos Lerma, pues este primer reportaje es sólo una primera toma de contacto y es de ilusos pensar que no llegarán nuevos «tratamientos informativos», una vez fijado el tiro con este reportaje, para esa realidad pujante, alegre y hermosa que es el Monasterio de Lerma-La Aguilera.

Hay una razón clara explicitada en el propio reportaje, que explica la atención mediática concedida a estas monjas clarisas. Resultan una incómoda excepción en la Iglesia Católica a la falta de vocaciones a la vida monástica y ya constituyen un acontecimiento para la Iglesia Universal. No hay ningún convento femenino en Europa que tenga la explosión vocacional de Lerma. De forma espontánea pero constante, la comunidad ha ido recibiendo numerosas visitas: no sólo de familiares y amigos de la numerosa comunidad sino que se ha producido una suerte de efecto peregrinación de obispos, sacerdotes, seminaristas, parroquias y grupos cristianos de toda índole que visitan el Monasterio, los ecos han llegado a Roma, de hecho el predicador pontificio, Padre Raniero Cantalamessa les ha dado unos ejercicios espirituales de una semana este verano y les ha sacado en su programa en la Rai, un poco a traición, dicho sea de paso…Con todo, esto no explica el fenómeno Lerma.

La razón principal y no mencionada directamente en el citado reportaje, quizás, sí advertida aunque no en su verdadera dimensión por los redactores del diario El Pais, es otra. Allí tiene lugar desde hace 25 años un vigoroso, fuerte e identificable renacer de la vida monástica femenina y, por tanto, de la Iglesia Católica. Uno más, entre otros, hay que precisar. En el Convento de la Asunción de Lerma, sito en Castilla La Vieja, en el fértil corazón de Burgos, en un paraje hermoso, pero sometido a extremos térmicos mesetarios, vuelve a brotar inexplicablemente para algunos la Iglesia que muchos ya daban por difunta.

Lerma ejemplifica, de nuevo, la eterna paradoja cristiana que produce incredulidad, estupor e incomprensión tanto a cristianos como a los que no lo son. No resulta aceptable que en pleno siglo XXI, un centenar largo de mujeres, la gran mayoría con estudios superiores y experiencia profesional, la generación de mujeres españolas con mejor preparación de la historia –de media de edad inferior a 35 años- abandonen todo para recluirse en el Convento. No se puede permitir que mientras centenares de conventos languidecen lentamente por la falta de vocaciones, éste reviente las costuras de su emplazamiento centenario y haga posible la colonización de un antiguo convento de franciscanos en La Aguilera. No es admisible que existiendo abnegadas y utilísimas vocaciones femeninas en la Iglesia destinadas al auxilio de los necesitados ellas se dediquen a rezar y a trabajar en el obrador. No es aceptable, en definitiva, su expresión inolvidable de alegría y plenitud tras las rejas de acero forjado de la clausura que te hacen salir de allí con el corazón ardiendo, haga el frío que haga y allí, créanme, no hace poco.

Todas las aparentes paradojas mencionadas se explican por la efectiva e indisimulable plenitud que reina entre ellas, signo inconfundible de la presencia de Cristo Resucitado entre ellas. Así de escandaloso suena, de incomprensible para la mentalidad mundana dominante y así lo explican ellas, sin falsos pudores, con la pasión arrebatada de mujeres que escogen ser felices allí, cumpliendo su destino siendo esposas de Cristo. Incredulidad, estupor e incomprensión sufrió Cristo y sufren y sufrirán ellas, pero nadie y digo nadie sin excepción que presencie esta apabullante manifestación de la Victoria de Cristo permanece igual que antes de haberlo presenciado.

César.
2 de diciembre de 2009.

3 comentarios:

  1. Tengo una hermana allí desde hace más de diez años. Ahora es maestra de novicias... así que no puedo estar más de acuerdo con todo lo que acabo de leer.

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  2. Muy buena entrada César.
    Y ya que hablamos de religión, un libro que aconsejo a todos (y todas) y en especial a ti, nuestro especialista literario (aunque seguro que ya lo has leido):

    "El secreto del Padre Pío" del periodista italiano Antonio Socci:

    Me ha impactado.
    Un abrazo.

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  3. Javier, me alegro que compartas mis palabras. Son un pequeño tributo a quienes tanto debo.
    Gabirol, tomo nota de la recomendación. Ya me impresionó la devoción que siempre he encontrado en Italia al Padre Pio.
    Un abrazo

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