25 de marzo de 2011

Encontrarás Dragones (There be Dragons)

«(…) lastra la autenticidad de la película un planteamiento en parte maniqueo y en parte ideológico del hecho religioso, social y político que la película cuenta»

Director: Roland Joffé
Productores: Mount Santa Fe
Guionistas: Roland Joffé
Actores: Charlie Cox, Dougray Scott, Wes Bentley
Género: Biografía, Drama, Histórico
País: Argentina, España, Estados Unidos
Duración: 120 min.
Año: 2011
Titulo Original: There Be Dragons
Web Oficial: http://www.dragonsresources.com/

Valor, talento y autenticidad, son ingredientes indispensables de toda obra con pretensión artística, que aspire a perdurar en el tiempo, y busque tocar la fibra religiosa del espectador. «Encontrarás Dragones», superproducción hipanoamericana con actores internacionales que aborda la figura de San Josemaría, resulta un intento bienintencionado pero falto de los ingredientes adecuados para cuajar en algo destinado a permanecer.

Falta valor y sobra vis comercial. Abordar el hecho cristiano y la santidad en la actualidad, requiere de una cierta audacia, pero en este caso ésta parece atenuada por los muy estudiados toques que hacen de la película un producto aceptable para la mentalidad dominante. En esta clave debe entenderse la inclusión de un personaje, judío de religión, que poco tiene que ver con la biografía del Santo y el tratamiento, tosco por desfigurado, poco riguroso –hasta risible– y en sintonía con la imagen que la izquierda nacional e internacional hizo y hace de la Guerra Civil española. Adaptarse a ciertos cánones del pensamiento dominante de este tiempo, rebaja, inevitablemente, la osadía de promover a un Santo español. Tampoco revela un gran coraje, un rodaje en inglés, suavizando las aristas incómodas de las circunstancias que rodearon al Santo para facilitar la digestión del producto en el mundo anglosajón tratando quizás de asegurar así, el retorno de la cuantiosa inversión económica que delata la factura de la película.

Se echa en falta el talento exhibido por su director, Roland Joffe, en otras ocasiones. La promoción publicitaria insiste en la completa libertad creativa que se ha dado al director, sin embargo, asistimos al desarrollo de una trama que resulta desigual, repetitiva y en última instancia poco convincente. El recurso narrativo de las tramas paralelas que en La Misión resultó efectivo aquí resulta algo forzado y el metraje de la película se resiente de la falta de inspiración y de un final aparentemente sorprendente pero previsible.

En definitiva, lastra la autenticidad de la película un planteamiento en parte maniqueo y en parte ideológico del hecho religioso, social y político que la película cuenta. El tratamiento ideológico de la película, quizás se entienda mejor acudiendo a las palabras de Alexis Carrel (premio nobel, científico converso al cristianismo) cuando en sus Reflexiones sobre la Condición de la Vida dice que "nuestra época es una época ideológica, en la que en lugar de aprender de la realidad con todos sus datos, construyendo sobre ella, se intenta manipular la realidad ajustándola a la coherencia de un esquema prefabricado por la inteligencia". Resulta claro que Joffé ha hecho una construcción intelectual, imaginaria y más o menos ideal sobre el perdón y la reconciliación a partir de la vida de San Josemaría y por eso manipula a su gusto la Guerra Civil, utiliza la parte de la vida del santo que le interesa para encajar con un propósito concreto que tiene en su cabeza. Así se entiende la falta de rigor histórico: es necesario que los hechos se adecuen al relato que cuenta, no importa su verificación y contraste con la Historia. Lo cierto es que el resultado religioso no convence, porque a San Josemaría se le ve desde un prisma elaborado por el director, ausente de la frescura, la autenticidad, grandeza, drama y contradicciones de su vida real, la de un Santo. Queriendo promover a un Santo, sale una película en parte pagana por ideológica.

Partiendo del presupuesto anterior, se entiende mejor por qué la película es fallida. En el principal personaje de ficción, Manolo, no resulta creíble. Se le dibuja como un compendio de vicios (envidioso, iracundo, soberbio) y de decisiones equivocadas cual espantapájaros al que colgarle todos los sanbenitos posibles en espera de la conversión frente a todas las virtudes que adornan al Santo. La trama paralela aquí no ayuda. Este esquematismo resta verosimilitud a la experiencia religiosa que pretende por la falta de carnalidad real y de peso específico propio de la contrafigura del Santo, pues éste se queda sin réplica humana veraz. La estatura del Santo se ha medido y se medirá por su acción sobre los hombres de carne y hueso, no por medirse frente a sombras humanas de un guión. Por eso, nos deja fríos la peripecia del “malo” y su proceso de conversión. Sabemos que se convertirá pero no por qué y eso no lo compra nadie sin forzar la propia razón y sustituirla por un sentimentalismo que es un mal sucedáneo de la experiencia cristiana. Fallida por impostada.

En contraste a esta película es imposible no recordar dos títulos “La historia verdadera -A straight story” de David Lynch y “De Dioses y de Hombres” de Xavier Beauvois que abordan la reconciliación y el hecho religioso de la Cristiandad con una hondura y verdad, innegables. Sólo por ser fieles al hecho original.


Por César Utrera-Molina Gómez.

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