14 de mayo de 2013

La sonrisa de Anuca


Hace unos días, un diario nacional de marcada tendencia pro-abortista llevaba a su portada un titular de alcance absolutamente estremecedor. Una mujer tras reconocer haber abortado recientemente a su hijo por habérsele diagnosticado síndrome de Down, justificaba su terrible acción alegando –y tal era el titular- que “mejor llorar un mes que toda una vida”.

Me acorde entonces de Ana, la séptima hija de mis padrinos de bautismo, personas ejemplares donde las haya.  Ana –Anuca como todos la llamaban- tenía  Síndrome de Down, además de otras muchas complicaciones que hicieron que Dios quisiera llevársela a la temprana edad de 21 años.  Puedo dar fe que aquél ángel –qué otro nombre poner a quien ha sido creado por Dios para ofrecer un amor incondicional-  fue inmensamente feliz en su corta vida pues amó y fue amada con la misma intensidad. Y en medio de su calvario -que lo tuvo- era capaz de dibujar la más preciosa y sobrecogedora sonrisa. En su bendita ingenuidad no había lugar alguno para la maldad o el retorcimiento. Decía, con marcado gracejo sevillano, lo primero que se le antojaba, no conocía la mentira y era incapaz de adivinar en el corazón de los demás la menor sombra de odio o de rencor, sentimientos que no encontraban cabida en su limpio e infantil universo. 

Recuerdo que siempre que iba a su casa me recibía con un estrépito de alegría, me regalaba piropos que me azoraban –era una grandísima coqueta- y me abrazaba y besaba con cariño.  Era la alegría de sus padres y la de sus seis hermanos que la cuidaron y quisieron con locura hasta el final y que la quieren todavía como si cada rincón de su casa guardase el eco de su felicidad. Los que no han conocido a una persona con síndrome de Down no pueden atisbar siquiera la enorme dimensión de la alegría y el amor que son capaces de regalar esos hijos predilectos de Dios, eternamente niños, y lo mucho que pueden llegar a llorar los demás ante el vacío que dejan cuando suben al cielo.

Por eso me dolió especialmente ese titular.  La mujer que el diario progresista utiliza inicuamente en defensa del infame aborto eugenésico, ignora que además de llorar durante un mes -lo que implica que es consciente de lo injusto de su acción- llorará probablemente el resto de su vida, cada vez que vea por la calle la sonrisa de un niño con síndrome de Down, pues en ellas verá retratado el rostro de una felicidad que ella misma ha hecho imposible.

Posturas como ésta son el fruto del egoísmo y la amoralidad que impera en una sociedad que exalta la comodidad y rechaza el sacrificio, que impone la ley del fuerte sobre el débil, que decide quien tiene no derecho a vivir en función de su utilidad, negando a los más frágiles el sagrado derecho a nacer y facilitando la eliminación de aquellos a los que la edad o la enfermedad los convierte en una carga. Paradójicamente, la progresía asume en este caso sin despeinarse los postulados nazis de la selección de la especie en base a una supuesta compasión mal entendida por el discapacitado a quien, por un lado se le priva del derecho a nacer o se le facilita el tránsito, al tiempo que se promueve el respeto y la eliminación de barreras para los que han tenido la suerte de nacer, que cada vez son menos.  Lamentablemente, tampoco la derecha tiene claro lo contrario. No hay más que contemplar las reticencias y largas cambiadas con la que algunos miembros destacados del Pp han recibido la importante propuesta del Ministerio de Justicia para la eliminación del aborto eugenésico, anteponiendo el cálculo electoral y la evitación del desgaste a los principios morales de la inmensa mayoría de sus votantes. No es más que la constatación de la falta de referencias y principios morales de que adolece el partido gobernante

Dios me libre de juzgar a esa mujer. Sólo puedo sentir angustia por la ruina moral que le ha llevado a tomar esa decisión, y rezo para que algún día pueda ver la luz y no acabe sumida en un llanto, no de un mes, ni de una vida, sino de toda una eternidad por haber hecho daño a la más frágil y bondadosa de las criaturas. Es sólo un fruto podrido más de esta sociedad relativista sin otro dios que la búsqueda del propio bienestar.  

Y al elevar mi plegaria, me acuerdo otra vez de Ana, que desde el cielo, en ese lugar cercano que Cristo reserva a los niños, seguirá dibujando sonrisas en el corazón de todos los que tanto y tan bien la quisieron y dan gracias a Dios por el inmenso regalo de su corta vida.

Luis Felipe Utrera-Molina Gómez

9 comentarios:

  1. Ype, gracias, gracias por tu carta. Has expresado divinamente lo que fue Anuca, lo que más he querido y quiero en esta vida, para todos los que la rodearon; familia, amigos, colegios, padrinos (tus padres, y en concreto tu madre, que se volvía loca cuando venía a verla).
    Todo lo que has escrito sobre ella , todos tus razonamientos, argumentos, historia de una madre ( que no lo quiere ser) son perfectos Ype.
    Expresas con ojos limpios lo que pasa, y das la cara valientemente por los inocentes.
    Y seguro que ayudas, no sabemos a quienes ni en qué, pero todo lo maravilloso que has escrito, hará bien, y mucho.
    Te mando un abrazo con ternura por como eres. Con cariño porque te quiero, y con admiración por lo valiente que eres.
    Tu madrina, Ana.

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  2. Ipe, gracias, gracias por tu carta. Has expresado divinamente lo que fue Anuca, lo que más he querido y quiero en esta vida, para todos los que la rodearon; familia, amigos, colegios, padrinos (tus padres, y en concreto tu madre, que se volvía loca cuando venía a verla).
    Todo lo que has escrito sobre ella , todos tus razonamientos, argumentos, historia de una madre ( que no lo quiere ser) son perfectos Ipe.
    Expresas con ojos limpios lo que pasa, y das la cara valientemente por los inocentes.
    Y seguro que ayudas, no sabemos a quienes ni en qué, pero todo lo maravilloso que has escrito, hará bien, y mucho.
    Te mando un abrazo con ternura por como eres. Con cariño porque te quiero, y con admiración por lo valiente que eres.
    Tu madrina, Ana.

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  3. Gracias a ti siempre por tu ejemplo y tu cariño, madrina.

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  4. Es soberbio, magistral.

    Pero por encima de todo, es divinamente humano.

    Lo releeremos y lo reenviaremos.

    Marta y Pepo

    Gracias

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  5. Hola Luis Felipe,

    Lo primero decirte que me gusta muchísimo como escribes y lo digo porque no es lo primero que leo escrito por ti.
    Mi comentario es un bravo: Expresas claramente tus sentimientos de forma deliciosa y empática.
    Me gusta que te mojes frente a el derecho del no nacido a vivir, lo haces con una coherencia cristiana que además coincide plenamente con la mía.
    Ojala todos nos sumáramos a reconocer que ese derecho es prioritario a cualquier otra decisión.
    Te agradezco también que seas capaz de plasmar con letras, la alegría de elegir el camino correcto en la vida, aunque a veces suponga una carga extra.

    En fin que es positivo que existan hombres como tú, capaces de reaccionar contracorriente y con esa sensibilidad para tratar estos temas.
    Mil gracias porque artículos así, son un buen regalo para todos.

    Un abrazo,
    Maria de Ena

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  6. Gracias, Marta y Pepo por vuestro aliento y amistad. Sois un ejemplo de generosidad.

    Gracias, María. Te aseguro que esta es una de las pocas causas que justifican mojarse hasta el final.

    Y en este caso, mi musa ha guiado desde el cielo mi pluma con una abierta sonrisa. No lo dudéis.

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  7. Tan sensible y bien escrito como firme en la argumentación LF, de lo mejor que te he leído y te he leído muchas cosas buenas.
    Enhorabuena y gracias, pues no hay cruzada más digna de sostener que la lucha por los débiles y los no nacidos son el paradigma de ellos.

    Un fuerte abrazo

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  8. Muy buenas Ipe,
    en primer lugar felicitarte por tu magnífico artículo. Lo leí la semana pasada, me emocioné y se me saltaron las lágrimas. Hoy he pensado que lo mejor era compartirlo con estas líneas. Suscribo todo lo que has comentado, además quiero añadir algo sobre tu excelente reflexión cuando dice "que decide quien tiene no derecho a vivir en función de su utilidad", como sabréis, Ana (Anuca) no sabía ni física, ni química ni matemáticas, ni siquiera leer y escribir, pero ha sido la persona que más lecciones me ha dado en la vida. Ha sido lo mejor que ha pasado por mi vida y por la de mis hermanos.
    Un fuerte abrazo,
    Mariano

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  9. Gracias Mariano, de corazón. Desde luego, tu hermana no pudo elegir mejor portal en el que venir al mundo. Sois un maravilloso ejemplo de vida y yo tan sólo he querido rendiros un pequeño homenaje, a vosotros, y a ella. Un abrazo enorme.

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