13 de octubre de 2014

El ébola en una sociedad enferma

La llamada “crisis del ébola” ha puesto de manifiesto, una vez más, las miserias morales que aquejan a nuestra sociedad. Ha bastado un solo caso de contagio secundario en España para que afloren los más bajos instintos de nuestros conciudadanos, a los que les importa una higa que en África hayan muerto ya más de 8.000 personas por el virus, hombres, mujeres y niños.

Más parece que Dios, como siempre, escribe derecho con renglones torcidos. Parece claro que  si no hubiésemos repatriado a esos dos misioneros y no se hubiese producido el contagio en un país del primer mundo, las farmacéuticas no se habrían visto obligadas a apretar el acelerador con la producción en masa de los medicamentos adecuados para su tratamiento.

¡Que se mueran ellos!. Total, a quién le importan 8.000 negros más o menos…Y a los que sí les importan, a esos misioneros que entregaron su vida por sus semejantes, ¡que se queden también allí, y no pongan en peligro nuestras preciosas vidas, pues ya sabían a lo que se exponían!. Y la enfermera contagiada, una genocida peligrosa.  

A este grado de miseria moral hemos llegado y este tipo de argumentos, edulcorados con una pátina de political correctness,  los he escuchado yo de personas que no se sitúan ni mucho menos, en ámbitos de marginalidad.  

Mientras en poco menos de 24 horas se recogieron más de 300.000 firmas para salvar a un perro que había estado expuesto al virus, Médicos sin Fronteras sigue pidiendo ayuda para su operativo de emergencia en los países afectados, pero no han recibido ni una pequeña parte de los apoyos que recibió el perro.

Estos son algunos de los síntomas de una sociedad gravemente enferma.

LFU



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