20 de mayo de 2016

No es una bandera

Mi aplauso a la Delegada del Gobierno Concha Dancausa, que no se ha acochinado, como sus compañeros de partido catalanes Albiol y Fernández Díaz, a los que se les debería caer la cara de vergüenza, si conocieran esa palabra.

Vamos a ver si nos entendemos. Quienes enarbolan una señera estrellada, los discípulos del latrocinio pujolista, lo hacen para reivindicar el separatismo y como tal, me ofenden y provocan a mí y a muchos millones de españoles, catalanes incluidos.

Pero hay tanto estúpido acomplejado por el foro –periodistas y politiquillos de derecha e izquierda- que, ante el desplante de tipejos como Colau y Pucherón, han comprado el discurso victimista de que no hay que ofender los sentimientos de los “independentistas” y sacan a relucir el espantajo de la libertad de expresión, que por lo visto sólo sirve para separatistas y extremistas de izquierda.  Y a los españoles, a los que fuera y dentro de Cataluña la amamos por española y llevamos siendo insultados de forma continua desde hace décadas por los separatistas, que nos zurzan. Que nos aguantemos con la quema de banderas, con las pitadas al himno nacional y al Jefe del Estado.  Eso es libertad de expresión.....

Pues no me da la gana de callarme. Eso no es una bandera, es un trapo inventado por unos golfos apandadores para tapar sus vergüenzas. Han mancillado y cubanizado la gloriosa bandera del reino de Aragón, la entrañable seña de la patria chica de los catalanes con el sólo propósito de tratar de ennoblecer lo que no es sino una historia inventada, una burda mentira casposa y, por supuesto, para ofender a España. Como reza la leyenda, un estandarte no es una bandera hasta que no se ha derramado sangre por ella y a sus portadores les falta valor para ello porque les sobra vileza y carecen de la emoción de la verdad.
Así que ese trozo de tela infecta que sólo representa el odio a España que se lo metan por donde les quepa, pero que no nos hagan tragar a los demás con el miedo y la cobardía que impera en toda la sociedad catalana. Que no se sientan cómodos en la capital de España quienes odian y quieren acabar con España, quienes orinan en medio de la calle y no respetan los símbolos y sentimientos de todos los españoles. Y si no quieren venir, aquí se respira mucho mejor sin tanto gilipollas.

Definitivamente, aquí no cabe un rufián más.

LFU

P.D. El siguiente capítulo lo ha protagonizado un juez politicamente correcto que ya tiene su minuto de gloria. Lo siento por el rey, que finalmente tendrá que aguantar el odio de la mitad del campo y la compañía de unos cuantos indeseables que preferiría tener lejos.

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