14 de enero de 2019

Nuevos escolios hispanos (IV)

Ecos del 68

Todas las utopías tienen víctimas. No existen variedades indoloras. Las utopías del presente bajo el nombre de las teorías de género o los feminismos de nuevo cuño fabrican lentamente nuevas víctimas: adultos, jóvenes y niños que no tienen oportunidad alguna. Luchar contra la naturaleza es una derrota segura contra un adversario temible. Ninguna utopía ha vencido ni vencerá a la realidad. Sólo es una cuestión de tiempo. (18 y 26 de diciembre de 2018)
Ninguna civilización se ha construido con pulsos a la naturaleza y a la razón. Ha sido el compromiso con éstas y la humildad de aprender de ellas la que ha permitido florecer cualquier civilización. (26 de diciembre de 2018)

Actualidad y Pensamiento

La actividad política para un cristiano cabal debe dirigirse fundamentalmente a colaborar activamente tanto en el colapso de las viejas utopías como en el combate de las nuevas que tratan de imponerse. En esos colapsos y combates emergen los espacios de libertad, justicia y progreso a la que toda comunidad humana legítimamente aspira. No conviene pensar que es posible el advenimiento de un orden definitivo por bien inspirado que sea, pues ese es el principio de la utopía que siempre es enemiga de lo humano. Todo lo humano per se es susceptible de reforma. (7 de enero de 2019)



Religión:
Algunas de las mentes más preclaras e incisivas de la primera mitad del siglo XX como Edith Stein, Simone Weil o Albert Camus directamente entraron, se acercaron o merodearon alrededor de la Iglesia Católica, respectivamente, cuando ésta permanecía centrada nítidamente, sobre todo, en su misión espiritual. El cambio de estrategia eclesial centrándose en el diálogo con el mundo ensayado desde mediados de los 60 hasta finales de los 70 parece haber influido más a la Iglesia que ésta al mundo, amén de no producir esa misteriosa atracción en las cabezas lúcidas del pensamiento contemporáneo. Por el contrario, un doloroso, sorprendente y masivo proceso de abandono de la Iglesia desde dentro se puso en marcha y no ha cesado, pese a útiles correcciones ulteriores de los papados de San Juan Pablo II y Benedicto XVI. Ahora en la segunda década del siglo XXI, una nueva versión de ese enfoque, con un marcado sesgo buenista hacia todo lo que el mundo dice, plantea dudas legítimas: ¿Qué ha cambiado tan radicalmente para volver a recetas que ya fueron probadas sin éxito? Más allá de toda sesuda explicación intraeclesial, acaso el signo de este tiempo pasa por una Iglesia Católica derrotada en todos los frentes, abandonada por decepción o indiferencia de muchos de sus hijos, que vivirá con la humildad de los vencidos, con una inevitable pobreza y sobre todo con una razón purificada por el desdén del mundo irracionalista y despojada de todo éxito mundano. Recemos por los damnificados. (18 y 26 de diciembre de 2018 y 7 de enero de 2019)





FUEYO


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