20 de diciembre de 2010

Tierra quemada






El sábado, al pasar por la calle del Príncipe, contemplé con enorme tristeza que un grosero cartel del Ministerio de Cultura ocupaba precisamente el lugar de la placa de bronce que recordaba así el discurso pronunciado en el Teatro de la Comedia por José Antonio Primo de Rivera el 29 de octubre de 1933:


"El 29 de octubre de 1933, aquí, en el Teatro de la Comedia, José Antonio convocó a la juventud española para una ilusionada empresa de entrega, de pasión y de sacrificio por una Patria mejor Al grabar en letras de bronce la memoria de aquel acto, el Ayuntamiento de Madrid cumple con fidelidad y con honor el dejar constancia de la fecha fundacional de la Falange Española MCMLXXI "


Era de esperar, me dije. La insobronable dignidad de aquella fecha, el brillo de aquella mañana de otoño, sigue molestando a los muñidores del odio porque les recuerda su inmensa pequeñez. No le han aplicado la Ley de revancha, porque olvidaron incluir en ella que toda huella de grandeza debía ser eliminada del espacio público. Le han aplicado la medida de su odio sectario e iconoclasta. Es la política de tierra quemada que va a predicar con el ejemplo este gobierno mezquino hasta que abandone el poder por la fuerza de las urnas, sabedor de que los que vengan mañana, carecen de valor para restaurar lo destruido.

Termino recordando las últimas palabras con las que aquél joven de 30 años enardeció a la juventud española en una tarde de octubre madrileño. Sólo las balas pudieron callarle, pero su memoria sigue viva en el corazón de muchos españoles.


"En un movimiento poético, nosotros levantaremos este fervoroso afán de España; nosotros nos sacrificaremos; nosotros renunciaremos, y de nosotros será el triunfo, triunfo que –¿para qué os lo voy a decir?– no vamos a lograr en las elecciones próximas. En estas elecciones votad lo que os parezca menos malo. Pero no saldrá de ahí vuestra España, ni está ahí nuestro marco. Esa es una atmósfera turbia, ya cansada, como de taberna al final de una noche crapulosa. No está ahí nuestro sitio. Yo creo, sí, que soy candidato; pero lo soy sin fe y sin respeto. Y esto lo digo ahora, cuando ello puede hacer que se me retraigan todos los votos. No me importa nada. Nosotros no vamos a ir a disputar a los habituales los restos desabridos de un banquete sucio. Nuestro sitio está fuera, aunque tal vez transitemos, de paso, por el otro. Nuestro sitio está al aire libre, bajo la noche clara, arma al brazo, y en lo alto, las estrellas, Que sigan los demás con sus festines. Nosotros fuera, en vigilancia tensa, fervorosa y segura, ya presentimos el amanecer en la alegría de nuestras entrañas."

LFU
















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