"Mi sueño es el de la patria, el pan y la justicia para todos los españoles, pero especialmente para los que no pueden congraciarse con la patria, porque carecen de pan y de justicia.". JOSÉ ANTONIO
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4 de diciembre de 2012

Memoria de Francisco Franco

Conocí a Francisco Franco cuando tan sólo tenía seis años.  Estaba muy lejos de pensar entonces que, con el paso de los años, yo sería de los pocos españoles que, acaso de forma temeraria, pero con pertinaz convicción seguimos empeñados en defender su nombre y la verdad de un tiempo que muchos españoles se han dejado arrebatar indiferentes ante la manipulación y la mentira de los muñidores del «pensamiento único». Y es que, si entonces eran legión quienes le adulaban, comenzando por quien hoy es –por que así lo quiso él- Rey de España, ahora resulta poco menos que temeraria la sola mención de su nombre si no es para arrojar cobardes lanzadas a su memoria.

Fue mi padre quien, consciente de lo irrepetible de la ocasión, quiso darme la oportunidad de conocer a su único Capitán; al hombre al que había empeñado su lealtad hacía casi cuarenta años en un juramento de fidelidad al que hoy sigue haciendo honor como el primer día. El recuerdo de aquella tarde es una deuda más que se une a la infinita cuenta de gratitud que tengo con él.

De aquél 19 de diciembre de 1974 en el Pardo se entremezclan en el recuerdo imágenes grabadas en mi retina de niño con otras adquiridas con el tiempo. Pero junto a la patética visión de las manos temblorosas del hombre que aún regía los destinos de España, aún resuenan en mi memoria unas palabras que ya nunca habría de olvidar. Poniéndome la mano en la cara, Franco me dijo: «sólo te pido una cosa: que seas tan bueno como tu padre». Ignoro qué extraño mecanismo haría que una frase tan sencilla en apariencia quedase para un niño como recuerdo imborrable de aquella fecha. Sólo después de muchos años he podido entender, al fin, que aquellas palabras –pronunciadas meses antes de su muerte- eran la muestra de gratitud de quien comenzaba a sentir el dolor de la soledad y el frío de la traición, hacia quien le había demostrado el calor de una lealtad sin fisuras.

Mi lealtad a la memoria de Francisco Franco está pues, en mis venas, pero nunca se ha sentido incómoda en mi cabeza. Cuanto más me he acercado después a su figura, a su trayectoria vital y a su obra, mejor he comprendido la fidelidad que le demostraron tantos españoles, aún cuando la muerte convirtió su nombre en blanco del odio y la mentira, y tan provechosa fue la traición, el olvido y el silencio de los que tanto le debían.

Ahora, cuando el gobierno de la derecha se pliega cobarde a las más sectarias exigencias de la izquierda radical y nos prohíbe celebrar un homenaje a su memoria en un Palacio de Congresos que el mismo inauguró; cuando  una mayoría de los españoles asiste indiferente a un colosal espectáculo de manipulación histórica que llena de ignominia retrospectiva a varias generaciones que hicieron posible con su esfuerzo el bienestar del que disfrutamos, es cuando siento un mayor orgullo en proclamar mi gratitud como español a Francisco Franco y a todos cuantos, bajo su larga jefatura, hicieron posible el resurgir de una nación reducida a cenizas por el odio desatado por el marxismo que probó por primera vez en España el sabor amargo de la derrota.

Lealtad y gratitud que no deben confundirse con «franquismo», pues valorar con justicia los logros de un régimen fruto de una coyuntura histórica irrepetible es cosa muy diferente que pretender el absurdo de su proyección en el futuro de España. Así que no soy franquista. Tan sólo exijo que se respete la verdad de una época y que, con la misma intensidad con la que se resaltan sus errores, se valoren sus indudables aciertos.

Winston C. Churchill llegó a afirmar “el pasado de la URSS es impredecible”, en alusión a los rectificados oficiales de la historia rusa en la Enciclopedia Soviética, que de una edición a otra convertía a héroes en traidores; o que restauraba como líderes modélicos a quienes ya habían sido condenados y ejecutados por las nomenklaturas del momento. Lo mismo cabe decir del nuestro, merced a la irresponsabilidad de una clase política acomodada entre la mentira y el complejo. 

Por eso, hoy, al cumplirse 120 años de su nacimiento, he vuelto a recordar las palabras con las que termina Laurent del Ardeche su célebre Historia del Emperador Napoleón Bonaparte: “El inmenso drama de su maravilloso destino terminará con el cerramiento de las puertas de su fúnebre tumba; pero esta tumba esclarecida subsistirá para lección eterna e inexorable de la humanidad entera: allí estará para recordar perennemente a los mortales que, a pesar de las contiendas y pasajeros triunfos de los partidos, el tiempo trae consigo la justicia, deja pasar la tormenta y ve crecer los laureles”.

LFU

18 de julio de 2012

Razón del 18 de julio. Por José Utrera Molina



Yo nací en los albores del 18 de julio, tenía en aquella fecha tan sólo diez años, pero tengo que confesar que aquel acontecimiento tan históricamente importante rompió mi infancia y me incorporó ya al riesgo de la madurez.

Había sufrido en Málaga todo lo que había supuesto de ruptura el triunfo del Frente Popular en la ciudad. Nada de transigencia sonriente, nada de belicosidad caballeresca, nada que pudiera presumir un noble fondo de humana consideración. Quieran o no los que ahora han olvidado o, mejor dicho, han perdido la memoria de aquel día, al menos muchos hombres en cuya existencia estuvo grabado el sentido del deber nos revelamos contra la sectaria y vil manipulación de la Historia. Mi edad no consiguió de momento penetrar en el fondo de aquella terrible contienda, pero había tenido la suerte con muy poca edad, de tratar hombres jóvenes que anunciaban con sus palabras la posible proximidad de una nueva primavera. El 18 de julio fue para unos la posibilidad de enterrar a España y destruir sus cimientos milenarios y para otros la erección de un nuevo monumento a la esperanza y a la reconciliación.

He vivido durante toda mi ya larga vida el espíritu que se desprendió de aquel lejano 18 de julio. He negado hasta la saciedad los torpes argumentos que querían convertir esa fecha en una militarada al estilo de siglos anteriores. Sufrí en mi propia carne la desgarradura dramática de una familia que perdía a uno de sus miembros defendiendo hasta la muerte las ideas del 18 de julio, mientras que su hermano era Gobernador Militar de una provincia cercana bajo el dominio rojo. Viví intensamente todo lo que aquél proceso histórico significaba. Ahora lo considero alejado de la cólera dialéctica que acompañó algunos de mis pasos en mi ya lejana juventud. Declaro aquí que el 18 de julio fue un acto necesario. Franco recogió el inmenso clamor de una España dolorida y rota, para convertirla años después, en una nación en marcha que trataba de recuperar su destino.

Hoy estoy imposibilitado para hablar personalmente ante vosotros por una circunstancia fortuita que reduce mi movilidad pero que no ha nublado mi cabeza. Lo hace en mi nombre - y estoy orgulloso de ello-, uno de mis hijos, que comparte la firmeza de mi ideal y la disciplina de mi propia conducta. A él le debo la certidumbre de que aquel espíritu lejano, creador y luminoso del 18 de julio no muera en los caminos de la sangre de mi gente más próxima.

Hoy, alejado ya en el tiempo de aquella coyuntura, me siento delirantemente identificado con aquel grito, con aquel clamor, con aquella encendida esperanza que al menos en mí no ha muerto. Cuando Franco me llamó para indicarme mi nombramiento de Ministro de la Vivienda, le dije, - quizás con un tono de excusa- que no era merecedor de una responsabilidad tan importante, pero que cumpliría con mi deber poniendo mi alma en la tarea que se me encomendaba y añadí: “Soy falangista y como tal sirvo al Movimiento Nacional, pero no quisiera perder nunca la identidad a las ideas que he proclamado siempre. Franco me miró, como era su costumbre, profundamente y me  dijo: “Hace Vd. muy bien”.

De aquellas horas me distancian muchos años. Aquel que fue Caudillo de todos los españoles ha sido vil y cobardemente atacado incluso por muchos de los que fueron sus correligionarios. Pero yo he conservado, como mi mejor blasón, la lealtad al hombre que hizo posible el recobrar la dignidad a una España desesperada. Esta lealtad me consume y alimenta y esta noche quisiera trasladarla a todos vosotros, porque es cierto que con ella se vive en plenitud. La cobardía, no solo mata la fe, sino que destruye el resto de dignidad que un hombre pueda tener.

Lamento no estar esta noche entre vosotros, pero en la distancia os recuerdo y me alineo con vosotros con el mismo grito que amaneció mi infancia dolorida: ¡¡¡Arriba España!!!




José Utrera Molina


(Mensaje destinado a los asistentes a la cena conmemorativa de la Fundación Nacional Francisco Franco) 


5 de julio de 2012

Juicio a Franco. De J.J. Esparza


Título: Juicio a Franco
Autor: José Javier Esparza.
Editorial: Libros Libres
Año: 2011

Los últimos 8 años del socialismo español capitaneados por la figura de Rodríguez Zapatero han estado preñados de polémicas iniciativas, hijas en su mayoría de diversas y, probablemente, de las peores influencias ideológicas que anidan en la izquierda española. Sin duda, la denominada “Memoria Histórica”, ha sido una de las herramientas más significadas de la lucha política del extinto ya, último periodo socialista, que desembocó -¿casualmente?- en la crisis política y económica más aguda de la democracia española.

Lo curioso de esta desdichada iniciativa política es que ha brindado una oportunidad extraordinaria a través del libro de Esparza para entender no sólo este fenómeno en sí, sino también determinadas claves esenciales y ocultas pero tremendamente vivas del escenario político español. El breve, pero muy fecundo, ensayo de Esparza aporta una serena y rigurosa reflexión, no exenta de amenidad, imprescindible para explicar la realidad española de los últimos 70 años.

El Juicio a Franco de Esparza se vale de diversas y muy variadas aportaciones intelectuales: desde la teoría freudiana de la muerte del padre a la teología política de Carl Schmitt; desde las categorías filosófico-políticas jüngerianas a las contribuciones intelectuales de Gonzalo Fernández de la Mora y con ellas proporciona una razonada explicación a la insólita vigencia del debate político sobre Franco a casi 40 años de su desaparición, a su incómoda y compleja pervivencia en sus detractores y herederos; y no sólo eso, sino que aporta una muy cumplida e inédita explicación al decurso y sentido no sólo de la Era de Franco sino también del propio personaje.

Se trata de una obra rara por lo original y sintética pese abordar una realidad compleja, pero en todo caso resultará indispensable para todo aquél que sin complejos ni filtros ideológicos previos quiera enfrentarse a nuestra historia y por ello a las claves que explican el presente de nuestra amada y doliente España.

César Utrera-Molina Gómez

28 de junio de 2011

Paul Johnson en El País


A veces, a "El País" se le cuelan entrevistas interesantísimas como ésta a Paul Johnson, realizada por Arcadi Espada, que no tiene desperdicio. Extracto ésto pero merece la pena leerla entera:


P. ¿Dónde le pilló el 89?

R. En mi casa, escribiendo libros. Cuando era pequeño, todos los domingos rezábamos tres avemarías para la salvación de Rusia. Fueron muchas avemarías. Y no pasaba nada. A Dios no se le puede meter prisa. Hay un viejo refrán inglés: "Los molinos de Dios se mueven muy despacio, pero muelen muy fino". El día de Navidad, después de la caída de Ceaucescu, escuché en la radio las campanas de todas las iglesias de Bucarest. Era la primera vez en 50 años que sonaban esas campanas. Las campanas tienen uno de los sonidos más hermosos de la civilización.

P. ¿El sistema cayó o hubo que empujarlo?

R. A Reagan y a Thatcher hay que añadir Wojtyla. Los tres ayudaron, junto con Gorbachov. Aunque Gorbachov falló porque pensaba que el comunismo podía reformarse. No se puede. El comunismo es hasta tal punto una totalidad que cualquier intento de reforma lo destruye. Hubo revolución en Polonia, porque los polacos son muy buenos revolucionarios. Pero no puede decirse que el 1989 haya sido una revolución en el sentido al que estamos acostumbrados. Tampoco hubo una revolución en España. Aunque eso fue gracias a Franco, que preparó con mucha inteligencia la sucesión, a partir de la creación de una clase media muy sólida. Franco fue un hombre extraodinario.
P. Sí, eso dicen.

P. Uno de los hombres más inteligentes del siglo XX. Algún día la población española colocará a Franco en el lugar que merece.

15 de junio de 2011

El gobierno, dispuesto a profanar el sepulcro de Francisco Franco



Si España fuera, en verdad, un Estado de Derecho en el que el gobierno estuviera sometido al imperio de la ley, no me preocuparían las delirantes declaraciones del Ministro Jáuregui sobre el proyecto del gobierno de exhumar los restos del Generalísimo Franco. Pero como Zapatero ha demostrado durante estos años de infamia que el Estado de derecho sólo existe cuando le interesa, me preocupo y mucho.

Jáuregui sabe perfectamente que de acuerdo con la ley necesita (i) la autorización de la familia, sin cuya concurrencia no es posible realizar la exhumación y traslado del cadáver de Francisco Franco (ii) la autorización de la Comunidad de Madrid, que tiene delegadas las competencias en materia de exhumación y traslado de cadáveres y (iii) la autorización del Abad Mitrado del Valle de los Caídos, sin cuya autorización no puede realizarse actuación alguna dentro de la Basílica Pontificia. Además, debe revocar y dejar sin efecto alguno la decisión real de enterrar al Caudillo en la Basílica del Valle de los Caídos con la que ilustro esta entrada.

Aún así, y anticipándose a las conclusiones de la Comisión de la Infamia designada ad hoc para adornar la profanación, es capaz de mentir abiertamente afirmando (i) que ha mantenido contactos con la familia Franco, lo cual me consta, por referencia directa que es falso y (ii) que el Gobierno puede prescindir de la autorización de la familia para ordenar la exhumación de los restos de Franco.

Si partimos de que la familia no va a conceder la autorizacíón, no es aventurado concluir que el Gobierno se propone, no sólo infringir el procedimiento administrativo legalmente establecido sino cometer un delito de profanación regulado en el artículo 523 del Código Penal.

Desde aquí aviso que no lo va a tener facil. Yo y muchos otros vamos a plantarle cara a éste gobierno cobarde, sectario y despótico. Ya lo hicimos cuando cerró de la noche a la mañana la verja del Valle para prohibirnos oir misa y ganamos. Volveremos a hacerlo, cueste lo que cueste, al menos para que nuestros hijos y nuestros padres no puedan decirnos que no hicimos lo posible para evitar una nueva infamia del más nefasto gobernante que ha padecido España.

LFU

3 de junio de 2011

Ladran, luego cabalgamos






No es broma. El Partido Comunista de España ha denunciado ante la Fiscalía a la Real Academia de la Historia por "apología del franquismo", delito inexistente, pero del que me declaro autor material, con los agravantes de premeditación, alevosía y reiteración.

Mientras tanto, casi cinco millones de compatriotas no tienen trabajo y sin duda, su principal preocupación es, naturalmente, cómo se escribe la historia. Como magistralmente escribe Jesús Sanz Rioja, en democracia no hay censura, hay revisiones historiográficas

No hay duda alguna de que la estupidez humana no tiene límites.



LFU




P:D. No dejen de leer Villamarina

10 de diciembre de 2010

La habitación de Franco



Tuve la satisfacción de contemplar cómo el nutrido grupo que nos acompañaba estaba formado por gente sencilla que no hacía más que alabar la obra de Franco. Concretamente recuerdo a tres señoras extremeñas que le agradecían a Franco su colosal obra hidrográfica y la seguridad social, dos de los logros más evidentes del régimen del 18 de julio. Mayor fue mi alegría cuando constaté que el guía que ilustraba la visita dejaba escapar, en su enorme discreción y prudencia, alguna expresión de la que acaso sólo los muy avezados en francología podíamos interpretar como una identificación plena con el Caudillo. Pero todo esto aumentó mi zozobra, pues era evidente que el gobierno no iba a consentir por más tiempo ninguna clase de regocijo nostálgico en un espacio público.

Relaté a mis hijas la emoción que sentí al estrechar la mano del hombre que salvó a España de las garras del comunismo y la situó entre las primeras potencias industriales del mundo. Pude indicarles el sitio que ocupó su abuelo en el Consejo de Ministros y cómo mi recuerdo más nítido de las palabras que me dijo Francisco Franco es el de "sólo te pido una cosa: que seas tan bueno como tu padre".

Finalmente, tras atravesar el pequeño salón y el vestidor con sus uniformes y condecoraciones, la visita acabó con una sonrisa cuando el guía nos hizo ver que la única contribución que Franco hizo al mobiliario que se encontró en el Palacio -que nunca se varió durante cuarenta años salvo el cuarto de baño que se "modernizó" en 1974,- fueron dos horribles flexos de marcada tendencia vanguardista de los 60, que el General pidió para las mesillas de noche, para poder leer mejor en la cama.

Aquí podéis ver la fotografía de una habitación que quizás nunca más pueda ser vista por nadie, porque un gobierno imbécil, cretino y ridículo ha decidido que los españoles no tienen derecho a conocer su historia.

Estoy seguro de que el Fiscal general del Estado ha ordenado ya practicar diligencias por si la actuación de Patrimonio Nacional tiene encaje en los artículos 321 y 322 del Código Penal que trata de los delitos contra el Patrimonio Histórico.....

Como siempre, la oposición se mantendrá silente. No sé que hubiera ocurrido si en vez de hacer esto con las habitaciones de Franco, se les ocurre hacer lo propio con las de Felipe II en El Escorial, aunque en España, amigo, todo es posible.

LFU

19 de noviembre de 2010

Testamento


En la víspera del aniversario de la muerte de Francisco Franco, nada mejor que divulgar, de nuevo, su testamento político. El testimonio postrero de fe y de amor a España de quien ha sido uno de los mejores gobernantes de su Historia, por el desarrollo y la paz que logró para nuestra patria.

“Españoles: Al llegar para mí la hora de rendir la vida ante el Altísimo y comparecer ante su inapelable juicio pido a Dios que me acoja benigno a su presencia, pues quise vivir y morir como católico. En el nombre de Cristo me honro, y ha sido mi voluntad constante ser hijo fiel de la Iglesia, en cuyo seno voy a morir. Pido perdón a todos, como de todo corazón perdono a cuantos se declararon mis enemigos, sin que yo los tuviera como tales. Creo y deseo no haber tenido otros que aquellos que lo fueron de España, a la que amo hasta el último momento y a la que prometí servir hasta el último aliento de mi vida, que ya sé próximo.

Quiero agradecer a cuantos han colaborado con entusiasmo, entrega y abnegación, en la gran empresa de hacer una España unida, grande y libre. Por el amor que siento por nuestra patria os pido que perseveréis en la unidad y en la paz y que rodeéis al futuro Rey de España, don Juan Carlos de Borbón, del mismo afecto y lealtad que a mí me habéis brindado y le prestéis, en todo momento, el mismo apoyo de colaboración que de vosotros he tenido.

No olvidéis que los enemigos de España y de la civilización cristiana están alerta. Velad también vosotros y para ello deponed frente a los supremos intereses de la patria y del pueblo español toda mira personal. No cejéis en alcanzar la justicia social y la cultura para todos los hombres de España y haced de ello vuestro primordial objetivo. Mantened la unidad de las tierras de España, exaltando la rica multiplicidad de sus regiones como fuente de la fortaleza de la unidad de la patria.

Quisiera, en mi último momento, unir los nombres de Dios y de España y abrazaros a todos para gritar juntos, por última vez, en los umbrales de mi muerte, "¡Arriba España! ¡Viva España!"

24 de septiembre de 2010

Bono, el rey del pueblo y los nostálgicos del régimen

«Algunos nostálgicos del viejo régimen y la dictadura no os perdonan que os pusierais con vuestro pueblo, pero frente a gente sin importancia, España os quiere con mucha mas fuerza que desprecia a aquellos que quieren que vuelva al Antiguo Régimen»

Han leído bien. Y el autor de la frase no es otro que el inefable Bono, que nunca dejará de sorprendernos.

Cuando España se prepara para entronizar a una pobre hortera desgraciada como «princesa del pueblo», Bono nos ha recordado que Juan Carlos I merece ser recordado como «el Rey del pueblo».

Así que a Juan Carlos lo trajo el pueblo en volandas en contra del «franquismo opresor y cruel» ¿no es así Bono?

Es que no me canso, pasen y vean. Así lo trajo el pueblo contra los «nostálgicos» y así se pronunciaba el Rey del Pueblo contra el «dictador»



"Una figura excepcional entra en la historia. El nombre de Francisco Franco será ya un jalón del acontecer español y un hito al que será imposible dejar de referirse para entender la clave de nuestra vida política contemporánea. Con respeto y gratitud quiero recordar la figura de quien durante tantos años asumió la pesada responsabilidad de conducir la gobernación del Estado. Su recuerdo constituirá para mí, una exigencia de comportamiento y de lealtad para con las funciones que asumo al servicio de la patria. Es de pueblos grandes y nobles el saber recordar a quienes dedicaron su vida al servicio de un ideal. España nunca podrá olvidar a quien como soldado y estadista ha consagrado toda la existencia a su servicio. "

Lo dicho, Bono. Te has vuelto a lucir, machote.

LFU

16 de septiembre de 2010

La ayuda de Franco a los judíos

Hasta tres veces he escrito sobre este tema en Arriba:


http://www.arriba-lfu.com/2007/10/francisco-franco-y-la-persecucin-de-los.html
http://www.arriba-lfu.com/2009/05/la-espana-de-franco-y-la-shoa-ii.html
http://www.arriba-lfu.com/2009/05/la-espana-de-franco-y-la-shoa-ii.html

Pero, ante la contumacia del poder mediático de la izquierda que recurrentemente se empeña en manipular la historia hasta hacerla irreconocible, lo mejor es sacar los documentos que acreditan la verdad de la historia.

Bien están los homenajes a Sanz Briz y a otros diplomáticos españoles, que como el cónsul en Viena Schwartz actuaron decididamente para salvar vidas de judíos en la persecución nazi, asumiendo riesgos personales. Pero resulta mezquino convertir tales homenajes en reproches al Gobierno español, presentando a dichos diplomáticos como outsiders del régimen. Esto es, simple y llanamente mentira.

Como acertadamente destaca la Fundación Francisco Franco en su página el entonces Ministro español de Asuntos Exteriores, José Félix de Lequerica (si tenéis paciencia, no os perdáis la burda manipulación que de su actuación se hace en wikipedia), comunica a nuestro embajador en Washington resultados de la acción española en defensa de los judíos. Y en esta ocasión tiene un aspecto fundamental ya que nuestro embajador está en contacto permanente con el Consejo Mundial Judío, que reside en la capital norteamericana y que está muy atento e interesado por la acción española. En esta comunicación el ministro señala los logros obtenidos en Hungría, actuación tan brillante y esforzada del Encargado de Negocios Sanz Briz “hecha tras insistentes órdenes por nuestra parte”. Bien claro queda la acción decisiva del gobierno en esta comunicación, así como la de fronteras abiertas en España para los judíos, incluso sin papeles, y los roces con Berlín que estas acciones provocaron.

Aquí está el telegrama:




La revista judía The America Sephardi afirma: “en contraste con Inglaterra que cerró las fronteras de Palestina a los judíos que huían del nazismo y la destrucción y en contraste con la democrática Suiza que devolvió al terror nazi a los judíos que llamaban a sus puertas buscando ayuda, España abrió su frontera con Francia ocupada admitiendo a todos los refugiados sin distinción entre los que se encontraban los clandestinos. El Sabat Vayis Cah (22 de noviembre de 1975), los coeditores de la revista acudieron a rezar por Francisco Franco ante el arca de la histórica sinagoga hispano portuguesa y tras mencionar su nombre se añadió la frase “por su ayuda a los judíos durante la Gran Guerra”.

Franco hizo muchas cosas mal en cuarenta años, no cabe duda. Pero en su haber tiene también muchas otras buenas y, desde luego, nadie puede negar la impresionante ayuda humanitaria que prestó al pueblo judío en uno de los momentos más dramáticos de su historia, cuando otras naciones como Inglaterra o Suiza miraban para otro lado. Ya va siendo hora de que lo que reconocen muchos judíos e instituciones hebreas se plasme en un reconocimiento oficial del Estado de Israel. Es de justicia.

LFU

19 de mayo de 2010

Todo lo que tengo se lo debo a él.


«(…) Franco se encontraba mucho mejor, y aunque no recibía oficialmente visitas, si se reunía con algunas personas de su entorno. Hacía en Madrid mucho calor y a él le gustaba sobre todo dar largos paseos por el jardín del Pardo. El día 4, cuando le acompañaba, llegó el Príncipe de España. Vinieron también doña Sofía y los niños. Franco habló con ellos con gran cariño. Le oí decir:
-Aquí estoy un poco solo, por eso me gusta que me vengan a ver.
Efectivamente, por aquél entonces en el palacio no había nadie de la familia. Sus nietos estaban en el pantano y el Caudillo –yo lo notaba- se encontraba un poco huérfano de cariño. En un aparte, don Juan Carlos me interrogó sobre el estado clñínico de Su Excelencia y aprovehcé para responderle:
-Una de las cosas esenciales que precisa es afecto, el cariño de todos a los que él considera su familia y, pienso que entre ellos incluye a Su Alteza y a sus hijos.
-me parece muy bien, yo haré lo que pueda –me aseguró el Príncipe.
Luego añadió:
-Todo lo que tengo, se lo debo a él. (…)»

«Los últimos 476 días de Franco». Dr. Vicente Pozuelo Escudero. Ed. Planeta. 1980. Página 47

17 de mayo de 2010

Bono el «azote del Caudillo», insulta al Tribunal Supremo

No sé por qué sigo sorprendiéndome de que haya tanta gente a la que no se le cae la cara de vergüenza. La semana pasada, ya hizo bastante el ridículo al decir que "si Franco no pudo doblegarme, estos tampoco van a hacerlo". Vamos, que Franco se fue a la tumba con el resquemor de no haber podido con Bono....¿con quién?, sí, con Bono, de ahora en adelante «el azote del Caudillo».

Su melifluo, empalagoso y delirante artículo de ayer en El País -no pongo el link porque no me da la gana- es de antología de lo que nunca debe escribirse. Si no fuese Bono quien es, quizás el Fiscal General del Estado sentiría excitado su sectario celo para abrir diligencias contra él porque el insulto y el ataque al Tribunal Supremo que se desprendel del artículo son inaceptables. El Presidente del Congreso, 2ª Magistratura de la Nación, acusando de prevaricadores a los miembros del Tribunal Supremo:

"Ahora te quieren condenar. Sabes lo mucho que lo siento por ti, por tus hijos, por tu madre, por Torres... y por España.(...). Estoy seguro de que los que te quieren mal tendrán abogados y cómplices para pedir tu condena, pero yo no tengo ninguna razón para callar ni para evitarme una pregunta: ¿Tu suerte hubiera sido la misma si tu empeño hubiera caminado ideológicamente en sentido contrario? ¿Te habrían denunciado si hubieras abierto diligencias contra Azaña, o contra Besteiro?" ."

Hubo un tiempo en el que reconozco que Bono me engañó. Creí en su honestidad y en su falta de sectarismo y le creí representante de una izquierda "besteriana". Ahora ya no engaña a casi nadie, aunque vaya por la vida de víctima propiciatoria y cristiano acorralado mientras vota a favor de una ley injusta y asesina como la del aborto y defiende a personajes como Garzón, que merecen el más absoluto rechazo de cualquier sociedad bien estructurada.

LFU

26 de enero de 2010

Francisco Franco en mi recuerdo


Conocí a Francisco Franco cuando contaba tan sólo seis años y estaba muy lejos de pensar que, treinta años más tarde, habría yo de engrosar las diezmadas pero aún firmes filas de quienes, de forma pertinaz y un tanto romántica, seguimos empeñados en defender su memoria y la verdad de un tiempo que muchos españoles se han dejado arrebatar indiferentes ante la manipulación y la mentira de los muñidores del «pensamiento único». Y es que, si entonces eran legión quienes le adulaban, comenzando por quien hoy es –por que así lo quiso él- Rey de España, ahora resulta poco menos que temeraria la sola mención de su nombre si no es para arrojar cobardes lanzadas a su memoria.

Fue mi padre quien, consciente de lo irrepetible de la ocasión, quiso darme la oportunidad de conocer a su único Capitán; al hombre al que había empeñado su lealtad hacía casi cuarenta años en un juramento de fidelidad al que hoy sigue haciendo honor como el primer día. El recuerdo de aquella tarde es una deuda más que se une a la infinita cuenta de gratitud que tengo con él.

De aquél 19 de diciembre de 1974 en el Pardo se entremezclan en el recuerdo imágenes grabadas en mi retina de niño con otras adquiridas con el tiempo. Pero junto a la patética visión de las manos temblorosas del hombre que aún regía los destinos de España, aún resuenan en mi memoria unas palabras que ya nunca habría de olvidar. Poniéndome la mano en la cara, Franco me dijo: «sólo te pido una cosa: que seas tan bueno como tu padre». Ignoro qué extraño mecanismo haría que una frase tan sencilla en apariencia quedase para un niño como recuerdo imborrable de aquella fecha. Sólo después de muchos años he podido entender, al fin, que aquellas palabras –pronunciadas meses antes de su muerte- eran la muestra de gratitud de quien comenzaba a sentir el dolor de la soledad y el frío de la traición, hacia quien le había demostrado el calor de una lealtad sin fisuras.

Mi lealtad a la memoria de Francisco Franco está pues, en mis venas, pero nunca se ha sentido incómoda en mi cabeza. Cuanto más me he acercado después a su figura, a su trayectoria vital y a su obra, mejor he comprendido la fidelidad que le demostraron tantos españoles, aún cuando la muerte convirtió su nombre en blanco del odio y la mentira, y tan provechosa fue la traición, el olvido y el silencio de los que tanto le debían.

Pero es ahora, cuando el gobierno más indigno de nuestra historia ha concentrado todo su odio en borrar su recuerdo con la complicidad silenciosa y a veces entusiasta de la oposición; cuando una mayoría de los españoles asisten indiferentes a un colosal espectáculo de manipulación histórica que llena de ignominia retrospectiva a varias generaciones que hicieron posible con su esfuerzo el bienestar del que disfrutamos, cuando siento un mayor orgullo en proclamar mi gratitud como español a Francisco Franco y a todos cuantos, bajo su larga jefatura, hicieron posible el resurgir de una nación reducida a cenizas por el odio desatado por el marxismo que probó por primera vez en España el sabor amargo de la derrota.

Lealtad y gratitud que no deben confundirse con «franquismo», pues valorar con justicia los logros de un régimen fruto de una coyuntura histórica irrepetible es cosa muy diferente que pretender el absurdo de su proyección en el futuro de España.

Winston C. Churchill llegó a afirmar “el pasado de la URSS es impredecible”, en alusión a los rectificados oficiales de la historia rusa en la Enciclopedia Soviética, que de una edición a otra convertía a héroes en traidores; o que restauraba como líderes modélicos a quienes ya habían sido condenados y ejecutados por las nomenklaturas del momento. Lo mismo cabe decir del nuestro, merced a la irresponsabilidad de una clase política acomodada entre la mentira y el complejo. Por eso, he vuelto a recordar las palabras con las que termina Laurent del Ardeche su célebre Historia del Emperador Napoleón Bonaparte: “El inmenso drama de su maravilloso destino terminará con el cerramiento de las puertas de su fúnebre tumba; pero esta tumba esclarecida subsistirá para lección eterna e inexorable de la humanidad entera: allí estará para recordar perennemente a los mortales que, a pesar de las contiendas y pasajeros triunfos de los partidos, el tiempo trae consigo la justicia, deja pasar la tormenta y ve crecer los laureles”.


LFU

16 de julio de 2008

Fraga y la legitimidad del Régimen del 18 de julio

"Durante muchos años la legitimidad de los régimenes políticos ha querido medirse exclusivamente por el patrón de la experiencia concreta, la democracia parlamentaria, cuya expresión más acabada eran los sistemas inglés y francés. El surgimiento a lo largo de toda la geografía mundial ha hecho revisar la valoración de estos sistemas y hoy se acepta de modo muy general la relación entre las formas políticas y la base social sobre las que se sustentan. Pero conviene no dar la espalda al concepto de legitimidad.

La legitimidad de un régimen político es una realidad esencialmente histórica, y que consiste esencialmente en la aceptación por parte de un pueblo de un sistema político como el más adecuado a sus condiciones sociales, en la coyuntura presente, en relación con experiencias anteriores, y con lo que aspira a ser en el futuro. Por eso hablaban los clásicos de la legitimidad de origen (un régimen en relación con los anteriores) y la legitimidad de ejercicio (un régimen, su obra presente y sus posibilidades de futuro)."


Fraga Iribarne, Manuel. El orden político en los principios del Movimiento Nacional. Madrid. Instituto de Estudios Políticos, 1963, tomo I, p.41s.


No puedo estar más de acuerdo. El texto promete, y por lo tanto, habrá más....


LFU

24 de julio de 2007

Bono, El País y Franco

De un tiempo a esta parte, el inefable Bono sufre una obsesión enfermiza con Francisco Franco, a quien está decidido a situar en primer plano de la actualidad atacándolo con tanto iípetu como falta de valentía. Primero fue en el estúpido programa de Antena 3 "El Español de la historia" (o algo así), en el que no le importó insultar a los muchísimos españoles que con su voto habían situado a Francisco Franco dentro de los 25 españoles más importantes o influyentes de la Historia -lo cual, por cierto no implica necesariamente mostrar adhesión al nominado- diciendo que consideraba un "insulto" y una "broma de mal gusto" que ese personaje hubiera merecido la atención de tantos españoles.

Anteayer, en el entierro de Jesús de Polanco, Bono no pudo resistir la tentación de escupir al micrófono y en lugar de hacer una semblanza humana del fallecido empresario consideró preferible volver a arremeter contra Franco, porque sí. Así, en un acto de estupidez sin límites, elogió la importancia decisiva de "El País" en la lucha contra el franquismo, olvidando que el primer número de este periódico vio la luz el 4 de mayo de 1976, siete meses después de la muerte del Caudillo. Polanco no se merecía, sin duda, semejante epitafio.

Se vé que está haciendo méritos para sobresalir en el pelotón de la inteligencia que encabeza ZP.

LFU

18 de julio de 2007

18 de julio (II)

Hoy es 18 de julio. Incluso Zapatero celebrará este día al recibir su paga extraordinaria, cuya supresión no se contempla aún en el Proyecto de Ley de Memoria Histórica. Yo, que inauguré este mi blog con una evocación de esta efemérides, cedo la palabra a mi querido y admirado padre, reproduciendo aquí su más reciente artículo publicado recientemente en el último Boletín de la Fundación Nacional Francisco Franco:

EL 18 DE JULIO

El 18 de julio constituye para los que ya tenemos sobre nuestras espaldas, el peso aún soportable de los ochenta años, un hito fundamental en nuestra vida. A partir de aquél día, los que éramos entonces niños, empezamos a tener conciencia de que algo muy grave ocurría a nuestro alrededor. No era el estallido de las bombas tan solo lo que nos preocupaba, ni la escucha de los tiros cercanos, ni los ruidos desconocidos hasta entonces, era una conmoción más profunda la que empezaba a perturbar nuestro ánimo.

La muerte empezaba ya a golpear nuestros jóvenes corazones. Después, siete meses de tiranía roja donde verdaderamente la barbarie se apoderó de nuestra ciudad. Aún no he perdido la memoria de las largas filas que se organizaban para ver los cadáveres de los muertos la noche anterior, próximos a donde yo vivía, que eran objeto de profanación y de escarnio. Aquello hacía que en nosotros se produjera el primer asombro, la primera ingrata y dolorida sorpresa y es que la aparición de los rencores era ya la primera declaración de una guerra que iba a durar tres años.

Yo fui testigo de aquel tiempo porque un hermano de mi madre había acaudillado la sublevación en Albacete y días después caía apuñalado vilmente en el hospital Militar de Cartagena. Otro hermano suyo, había sido el que mandaba por entonces, lo que llamábamos el Tercio Legionario. Luis Molina, era despojado de su condición de mando con responsabilidad. El retiro de la carrera de las armas que había sido el sustento de su vida, le llevó a un estado de tristeza que terminó con su vida meses después. El drama de España estuvo pues desde los primeros días en mi propia familia. No fue posible la Paz.

Ahora, con la perspectiva de nuestro tiempo, vemos que el 18 de julio estuvo muy lejos de ser una luminaria fascinadora que hizo que muchos entregaran su vida con el sueño de una España mejor. Sino algo mucho más profundo. Una coyuntura revolucionaria llamada a cambiar la faz de nuestro pueblo y de terminar con la sequía social de aquella época.

Un nuevo horizonte aparecía ante nosotros y efectivamente, los españoles nos pusimos a trabajar y a cambiar la dura realidad de nuestra Patria. Primero con la generosidad para los vencidos, practicando como lo hicimos en las filas del Frente de Juventudes una verdadera reconciliación y en segundo término, trabajando para redimir siglos de vacío y años de ruindad y desengaños.

La España del 18 de julio no se parece en nada a la que hoy contemplamos. En su aspecto físico no digamos, quizás los valores que entonces eran la clave de nuestra existencia, los ideales que alentaban junto a nuestras banderas no están presentes, pero en muchos de nosotros vive el 18 de julio, no como una fecha sino, como un aldabonazo que resuena en nuestro corazón y nos recuerda que no podemos traicionar la memoria de los que con el sueño de una España mejor, dieron sus haciendas y sus vidas.

El 18 de julio estuvo por tanto muy lejos de haber sido una conspiración de unos generales resentidos. Fue el estallido de un pueblo que había soportado impasible el desorden, la injusticia, el asesinato y la corrupción. Lo cierto fue que España volvió a tener fuego, luz y razón en el fondo de su sangre conmovida. En uno y otro bando se produjeron sacrificios extraordinarios, pero al final de tan doloroso parto, España levantó su cabeza y los que entonces teníamos diez años, empezamos a actuar como hombres y como tales sentimos ya una precoz responsabilidad, un interés por las cosas de España, que después cristalizaría en una adscripción absoluta a quien se había convertido en Caudillo de nuestro pueblo, Francisco Franco, que representaba el ideal de la mejor capitanía española.

La historia se suele contemplar con la objetividad de la distancia, por eso, podemos decir que a partir de entonces, España empezó un nuevo camino y que el hecho histórico del 18 de julio tuvo unas consecuencias posteriores para la historia de España. Esto es algo que nadie puede discutir. Se cambiaron las estructuras sociales, se realizó una política educativa que terminó con el alfabetismo, nuevas tierras se pusieron en regadío, infinidad de casas se levantaron para los más humildes y todo ello con la creación de una nueva clase media que equilibraba socialmente las tensiones que habitualmente habían enfrentado a los españoles.

Alguien se preguntará ¿Cómo hubo gentes que se opusieran al término del Estado del 18 de julio, a su liquidación y a su destrucción absoluta?. Fuimos una minoría que creíamos al menos, -yo así lo declaro- que el Régimen podía evolucionar y encontrar nuevos caminos de representación social y política; que podíamos alcanzar la modernidad sin enrolarnos en nostalgias desfasadas, pero no fue posible.

Yo advertí a Franco en una de las últimas conversaciones que mantuve con él, de que su sucesor emprendería un nuevo camino. Aquellas palabras mías impresionaron profunda y negativamente a Franco, pero yo insistí en que teniendo en cuenta estas circunstancias “nada estaba atado y bien atado” y aquellos pronósticos, ciertamente sombríos, se convirtieron en realidad. El que fuera Rey de España por el apoyo y voluntad de Francisco Franco, no tardó demasiado en olvidar lo que le debía. Ha sido un olvido tan brillante como silencioso. Todavía recuerdo sus palabras de apoyo y alabanza al que fue Caudillo de España. Yo fui testigo de ellas. Más hoy, se le puede insultar a Francisco Franco sin que exista una voz, concretamente la suya, para defender a quien sólo quiso servir la causa social de todos los españoles. Franco creyó profundamente que su sucesor al menos, iba a respetar una parte mínima de su obra. Pero no ha sido así.

De todas formas, el Estado del 18 de julio ocupa un lugar preferente en nuestra historia. Supuso un beneficio importantísimo para todos los españoles, nos libró de una contienda mundial que hubiera arruinado nuestro presente y nuestro porvenir, moderó extremismos, no ejerció jamás la venganza y el odio, abrió nuevos caminos. Convirtió a España en la novena potencia mundial con la tasa fiscal más baja del mundo y su conductor que fue por encima de todo un noble y recio soldado, amó a España hasta sus últimos instantes. Cuando tenía ya roto el corazón, sólo le preocupaba el futuro de su unidad. Este fue el último mensaje que le transmitió al entonces Príncipe de España, en una de las últimas visitas, que le hizo cuando ya su gravedad era irrefrenable. Unidad solicitada –tal vez con suprema angustia- por Franco, una unidad que hoy encontramos amenazada por la traición y por el olvido, de los que por sentido del honor estaban más obligados a defenderla.

Aún así, yo no pierdo la esperanza y sé que al final de este largo túnel brilla aún una pequeña luz, que alumbrará en el futuro nuevos caminos y nuevos espacios de fraternidad y convivencia. España no puede morir.


JOSÉ UTRERA MOLINA