"Mi sueño es el de la patria, el pan y la justicia para todos los españoles, pero especialmente para los que no pueden congraciarse con la patria, porque carecen de pan y de justicia.". JOSÉ ANTONIO
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29 de julio de 2010

Muñoz Grandes contesta a Jon Juaristi




«Carta abierta al señor Juaristi»
jueves, 29 de julio de 2010

Desde hace años, leo con atención sus libros y escritos, siempre bien documentados, y muy especialmente aquellos orientados a informar sobre lo que acontece en nuestra querida tierra vasca. El día de Santiago me vi sorprendido por el juicio que emite sobre el ideal por el que luchó la División Azul, afirmando que "desgraciadamente, los divisionarios españoles no lucharon por la liberación de los pueblos oprimidos por el comunismo soviético, sino por el proyecto nazi, que incluía la esclavización de la población eslava y el exterminio de los judíos". Parece que basa su juicio, como "signo incontestable" de la adhesión al régimen nazi, en el solemne juramento de obediencia a Hitler que prestaron "todos los efectivos de la División, desde el General Muñoz-Grandes (mi padre) al último corneta" en el campo de instrucción de Grafenwöhr el 31 de julio de 1941, antes de partir para combatir el bolchevismo soviético en el frente oriental.
Ante tan seria afirmación, que rechazo totalmente, parece necesario que cualquier lector de su artículo conozca el texto íntegro del juramento que aquel día prestó la División, para que pueda formar su propia opinión. Dice textualmente así; "¿Juráis ante Dios y por vuestro honor de españoles absoluta obediencia al jefe supremo del Ejército alemán, Adolf Hitler, en la lucha contra el comunismo, y juráis combatir como valientes soldados, dispuestos a dar vuestra vida en cada instante por cumplir este juramento?"

Pienso que queda suficientemente claro que: 1) El juramento de obediencia se hace a Hitler como Jefe del Ejército en el que la División va a combatir, y no al Jefe del Partido Nazi, término que en ningún momento es usado. 2) La misión de la División se limita a la lucha contra el comunismo. En ningún momento osó Hitler cambiar de frente de combate a la unidad española ni, desde luego, se lo hubieran permitido sus Mandos.

Una última consideración: creo sinceramente que en el año 41 en España se desconocía el proyecto de exterminio del pueblo judío al que hace alusión. Mantengo las esperanza de que algún día nos unamos los españoles para rendir homenaje a todos los que, cualquiera que sea el bando en que militaran, cayeron en combate defendiendo con nobleza sus ideales. Entre ellos incluyo en muy primera línea a los 5.000 valientes que murieron en la estepa rusa.

Un atento saludo.

AGUSTÍN MUÑOZ-GRANDES GALILEA

19 de julio de 2010

La División Azul



Reproduzco a continuación, por su indudable valor la tercera de ABC del sábado 17 de julio firmada por el Comandante General de la Infantería de Marina, D. Juan Antonio Chicharro, Ortega haciendo honor a sus mayores y dignificando su uniforme. Gracias, mi General y un enorme ¡Viva España!

LFU

La División española de voluntarios en Rusia

Leo con gran satisfacción que el Ministerio de Defensa afirma que los hechos que protagonizaron un elevado número de españoles durante la segunda guerra mundial, encuadrados en lo que se conoció como la División Azul, tendrán cabida honrosa en el nuevo Museo del Ejército que se va a instalar en el Alcázar de Toledo. Es obvio que se podrá estar de acuerdo o no con los ideales que empujaron a tantos jóvenes a luchar allí, pero no lo hubiera sido el no reconocer la valentía y arrojo con el que lucharon en una de las epopeyas más grandes de la historia de España y de nuestro Ejército. También lo fue la que personificaron tantos otros en bandos contrarios. Todos eran españoles y todos lucharon y murieron por sus ideales y todosdeben ser recordados. Es la historia de nuestro Ejército con sus luces y sus sombras observadas éstas desde la perspectiva que cada uno quiera tomar, pero con el común denominador de la nobleza en la defensa de sus creencias. Escribo estas líneas, empujado por el impulso sentido ante las noticias que hablaban de la posible no presencia de la División Azul en el nuevo Museo del Ejército.

Mi padre, Juan y otros tres hermanos José, Luis y Antonio Chicharro Lamamié de Clairac se alistaron en 1941 en la División Azul para ir a luchar en defensa de sus ideales contra lo que entonces era la Rusia soviética de Stalin. Dos de ellos, Luis y Antonio, allí quedaron para siempre sumándose a otros dos hermanos que ya habían caído en la guerra de España; el primero de ellos, Luis, piloto de la denominada Escuadrilla Azul, falleció en combate aéreo, y el segundo, Antonio, soldado de la Cia. antitanques divisionaria, en combate cuerpo a cuerpo con fuerzas muy superiores en la defensa de la posición de Urdanik. Los otros dos, Juan y José, continuaron a la finalización de la campaña en el Ejército alcanzando ambos el Generalato. José fue General de División y mi padre Juan fue ascendido al final de su vida a General honorario precisamente por hechos acaecidos en la campaña de Rusia como bien glosó en el momento de imponerle la faja de General el entonces Jefe del Estado Mayor del Ejército, teniente general Pardo de Santayana.

De los dos supervivientes conocí de primera mano la dureza de los combates que allí libró la División Azul ante fuerzas muy superiores en número, que no en calidad; en unas circunstancias difícilmente imaginables.
Los hombres de la División colocaron el nombre de las armas españolas en un lugar sin parangón cercano a la gloria. No me estoy inventando nada. La bibliografía sobre estos hechos es enorme y no sólo la española afín, sino la que puede leerse de numerosos historiadores extranjeros.

Allí murieron en combate 5.000 españoles y más de 17.000 resultaron heridos. Estos son hechos irrefutables que de ningún modo pueden quedar en el olvido.
Pero hay más. Y es algo a lo que quiero referirme, pues es necesario que se sepa, que al igual que sucede ahora cuando son fuerzas españolas las que combaten o participan en operaciones en el exterior, la particular idiosincrasia del soldado español hace que su fiereza en el combate presente una faceta excepcionalmente humanitaria cuando del trato con la población civil o prisioneros se trate. En el frente de la División Azul fueron numerosísimos los prisioneros hechos al enemigo, quienes una vez en poder de los españoles supieron lo que es el trato digno al enemigo vencido; hasta el punto que es bien sabido que el mando alemán reprobó en numerosas ocasiones al mando español por las atenciones habidas con el prisionero ruso.

Y es en este contexto cuando quiero relatar que mi padre, retirado ya del Ejército, en los últimos años de su vida y siendo Presidente de la Hermandad de la División Azul, no tuvo otra obsesión que volver a la tierra donde luchó cuando tenía 17 años para encontrar los cuerpos de sus dos hermanos fallecidos en combate y darles sepultura. Volvió allí 53 años después y en su recorrido por lo que fue el frente de la División Azul tuvo la fortuna de reencontrarse con los ya ancianos rusos que conoció durante la época de la contienda, no sólo con los que se encontraban entonces en el territorio ocupado sino también con aquéllos con quienes combatió frente a frente y a los que Stalin no permitió su regreso a sus lugares de origen 53 años después; los entonces enemigos se encontraron cara a cara.
¿Qué sucedió? Pues simplemente que la confraternización fue la tónica normal . Hay vídeos que tengo en mi poder de estas «xuntanzas» de viejos combatientes —rusos y españoles— que se enfrentaron 53 años atrás con extremada crudeza pero que sabedores de la locura de lo que fue aquéllo estaban dispuestos a todo porque no se repitiera más. Menuda lección para la nuevas generaciones y en especial para aquéllos que no conocen lo que es la guerra y sus efectos.

¿ Puede alguien pensar que hechos así podrían haberse dado de no haber sido los entonces divisionarios, amén de los mejores guerreros, un ejemplo de nobleza y caballerosidad?

No, no merecen estos hombres que su gesta sea obviada y es por éso que leí con gran alegría la falsedad de las noticias que hablaban que el Museo del Ejército les podía olvidar.

En cualquier caso, yo, responsable de la preparación moral de mis hombres, no dejaré nunca, cuando de autoestimularme se refiera, de recordar al General Muñoz Grandes cuando, con temperaturas gélidas y despreciando los tiros, se acercaba a los llamados «guripas» para charlar con ellos y compartir cigarrillos; no dejaré nunca, cuando de implementar liderazgo entre mis capitanes se refiera, de recordar al Capitán Ordás, que al mando de su compañía atravesó las aguas heladas del río Ilmen con 200 hombres para acudir en socorro de una posición alemana aislada; no dejaré nunca, cuando de animar al heroísmo se trate entre mis tenientes, de recordar al Teniente Galiana Garmilla, quien con desprecio de su vida cruzó las líneas soviéticas en apoyo de unidades españolas sitiadas; no dejaré nunca, cuando de animar al sacrificio y al cumplimiento de las órdenes recibidas se refiera entre mis suboficiales y soldados, de recordar las penalidades de un sinfín de defensas numantinas cuerpo a cuerpo a más de 40º bajo cero que soportaron con estoicismo legendario.

Las ideas son discutibles y opinables —faltaría más— pero el heroísmo, el sacrificio, la valentía, el honor y tantas otras virtudes militares que allí se derrocharon son de TODOS. Sí, ya sé por qué escribo estas líneas; me lo está pidiendo mi padre desde el cielo.

JUAN CHICHARRO ORTEGA ES COMANDANTE GENERAL DE LA INFANTERÍA DE MARINA

13 de julio de 2010

Los enanos y el resurgir del orgullo español



A la manifestación traidora del nacional-socialismo catalán, cargada de odio, preparada con gran aparato por los politicastros del 3% y sin escatimar medios (más de 500.000 euros en fletar autobuses con bocadillo de todos los rincones de Cataluña), debemos contraponer la limpia, alegre y espontánea celebración de los más de 75.000 catalanes que se echaron a la calle en Barcelona bandera nacional en ristre para celebrar el triunfo de la selección española de fútbol en el mundial.

Deambulan escocidos y desorientados los nacionalistas, sin dar crédito a que once jovencitos con calzón corto a quienes une su condición de españoles, sean capaces de rescatar, de la clandestinidad impuesta por su dictadura del miedo, el orgullo de ser español en todos los rincones de nuestra geografía.

Produce verdadero regocijo asistir a las demostraciones de rabia de los traidores a España cuando ésta parece resucitar de sus cenizas entre laureles deportivos. ¿Acaso no se dan cuenta de que el Barça no es nada –muchísimo menos que un Club- sin España? ¿Qué televisión –excepción hecha de TV3- iba a adquirir los derechos del Barcelona-Hospitalet o del Figueras-Tarragona? ¿De dónde iban a obtener sus ingresos para fichar astros asturianos como Villa, canarios como Pedrito o manchegos como Iniesta?. Tanto odio irracional ciega hasta las mentes más lúcidas, pero la España de Lepanto, de Bailén y de Garellano ha vuelto a despertarles de su sueño delirante construido sobre el pesimismo existencial del 98.

Porque toda España, de nuevo, vuelve a ser rojigualda.

Arriba España

LFU

2 de julio de 2010

José Antonio Primo de Rivera, ese desconocido

Rescato de Youtube (en tres entregas sucesivas) un documental emitido por Informe Semanal (TVE) en el año 1986, con motivo del L aniversario del fusilamiento de José Antonio Primo de Rivera. El testimonio de muchos de sus testigos -hoy fallecidos- resulta esclarecedor y con la excepción de los testimonios ligeros y tendenciosos de Ian Gibson -alentados por su odio feroz a todo lo relacionado con el régimen anterior- el resto, de uno y otro lado, hacen del reportaje un testimonio imprescindible para la figura de ese gran desconocido -sobre todo para las víctimas de la LOGSE- que fue José Antonio Primo de Rivera. Desde luego, en la TVE de hoy un documental como éste sería imposible.









11 de marzo de 2010

11 de marzo







Por fortuna, para mí la fecha del 11 de marzo, será siempre, ante todo, la del cumpleaños de un muy querido amigo. Y es una verdadera suerte, porque las tristes connotaciones de aquella fecha, o mejor dicho de aquellas fechas, del 11 al 14 de marzo, siguen estremeciéndome.

En contraste con las muestras de heroísmo y solidaridad que emergieron tras el terrible ataque terrorista, la sociedad española demostró una terrible vulnerabilidad al miedo y a la manipulación. Nunca podré borrar de mi memoria cómo muchos españoles, hábilmente manipulados por quienes no dudaron en utilizar políticamente el desgarro para sus intereses electorales, desviaron su odio hacia otros compatriotas culpándoles de lo sucedido. Los gritos de ¡asesino! que muchos dirigentes políticos de la derecha tuvieron que aguantar en esas jornadas, deben avergonzarnos como nación.

Y si torpe, ingenua y balbuceante fue la actuación del gobierno es ese momento de conmoción, no merece el mismo reproche que la actitud absolutamente indigna de una parte de la izquierda que llegó al cénit de la mezquindad, en un anticipo de lo que sería poco más tarde el gobierno más sectario, cainita y radical de la reciente historia de España.

España deberá reflexionar sobre aquella negra tragedia que sacó lo peor de muchos y tanto devaluó nuestra imagen en el mundo. Pero también merece saber quién estuvo detrás de aquel ataque perfectamente planeado y que, como reconoció la Sentencia de la Audiencia Nacional, buscaba y logró cambiar el rumbo de nuestra historia. A alguien no le gustaba demasiado el fortalecimiento de España en la escena internacional y no dudó en atacar a su línea de flotación, debilitando su cohesión y sus instituciones. Los beneficiados de aquél horror todos sabemos quiénes fueron, pero es imprescindible que algún día le pongamos cara al responsable del día más negro de nuestra reciente historia.

LFU

18 de julio de 2008

18 de julio




Si algo bueno tiene la furia iconoclasta impulsada por el infame a través de la ley de memoria histórica es que cada placa que se arranca y cada monumento que se destruye es un revulsivo para muchas conciencias por mucho tiempo indiferentes a lo que tales placas simbolizaban.

Hoy, cuando pretenden arrebatarnos su memoria a golpe de martillo, quiero dejar constancia de mi tributo emocionado y permanente a los miles de españoles que hace 72 años ofrecieron su vida por Dios y por España. A los muchos miles que sufrieron martirio por su fe; a los que cayeron fulminados por las balas al grito de ¡Arriba España! o con una Cruz en sus manos; a los que hicieron posible que el marxismo conociese en nuestro suelo su primera derrota; a los que llenaron de esperanza los corazones de tantos españoles que ansiaban una nueva amanecida envueltos en el terror de las siniestras "brigadas del amanecer"; a los que hicieron posible la España que conocemos.
Termino con dos buenos textos de Fraga Iribarne y García Morente sobre el alzamiento:

"Todos los derechos individuales eran despreciados; el derecho al trabajo, la libertad de expresión la libertad religiosa y de enseñanza. Los artículos 26 y 27 de la Constitución, en un país de mayoría católica, habían prohibido la enseñanza a las órdenes religiosas. Hubo un momento en que más de un centenar de periódicos estuvierosn suspendidos a la vez; algunos, como ABC de Madrid, tres meses y medio. Los abusos culminaron con el asesinato del ex Ministro don José Calvo Sotelo, uno de los líderes principales de la oposición, muerto por la Policía, que lo sacó violentamente de su domicilio la noche del 13 de julio de 1936.

A partir de aquél momento no quedaba otro recurso que la legítima defensa contra un Poder Político que había perdido toda sombra de legitimidad."</ div <>

Manuel Fraga Iribarne. El orden político en los principios del Movimiento Nacional. Madrid, IEP, 1963.

"No; no hay dos Españas frente a frente. Hay una España, la España eterna que se ha levantado en un esfuerzo supremo de afirmación apasionada contra unos grupos de locos o criminales, instrumentos ciegos de ajenas ambiciones y propósitos. Ahora, por conveniencias de su causa, esos hombres del internacionalismo proclaman respeto y adhesión justamente a todo lo que han estado pisoteando, vejando y destruyendo durante tantos años. Ahora hablan de independiencia nacional, cuando saben muy biuen que no son ellos precisamente los que de veras la defienden. ¿Por qué? Pues porque han comprendido que en el fondo de las almas españolas el sentimiento patriótico tiene tan hondas raíces que, en último término, la emoción nacional es la únicaque puede estimular la bravura de nuestro pueblo a los extremos de la herocicidad y de esa suerte envuelven su intención en un mendaz patriotismo, para mejor disponer de las pobres voluntadesque mantienen bajo su dominio."

Manuel García Morente "Orígenes del nacionalismo español".

Porque la sangre de los caídos no merece el olvido, la esterilidad ni la traición, hoy me apetece gritar, una vez más en su recuerdo y homenaje ún grito que no iba contra nadie, sino con el orgullo de ser español:

¡Arriba España!


LFU

16 de julio de 2008

Fraga y la legitimidad del Régimen del 18 de julio

"Durante muchos años la legitimidad de los régimenes políticos ha querido medirse exclusivamente por el patrón de la experiencia concreta, la democracia parlamentaria, cuya expresión más acabada eran los sistemas inglés y francés. El surgimiento a lo largo de toda la geografía mundial ha hecho revisar la valoración de estos sistemas y hoy se acepta de modo muy general la relación entre las formas políticas y la base social sobre las que se sustentan. Pero conviene no dar la espalda al concepto de legitimidad.

La legitimidad de un régimen político es una realidad esencialmente histórica, y que consiste esencialmente en la aceptación por parte de un pueblo de un sistema político como el más adecuado a sus condiciones sociales, en la coyuntura presente, en relación con experiencias anteriores, y con lo que aspira a ser en el futuro. Por eso hablaban los clásicos de la legitimidad de origen (un régimen en relación con los anteriores) y la legitimidad de ejercicio (un régimen, su obra presente y sus posibilidades de futuro)."


Fraga Iribarne, Manuel. El orden político en los principios del Movimiento Nacional. Madrid. Instituto de Estudios Políticos, 1963, tomo I, p.41s.


No puedo estar más de acuerdo. El texto promete, y por lo tanto, habrá más....


LFU

2 de julio de 2008

La embriaguez del nacionalismo


En el año 1898, un miserable llamado Sabino Arana envió un telegrama de felicitación al Presidente estadounidense Mckinley tras la derrota de la escuadra española en Cuba. Por este motivo fue condenado a prisión. Es decir, la postración de una España derrotada y humillada no impidió que aquél canalla recibiese su merecido.


Ridau y Urkullu, Urkullu y Ridau, dos gilipollas sin remedio, decidieron apoyar a la selección alemana de fútbol en la final que enfrentaba a ésta con España. No pudieron, sin embargo, completar su felonía y felicitar al presidente alemán, porque España no dio cuartel a los teutones en un memorable partido. Y encima tuvieron que soportar el estruendo de sus compatriotas celebrando con banderas españolas el triunfo de la selección, por las calles de Bilbao y Barcelona.


¡Lástima que la gilipollez de estos dos miserables no encaje en ninguno de los tipos penales de nuestro Código!


LFU

28 de mayo de 2008

General Miguel Altura Martínez. Ha muerto el último héroe de Krasni Bor



En el día de hoy, 28 de mayo de 2008, ha regresado a la casa del Padre el General de Brigada de Infantería, Medalla Militar Individual, D. Miguel Altura Martínez. Alistado con el empleo de Teniente de Infantería en la División de Infantería nº 250"División Azul" luchó heróicamente durante un año por las estepas rusas contra el ejército rojo hasta caer prisionero en las inmediaciones de Krasni Bor (Kolpino) el 16 de febrero de 1943. Junto con los Capitanes Palacios y Oroquieta, el Teniente Rosaleni y otros oficiales sufrió cautiverio durante 11 años en distintos campos de concentración rusos en los que estuvo a punto de dejar la vida por mantener la dignidad de su úniforme, por defender su fe y su bandera que es la mía. Fue brutalmente apaleado y condenado a trabajos forzados por negarse a trabajar y promover una huelga de hambre. Regresó finalmente a España en el buque Semíramis junto con los demás compañeros de cautiverio 2 de abril de 1954, manteniendo hasta el último día de su vida su amor a España y su fidelidad a la Falange.


Tengo el honor de tener entre mis pertenencias una breve narración de su cautiverio dedicada de su puño y letra, de la que extraigo nada más que el principio:



"Al ser hecho prisionero fui conducido a las líneas rusas pasando por varios puestos de mando donde se me interrogó y registró, desposeyéndome de todo lo que llevaba. En uno de los puestos de mando, un capitán ruso me vió la medalla de la Virgen del Pilar (me la entregó mi madre al salir para Rusia) que pendía mi cuello, me la arrancó de un tirón y la arrojó a la nieve, pero al caer vio que la cadena y medalla relucían, la cogió y al ver que eran de oro se la metió en el bolsillo, me dio una bofetada y en ruso me dijo "cerdo fascista".




Mi General: Ahora que por fín estarás haciendo guardia junto a los luceros con tus camaradas caídos en Rusia, estoy seguro de que la Virgen del Pilar te habrá dado su maternal bienvenida. Ruega por España.


Camarada Miguel Altura Martínez: ¡Presente!

LFU

18 de julio de 2007

18 de julio (II)

Hoy es 18 de julio. Incluso Zapatero celebrará este día al recibir su paga extraordinaria, cuya supresión no se contempla aún en el Proyecto de Ley de Memoria Histórica. Yo, que inauguré este mi blog con una evocación de esta efemérides, cedo la palabra a mi querido y admirado padre, reproduciendo aquí su más reciente artículo publicado recientemente en el último Boletín de la Fundación Nacional Francisco Franco:

EL 18 DE JULIO

El 18 de julio constituye para los que ya tenemos sobre nuestras espaldas, el peso aún soportable de los ochenta años, un hito fundamental en nuestra vida. A partir de aquél día, los que éramos entonces niños, empezamos a tener conciencia de que algo muy grave ocurría a nuestro alrededor. No era el estallido de las bombas tan solo lo que nos preocupaba, ni la escucha de los tiros cercanos, ni los ruidos desconocidos hasta entonces, era una conmoción más profunda la que empezaba a perturbar nuestro ánimo.

La muerte empezaba ya a golpear nuestros jóvenes corazones. Después, siete meses de tiranía roja donde verdaderamente la barbarie se apoderó de nuestra ciudad. Aún no he perdido la memoria de las largas filas que se organizaban para ver los cadáveres de los muertos la noche anterior, próximos a donde yo vivía, que eran objeto de profanación y de escarnio. Aquello hacía que en nosotros se produjera el primer asombro, la primera ingrata y dolorida sorpresa y es que la aparición de los rencores era ya la primera declaración de una guerra que iba a durar tres años.

Yo fui testigo de aquel tiempo porque un hermano de mi madre había acaudillado la sublevación en Albacete y días después caía apuñalado vilmente en el hospital Militar de Cartagena. Otro hermano suyo, había sido el que mandaba por entonces, lo que llamábamos el Tercio Legionario. Luis Molina, era despojado de su condición de mando con responsabilidad. El retiro de la carrera de las armas que había sido el sustento de su vida, le llevó a un estado de tristeza que terminó con su vida meses después. El drama de España estuvo pues desde los primeros días en mi propia familia. No fue posible la Paz.

Ahora, con la perspectiva de nuestro tiempo, vemos que el 18 de julio estuvo muy lejos de ser una luminaria fascinadora que hizo que muchos entregaran su vida con el sueño de una España mejor. Sino algo mucho más profundo. Una coyuntura revolucionaria llamada a cambiar la faz de nuestro pueblo y de terminar con la sequía social de aquella época.

Un nuevo horizonte aparecía ante nosotros y efectivamente, los españoles nos pusimos a trabajar y a cambiar la dura realidad de nuestra Patria. Primero con la generosidad para los vencidos, practicando como lo hicimos en las filas del Frente de Juventudes una verdadera reconciliación y en segundo término, trabajando para redimir siglos de vacío y años de ruindad y desengaños.

La España del 18 de julio no se parece en nada a la que hoy contemplamos. En su aspecto físico no digamos, quizás los valores que entonces eran la clave de nuestra existencia, los ideales que alentaban junto a nuestras banderas no están presentes, pero en muchos de nosotros vive el 18 de julio, no como una fecha sino, como un aldabonazo que resuena en nuestro corazón y nos recuerda que no podemos traicionar la memoria de los que con el sueño de una España mejor, dieron sus haciendas y sus vidas.

El 18 de julio estuvo por tanto muy lejos de haber sido una conspiración de unos generales resentidos. Fue el estallido de un pueblo que había soportado impasible el desorden, la injusticia, el asesinato y la corrupción. Lo cierto fue que España volvió a tener fuego, luz y razón en el fondo de su sangre conmovida. En uno y otro bando se produjeron sacrificios extraordinarios, pero al final de tan doloroso parto, España levantó su cabeza y los que entonces teníamos diez años, empezamos a actuar como hombres y como tales sentimos ya una precoz responsabilidad, un interés por las cosas de España, que después cristalizaría en una adscripción absoluta a quien se había convertido en Caudillo de nuestro pueblo, Francisco Franco, que representaba el ideal de la mejor capitanía española.

La historia se suele contemplar con la objetividad de la distancia, por eso, podemos decir que a partir de entonces, España empezó un nuevo camino y que el hecho histórico del 18 de julio tuvo unas consecuencias posteriores para la historia de España. Esto es algo que nadie puede discutir. Se cambiaron las estructuras sociales, se realizó una política educativa que terminó con el alfabetismo, nuevas tierras se pusieron en regadío, infinidad de casas se levantaron para los más humildes y todo ello con la creación de una nueva clase media que equilibraba socialmente las tensiones que habitualmente habían enfrentado a los españoles.

Alguien se preguntará ¿Cómo hubo gentes que se opusieran al término del Estado del 18 de julio, a su liquidación y a su destrucción absoluta?. Fuimos una minoría que creíamos al menos, -yo así lo declaro- que el Régimen podía evolucionar y encontrar nuevos caminos de representación social y política; que podíamos alcanzar la modernidad sin enrolarnos en nostalgias desfasadas, pero no fue posible.

Yo advertí a Franco en una de las últimas conversaciones que mantuve con él, de que su sucesor emprendería un nuevo camino. Aquellas palabras mías impresionaron profunda y negativamente a Franco, pero yo insistí en que teniendo en cuenta estas circunstancias “nada estaba atado y bien atado” y aquellos pronósticos, ciertamente sombríos, se convirtieron en realidad. El que fuera Rey de España por el apoyo y voluntad de Francisco Franco, no tardó demasiado en olvidar lo que le debía. Ha sido un olvido tan brillante como silencioso. Todavía recuerdo sus palabras de apoyo y alabanza al que fue Caudillo de España. Yo fui testigo de ellas. Más hoy, se le puede insultar a Francisco Franco sin que exista una voz, concretamente la suya, para defender a quien sólo quiso servir la causa social de todos los españoles. Franco creyó profundamente que su sucesor al menos, iba a respetar una parte mínima de su obra. Pero no ha sido así.

De todas formas, el Estado del 18 de julio ocupa un lugar preferente en nuestra historia. Supuso un beneficio importantísimo para todos los españoles, nos libró de una contienda mundial que hubiera arruinado nuestro presente y nuestro porvenir, moderó extremismos, no ejerció jamás la venganza y el odio, abrió nuevos caminos. Convirtió a España en la novena potencia mundial con la tasa fiscal más baja del mundo y su conductor que fue por encima de todo un noble y recio soldado, amó a España hasta sus últimos instantes. Cuando tenía ya roto el corazón, sólo le preocupaba el futuro de su unidad. Este fue el último mensaje que le transmitió al entonces Príncipe de España, en una de las últimas visitas, que le hizo cuando ya su gravedad era irrefrenable. Unidad solicitada –tal vez con suprema angustia- por Franco, una unidad que hoy encontramos amenazada por la traición y por el olvido, de los que por sentido del honor estaban más obligados a defenderla.

Aún así, yo no pierdo la esperanza y sé que al final de este largo túnel brilla aún una pequeña luz, que alumbrará en el futuro nuevos caminos y nuevos espacios de fraternidad y convivencia. España no puede morir.


JOSÉ UTRERA MOLINA

17 de julio de 2007

17 de julio de 1936 Último Manifiesto de José Antonio

Si algo bueno tiene este gobierno presidido por el más dañino Presidente de los que en España han sido, es que, al socaire de la mal llamada "memoria histórica" -plato de postre que nos tiene preparado ZP para finalizar su nefasta legislatura- nos permite recuperar la memoria de acontecimientos que, sin la ayuda de ZP hubieran quedado en el olvido.
El texto que sigue es el último manifiesto de José Antonio Primo de Rivera fechado el 17 de julio de 1936 en la carcel de Alicante, de donde nunca saldría sino para recibir cristiana sepultura tras su fusilamiento el 20 de noviembre de 1936. Es todo un prodigio de claridad y de síntesis -resultan escalofriantes algunos paralelismos con la realidad actual de España- y constituye un valiente mensaje lleno de la esperanza que hoy hace setenta y un años llenó los corazones de la mejor juventud de España.


LFU

Un grupo de españoles, soldados unos y otros hombres civiles, no quieren asistir a la total disolución de la Patria. Se alza hoy contra el Gobierno traidor, inepto, cruel e injusto que la conduce a la ruina.
Llevamos soportando cinco meses de oprobio. Una especie de banda facciosa se ha adueñado del Poder. Desde su advenimiento no hay una hora tranquila, ni hogar respetable, ni trabajo seguro, ni vida resguardada. Mientras una colección de energúmenos vocifera –incapaz de trabajar– en el Congreso, las casas son profanadas por la Policía (cuando no incendiadas por las turbas), las iglesias entregadas al saqueo, las gentes de bien encarceladas a capricho por tiempo ilimitado; la ley usa dos pesos desiguales: uno para los del Frente Popular, otro para quienes no militan en él; el Ejército, la Armada, la Policía, son minados por agentes de Moscú, enemigos jurados de la civilización española; una Prensa indigna envenena la conciencia popular y cultiva todas las peores pasiones, desde el odio hasta el impudor; no hay pueblo ni casa que no se hallen convertidos en un infierno de rencores: se estimulan los movimientos separatistas; aumenta el hambre, y, por si algo faltara para que el espectáculo alcanzase su última calidad tenebrosa, unos agentes del Gobierno han asesinado en Madrid a un ilustre español, confiado al honor y a la función pública de quienes lo conducían. La canallesco ferocidad de esta última hazaña no halla par en la Europa moderna y admite el cotejo con las más negras páginas de la Checa rusa.
Este es el espectáculo de nuestra Patria en la hora justa en que las circunstancias del mundo la llaman a cumplir otra vez un gran destino. Los valores fundamentales de la civilización española recobran, tras siglos de eclipses, su autoridad antigua, mientras otros pueblos que pusieron su fe en un ficticio progreso material ven por minutos declinar su estrella; ante nuestra vieja España misionera y militar, labradora y marinera, se abren caminos esplendorosos. De nosotros, los españoles, depende que los recorramos. De que estemos unidos y en paz, con nuestras almas y nuestros cuerpos tensos en el esfuerzo común de hacer una gran Patria, Una gran Patria para todos, no para un grupo de privilegiados. Una Patria grande, unida, libre, respetada y próspera. Para luchar por ella rompemos hoy abiertamente contra las fuerzas enemigas que la tienen secuestrada. Nuestra rebeldía es un acto de servicio a la causa española.
Si aspirásemos a reemplazar un partido por otro, una tiranía por otra, nos faltaría el valor –prenda de almas limpias– para lanzarnos al riesgo de esta decisión suprema. No habría tampoco entre nosotros hombres que visten uniformes gloriosos del Ejército, de la Marina, de la Aviación, de la Guardia Civil. Ellos saben que sus armas no pueden emplearse al servicio de un bando, sino al de la permanencia de España, que es lo que está en peligro. Nuestro triunfo no será el de un grupo reaccionario, ni representará para el pueblo la pérdida de ninguna ventaja. Al contrario: nuestra obra será una obra nacional, que sabrá elevar las condiciones de vida del pueblo –verdaderamente espantosas en algunas regiones– y le hará participar en el orgullo de un gran destino recobrado.
¡Trabajadores, labradores, intelectuales, soldados, marinos. guardianes de nuestra Patria: sacudid la resignación ante el cuadro de su hundimiento y venid con nosotros por España una, grande y libre. Que Dios nos ayude! ¡Arriba España!
Alicante, 17 de julio de 1936.

JOSÉ ANTONIO PRIMO DE RIVERA

10 de julio de 2007

18 de julio


El 18 de julio de 1936 marcó el principio de la rebelión de España contra su disolución. Supuso el principio del fin de la deriva revolucionaria, marxista y atea que el Frente Popular había decidido imprimir a nuestra nación. Y todo ello fue posible gracias a un puñado de Españoles de distinto credo y extracción social que no dudaron en ofrecer generosamente su vida y su hacienda al servicio de la Patria y de la Religión católica. Su sacrificio no fue estéril. España se convirtió en la primera tumba del comunismo y los españoles disfrutaron de un largísimo período de paz -inédito en su historia- que permitió recuperar la convivencia y conseguir cotas altísimas de desarrollo económico unidas a conquistas sociales hasta entonces inimaginables.


Hoy como ayer, España vuelve a estar en peligro de autodestrucción. Pero la sociedad española se encuentra moralmente desarmada, intencionadamente encanallada, y sin capacidad de respuesta ante el riesgo de su destrucción. El relativismo, el hedonismo y el nihilismo impregnan nuestra juventud, ayuna de valores y certezas y la devoran como la carcoma a las maderas pobres. Por eso nuestro reto es, si cabe, más dificil. Los que creemos en España y nos resistimos a contemplar impasibles su desaparición, no podemos callar. Nuestro reto es dificil porque no tenemos más que la palabra, pero contamos con la ayuda de Dios, para el que nada hay imposible.


Por eso, desde esta mi humilde tribuna, quiero poner mi granito de arena por España. Y no se me ha ocurrido ninguna fecha mejor para empezar esta labor que la que supuso el fin de la desesperanza y el miedo para los que creían en Dios y amaban a España.


LFU