Ficha técnica
Fecha de publicación: 08/11/2012
592 páginas
Idioma: Español
ISBN: 978-84-233-3921-1
Código: 10010543
Formato: 13,3 x 23 cm.
Lomo 1246
Presentación: Rústica con solapas
Colección: Áncora & Delfin
«Me hallará la muerte...» escoge la gesta de la
División Azul, en su faceta militar pero también de maniobra política interna y
geopolítica, sirviendo como marco sociológico, político e histórico para
concitar la atención de una ambiciosa y compleja trama. Se apunta así, De
Prada, a la estela de otras novelas publicadas en los últimos años, que pese a
la mayor o menor calidad de su factura, sin embargo han ganado el favor de
muchos lectores. Entre ellas, merece la pena recordar, especialmente, la de
José María Blanco Corredoira, la muy grata, sencilla y sólida "Añoranza de
Guerra".
En lo literario, De Prada mantiene el buen
oficio narrativo con momentos de prosa inspirada en las dos primeras partes de
la novela que, sorpresivamente, hace aguas en la tercera parte, sin posibilidad
de rescate, pues la ambiciosa historia trenzada hasta ese momento degenera en
una suerte de folletín truculento con aspiraciones de novela negra, teniendo
demasiado de lo primero y poco de lo segundo, salvo cumplir con alguna de las
prescripciones canónicas del Código Hays, olvidando que el mal en muchas
ocasiones es sutil y no siempre grosero y procaz.
Resulta contradictorio que la seriedad con que
el autor inicia la novela, que revela un cuidado estudio del habla de la época
y de sus estratos sociales, así como la preparación de una compleja urdimbre
argumental con mezcla de géneros: del picaresco al épico, de la crónica
histórica y social a la novela psicologista, de pronto se diluye para quedarse
en una tentativa de obra mayor como si las prisas o un hito sobrevenido hubiese
arruinado el esfuerzo previo invertido. Así, los personajes, inicialmente bien
delineados, degeneran en alfeñiques sin consistencia y credibilidad,
sometiéndolos a un maltrato insólito que no se compadece con los mimbres con
los que se les presenta. Del mismo modo, el retrato de la España de la posguerra
acaba resultando en exceso esquemático, de trazo grueso y desfigurador que no
se compadece en absoluto, con la pretensión declarada de rigurosa documentación
del autor al señalar: “ y
la labor de documentación, a veces muy penosa. Y es que hablo de una época
lejana pero lo suficientemente cercana para que las personas de cierta edad
puedan notar que chirrían algunos elementos” (El Cultural del diario El Mundo, 16 de noviembre de 2012).
Por otro lado,
tanto el reiterado abuso de procacidades, gratuitas en muchas ocasiones, como la
repetición monótona de expresiones o frases hechas del texto como apostilla de
la acción revelan ora una autocomplacencia acrítica en la reiteración ora una
limitación, probablemente sobrevenida, para llevar a puerto seguro el proyecto
de novela que en su inicio parece atisbarse.
Insistiendo en uno de los desequilibrios más
notables de la novela, resulta especialmente inesperado, por tener el autor
conocimiento y acceso directo a personajes que participaron en esa época, el
trazo grueso con el que describe la posguerra española en general, y
particularmente, la injusta y maniquea inquina con que despacha a la Falange y
a los falangistas. Se ofrece un aguafuerte expresionista de la España de la
posguerra en línea con el antifranquismo literario más ortodoxo, siendo no sólo
un dislate nada original -ya Cela inauguró esa senda con «La Colmena»- sino que
resulta incompatible con un análisis histórico mínimamente objetivo. Si el
régimen descrito estaba habitado por fatuos idealistas, lameculos
profesionales, corruptos uniformados y plutócratas en convivencia con el poder
político, ¿cómo es posible que emergiera de él, una clase media que vertebró
socialmente el país?, ¿cómo es posible que el sistema iniciado en 1978, recibiera
una administración ligera de funcionarios y el sistema impositivo más benigno
de Europa?, ¿cómo es posible que el ordenamiento jurídico existente, en el que
Estado estaba sujeto a control, pudo ser homologado prácticamente en su
totalidad para el inicio de la vida democrática?; ¿Cómo ese régimen vendido al
capitalismo americano acabó prácticamente con la miseria secular de muchas
partes de España, la infravivienda y el analfabetismo en menos de 40 años?.
Resulta triste y un poco absurda esta deriva
del texto pues trasluce un rencor sin rebaja alguna hacia todos los
protagonistas de ese pasado que pretende describir con verosimilitud. Nadie se
salva. Los falangistas, una de dos: o eran unos tontos idealistas o unos
aprovechados; los democristianos unos lamentables meapilas; y los tecnócratas
del Opus Dei, una panda de sectarios, y así con todos… Esa pretensión
descriptiva, demoledora e inmisericorde, parece destilar un prejuicio
ideológico que sólo puede proceder de la indigesta asimilación de un tradicionalismo
mal entendido cuya pugnacidad sin límite hace frontera con el nihilismo más
extremo.
Esperamos, pues, que en la próxima novela, De
Prada, retome su mejor pulso narrativo y lo ponga al servicio de causas
artísticas más nítidamente provechosas, libre de absurdos ajustes de cuentas,
estériles siempre, siendo seguro que el resultado literario mejorará, pues la
grandeza de miras, él bien lo sabe, siempre redunda en el buen resultado de la
obra literaria.
César Utrera-Molina Gómez