
A petición de mi hermano, colaboro con su blog, en la idea de aportar una sencilla sección de recensión de libros, sin más pretensión que comentar libros que merezcan la pena con la comunidad de lectores que “arriban” a este sitio.
Autor: Destellos de Vida. Memorias
Titulo: Friderike Zweig.
Editorial: papel de liar.
En una primera aproximación a este libro, el lector encuentra una historia, aparentemente más indicada para estudiosos que para lectores de Stefan Zweig y de la literatura en lengua alemana de la primera mitad del siglo XX. Como libro de memorias, la autora, primera mujer de Zweig, fuera de algunas pinceladas de su procedencia familiar y formación, se ocupa de relatar el encuentro, idilio, su relación formal y profesional, la convivencia y posterior ruptura con el escritor austríaco hasta el momento de su muerte. Resulta un poco fastidioso, el tono justificativo que la autora adopta en buena parte de su narración, la cursi reivindicación de sus veleidades literarias y la prolija relación de méritos, conocidos y amistades que se atribuye, como si el lector necesitara de ello para continuar con la lectura, cuando lo cierto es que su presencia junto a Stefan Zweig, su relato minucioso de su vida diaria y social de esa época, en definitiva, su condición de testigo, resulta un aliciente para entender mejor no sólo al otrora famosísimo (y ahora parcialmente reivindicado) Zweig sino también resulta un testimonio directo y muy descriptivo de la vida de la elites intelectuales europeas de antes de las Segunda Guerra Mundial.
A medida que avanzan las memorias, se empieza a traslucir un fenómeno que resulta interesante ver cómo tiene una cierta correlación con el presente. Me explico, la autora (más la autora, todo hay que decirlo) y Stefan Zweig, resultan el paradigma de un cierto hombre moderno, del “progresista” que desde que se inicia la edad contemporánea ha tenido diversas pieles, pero una esencia compartida. Así aparecen Stefan y la autora como una pareja no convencional sin “ataduras”; como unos convencidos del pacifismo, ella, medio vegetariana y amante de los animales, ambos siempre condescendientes con la tradición de la que provienen de la que si bien no aborrecen (la judía para Stefan y la cristiana católica para Friderike) consideran con un adorno del pasado, como una realidad superada en sus vidas llenas de aspiraciones superiores. A este respecto, resultan dolorosas por patéticas algunas anécdotas o expresiones de uno y de otro, que revelan con cierta crueldad (la de la realidad que no admite apaños) cómo ese panorama de ideales progresistas resultaron puras abstracciones que no resistieron las pruebas que la vida reservaba para cada uno de ellos.
Con todo, salvo del libro dos cosas: el retrato que emerge de Stefan Zweig; un tipo de exquisita y superior sensibilidad pero de no menor egoísmo personal; mujeriego impenitente pero siempre dependiente de una figura femenina protectora; depresivo y suicida mórbido; generoso en lo material y protector del talento ajeno; un hombre mimado por sus extraordinarios dones personales, la fortuna y las musas pero de débil consistencia espiritual que no pudo hacer frente a su patológica tendencia al suicidio; en segundo lugar, resulta un hallazgo el relato final de la trayectoria vital de Joseph Roth, con su conversión desde su judaísmo natal al catolicismo, que dejó como fruto extraordinario, la última obra inquietante y genial de Roth, La Leyenda del Santo Bebedor.
Como coda final, hay algo que planea sobre el libro y la época que refleja, que bien puede volver a ser de actualidad en un cierto tiempo. Me refiero a que Zweig, Roth, y un montón de intelectuales que aparecen citados en las páginas, se dieron cuenta que había sido un error fatal acabar con una de las antiguas formulaciones políticas de Europa, el Imperio Austrohúngaro. Sólo tras su destrucción apreciaron los beneficios que la tradición y los siglos de estabilidad les habían dado. Me pregunto, si no volverá a pasar algo semejante cuando España y no sé si también Europa hayan cambiado tanto, que aquellos que no tuvieron reparo en facilitar su demolición vuelvan a mirar con nostalgia aquello que les dio todo y, sin embargo, dejaron destruir.
César U-M