"Mi sueño es el de la patria, el pan y la justicia para todos los españoles, pero especialmente para los que no pueden congraciarse con la patria, porque carecen de pan y de justicia.". JOSÉ ANTONIO

31 de agosto de 2009

Up


Para los que no habéis visto aún esta gran película de Disney en la que el protagonista es un genial y entrañable octogenario, os recomiendo la breve y acertada crítica de la misma del Baluarte


Un abrazo
LFU

25 de agosto de 2009

El Alamillo dice adiós al verano




Sopla por fin el aire de poniente y el cambio de aires se lleva otro verano, como se llevó a Mary Poppins en mi película favorita. Es momento de hacer balance y lo primero, con la que está cayendo, es dar gracias a Dios por haberlo disfrutado, a mis padres por habernos abrazado a todos en ese bendito refugio de El Alamillo con el que sueñan mis hijas como lo hacía yo de chico y a mi mujer por llevar tan bien el compartir sus vacaciones con una tribu tan numerosa y variopinta.

A todos se nos fue Rafael Ariza para hacernos añorar cada 14 de agosto su llamada y el recuerdo entrañable de una mañana calurosa de la Sevilla de 1962 en la que mi padre tomó posesión de un sueño que aún le sigue visitando de cuando en cuando, llenando su corazón de jacarandas y azahares, de campanas y de incienso.

Mi frágil Azorín, estrenando matrícula, nombre y emblema, me ha permitido alejarme del bullicio playero con un buen número de bisoños marineros y marineras que mañana recordarán esas cortas travesías por los acantilados de Nerja, adornando el recuerdo con la candorosa imaginación de sus acelerados corazones. (Conserva pequeño Lucas, esa ilusión marinera que te viene de tu limpia estirpe)

Como cada año por estas fechas, mi plegaria se eleva entre las copas de este viejo jardín, lleno de poesía, con el deseo de que nadie falte a la cita, ahora ya más cercana, de un nuevo verano tan rico en armonía, paz y alegría como el que ahora se despide.

LFU

4 de agosto de 2009

Rafael Ariza, un apasionado creyente. Por José Utrera Molina


No exagero, ni pretendo tampoco sobreponerme a una patética y dolorosa realidad que atraviesa mi corazón y perturba mi alma. Pero si quiero enviar a la tierra sevillana, tan querida siempre por mi y tan profundamente amada –por el que hoy me refiero en este artículo: Rafael Ariza- un mensaje, que haga ver a quienes le conocieron y a los que adivinaron su presencia, la calidad tan excepcional, tan noble y generosa de un hombre que para mi ha constituido la singular síntesis de todos los mas altos valores humanos.

Murió ayer, pero quien dejo esta vida pertenece a la especie de los que no pueden fallecer del todo.

Durante cuarenta años, tuve con él una relación activa y palpitante. Afirmo y no creo equivocarme, que Rafael sin haber nacido en Sevilla amaba con delirio esta tierra. La conocía a fondo, amaba sus tradiciones, comprendía incluso sus contradicciones, sus altos en la Historia. Pero él amaba su esencia y así me lo decía una y otra vez en una correspondencia siempre valiente y confortadora.

Alguien me preguntará quien era ese señor merecedor de tan entusiasta alabanza. Yo respondo: era un médico, con plena vocación universitaria y sobre todo era un hombre capaz de ofrecer su vida en permanente sacrificio, consciente del dolor de los demás.

Conocía a Sevilla en su totalidad, sus calles, sus gentes, su historia. Arrastraba su mirada por la ribera del Guadalquivir y soñaba con la historia que sus aguas traían. Jamás tuvo un gesto de hostilidad hacia nadie, valoró a sus adversarios y poseía un torrente de comprensión hacia los que estaban en una posición contraria a la suya. Solo manifestaba de vez en cuando su dolorido desprecio hacia la versatilidad política de aquellos que habían sido nuestros correligionarios y ahora se ocultaban en el silencio o se parapetaban en el olvido. Sirvió a la justicia social y la puso en el más alto nivel donde era posible que llegara su eficacia.

Era siempre un modelo de creyente, sus gestos sin manifestaciones espectaculares en el fondo de su corazón, traducían la oración de cada día en los latidos de su alma, a mi juicio única, que yo había contrastado en muchísimas ocasiones.

No tuvo ambiciones políticas. Cuando yo abandoné el gobierno de Sevilla y pasé por la Subsecretaría del Ministerio de Trabajo, continué mi relación con él. Cuando me nombró Ministro Secretario lo que hice en el primer despacho con Franco fue que aprobara una propuesta de Gobernador Civil de Huelva a favor de Rafael Ariza Jiménez. Contento y gozoso de haber obtenido aquella aprobación que yo había soñado desde siempre, llamé a Rafael y le dije: desde hoy ya eres Gobernador Civil de Huelva. Siguió un largo silencio a las palabras que yo acababa de pronunciar y al cabo de un rato me dijo: “Lo siento, jefe, pero yo no puedo aceptar el cargo que me ofreces. Vine a la política y concretamente a la Subjefatura del Movimiento en Sevilla porque tú representabas una esperanza que yo compartía y unas ilusiones que robustecían mi ánimo. Terminada tu gestión yo quiero regresar a mi pequeño y modesto laboratorio”. Permaneció solo unos meses y se dedicó después a sus tareas profesionales. En el despacho que tuve con Franco le dije: Mi General, tengo que pedirle excusas por haberle hecho una propuesta que al final no ha tenido éxito. ¿A qué propuesta se refiere?- A la que le hice a favor de Rafael Ariza Jiménez como Gobernador de Huelva. Franco me miró silencioso y al final me dijo ¿y por qué no quiere? -Porque desea reintegrarse a su profesión-, y entonces Franco me sorprendió con su respuesta: "Este hombre ha hecho bien al pretender reintegrarse a su antiguo trabajo."

Señalo esta circunstancia para subrayar la absoluta falta de ambición política de quien fuera mi más fiel y honrado colaborador.

Con Rafael muere para mí una parte importantísima de Sevilla. Ya no podré oír los latidos de esa melodía siempre incompleta que era para nosotros la tierra de Sevilla. Me quedo huérfano de aquella amistad y camaradería tan emocionante, tan completa que tanto me estimulaba y que tanto me ayudaba a vivir en mis amarguras y ante la presencia de traiciones y desprecios.

Pero ahora pienso que no voy a prescindir de él del todo porque me seguirá mirando desde arriba, poniéndome sus manos en mi espalda en un abrazo interminable. Estoy seguro que me ayudará siempre, que alabará la constancia de mis convicciones, que predicará desde arriba la validez de lo que él y lo habíamos servido. Hay personas que se mueren y otras que se nos mueren. Con Rafael, termina una época de mi vida que recordaré siempre, que juntos vivimos de forma inseparable pensando en los que menos tenían, en los carecían de vivienda, en los desafortunados de siempre porque nuestro ideal estuvo siempre irrevocablemente unido a la causa de los humildes.

Sevilla pierde con Rafael un defensor amoroso y apasionado, me refiero a su realidad íntima, a su pura esencialidad. Su alma estará siempre colgada de una rama del parque de Maria Luisa o asomada a los viejos puentes sevillanos. Transitará conmigo, no me dejará. Yo tampoco le dejo hoy y lo tengo presente en mi corazón que se siente amargamente dolorido. Fue un falangista integral, la imagen de un estilo que encontré en muy pocas ocasiones en los camaradas que me asistieron en mi trabajo. Jamás se desprendió de lo que fueron sus esperanzas siempre renovadas y ardientes.

Yo le rindo con estas líneas mi modesto homenaje y sobretodo expreso para conocimiento de las gentes de Sevilla, que ha muerto un hombre que amó a esta tierra con delirante emoción, inasequible siempre al desaliento.

JOSE UTRERA MOLINA

31 de julio de 2009

Sepulcros blanqueados

Hoy comienzo mis vacaciones de verano y mis hijas preparan ilusionadas su equipaje. Hubiera deseado despedirme hasta nueva orden con alegría y sosiego, pero unos mal nacidos le han jodido las vacaciones y la vida a dos familias españolas: las de los guardias civiles Carlos Sáenz de Tejada García y Diego Salva Lezaun, y han conseguido amargarme también la despedida.

De las alimañas espero que se encarguen más pronto que tarde los compañeros de los caídos, motivados más si cabe con el dolor de la joven sangre derramada. Yo prefiero hablar de la náusea que me produce contemplar a personajes como Llamazares (¿qué pasa con Madrazo y Esker Batua?), Zapatero (¿porqué ANV está en los Ayuntamientos? ¿Te acuerdas del proceso de paz y de los hombres de paz?), PNV (¿os acordáis del árbol y las nueces?) rasgándose las vestiduras y escenificando por enésima ocasión, la hipócrita condena demócrata contra “los violentos”, poniendo cara de circunstancias y advirtiéndoles que “no van a conseguir sus objetivos”, como si no hubieran conseguido ya bastantes estos hijos de puta con la connivencia de la izquierda y los nacionalistas.

Son nuestros sepulcros blanqueados. Hoy se llenan la boca de condenas y mañana, cuando pase el tiempo, la cabra tirará otra vez para el monte. Mientras tanto, aprobarán unos presupuestos en los que se apoye con cuantiosas subvenciones a las asociaciones de invertidos, transexuales y demás fauna urbana y se restrinja el presupuesto para la defensa y cuerpos de seguridad, con lo que esos bravos Guardias Civiles, de los que todos estos canallas sólo se acuerdan cuando derraman su sangre por España, seguirán en sus cuarteles sin cámaras de vigilancia, inhibidores y aparcamientos propios; sin vehículos adecuados a la entidad de su misión y teniendo que utilizar dinero propio para necesidades del servicio porque nunca alcanza el presupuesto.

Una vez más, y lo digo con escaso convencimiento, sólo espero que su sacrificio y el dolor de sus familias, a quienes encomiendo en mi plegaria, no sea en vano.

Guardias Civiles D. Carlos Sáenz de Tejada García y D. Diego Salva Lezaun

¡Presentes!

LFU

29 de julio de 2009

Carta a la Puerta del Sol

Gracias, Aquilino, por tan acertada y oportuna entrada. (Para los no iniciados, hay que hacer click encima de la palabra "entrada" para leerla).

Nunca pensé, cuando hace años leí la magnífica novela "El mono azul", (regalo de mi padre) que algún día tendría a su autor entre mis amigos bloggeros.

Con mi admiración y mi respeto, un abrazo

LFU

27 de julio de 2009

Crónica social: Una horterada inoportuna

Quizá llevado por la desidia estival y tras terminar una nueva relectura del "Madrid de Corte a Checa" de Foxá (al que cada vez le saco más jugo y resulta imprescindible en plena hégira Zapaterista) ayer cayó en mis manos el último número de la revista Hola, dedicada fundamentalmente a la boda de un alto directivo del Grupo Prisa que ocupa su portada y páginas centrales.

Lo de menos es que la boda, a juzgar por las imágenes, fuera una colosal horterada de dos días seguidos al más puro estilo americano con ceremonia civil en el jardín, fiestas pre y post, damas de honor uniformadas y todo el famoseo posible asistiendo encantado a los fastos y posando para la revista, que promete una segunda entrega.

Lo que verdaderamente debe servir de reflexión y el motivo de este comentario es -como tan certeramente me apuntaba mi mujer- lo que estarán pensando los miles de empleados del grupo Prisa que han perdido su empleo por los diversos EREs solicitados, al ver el lujo escandaloso exhibido por uno de sus altos directivos, precisamente cuando la empresa que dirige se arrastra por los parqués cada mañana dejando miles de parados en el camino con sus correspondientes miles de dramas en sus hogares.

Tengo muy claro que si yo fuera su jefe –quien por cierto ha tenido el buen gusto de no aparecer en ninguna de las imágenes- tendría algo más que unas palabras con el protagonista de una exhibición tan snob como inoportuna.

No conozco a los recién casados –a quienes personalmente deseo lo mejor- pero creo que no han empezado su andadura conyugal con la mejor tarjeta de presentación. Ojalá Dios les conceda algo más de sensibilidad de la que han demostrado en este inoportunísimo reportaje.

LFU

24 de julio de 2009

El Caballero de la Resignación



Título: El Caballero de la Resignación.
Autor: Vintila Horia.
Editorial: Ciudadela.
Año: 2008.


El Caballero de la Resignación es una novela de aventuras, pero no sólo eso. También es una novela amor que se desliza en un momento de la narración al mundo del espionaje y la alta política del siglo XVII. No es una mera novela histórica, el autor juega en esta novela y en otras, al recurso de la alegoría con un momento histórico del Occidente contemporáneo. Aventuras, historias de amor y espías, Venecia en el cenit de su poder, el bosque como metáfora de la libertad, los juramentos como vínculos reales y de conciencia, la resistencia ante la invasión extranjera, la riqueza como narcótico ante el peligro. Todos estos temas tejen una historia que tiene diversos encajes que a su vez permiten diversas lecturas, todas interesantes y ninguna prescindible. No defrauda, lo aseguro.

Vintila Horia es el autor, casi un desconocido para el público actual, pero lo cierto es que su vida no desmereció en interés, intensidad y dramatismo a las novelas que como ésta, fue escribiendo a lo largo de su vida.

El terror rojo echó a Vintila de su Rumanía natal tras la Segunda Guerra mundial, previamente, fue encarcelado junto con su mujer por los nazis en un campo de concentración y sobrevivió. De un talento indiscutible y una erudición asombrosa, trató de asentarse primero en Francia donde ganó el premio Goncourt de 1960 por su novela “Dios ha nacido en el exilio”, y el mandarinazgo cultural de izquierdas de la época (Sartre y cía) que no le perdonaba su adscripción conservadora consiguieron que no le entregaran el premio y tuvo que abandonar el país. También vivió en Italia donde fue asiduo de Papini y llegó con el tiempo a ganar el premio Dante, pero sus andanzas vitales terminaron asentándose en España dónde escribió asiduamente en el “asesinado” diario “EL ALCAZAR” y fue profesor en la Complutense de Periodismo y Catedrático en la de Alcalá en la facultad de Filosofía y Letras.

Siempre me ha fascinado su actitud vital. Vintila fue inmune a la desesperanza y allí donde estuvo, trabajó en los más diversos oficios imaginables para subsistir y no dejó por ello de escribir, de dar conferencias y de entender y analizar las claves de un mundo, el Occidental, del que se sentía parte y defensor hasta su último aliento. Fue siempre fiel a su origen fronterizo, la Dacia, en tiempos el último reducto latino ante la barbarie oriental. En su condición de exiliado no se dejó contagiar por el virus de la amargura, ni se abandonó al éter de la nostalgia, al contrario cada lugar que habitó da la impresión de que fecundó con nuevos matices su obra, que estoy seguro que está destinada a permanecer entre los grandes escritores del siglo pasado.

Leer a Vintila es leer a un resistente europeo, a alguien a quién le privaron varias veces de todo lo material y a quien no lograron doblegar nunca en espíritu. Reivindicar su talento y obra es apostar por la esperanza, por la construcción de torres de vigía que alumbren el camino de la Civilización que siempre debe estar en marcha. Por último recomiendo a quién le interese el autor a leerle a través de un blog que publica sus artículos culturales: http://vintila.blogspot.com/ y a seguir a la Editorial Ciudadela, que se atrevió, como siempre a publicar a este autor maldito para los bienpensantes de hoy.

César U-M