"Mi sueño es el de la patria, el pan y la justicia para todos los españoles, pero especialmente para los que no pueden congraciarse con la patria, porque carecen de pan y de justicia.". JOSÉ ANTONIO

6 de mayo de 2013

Bendita sea tu pureza


Bendita sea tu pureza 
y eternamente lo sea,
pues todo un Dios se recrea 
en tan graciosa belleza.
A ti celestial Princesa, 
Virgen Sagrada María,
yo te ofrezco en este día, 
alma vida y corazón.
Mirame con compasión
no me dejes Madre mía
(échame tu bendición)
Amén


(El último inciso, apócrifo, pertenece al devocionario familiar, pero siempre pensé que cierra mejor la oración)


Feliz y fervoroso mes de Mayo a todos

LFU

3 de mayo de 2013

La llamada del Alcázar

 


Ayer estuve con mi familia, de nuevo en el Alcázar, por primera vez desde la apertura del Museo del Ejército. Pude comprobar de primera mano, lo que otros me habían dicho: se trata de un museo descafeinado, pues la frialdad y el minimalismo han despojado al museo del aroma de gloria y heroísmo que se respiraba en el caserón del Buen Retiro, estando impregnado todo él del terrible mantra de lo políticamente correcto.

Consecuentemente, todo lo relacionado con la gesta heroica del asedio del Alcázar de Toledo ha quedado absolutamente postergado, cuando no dolosamente ocultado. Tuve que preguntar -en unión de un grupo de militares- cómo acceder al Despacho del Coronel Moscardó, que puede visitarse por los que quieran hacerlo aunque no figura en la guía. Desde luego no era nada fácil y no existe indicación alguna para acceder a dicha estancia.

Al encontrarlo, noté como también la maldita ley de memoria histórica y lo políticamente correcto había dejado su miserable impronta en ese templo de la dignidad. La placa de mármol que reproducía la conversación entre Moscardó y su hijo (en la foto de arriba puede apreciarse) ha sido sustituida por las únicas fotografías de todo el edificio en las que se muestra cómo quedó el Alcázar tras su terrible asedio por el ejército rojo.

En otro lugar, en tamaño mucho más reducido, han colocado una placa de plástico en la que se refleja la mención a la llamada en el diario de operaciones, más aséptica y sin invocaciones a la patria y a Cristo Rey para hacerla mas "digerible" por el espectador progre. Todo con olor a antiséptico de hospital.

En cualquier otra nación, esto sería absolutamente impensable e intolerable. Pero España es diferente. Aquí toda villanía se justifica y se soporta por la mayoría sin protesta. Pero yo me niego a asistir impasible a este asesinato de la historia propiciado por Aznar, el instigador del traslado del museo al Alcázar, a Zapatero y a Chacón, artífices de haberle robado el alma al mejor museo del ejército del mundo entero y a todos los militares que se han prestado a esa villanía, pisoteando su propia dignidad.

Me quedo con aquella memorable conversación, de la que hubo muchos testigos y que debería emocionar a muchas generaciones de españoles independientemente de su credo o religión, tal y como fue retratada por el gran Augusto Genina:  


Honor y Gloria a los heroicos defensores del Alcázar. LFU

1 de mayo de 2013

Un Estado fallido



La realidad termina poniendo a cada uno en su sitio. Una de las cosas que sólo se adquieren con los años es una cierta perspectiva para juzgar las situaciones sin impaciencias ni improvisaciones.

Sólo los que no quieren ver, se empeñan en defender un Estado de las autonomías, el de la Constitución de 1978, absolutamente fallido. No sólo ha logrado multiplicar por tres el número de funcionarios que había en España en 1976, incrementando exponencialmente un gasto público que termina por ahogar a la clase media a base de subidas impositivas a las que ya se ha alistado hasta la derecha liberal. Lo peor, con mucho, es que ha dinamitado la unidad nacional, creando abismos de separación entre las diversas regiones de España, subvencionando a los partidos separatistas que en treinta y cinco años de manipulación y corrupción por partes iguales, han enseñado a dos generaciones de españoles a odiar a su patria.

Los que, como mi padre, advertían en 1978 sobre las catastróficas consecuencias del título VIII de la Constitución ven ahora con profunda tristeza lo acertado de sus sombríos pronósticos, que entonces les condenaron al ostracismo.

Aquí ya no valen los parches. Sólo vale una total refundación del Estado si no queremos asistir al desgarro de ver como desaparece la patria que nos vio nacer.

LFU

23 de abril de 2013

El “antifranquista” Miguel Ángel Rodriguez



Aunque me declaro alérgico a las tertulias televisivas, su insoportable omnipresencia en casi todos los canales dificulta la labor de evitarlas, por lo que el pasado domingo caí en la tentación de ver una durante un rato, animado por la siempre interesante presencia de Pío Moa y también de mi joven amigo Blas Piñar que, como decimos por el sur, no da puntada sin hilo.

Resulta regocijante contemplar como Pío, con su aplomo, seguridad, valentía y ausencia de complejos logra sacar de sus casillas no sólo a la caverna social-comunista –de la que procede- sino también a los papanatas de la derecha liberal a los que la sola mención del nombre de Franco les produce sarpullidos y entusiastas adhesiones a los más rancios postulados de la izquierda.

Recordaba Moa con la parsimonia que le caracteriza, que la ETA (si, la ETA) y los socialistas han tenido diversas cosas en común a lo largo de su historia, entre ellas su carácter socialista y su condición antifranquista. A pesar de lo incontestable de tal verdad -que no quita que existan diferencias entre unos y otros- saltaron de sus asientos los cavernícolas de la izquierda anatemizando al sosegado historiador por recordar una obviedad.  Fue entonces cuando el aguerrido Miguel Ángel Rodríguez (más conocido como MAR), abriéndose el pecho en generoso holocausto saltó de su asiento para pronunciar una frase que quedará esculpida en el aire para la historia: “Quiero que conste que yo también soy antifranquista”.

Olvidó el felón aclarar el carácter retrospectivo de su heroica condición, pues nacido en 1964, no parece factible reconocer el marchamo de luchador antifranquista a un retoño que tenía 11 añitos cuando Franco nos dejó. Pero para los restos queda su inefable valor y gallardía al declarar, 38 años después de la muerte de Franco y de su régimen, su condición antifranquista.

Conociendo al personaje, experto muñidor de alcantarillas y sutil propagador de rumores y maledicencias, tengo para mí que de haber tenido Rodriguez una edad lozana en vida de Franco, habría medrado en el movimiento y en su contrario para ver por donde salía el sol con más fuerza y muy probablemente habría servido al insigne estadista Suárez con camisa azul y también sin ella en el rápido desmontaje de su trampolín. Lástima no haber podido comprobarlo.

En cualquier caso, confieso que tras escuchar la ardiente proclama de Rodríguez apagué la televisión para no tener que escuchar más gilipolleces y entregarme sosegado en los brazos de Morfeo.

LFU

12 de abril de 2013

La debilidad de Rajoy ante el nacionalismo.


Ahora que se acerca el doloroso e inexorable trámite anual de hacer las cuentas con Hacienda conviene recordar cómo a Mariano Rajoy no le tembló el pulso a la hora de hacer tabla rasa de todas sus promesas electorales y subirnos los impuestos hasta niveles confiscatorios. Todo, porque, según él, no había otra salida para afrontar la situación precaria en la que se encontraban las finanzas del Estado.  Todo por España, nos decía, mientras metía la mano en nuestros bolsillos cada mes con subidas de retenciones, IVA y demás impuestos.

Sin embargo, no se aprecia, ni por asomo, el mismo pulso en el Presidente que todos quisiéramos ver ante la chulería constante y grotesca del nacionalismo catalán. Es una realidad que en una parte de España se vulnera cotidianamente la ley por parte de la Administración y que toda referencia a un estado de derecho resulta quimérica; es clamoroso el desafío constante del gobierno autonómico a las instituciones del Estado, cumpliendo o no las resoluciones de la administración de justicia según le convenga en cada momento; y también lo es la quiebra económica de las finanzas del gobierno catalán, que se ha dedicado a dilapidar sus ingresos manteniendo siete canales autonómicos, embajaditas sin cuento y otras aldeanas zandarajas con una mano, poniendo la otra para que España le ayudase a pagar la nómina de sus funcionarios.

¡Ya está bien! Resulta absolutamente indignante tener que apretarse el cinturón cada año para que a Mariano le salgan las cuentas y al tiempo asistir a la desvergüenza de un gobierno golpista e insumiso que está chuleando impunemente todos los días a España con mentiras y estupideces.  Si no se le cayó la cara de vergüenza al subirnos a todos los impuestos como lo hizo, que haga lo mismo plantando cara de una vez con todas las armas que tiene a su alcance al Gobierno catalán o que se vaya, porque España no admite en este momento un gobernante pusilánime cuando está en juego su unidad. Y si el gobierno no garantiza que se cumpla la ley, tal vez sea el momento de plantearse  una denuncia por delito de omisión del artículo 11 del Código penal. 

Es muy cómodo abusar de los silentes y callarse ante los vociferantes, pero eso sólo tiene un nombre: cobardía.   

LFU

4 de abril de 2013

La imputación de la Infanta. Una mala noticia para España

La alegría por el mal ajeno es el mismo pecado que la envidia pero al revés, ya que ésta implica  tristeza por el bien del otro. Esta es la primera razón por la que no me alegro de la imputación de la Infanta Cristina.

La segunda, algo más egoísta, es porque tras leer el auto del Juez Castro de su contenido podría deducirse que el juez de alguna forma ha cedido a la presión mediática y social con el objeto de que no pueda sospecharse de la existencia de un trato de favor por consideración a la persona de la Infanta, lo que, de ser así, sería ciertamente preocupante.

Una cosa es el reproche social que puede merecer la Infanta por haber cerrado los ojos o mirado para otro lado ante el inusual aumento de su patrimonio merced a la actividad profesional de su marido y haber descuidado la obligada discreción de un miembro de la familia real mudándose a una vivienda tan señalada y otra muy diferente es el reproche penal que dicha conducta debe merecer conforme a la ley.

La tercera, porque a pesar de lo escaso de mis fervores dinásticos, creo en el valor que tiene la Corona en estos momentos de decadencia de España, como depositaria de una tradición secular de la historia de España y en su papel vertebrador, alejado de los caprichosos dictados del sufragio universal que tanto daño han causado en los últimos años.  Y no nos engañemos, los ataques a la Corona son alentados por los mismos que añoran la tenebrosa II República, celebraron la maldita Ley de memoria histórica y se mostrarían conformes con la desintegración de nuestra nación.

Y la cuarta, por la pésima imagen que todo esto proyecta de España hacia el exterior en un momento ciertamente delicado en el que necesitamos más que nunca ofrecer una imagen de fiabilidad para atraer la inversión exterior.

Que se me entienda bien. Todo esto tiene un origen que no es otro que el nada ejemplar comportamiento de SM el Rey durante muchos años en el terreno económico –en lo personal no entro- de lo que saben mucho algunos entrañables amigos suyos que pasaron por la cárcel. Que el Rey tuviera fieles escuderos no implica que toda su familia pudiera cubrirse con el mismo paraguas. Y todos sabemos que hasta en las mejores familias los niños acaban emulando a sus padres. Es evidente que en esa familia ha sobrado desahogo y ha faltado ejemplaridad.

Por estas cuatro razones, como cristiano y como español, no puedo alegrarme en absoluto de la imputación de la Infanta, que es una pésima noticia para España.

LFU