"Mi sueño es el de la patria, el pan y la justicia para todos los españoles, pero especialmente para los que no pueden congraciarse con la patria, porque carecen de pan y de justicia.". JOSÉ ANTONIO

4 de enero de 2017

"Patria" de Fernando Aramburu




“Patria”
de Fernando Aramburu

Fernando Aramburu compone una grandiosa novela que es una sinfonía afinadísima en la que cada instrumento, cada personaje, aporta un matiz, o más, a un resultado francamente redondo.

“Patria” no es sólo una gran novela, la mejor, sobre el terrorismo, sus causas y sus consecuencias; es mucho más que eso: es una grandísima novela sobre la culpa, la responsabilidad personal, la necesidad del perdón y de la redención. Sobre la necesidad de justicia, no sólo penal, sino, más importante, personal.

La novela narra unos acontecimientos y las vidas de unos personajes imaginarios, pero que han sido muy reales con otros nombres, y de las personas (no entelequias difuminadoras de culpas) que los hicieron posibles, que ampararon y estimularon a unos en su locura criminal, y trataron de doblegar a otros, mediante la eliminación, física en unos casos, social en otros. La acción transcurre fundamentalmente en un pueblo cuyo nombre no se menciona porque podría haber sido cualquiera.

En particular, resulta especialmente interesante el enfoque que el autor da a la necesidad del perdón para seguir adelante, a la falta de rencor como elemento imprescindible para alcanzar la paz y con ella la felicidad, unida a la necesidad de justicia, que es requisito y condición de la verdadera paz.

La estructura de la novela es moderna; no sigue un relato lineal. El autor prefiere proponer capítulos de duración reducida en los que a modo de flash-back se revelan las circunstancias de la vida de los personajes, se explican sus razones (o sus sinrazones) y se profundiza, sin aburrir nunca, en su psicología. Los diálogos son de frases breves y directas, aspecto que refleja la forma de hablar característica de los vascos y que el autor demuestra conocer perfectamente. Las descripciones son las justas para ambientar la obra y el autor incluye muchos personajes secundarios que representan distintas actitudes y reacciones ante un mismo hecho, y que completan el mosaico de la novela.

El ambiente en el que transcurren los acontecimiento es a menudo muy lluvioso, no sólo para reflejar el clima del escenario en el que transcurren los hechos, sino también como un elemento simbólico.

En definitiva, “Patria” es una grandísima novela, que no sólo resulta imprescindible para entender una parte de nuestra historia que muchos tienen demasiada prisa en olvidar sino también arroja luz para comprender los resortes del alma humana.


Lezo

30 de diciembre de 2016

Nota de prensa de José Utrera Molina sobre la revocación de la medalla de oro de la provincia de Sevilla.

Nota de prensa de José Utrera Molina en relación con el acuerdo de revocación de la medalla de oro de Sevilla por el pleno de la Diputación de Sevilla celebrado el 29 de diciembre de 2016.


Ante la publicación de la noticia relativa a la aprobación por el pleno de la Diputación de Sevilla celebrado ayer, día 29 de diciembre, del segundo acuerdo de revocación de la medalla de oro de la provincia que me fue concedida por esa misma institución en el año 1969, quiero manifestar lo siguiente: 

1º.-        El acuerdo de revocación se fundamenta única y exclusivamente en motivos ideológicos como lo son mi condición de falangista y mi lealtad al que fue Jefe del Estado Español D. Francisco Franco Bahamonde, circunstancias éstas que concurrían en mi persona al tiempo de recibir tal distinción y permanecen incólumes, por lo que el acuerdo vulnera frontalmente la prohibición de discriminación por motivos ideológicos consagrada en el artículo 14 de la Constitución Española.

2º.-        En el expediente del que se me dio traslado por la Diputación para efectuar las  alegaciones que estimara pertinentes  en defensa de mi derecho, no constaba la existencia de testimonio alguno de personas o familiares de personas supuestamente represaliadas durante mi mandato como gobernador, ni de prueba alguna referida a tales extremos, por lo que cualquier referencia a tales testimonios es mendaz y vicia de nulidad el referido acuerdo en cuanto se refiera a los mismos, creando indefensión, pues no existe ni puede existir prueba alguna de tan graves e injustas acusaciones. 

3º.-        Toda vez que la actual Diputación de Sevilla se ha erigido en sanedrín de la historia reciente de la provincia, personalizando en mí la reprobación de cualquier persona que tuviera responsabilidades durante el régimen nacido el 18 de julio de 1936, me veo en la obligación moral de defender mi honor y el de tantos alcaldes, gobernadores y cargos públicos que sirvieron a Sevilla y a España con honestidad y con el único propósito de mejorar las condiciones de vida de los españoles.

4º           Por todos los motivos anteriores, anuncio mi intención de recurrir, nuevamente, el acuerdo de revocación ante la jurisdicción contencioso-administrativa.



Madrid, a 30 de diciembre de 2016

28 de diciembre de 2016

Los inocentes

Reproduzco por su calidad e interés el artículo de Enrique García-Máiquez en el Diario de Cádiz
Monumento al niño no nacido

Si las Navidades le parecen demasiado empalagosas, es que está usted abusando del turrón y las tortas pardas. Estos días mantienen un equilibrio extremo entre la ternura y la entrega, entre la misericordia y el sacrificio. Los poetas del Siglo de Oro lo tenían claro, y en sus villancicos contemplaban también el llanto del Niño, el frío del invierno, la pobreza del pesebre, el puñal que atravesaría el pecho de la Virgen y la futura cruz. Véase Lope de Vega: "Dormid entre pajas/ que, aunque frías las veis,/ hoy son flores y rosas,/ mañana serán hiel"; o Luis de Góngora: "Cuando el silencio tenía/ todas las cosas del suelo,/ y coronada del yelo,/ reinaba la noche fría,/ en medio la monarquía/ de tiniebla tan crüel,/ caído se le ha un clavel/ hoy a la Aurora del seno..."
Además, entre la gran fiesta de la Navidad y el festejo total de fin de año, se sitúa la festividad de los Santos Inocentes, con su recuerdo de horror y muerte. La historia es conocida, pero, por si la tradición tontaina de las inocentadas la está relegando, la recuento. Herodes, temeroso de las profecías que hablaban del nacimiento de un Rey en Belén, ordena que pasen a cuchillo a los niños de la comarca menores de dos años. El cristianismo los consideró como sus primeros mártires, santos por su bautismo de sangre.
Hoy es fácil (y en cierto aspecto consolador) ver en ellos a los patronos de tantas víctimas del aborto. Entonces y ahora, la actuación del poder político es desalmada y plantea en toda su crudeza las contradicciones entre la legalidad establecida y la justicia por establecer. Otra similitud tremenda es la completa inocencia de las víctimas.
Me escandaliza -y al reconocerlo me meto en camisa de once varas- que a Sarah Palin, por ejemplo, le critiquen la supuesta incoherencia de estar a favor de la pena de muerte y en contra del aborto. Los que usan ese argumento demuestran la envergadura de su desorientación moral. Pena capital y aborto son radicalmente distintos, y su diferencia estriba, fíjense, en el concepto de culpa, que nuestra sociedad está perdiendo a pasos agigantados de una manera suicida. La pena de muerte -que yo, cuidado, no considero imprescindible ni, por tanto, conveniente- sólo se aplica a los autores de crímenes muy graves, y después de haber sido juzgados con las máximas garantías. En el aborto, por el contrario, se mata al feto sin juicio previo, lo cual no es de extrañar porque sería declarado inocente en todos los casos. A menudo, lo único que el feto hizo fue tener una discapacidad psíquica o física. El aborto, como sabe todo el mundo, se ha convertido en un instrumento eugenésico masivo que habría hecho las delicias de Hitler. Sobre esto, que socava profundamente la legitimidad de nuestro sistema político, tendríamos que reflexionar cada día. Pero ninguno más apropiado que hoy para recordar cómo el aborto se ceba con los inocentes."

Enrique García Máiquez

23 de diciembre de 2016

Feliz Navidad


"Lo emocionante de la Navidad reside (...) en una paradoja vieja y muy sabida. Descansa en la gran paradoja de que el poder y el centro del universo entero pueden hallarse en un pedacito de materia al parecer diminuto, y que el curso de las estrellas puede hacer ronda a un portal destartalado. Y resulta extraordinario constatar cómo esa sensación de la paradoja del pesebre ha escapado por completo a los teólogos más brillantes e ingeniosos, mientras que se conserva en los villancicos. En ellos, por lo menos, nunca se ha olvidado que el asunto central de la historia que había que contar era que alguna vez el absoluto rigió el universo desde un establo.” 

Gilbert K Chesterton

Con la impresionante imagen de una Puerta de Alcalá en la que, gracias al gobierno comunista municipal, el niño Dios está más presente que nunca por deseo y voluntad de los que aquí vivimos, os deseo a todos los que tenéis la gentileza de leer y divulgar esta humilde página, y también a quienes os habéis asomado a ella para insultar y ofender, una feliz Navidad.

Dios nace para todos y es de todos, especialmente de quienes más lo necesitan porque, o no conocen su Amor o han venido rechazándolo hasta ahora. Que nazca de nuevo para todos vosotros en vuestro corazón.


LFU

21 de diciembre de 2016

La chispa que puede romper el PP

No hay peor ciego que el que no quiere ver. El sorprendente artículo del vocero de Soraya del pasado domingo defendiendo abiertamente la necesidad de una consulta no vinculante y pactada sobre la independencia en Cataluña es una señal más de la deriva que nos espera en relación con la culminación de un proceso criminal de secesión iniciado hace décadas y que ha sido alimentado por la dejación, cuando no la connivencia, de quienes han detentado la Presidencia del gobierno.  Si a eso le unimos las declaraciones de Soraya en un medio de comunicación reconociendo el error del Partido Popular al recurrir el Estatuto de Cataluña al Tribunal Constitucional, resulta evidente que el Gobierno está dispuesto a seguir siendo amable con los separatistas, con tal de conseguir un nuevo aplazamiento de sus envites.

Rajoy juega con fuego, pero como tiene la sangre de horchata, todo le da igual. Lo importante es el corto plazo y en su irresponsable miopía no es capaz de vislumbrar las nefastas consecuencias de sus acciones o inacciones. Su partido se ha convertido en un aparato de poder ajeno a cualquier principio o referencia ideológica, que se mueve a golpe de lo que le dictan las encuestas. Su consigna es aguantar a toda costa y seguir arrebatandole el discurso al PSOE sin dejar de alimentar al monstruo de Podemos, para que no baje el diapasón del miedo que tanto rédito le ha dado a don Tancredo. Nadie podrá decir que Arriola se haya equivocado en su estrategia, aunque ésta sea, a la larga, nefasta para el futuro de nuestra nación. 

Igual que renunció a defender la vida abrazando la ley Aído, igual que ha mantenido la ley de memoria histórica para dar de comer a la extrema izquierda, me temo que Rajoy seguirá consintiendo el desafío separatista, alimentando a la bestia para que explote, si acaso, cuando él se vaya, o no. Pero la única posibilidad cierta de que se rompa de una vez el Partido popular y emerja de una vez un partido conservador en España es que se pase de rosca con el tema catalán y se advierta un serio peligro para la unidad de España. El resto de los problemas no hará temblar los cimientos de Génova, pero ese sí. La renuncia de Aznar a la presidencia de honor es el primer aviso de que algo se está gestando en el mundo de la derecha y es un secreto a voces quiénes están detrás de ese proyecto y cuál es la única chispa que puede hacer que salga a la luz y rompa en pedazos el partido socialdemócrata en el poder. Personalmente, dudo mucho que Rajoy y España aguanten otro nueve de noviembre en el que se vuelva a pisotear el estado de derecho ante la pasividad de la autoridad.


LFU     

20 de diciembre de 2016

D. Luis Carrero Blanco, la honradez al servicio de España

Luis Carrero Blanco y José Utrera Molina en Castellana 3
Hoy, cuando se cumplen 43 años de su asesinato a manos de la ETA y con la complicidad del Partido Comunista y la distancia nos permite comprobar con serenidad cómo ha evolucionado negativamente el espíritu de servicio en nuestros gobernantes, rescato un artículo que publiqué hace cuatro años con motivo de la efeméride. 

«El palacete de Castellana 3 albergaba la Presidencia del Gobierno. Era el Día de la cuestación en beneficio de la ayuda contra el cáncer. Presidía la mesa petitoria instalada ahí la esposa del entonces Presidente del Gobierno, el Almirante Carrero Blanco. La mujer de Carrero, Carmen Pichot, para agradecer a sus compañeras de mesa la colaboración prestada, encargó en el inmediato restaurante «Jockey», templo sagrado de la gastronomía madrileña, unas bandejas de canapés y unas bebidas. Llegó el Almirante y reconoció, por el inconfundible cuello verde de los camareros de «Jockey», a quien servía los canapés y las bebidas. Y amablemente le preguntó por el motivo de su presencia. «La señora de Carrero Blanco nos ha encargado este servicio». «Pues servicio cancelado», dijo Carrero. Y dirigiéndose al camarero, que era el célebre Torres, por quien supe del sucedido: «Muchas gracias. No tenemos dinero para pagar un restaurante tan caro. Dígale al señor Cortés de mi parte que considero sus canapés como su aportación a la lucha contra el cáncer». Cortés, enterado del asunto, se presentó en la mesa y depositó un generosísimo donativo.» (Del artículo de Alfonso Ussia en La Razón  “Eso, la decencia”)

Cuenta mi padre en sus memorias que en una ocasión, despachando con el Almirante Carrero en su despacho de Castellana 3, y tras comentarle a Carrero lo que le llamaba la atención que siempre agotase los bolígrafos bic hasta dejarlos sin tinta, remendándolos incluso con celofán en caso de rotura, éste le contestó: “No lo olvide nunca, Utrera: cada duro del Estado es sagrado”.

Y refiere  Manuel Campo Vidal en su interesante libro sobre el asesinato de Carrero escrito allá por principios de la década de los 80, cómo el Almirante, hombre metódico en sus hábitos, pedía todos los días al llegar al despacho, de la cafetería del otro lado de la Castellana, un café y un paquete de ducados que invariablemente pagaba de su propio bolsillo al camarero que se lo llevaba -lo que nos da una idea de la seguridad del Presidente- y con frecuencia le alargaba el duro de rigor al mendigo que había en la puerta de la Iglesia de los Jesuitas de Serrano que, por cierto, se quejaba de que Carrero no le actualizase la propina según el  coste de la vida.

Tres pinceladas que nos ponen sobre la pista de un hombre honesto a carta cabal, austero y escrupuloso cual cabo furriel, en el manejo de los fondos públicos. Carrero era el epítome del espíritu de servicio que caracterizó a una clase política que nada tiene que ver con la que padecemos en la actualidad. Carrero era militar. Como tal, amaba a España por encima de todo y a su servicio sacrificó su verdadera y apasionada vocación de marino en una constante y abierta muestra de fidelidad a Francisco Franco. Pero Carrero era mucho más. Cuando hace unos días escuchaba a un periodista calificarle de “mediocre” me preguntaba si alguna vez este sujeto habría leído los libros que Carrero escribía con el seudónimo de Juan de la Cosa o habría leído el brillante informe de Carrero sobre la situación de las fuerzas contendientes en la Segunda Guerra Mundial de 11 de noviembre de 1940, que pesó considerablemente en Franco para evitar la entrada de España en el conflicto.

Hacer cábalas sobre lo que hubiera sido la Historia de España con Carrero vivo a la muerte de Franco carece de sentido aunque la clave siempre habría que buscarla en su condición de militar. Los terroristas y sus cómplices asesinaron a un hombre bueno y honrado por encima de todo. A uno de los mejores servidores públicos que ha tenido España. Nada más. Y en el aniversario de su vil asesinato, que tanto celebraron sus adversarios, elevo una plegaria por su alma al tiempo que lanzo al aire, evocando el viejo ritual castrense en desuso:

Almirante Luis Carrero Blanco ¡Presente!

LFU  

12 de diciembre de 2016

Error e infamia. Por José Utrera Molina


Hoy en mi recorrido habitual por la prensa mañanera tropiezo de nuevo con una serie de desinformaciones con las que ABC nos viene obsequiando desde hace algunos días con gran relieve tipográfico,  a cuenta de unos documentos inéditos que dicen todo lo contrario de lo que sugieren los titulares. Se aprovecha el “hallazgo documental” para denigrar hasta la náusea -recurriendo a fuentes absolutamente miserables- a quien fuera Jefe del Estado Español durante 40 años, al mismo  al que la familia Luca de Tena debería agradecer siempre haber recuperado su patrimonio incautado y la dinastía Borbón una corona perdida, en buena parte, por sus propios errores.

Como yo sí tengo memoria, se estremece mi corazón al ver cómo la figura de Francisco Franco es azotada sin misericordia alguna por el diario en cuyas páginas se incluyeron los más altos elogios que recibió en su vida el que fue Jefe del Estado español.   Presiento que asistimos a una estrategia que pretende legitimar la corona al margen de quien, a la postre, fue su principal valedor, con el objeto de evitar ser objeto de la deslegitimación que va implícita en la maldita Ley de Memoria Histórica, que el Partido popular ha querido conservar con grave irresponsabilidad.

Los ataques del diario monárquico contrastan con el enorme respeto con el que el rey Juan Carlos habla de su predecesor, a quien se refiere a menudo como “el Caudillo”  con un afecto y cariño personal que creo sinceros.  Él es plenamente consciente de que sin el impulso y voluntad de Franco, no hubiera vuelto la monarquía a España. Así lo ha reconocido en múltiples ocasiones, haciendo honor a la verdad, puesto que la inmensa mayoría del pueblo español, terminada la contienda, estaba centrada en la tarea de reconstruir España y no precisamente comprometida en conspiraciones de salón para decidir entre la monarquía o cualquier otra forma de gobierno, algo que quedaba reducido a minorías diletantes bien acomodadas.  Me atrevo a aventurar que esta andanada de ataques –algunos de ellos de un ínfimo nivel periodístico- terminarán por volverse como un bumerang contra ABC, pues lo que quedan son los documentos y de ellos lo que se desprende es el enorme sentido común de Francisco Franco y la prudencia con la que manejó los tiempos para evitar nuevas convulsiones.

Evidentemente, se trata también de denigrar a la Falange, como depositaria de todos los males. Y yo afirmo también que no hubo una tropa más leal que la constituida por aquellas gentes que mantenían en el alma el fuego de un incendio apagado, cuyas brasas alimentaban sin embargo la ilusión de muchos hombres. Siempre recuerdo que en las conmemoraciones del fusilamiento de José Antonio en Sevilla, veía siempre a un camisa azul desaliñado, cargado de años y sin apenas brillo en los ojos. Un día decidí acercarme a él. Le dije que siempre me había llamado la atención y le agradecía su perseverancia, pues nunca faltaba a la cita.  Él me contestó  -Y aquí estaré hasta el fin de mi vida-.  -No le debo nada a nadie-, y, mirándome retadoramente me dijo: -yo vendo globos-. Podría poner muchos ejemplos de lo que constituía el núcleo mayoritario del pueblo español, que desde luego no andaba preocupado por el destino de la corona.

Por eso me rebelo cuando se ataca tan injustamente a quienes sintiendo de verdad la falange y no sirviéndose de ella –que también los hubo y demasiados- ofrecieron un sacrificio de lealtad a España que algún día los que tengan el alma limpia y el recuerdo claro habrán de anotar agradecidos.

Soy de los que creen que el olvido y la ingratitud forman parte de nuestra  historia y abona el terreno para la mentira y la manipulación. El recuerdo de tantos hombres que sirvieron a España bajo una bandera con enorme generosidad no puede ser enterrado despachándolos como vulgares lacayos de una dictadura.  Lo hicieron bajo la estructura de un Estado nacional que mereció unánimes alabanzas en las páginas de ABC y que hizo posible que ese periódico sea lo que es hoy en día y no quedara para la historia como el recuerdo estatalizado de un “Diario republicano de izquierdas”.  Todavía quedamos algunos, con muchos años, a los que nos duele el alma y nos lastima la memoria el manejo frívolo e injusto que se hace no solo de la figura de Franco, sino de toda una generación de españoles  que hizo posible una España mucho mejor de la que se encontró, entre la insolidaridad de unos y el odio de otros. Mis oídos no han padecido la sordera de la traición y del olvido y sé bien que el rey Juan Carlos no aprobaría la crueldad con la que ABC se despacha estos días con quien hizo posible el regreso de la corona a nuestra nación.  Por eso pido respeto, no solo a los muertos, sino a los que de buena fe sirvieron a España bajo la ejemplar magistratura de un hombre al que algún día la historia habrá de hacer justicia: Francisco Franco.



JOSÉ UTRERA MOLINA