"Mi sueño es el de la patria, el pan y la justicia para todos los españoles, pero especialmente para los que no pueden congraciarse con la patria, porque carecen de pan y de justicia.". JOSÉ ANTONIO

19 de enero de 2010

La trilogía de Sinkiewicz


Título: A sangre y fuego/ El diluvio/ Un héroe polaco.
Autor: Henryk Sienkiewicz .
Editorial: Ciudadela.
Año: 2007.


En los 10 últimos años pocos lectores habrán resistido a la tentación de picotear en el proceloso mundo de la novela histórica. En las secciones de libros de los grandes almacenes han surgido de la nada estanterías propias para el género y ya existen premios literarios especializados. Confieso que he sido reticente al género, pues algunas malas experiencias me han hecho tener una sana actitud de desconfianza y escepticismo. Recuerdo el bien escrito pero nada veraz, más bien panfletario «El puente de Alcántara» (Frank Baer) que se descolgaba con un retrato del Cid que desinflaba la novela casi al final y te dejaba esa extraña y amarga sensación de estafa intelectual después de tropecientas páginas. Como contraejemplo, la saga de «Los Reyes Malditos» de Maurice Druon, ejemplo de calidad y cantidad que no riñen. Es preciso, en éste caso como en todos los géneros literarios separar el grano, escaso, de la paja cuasi-infinita.

«A sangre y fuego», es la primera novela de una trilogía que no defrauda, lo aseguro. Es una novela histórica, pero también y eso le distingue de otras novelas similares, es la historia de una epopeya nacional, la del pueblo polaco. En Polonia es más que un libro, es el fresco narrativo en el que se identifica el sufrido pueblo polaco. Algo de Mío Cid del pueblo polaco (en el personaje de Juan Kretuski) tiene la trilogía de la que esta novela es la primera entrega. El contexto histórico en el que se desenvuelve es la Polonia en el siglo XVII. No voy a mentir, mi conocimiento sobre los avatares polacos de ese siglo era muy relativo y lo cierto es que la novela ilustra y entretiene, y hace ambas cosas de modo ejemplar. Entre los indudables méritos de la novela, no me resisto a mencionar la muy inspirada creación de una docena de personajes que hacen irresistible la curiosidad por saber de sus avatares. Estos se insertan en una compleja trama política, histórica y militar, pero la fuerza de los mismos, su carácter absolutamente entrañable y legendario hacen que se devore página tras página para satisfacer una curiosidad desatada por el destino de esos personajes excepcionales.

Poco más que añadir, entre los muchos ingredientes de la trilogía cabe destacar el gusto por la aventura, la romántica persecución del amor ideal, el exotismo de los lugares descritos (la Ucrania semisalvaje del XVII), la singularidad de los pueblos que intervienen (el polaco, el lituano, los cosacos, los tártaros). Todos estos elementos se enlazan con maestría y el sugestivo acontecer de los personajes nos permite disfrutar de estupendos ejemplos de compañerismo, de amistad, de nobleza en el servicio en un grado que sólo se da en situaciones extremas como la guerra y el peligro ante la amenaza externa. También hay sitio para la alta y la baja política; incluso para el humor. Un ingrediente indispensable que humaniza a los personajes dándoles un aliento humano que no molesta el aliento épico del relato.

La altura de trilogía, queda de manifiesto cuando aborda situaciones en las que las actitudes más profundas de los personajes quedan reflejadas verazmente, mostrando los universales del carácter humano. Así se contraponen en varias ocasiones de la trilogía, la cobardía del pacto y de apaciguamiento del político calculador y oportunista frente a una actitud de firmeza implacable del héroe que nace de un código de conducta caballeresca, noble e inspirada siempre en la fe cristiana que resulta enormemente reconocible y que el propio Calderón hubiese suscrito. Polonía y España lejos en la distancia, pero cerca en el corazón tras leer esta trilogía.

No se lo pierdan. Especialmente indicado para adolescentes en formación, amantes de los libros de aventuras y de guerra y de la buena literatura.

César Utrera-Molina Gómez

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