


75 años después de su muerte, impresiona y emociona acercarse por vez primera a lo último y más íntimo de su persona. La pluma con la que escribió su testamento y sus últimas cartas antes de que le rompieran el pecho las balas de la sinrazón y el odio; el mono azul con el que le retrató en el patio de la Modelo su amigo Antonio Lucena, ya entre los luceros, sus gafas -rotas-, sus escapularios y la pelota con la que jugaba con su hermano al frontón, sus camisas con la corona y la E de Estella, una cinta con los colores de la pólvora y la sangre...La maleta con sus papeles más íntimos que estuvo secuestrada durante tantos años fuera de España y que hoy custodia con unción su ahijado Miguel.
Se han rellenado tantas líneas sobre su corta vida que estas imágenes, que ven la luz ahora por vez primera gracias a mi amigo que lleva con orgullo y dignidad su mismo nombre y apellido, nos permiten hacer volar nuestra imaginación a las últimas horas de un español joven y valiente, noble e irrepetible, que amó a España hasta el último suspiro y cuya sangre deberá servir siempre de semilla de reconciliación para todos los españoles.
José Antonio, una vez más, ¡PRESENTE!
LFU