"Mi sueño es el de la patria, el pan y la justicia para todos los españoles, pero especialmente para los que no pueden congraciarse con la patria, porque carecen de pan y de justicia.". JOSÉ ANTONIO
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28 de diciembre de 2018

Barcelona y Alfonso XIII


Hace justo cien años, la prensa nacional se hacía eco de la iniciativa  de un grupo de españoles desde la ciudad de Barcelona, en agradecimiento a la meritoria labor humanitaria del Rey Alfonso XIII durante los trágicos años de la Primera Guerra Mundial. El Archivo General de Palacio conserva el documento completo que en nombre de la ciudad condal se dirigió a las Cortes españolas, documento que está expuesto al público en la Exposición “Cartas al Rey: La mediación humanitaria de AlfonsoXIII en la Gran Guerra”

Creo que en  momentos de incertidumbre como los que estamos viviendo en España, estrechar nuestros lazos con la verdadera memoria de la historia es siempre una fuente de consuelo y sobre todo la reivindicación de una esperanza.  No me resisto a que unas palabras tan elocuentes del sentir de tantos españoles queden en el olvido o pasen desapercibidas,  

“A las Cortes

Fue siempre norma de todo corazón noble en España dar muestra de gratitud por los beneficios recibidos y entendemos que ha sido muy grande el que ha reportado a nuestra nación el alto, generoso, magnánimo proceder de nuestro amado monarca Don Alfonso XIII, derrochando tesoros de caridad con miles de gentes desventuradas de todos los países, durante los terribles años de la guerra que ha desolado al mundo.

Alejada providencialmente nuestra patria querida de la feroz contienda, no por ello mirábamos indiferentes las espantosas penalidades que afligían a tantos nobles pueblos, y ansias generosas reprimieron muchos pechos, que hubieran querido socorrer a desvalidos hermanos, si al mismo impulso de caridad, en aquellos instantes de pasión, no se hubieran interpretado con torcido pensamiento.

Afortunadamente, nuestro Rey, siempre Grande y Caballero, supo recoger tan nobles estímulos de millares de sus súbditos y, haciéndose intérprete de sus sentimientos, se lanzó a la empresa de salvar vidas del suplicio, consolar tristezas, llevar consuelo a almas doloridas, y dejar caer sobre ellas el santo rocío de la caridad, empresa por Dios mil veces bendita, premiada aquí mismo, en la tierra, por el coro de alabanzas que ha despertado tan noble conducta, no solo en quien recibió el beneficio, sino en todo el que fue digno de comprenderlo.

No detallaremos esas nobles acciones tan conocidas del mundo entero, cual son testimonio tantísimas cartas publicadas en la prensa europea, en las que brillan desde el tierno sentimiento del corazón de un niño, hasta la más elevada y culta expresión del alma de un gran poeta, cartas de madres, de esposas, de viudas, de hijos, de patriotas, que tejen una corona inmarcesible, más pura y refulgente que la diadema que ciñe la frente del Rey, que lo fue desde antes de haber nacido.

Nosotros sus súbditos fieles y leales, de esta grade ciudad de Barcelona, donde tuvo su abolengo y el valor, su archivo la cortesía y la caridad un trono, queremos ser los primeros en dar pública voz y testimonio de que sabemos agradecer a nuestro Rey, esa conducta notabilísima, que si para él ha merecido universal alabanza, ha traído para nuestra España el respeto y la estima de los mismos pueblos contendientes: que la caridad bendita aplaca los mismos hervores de la cólera.

P. ejercitando el derecho de petición que nos concede el art. 15 de la Constitución de la monarquía, nos dirigimos a las Cortes, que toda la nación representa, en súplica de que se tribute homenaje público y solemne de admiración y cariño a Su Majestad, en recompensa de sus altos y extraordinarios merecimientos, y se inicie por el Gobierno una suscripción pública para regalar al Rey la insignia, donde sobre oro con brillantes escriba el pueblo español el testimonio de su reconocimiento”

Barcelona, 23 de Enero 1919”

Reyes Utrera