"Mi sueño es el de la patria, el pan y la justicia para todos los españoles, pero especialmente para los que no pueden congraciarse con la patria, porque carecen de pan y de justicia.". JOSÉ ANTONIO
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25 de abril de 2014

¡No tengáis miedo!

La Navidad de 1981 tuvo para mí un significado especial. Mis padres nos llevaron a los ocho a Roma para celebrar sus bodas de plata. Por primera vez pisé la ciudad eterna y tuve el privilegio, junto con mis padres y hermanos, de besar el anillo del pescador y hablar brevemente con el que el próximo domingo será elevado a los altares por la Iglesia. Aquí os dejo el testimonio gráfico de la ocasión.

San Juan Pablo II pasará a la historia como el papa de la familia y el que mejor representó la aceptación de la pasión de Cristo en carne propia. El que abrió su pontificado, joven y vigoroso saliendo al balcón de la logia de San Pedro con aquél grito potente y esperanzador:  ¡¡No Tengáis miedo, abrid las puertas a Cristo!! acabó sus días enseñando al mundo la dignidad de su dolor y la entrega a los demás desde la postración de su enfermedad. En un mundo en el que se aparta a los ancianos y se elude la visión molesta del dolor, él quiso dar al mundo una lección de esperanza y de amorosa aceptación de la cruz que le había correspondido.

Jamás olvidaré la emoción del día en que su voz se quebró para siempre ante las cámaras del mundo entero. Su mirada, mezcla de impotencia y aceptación humilde de su dolor era una escena estremecedora de la pasión. Recuerdo que lloré con esa mezcla de tristeza y alegría que tiene la emoción de contemplar algo tan terriblemente doloroso como extraordinariamente hermoso.

El próximo domingo, una de mis hermanas tendrá el inmenso privilegio de estar de nuevo en Roma en la canonización del que será para siempre mi Papa. De alguna manera, nos representará a todos para agradecerle las gracias que por su intercesión hemos alcanzado.  Cuando el mal nos acecha, cuando nos gana la partida, cuando nos damos cuenta de nuestra pequeñez y miseria, cuando el dolor nos puede y acobarda, siempre tendremos su imagen fuerte de esperanza del primer día y la amorosa y dulce mirada de su última postración.

San Juan Pablo II, ruega por nosotros.

LFU