"Mi sueño es el de la patria, el pan y la justicia para todos los españoles, pero especialmente para los que no pueden congraciarse con la patria, porque carecen de pan y de justicia.". JOSÉ ANTONIO
Mostrando entradas con la etiqueta César. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta César. Mostrar todas las entradas

20 de diciembre de 2018

"El hombre que amaba a los perros" de Leonardo Padura


Título: El hombre que amaba a los perros.
Autor: Leonardo Padura.
Editorial: Tusquets.

Una estructura narrativa en espiral intercala y reúne con acierto y tensión narrativa el acontecer de un joven escritor cubano con la peripecia vital del comunista español Ramón Mercader del Río y el periodo final de la vida de León Trotski, desde su exilio de Rusia hasta su brutal asesinato.

Las historias entrecruzadas del narrador cubano, de Mercader y del famoso revolucionario son una formidable excusa narrativa para abordar una devastadora, en ocasiones algo ingenua pero interesante crónica del desengaño con el comunismo, en sus distintas formas, ora la estalinista, bien la trostkista o la vía cubana al socialismo. Distintas caretas de la religión laica que más asesinatos y devastación ha causado en el siglo XX y en parte del XXI.

Hay dos derivas de fondo en la novela, más allá del relato contado, discutible en alguna de sus aproximaciones históricas, por algunos acentos de la parte española o el benigno retrato de Trotski, por ejemplo, por lo demás resulta en momentos hipnótico por el valor histórico, concisión y dureza de los hechos narrados.  La primera. Los personajes principales de esta novela que profesaron la fe comunista y a la que dedicaron sus energías e ilusiones, más allá de todo cálculo humano y moral, van progresivamente haciendo cuentas con sus conciencias y todos, sin excepción, acaban participando e instalándose en la decepción, el arrepentimiento y la consiguiente e inevitable melancolía cuando no en un corrosivo cinismo.  Resulta una implacable descripción de las consecuencias de consagrar la vida a la utopía comunista, pero vale para cualquier ideología, si entendemos como tal, cualquier sistema cerrado de pensamiento que trata de explicarlo todo y no admite la crítica o la reforma.  La segunda. De un modo claro, en aquellos personajes de mayor fibra moral el proceso de decepción se acompaña de una necesidad obsesiva e insoslayable de contar la verdad de su acontecer vital. Tras haber participado en el Himalaya de mentiras organizadas por el Comunismo, surge la necesidad existencial y perentoria de contar al menos su verdad personal, la biográfica como una suerte de exorcismo personal tras habitar demasiado tiempo en las tinieblas de la mentira. Como si su capacidad de perseguir las verdades concretas a las que todo hombre aspira hubiese quedado fatalmente disminuida por participar en el fabuloso embuste, personal, histórico y social que fue el comunismo con consecuencias devastadoras no sólo para las víctimas sino también para los partícipes de este.  El autor deja atisbar que la esperanza de algunos personajes sumidos en un nebuloso proceso de redención comienza por contar con honestidad su vida, buscando la elemental verdad primera, la de su propia biografía.

Ojalá que Leonardo Padura no se pare en esta primera verdad hallada: contar con honestidad su vida a través de esta novela u otras. Es razonable entender un enorme cansancio vital y escepticismo cuando se abandona el aparente mundo de las grandes certezas con una gran decepción. Ojalá no censure su seguro deseo de seguir buscando del que este libro es una prueba cierta, pues hay una Verdad que tuvo y tiene lugar entre los hombres, que no los anula ni conduce a los callejones sin salida de cualquier utopía, que los enfrenta a su libertad, que reconcilia con la condición propia sea la que sea, en el horizonte de un amor luminoso y real, sobre todo real de una esperanza que llena la vida y hace entender al hombre.

Otoño 2018.
César Utrera-Molina Gómez     

26 de mayo de 2015

"Coptos. Viaje al encuentro de los mártires coptos."

Autor: Fernando de Haro
Encuadernación: Tapa blanda
Editorial: ENCUENTRO
ISBN: 9788490550878

Un documental, dirigido y producido por el periodista Fernando de Haro, sobre los coptos, la comunidad cristiana más numerosa presente en Egipto, parece el detonante para escribir este libro. Walking next to the Wall, es el título del documental que ha contado con el patrocinio y la asistencia de la Fundación Ignacio de Larramendi y el Instituto de Estudios Históricos de la Universidad San Pablo CEU y que ha permitido profundizar en la situación de los cristianos perseguidos con un segundo documental, esta vez relativo a los cristianos sirios.

El libro que comentamos discurre a caballo entre el libro de viajes, el reportaje largo y una crónica introspectiva. El tono personal, sobrio y descriptivo que Fernando de Haro utiliza resulta un recurso eficaz para acercarnos a la realidad de estos cristianos insertos en un país milenario. En definitiva, se ofrece no sólo un atinado reflejo de los coptos como minoría en la compleja sociedad egipcia sino un curso acelerado de historia política y social del Egipto contemporáneo. Ampliando algo más el foco, también el libro aborda cómo la modernidad tecnológica y digital de nuestro presente influye sobre cualquier realidad que existe, moldeamiento del que no se libra ni la sociedad egipcia, ni esta minoría cristiana. Sin duda, la obra es una buena fuente para comenzar a conocer a los coptos, para ser consciente de su tenso y esforzado existir en la sociedad egipcia y reconocer y admirar los elementos de su identidad, irreductible al Islam, pero perfectamente compatible con la identidad nacional egipcia.

Quizás lo más interesante de la lectura de estas páginas es la subrepticia y natural invitación a meditar sobre la dificultad de mantener y vivir una identidad distinta y ajena –la cristiana– a la que la mayoría profesa en un cuerpo social. El ejemplo de fidelidad hasta el martirio que los coptos ofrecen supone un acicate para la vivencia de nuestro cristianismo en nuestra sociedad secularizada. ¿Estamos dispuestos a reconocernos cristianos del modo que estos hermanos lo hacen? ¿Aceptamos las consecuencias para nuestra vida que la confesión de cristianismo supone?


César Utrera-Molina Gómez

18 de mayo de 2015

"La aventura de vivir". Alfonso de Zunzunegui

Título: Alfonso de Zunzunegui. La aventura de vivir.
Autor: Iñigo Ybarra Mencos.
Editorial: de buena tinta.
Año 2013.

En un tiempo tan cambiante como el que vivimos no es fácil encontrar ejemplos rotundos e indiscutibles que iluminen los caminos de la vida.  

“La aventura de vivir” es un acercamiento ameno, cercano, quizás demasiado breve, a la vida de este español notable, monárquico convencido y católico sin fisuras: Don Alfonso de Zunzunegui Redonet. Subrayo el don, pues se me hace difícil encontrar a alguien con una hidalguía tan bien ganada, acreedora de los más altos títulos, como la de Don Alfonso.

El centenar largo de páginas que tiene el volumen nos acerca a un tiempo y a un lugar, la España que hubo que reconstruir y en la que todo estaba por hacer y levanta acta, sobre todo, de la peripecia vital un hombre. Un hombre en cuyas venas latía el mejor espíritu emprendedor de la tierra vasca de sus ancestros, que impulsado por una mente lúcida y un corazón arrojado y generoso, supo desde muy joven aceptar el riesgo de dirigir, crear y gestionar con éxito empresas, liderar con responsabilidad hombres y formar una familia superlativa, de la que quien esto escribe se precia en conocer y admirar.

Sirvan estas modestas palabras de homenaje a un representante aventajado de la generación de los que fueron niños en nuestra guerra civil, que sin duda, fue un ejemplo indiscutible de empresario, módelico Pater Familias y un monárquico leal y comprometido al servicio de España cuando serlo y demostrarlo no daba ventajas. Todo lo anterior, parte de una clave esencial que completa el retrato del biografiado: su fe cristiana, probada en la adversidad y vivida en cada escenario de su vida explica la solidez de su trayectoria, la seriedad de sus compromisos sociales y políticos y, sobre todo, la alegría inconfundible que regalaba a quien tuvo la fortuna de tratarlo o conocerlo.


César Utrera-Molina Gómez.
Mayo 2015.

2 de enero de 2015

La Cruz y el Puñal

Título: The Cross and the Switchblade.
Autor: Reverendo David Wilkerson.

Se trata de unos de los libros fundacionales del movimiento carismático cristiano en Estados Unidos y por extensión en el resto del mundo. La Renovación Carismática, potente motor en la actualidad dentro de la Iglesia Católica reconoce, sin embargo, como uno de lospioneros de la experiencia carismática al reverendoprotestante Wilkerson y sus seguidores que a finales de los 50 surgen en las barriadas más castigadas por la droga, la violencia y la exclusión en Nueva York.

Es una narración autobiográfica centrada en el nacimiento de la experiencia de redención personal y espiritual de los jóvenes miembros de las bandas delictivas que surgen en la periferia del sueño americano, precisamente en el lindero más cercano del American Dreamen el Bronx y en ciertas zonas de Brooklyn, en las zonas suburbiales de Nueva York, dónde las condiciones de vida de los inmigrantes venidos de Puerto Rico, República Dominicana y las comunidades negras más humildes convivían en unas circunstancias de enorme precariedad, en vecindad dolorosa y contradictoria con la gran opulencia de la ya entonces, capital del mundo a fines de la década de los 50.

También es un relato de conversión y seguimiento interior a la llamada del Señor. Ése y no otro es el leit motiv del relato. Escrito con sencillez es difícil no sintonizar y emocionarse con la obediencia valiente y humilde a la llamada que el reverendo recibe y la tenacidad llena de fe con la que prosigue su obra en la confianza que la Providencia es la que guía sus pasos. Asimismo resulta no poco chocante y sorprendente, para la mirada racionalista y analítica del europeo actual (creyente o no),la invocación al Espíritu Santo y su manera de manifestarse que el reverendo y sus seguidores plantean como elemento medular de su predicación y experiencia religiosa.

Quien quiera conocer esta realidad emergente en el Cristianismo actual, que tiene una fuerza notable, aparentemente destinada a seguir creciendo y a jugar un papel importante en la unidad de los cristianos de todas las confesiones, éste es un buen libro para comenzar a conocer a la Renovación Carismática, cálida e inconfundiblemente cristiana. 

César Utrera-Molina Gómez

24 de diciembre de 2014

El mártir, la guerra y la Navidad

El mártir, la Guerra y la Navidad.

Esta madrugada a eso de las cuatro de la mañana me he despertado agitado por la intensa conversación mantenida esa misma tarde noche con Andrés Trapiello, mi padre y mi hermano Luis Felipe. Había perturbado mi sueño, habitualmente profundo y alérgico a todo insomnio, las palabras cosidas de dolor de Trapiello al hablar de la furia violenta, larvada por la insensatez de tantos, que se desató en aquél verano.

Me he serenado pensando y recordando esta foto estremecedora hecha a un sacerdote aragonés (cuya identidad sigue discutida, algunos se la atribuyen a Martín Martínez Pascual, véase entrada anterior) antes de morir fusilado en los altos trigales de Aragón en el estío sangriento del 36.
En esta mirada está la esperanza del mundo y la de mí patria, España. Ante la proximidad de la muerte, el gesto reposado muestra sin jactancia que la muerte no es el final. Que el encuentro y la intimidad con el Señor le sostiene y su serenidad es un anuncio de que el perdón a sus ejecutores ya está en su corazón, del que su rostro es espejo iluminado.

Toda la furia desatada de ese verano que aún algunos insensatos revuelven sin prudencia, tiene su antídoto en esta mirada. La del perdón. La que permite empezar de nuevo y reconciliar la vida con el dolor, en nuestra vieja tierra y en cualquier otra.

Hoy, día de Nochebuena, volvemos a mirar la ternura del Niño que nace y mi corazón se conmueve de alegría porque el amor de su cuna siguió siendo fecundo 1.936 años después y lo seguirá siendo en el corazón de los abren su vida a Él.

Beato desconocido. Feliz Navidad. Ora pro nobis.



César Utrera-Molina Gómez
24 de diciembre 2014 

3 de febrero de 2014

La Soledad de Alcuneza

Título: La soledad de Alcuneza.
Autor: Salvador García de Pruneda.
Editorial: Renacimiento. Colección Espuela de Plata.
Año: 2013 (Reedición).

Una novela apenas conocida sobre la Guerra Civil pisa fuerte, en su quinta reedición, reclamando su sitio entre los mejores títulos escritos sobre ella. La reedición nos regala quinientas y pico páginas de enorme e indiscutible talento y belleza. Estamos ante un libro mayor, que nada tiene que envidiar a clásicos como las memorias bélicas de Jünger o la Caballería Roja de Babel y entronca con una larga tradición en la cultura hispánica, la del hombre de letras en guerra, que encabezan Garcilaso y Cervantes.

El tono autobiográfico de la narración parece templado por el tiempo. El autor dejó pasar 18 años desde la Guerra hasta su redacción. Los materiales del libro transitaron de unas memorias de guerra a una novela, ganando como el buen vino con los años de cuidado y silencioso reposo. Prescinde con acierto de plasmar al detalle los lugares de operaciones, para centrarse en el paisaje que le circunda, los colores, los ruidos y aromas del campo, para que nos dejemos llevar por la sensual evocación que genera. Sabemos que está en Aragón, que pasa a Castilla que vuelve al Ebro catalán, pero de una forma confusa y premeditada, como la propia guerra que nos narra. Con acierto, García de Pruneda expurga lo irrelevante para dar énfasis a lo esencial: a aquellas operaciones que sintetizan tres años de guerra; a los personajes que aportan definición y tono a cada situación narrada; a las reflexiones que destilan la esencia de su experiencia militar.

García de Pruneda compone en el acontecer de la narración un vibrante y esmerado homenaje a la milicia, y en especial a la caballería. A ese estoico y peculiar modo de entender la existencia que procede de la vida militar. Los versos de Calderón, “Este ejército que ves/vago al yelo y al calor/la república mejor y más política es/ del mundo (…)” parecen ser el hálito que estructura el relato, que explica a los personajes, que descubre las motivaciones o el desnortamiento de muchos en el acontecer duro y exigente de la guerra. El protagonista, un hombre con estudios clásicos, se incorpora como oficial a una unidad de zapadores en un regimiento de caballería. La disciplina, la esforzada observancia de las ordenanzas, el trato con la humanidad diversa de la tropa, el poderoso vínculo entre animal y jinete, la acrisolada profesionalidad de los veteranos de carrera van ganando poco a poco, el ánimo y el corazón del civil que se torna, emulando el ejemplo y el sacrificio de sus superiores en un auténtico soldado. No se encuentra aquí una superficial glorificación de la violencia o una adolescente idealización de la vida de acción, sino que hay una sutil y progresiva comprensión y reconocimiento de que las virtudes del mundo castrense no sólo humanizan al torbellino atroz y caótico del conflicto armado sino también generan hombres ejemplares. La milicia como civilización de la guerra, como antídoto al caos que asedia siempre a la violencia desatada. Así lo atestiguan los preciosos ejemplos del cuidado de la tropa por oficiales al mando, la forja de amistades que no caducan, el común desprecio de todo auténtico soldado al oportunismo y al ventajismo, el natural respeto al adversario al que se le combate sin odio o cómo ante la proximidad de la muerte, sólo procede el silencio o las palabras verdaderas ante Dios o los camaradas de armas. 

Otra virtud no pequeña del texto, un medido tono nostálgico y elegíaco, a veces, se abre paso: no sólo en los fragmentos descriptivos del paisaje; sino en las marchas de aproximación; en los escuetos diálogos que el servicio provoca o en los momentos de ocioso esparcimiento. Así percibimos -con una tristeza compartida con los protagonistas de la obra- que la caballería, por su aristocrática idiosincrasia, por la fusión del jinete y bestia, de caballero y soldado, resulta un anacronismo vivo en las guerras del siglo XX, que nuestro conflicto ya prefigura. La simbiosis de jinete y animal se corresponde con un mundo que desaparece a toda velocidad, la dolorosa belleza de la carga a caballo resulta un sinsentido atroz y brutal ante la ventaja de las máquinas automáticas, de los blindados que acabarán por proliferar.

Tampoco falta como en toda historia verdadera de guerra: aventuras, humor y amor. La mirada del autor, consciente de la dolorosa circunstancia que supuso nuestra guerra, acoge con generosidad e ingenio, lo anecdótico, lo inusual, los caracteres que dan color y gracia al discurrir de la azarosa vida del hombre en armas. No se sobrevive en guerra, sin abordar la realidad inmediata con la distancia inteligente y lenitiva que da el humor. Capítulo aparte merecen el relato vibrante, humanísimo y dolorido de las aventuras galantes, lejos de una exhibición vanidosa están teñidas de la punzante urgencia del superviviente, de la tristeza de las promesas incumplidas. 

No quería terminar sin hacer una pequeña advertencia. No se trata de una novela neutral políticamente, no lo es en absoluto sin ser una novela politizada. Hay críticas que le asignan esta asepsia, como si les ofendiera que este libro, raro y valioso, se escribiera en el bando vencedor. No la han leído bien o faltan a la verdad, me atrevo a decir. En esto como en lo demás, el autor sintetiza con altura, la del diplomático que fue, uno de los significados de nuestra guerra, en España se jugó otra vez –como en la Reconquista, como en Lepanto- la partida de Occidente contra sus adversarios. Occidente ganó y se aplazó, un poco, su ocaso.

César Utrera-Molina.




20 de diciembre de 2013

«La Era Argentina» de Aquilino Duque

Título: La era argentina.
Autor: Aquilino Duque.
Editorial: Encuentro.
Año: 2013.

En el panorama actual encontrar una voz que disienta del discurso impuesto por el poder es raro, más aun si es una línea de disentimiento razonada y rigurosa, pues resulta una nota de esperanza. Si son pocos los que piensan, aun menos son los que lo hacen bien.

Este libro recoge artículos del autor que acumulan diversos méritos no sólo por estar bien escritos sino por evitar y denunciar la componenda de lo "políticamente correcto", por ser descarnadamente incisivos en el análisis y en algunos casos por anticiparse al momento actual cuando no era tan fácil predecirlo. La temática de los artículos es variada. Política internacional, actualidad política y social nacional, reflexiones filosóficas, literarias o geopolíticas tienen encaje y abren perspectivas a veces incómodas, pero en todo caso lúcidas de las últimas décadas nuestro mundo. Una de las singularidades de esta colección de ensayos radica en su enfoque poco habitual: conservador y reaccionario, tributario del espíritu de Burke y de la brillantez, combativa y afilada, del maestro colombiano Gómez Dávila, consiguiendo con brillantez que no haya oposición entre ambas actitudes sino más bien complemento. Esta perspectiva trata de salvar lo aceptable del presente pues la realidad inmediata siempre tiene valor, y que, precisamente por ello, para salvarla y abrazarla reacciona frente a sus ídolos de barro, valorando el legado del mejor pasado que la hace posible. Esta propuesta es una eficaz vacuna frente a las estafas de las abstracciones y los trampantojos de las utopías que pese al dolor y destrucción que causaron en el siglo XX y en los albores del nuevo, algunos siguen sin reconocer su rostro inhumano.

Aquilino Duque, desde el magisterio de sus 81 años, es en el universo hispánico de las letras –uno de los pocos que lo promueven de verdad–, un espíritu libre, independiente, de talante liberal, nada adulador de modas o tendencias en boga –la liberal, entre ellas–y, por ello, destinado al aislamiento, propio de quien no entra en el circuito de dádivas que para los intelectuales reserva el “establishment”. Prueba fehaciente de ello fue la presentación del libro en Madrid: en condiciones de cuasi clandestinidad; sin casi publicidad; con la significativa ausencia del editor en una noche fría de noviembre. A cambio, los que asistimos, pudimos admirar la brillantísima y discutible presentación del Profesor Ayuso y la no menos luminosa réplica de Aquilino Duque  Este es el precio y el premio por ser un pensador tan lúcido como libre, por pertenecer a la “inmensa minoría”.

César Utrera-Molina Gómez

Diciembre 2013.

30 de julio de 2013

"El despertar de la señorita Prim"

Título: El Despertar de la señorita Prim.
Autora: Natalia Sanmartín Fenollera.
Editorial: Planeta.
Año:2013.



Resulta difícil calificar en justicia esta novela, pero dado los buenos ratos de lectura que me ha brindado, sería ingrato por mi parte no proclamar que parece haber sido escrita en un permanente e insólito estado de gracia.

El hilo conductor -una aparente amable historia de amor y costumbres- alberga, premeditadamente, ovillos que conducen a cuestiones de mucha altura, certeramente enredados en un argumento claro y bien escrito, desarrollado no sólo con inteligencia, más aún, con un muy acabado encanto femenino. 

La autora dosifica con gracia e ingenio la trama: sencilla, lineal, razonablemente previsible pero no por ello sin interés.  El acontecer de la protagonista en el peculiar pueblo, plantea hábilmente, sin pedantería y con una dosificada pertinencia cuestiones claves de la vida moderna y de toda época: la educación de los hijos, la libertad educativa, el trabajo de las mujeres, las relaciones entre hombres y mujeres, el matrimonio, en fin, aborda con naturalidad las bases de la organización de toda comunidad. 

Y todo ello, sin que la trama argumental se resienta, sin que las erudiciones literarias, litúrgicas, gastronómicas, teológicas y de toda índole que pueblan el texto resulten inapropiadas o pesadamente discursivas, sino por el contrario, acaban resultando perfectamente naturales y adecuadas a la realidad que la novela plasma.

Lo ignoramos todo de la autora, salvo que su talento es innegable y que ha tenido el acierto de plantear con belleza, clara razonabilidad y encanto innegable una cosmovisión alternativa, la tradicional católica, al discurso que Occidente lleva insuflando desde la Revolución Francesa y que, definitivamente, parece que ha perdido parte de su capacidad de seducción, pese haberse impuesto al no existir, de momento, alternativas viables.

La cuestión que no resulta fácil de dilucidar es si la novela plantea una utopía arcaizante y atractiva como un refugio o huida de la modernidad (concepto en sí antitradicional y opuesto a un entendimiento católico del mundo) o por el contrario es una acertadísima y audaz llamada de atención del malestar que sienten muchas mujeres y hombres del presente, que no se resignan a aceptar las servidumbres de nuestra sociedad opulenta, desigual e infeliz. No sería exagerado decir que el texto admite más sugerencias e interpretaciones a las aquí expuestas y que seguro que pueden ser tanto o más pertinentes.

Juzguen ustedes mismos y disfruten de esta obra femenina y singular, que está llamada a ser un clásico de nuestro tiempo.

César Utrera-Molina Gómez


Julio 2013.

21 de noviembre de 2012

Me hallará la muerte. De J.M. De Prada


Ficha técnica
Fecha de publicación: 08/11/2012
592 páginas
Idioma: Español
ISBN: 978-84-233-3921-1
Código: 10010543
Formato: 13,3 x 23 cm.
Lomo 1246
Presentación: Rústica con solapas
Colección: Áncora & Delfin



«Me hallará la muerte...» escoge la gesta de la División Azul, en su faceta militar pero también de maniobra política interna y geopolítica, sirviendo como marco sociológico, político e histórico para concitar la atención de una ambiciosa y compleja trama. Se apunta así, De Prada, a la estela de otras novelas publicadas en los últimos años, que pese a la mayor o menor calidad de su factura, sin embargo han ganado el favor de muchos lectores. Entre ellas, merece la pena recordar, especialmente, la de José María Blanco Corredoira, la muy grata, sencilla y sólida "Añoranza de Guerra".

En lo literario, De Prada mantiene el buen oficio narrativo con momentos de prosa inspirada en las dos primeras partes de la novela que, sorpresivamente, hace aguas en la tercera parte, sin posibilidad de rescate, pues la ambiciosa historia trenzada hasta ese momento degenera en una suerte de folletín truculento con aspiraciones de novela negra, teniendo demasiado de lo primero y poco de lo segundo, salvo cumplir con alguna de las prescripciones canónicas del Código Hays, olvidando que el mal en muchas ocasiones es sutil y no siempre grosero y procaz.

Resulta contradictorio que la seriedad con que el autor inicia la novela, que revela un cuidado estudio del habla de la época y de sus estratos sociales, así como la preparación de una compleja urdimbre argumental con mezcla de géneros: del picaresco al épico, de la crónica histórica y social a la novela psicologista, de pronto se diluye para quedarse en una tentativa de obra mayor como si las prisas o un hito sobrevenido hubiese arruinado el esfuerzo previo invertido. Así, los personajes, inicialmente bien delineados, degeneran en alfeñiques sin consistencia y credibilidad, sometiéndolos a un maltrato insólito que no se compadece con los mimbres con los que se les presenta. Del mismo modo, el retrato de la España de la posguerra acaba resultando en exceso esquemático, de trazo grueso y desfigurador que no se compadece en absoluto, con la pretensión declarada de rigurosa documentación del autor al señalar: y la labor de documentación, a veces muy penosa. Y es que hablo de una época lejana pero lo suficientemente cercana para que las personas de cierta edad puedan notar que chirrían algunos elementos(El Cultural del diario El Mundo, 16 de noviembre de 2012). 

Por otro lado, tanto el reiterado abuso de procacidades, gratuitas en muchas ocasiones, como la repetición monótona de expresiones o frases hechas del texto como apostilla de la acción revelan ora una autocomplacencia acrítica en la reiteración ora una limitación, probablemente sobrevenida, para llevar a puerto seguro el proyecto de novela que en su inicio parece atisbarse.

Insistiendo en uno de los desequilibrios más notables de la novela, resulta especialmente inesperado, por tener el autor conocimiento y acceso directo a personajes que participaron en esa época, el trazo grueso con el que describe la posguerra española en general, y particularmente, la injusta y maniquea inquina con que despacha a la Falange y a los falangistas. Se ofrece un aguafuerte expresionista de la España de la posguerra en línea con el antifranquismo literario más ortodoxo, siendo no sólo un dislate nada original -ya Cela inauguró esa senda con «La Colmena»- sino que resulta incompatible con un análisis histórico mínimamente objetivo. Si el régimen descrito estaba habitado por fatuos idealistas, lameculos profesionales, corruptos uniformados y plutócratas en convivencia con el poder político, ¿cómo es posible que emergiera de él, una clase media que vertebró socialmente el país?, ¿cómo es posible que el sistema iniciado en 1978, recibiera una administración ligera de funcionarios y el sistema impositivo más benigno de Europa?, ¿cómo es posible que el ordenamiento jurídico existente, en el que Estado estaba sujeto a control, pudo ser homologado prácticamente en su totalidad para el inicio de la vida democrática?; ¿Cómo ese régimen vendido al capitalismo americano acabó prácticamente con la miseria secular de muchas partes de España, la infravivienda y el analfabetismo en menos de 40 años?.

Resulta triste y un poco absurda esta deriva del texto pues trasluce un rencor sin rebaja alguna hacia todos los protagonistas de ese pasado que pretende describir con verosimilitud. Nadie se salva. Los falangistas, una de dos: o eran unos tontos idealistas o unos aprovechados; los democristianos unos lamentables meapilas; y los tecnócratas del Opus Dei, una panda de sectarios, y así con todos… Esa pretensión descriptiva, demoledora e inmisericorde, parece destilar un prejuicio ideológico que sólo puede proceder de la indigesta asimilación de un tradicionalismo mal entendido cuya pugnacidad sin límite hace frontera con el nihilismo más extremo.

Esperamos, pues, que en la próxima novela, De Prada, retome su mejor pulso narrativo y lo ponga al servicio de causas artísticas más nítidamente provechosas, libre de absurdos ajustes de cuentas, estériles siempre, siendo seguro que el resultado literario mejorará, pues la grandeza de miras, él bien lo sabe, siempre redunda en el buen resultado de la obra literaria.

César Utrera-Molina Gómez

30 de octubre de 2012

El eterno femenino y la educación

Varón e inclinado hacia lo espartano, lo marcial y una cierta dureza en la educación de la prole, me encuentro, ¿casualidad?, educando a tres hijas: M. R. y V. que responden en diversos e inteligentes grados evasivos hacia esa, mi corriente educativa.  M. con su facciones regulares, frente florentinamente persuasiva, ojos entre marinos y aéreos y voz dulce, delimitó con apenas 5 años los definitivos confines de mi propósito educativo.  

Un enérgico regaño y castigo no ponía fin a su llanto, raro pero persistente cuando hace presencia, cuando me miró abriendo sus ojos arrasados en lágrimas y abrazándome me gritó: “¡necesito consuelo, no regaños!”. Luego el abrazo, los besos y la calma. Como el mar, también femenino, que también (y tan bien) nos revuelca y nos devuelve a nuestra exacta estatura y pretensión.

César Utrera-Molina