"Mi sueño es el de la patria, el pan y la justicia para todos los españoles, pero especialmente para los que no pueden congraciarse con la patria, porque carecen de pan y de justicia.". JOSÉ ANTONIO

20 de diciembre de 2018

"El hombre que amaba a los perros" de Leonardo Padura


Título: El hombre que amaba a los perros.
Autor: Leonardo Padura.
Editorial: Tusquets.

Una estructura narrativa en espiral intercala y reúne con acierto y tensión narrativa el acontecer de un joven escritor cubano con la peripecia vital del comunista español Ramón Mercader del Río y el periodo final de la vida de León Trotski, desde su exilio de Rusia hasta su brutal asesinato.

Las historias entrecruzadas del narrador cubano, de Mercader y del famoso revolucionario son una formidable excusa narrativa para abordar una devastadora, en ocasiones algo ingenua pero interesante crónica del desengaño con el comunismo, en sus distintas formas, ora la estalinista, bien la trostkista o la vía cubana al socialismo. Distintas caretas de la religión laica que más asesinatos y devastación ha causado en el siglo XX y en parte del XXI.

Hay dos derivas de fondo en la novela, más allá del relato contado, discutible en alguna de sus aproximaciones históricas, por algunos acentos de la parte española o el benigno retrato de Trotski, por ejemplo, por lo demás resulta en momentos hipnótico por el valor histórico, concisión y dureza de los hechos narrados.  La primera. Los personajes principales de esta novela que profesaron la fe comunista y a la que dedicaron sus energías e ilusiones, más allá de todo cálculo humano y moral, van progresivamente haciendo cuentas con sus conciencias y todos, sin excepción, acaban participando e instalándose en la decepción, el arrepentimiento y la consiguiente e inevitable melancolía cuando no en un corrosivo cinismo.  Resulta una implacable descripción de las consecuencias de consagrar la vida a la utopía comunista, pero vale para cualquier ideología, si entendemos como tal, cualquier sistema cerrado de pensamiento que trata de explicarlo todo y no admite la crítica o la reforma.  La segunda. De un modo claro, en aquellos personajes de mayor fibra moral el proceso de decepción se acompaña de una necesidad obsesiva e insoslayable de contar la verdad de su acontecer vital. Tras haber participado en el Himalaya de mentiras organizadas por el Comunismo, surge la necesidad existencial y perentoria de contar al menos su verdad personal, la biográfica como una suerte de exorcismo personal tras habitar demasiado tiempo en las tinieblas de la mentira. Como si su capacidad de perseguir las verdades concretas a las que todo hombre aspira hubiese quedado fatalmente disminuida por participar en el fabuloso embuste, personal, histórico y social que fue el comunismo con consecuencias devastadoras no sólo para las víctimas sino también para los partícipes de este.  El autor deja atisbar que la esperanza de algunos personajes sumidos en un nebuloso proceso de redención comienza por contar con honestidad su vida, buscando la elemental verdad primera, la de su propia biografía.

Ojalá que Leonardo Padura no se pare en esta primera verdad hallada: contar con honestidad su vida a través de esta novela u otras. Es razonable entender un enorme cansancio vital y escepticismo cuando se abandona el aparente mundo de las grandes certezas con una gran decepción. Ojalá no censure su seguro deseo de seguir buscando del que este libro es una prueba cierta, pues hay una Verdad que tuvo y tiene lugar entre los hombres, que no los anula ni conduce a los callejones sin salida de cualquier utopía, que los enfrenta a su libertad, que reconcilia con la condición propia sea la que sea, en el horizonte de un amor luminoso y real, sobre todo real de una esperanza que llena la vida y hace entender al hombre.

Otoño 2018.
César Utrera-Molina Gómez     

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