"Mi sueño es el de la patria, el pan y la justicia para todos los españoles, pero especialmente para los que no pueden congraciarse con la patria, porque carecen de pan y de justicia.". JOSÉ ANTONIO
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8 de julio de 2014

Pablo Iglesias, el "bueno" y el "malo"

Aunque no soy asiduo al género chamuscado de las tertulias, resulta difícil husmear entre los canales y las redes sociales sin que alguien esté hablando de Pablo Iglesias. Y cuando el que habla pertenece al Partido socialista, suele apostillar su referencia distinguiendo al líder de “Podemos” de su fundador, al que le ha caído el apelativo de Pablo Iglesias, “el bueno”, quizás para destacar la radicalidad del omnipresente y flamante eurodiputado.  

Pero de “bueno” o de moderado tenía poco el linotipista. Según recoge Luis Gómez Llorente en su libro "Aproximación a la historia del socialismo español hasta 1921",( Cuadernos para el Dialogo, Madrid, 1972, página 169-) el 12 de noviembre de 1921, en su discurso pronunciado ante el VI Congreso del PSOE en Gijón, Pablo Iglesias, “el bueno” pronunciaría éstas palabras pletóricas de talante: "Queremos la muerte de la Iglesia… para ello educamos a los hombres, y así les quitamos la conciencia… No combatimos a los frailes para ensalzar a los curas. Nada de medias tintas. Queremos que desaparezcan los unos y los otros".

Pues bien, no sé cuál de los dos Pablos es peor, aunque seguramente ambos habrán renegado por igual de su apellido. Del contemporáneo, debo señalar su fuerte dogmatismo, su carácter sectario y la extraordinaria habilidad que demuestra ante las cámaras. No hay duda de que la cámara “le quiere” y lo más sorprendente –o no- es que todos los medios hayan decidido promocionarle de forma gratuita. Me barrunto que algo tendrá que ver la cocina de Arriola en todo esto, pero la estrategia no es nueva y es peligrosa. Ya lo intentó Miterrand con el Frente Nacional y ahora es la primera fuerza política de Francia.

Lo peor es que a Pablo Iglesias se las ponen con a Fernando VII. No es que el muchacho sea tonto, ni mucho menos, pero si le ponen de sparring a tertulianos de profesión a sueldo de los partidos, intelectualmente menesterosos y sin otros principios que los de Groucho Marx, la victoria la tiene asegurada. Vean si no el repaso que Fernando Paz le dio a Pablemos a cuenta del franquismo, esgrimiendo con valentía la verdad frente el rancio argumentario  de la historiografía marxista.

Ya sé que al Partido popular le interesa sacar el espantajo de este revolucionario con coleta para alentar el voto del miedo, pero mucho cuidado con estos experimentos. La campaña se la están haciendo gratis y esto se acaba pagando.


LFU

27 de junio de 2014

Pablo Iglesias le abre la puerta grande a Rubalcaba

El cinismo, o tal vez la fragilidad de la memoria, nos presenta hoy a Alfredo Pérez Rubalcaba como un gran hombre de Estado al que se despide como a los buenos toreros, con una gran ovación y el olvido de sus tardes negras.

El mismo Rubalcaba que hizo el trabajo sucio en aquella terrible jornada de reflexión de marzo de 2014, el que sirvió de escudero al infame Zapatero durante sus dos legislaturas, el que ha sido capaz de justificar y defender tripartitos, aborto libre y educación para la ciudadanía, ayer era despedido por tirios y troyanos –y cómo no, por el cursi pomposo de Posada, como un gran prócer de la democracia.

Me quedo con el Suum cuique tribuere de Ulpiano y líbreme Dios de juzgarle, pero sus actos y dichos están en la hemeroteca.  No derramaré una lágrima por un político que tanto daño a hecho a nuestra nación por mucho que lo que haya de venir sea peor.

Pero la pura verdad es que Rubalcaba se va, porque Pablo Iglesias le echa. La izquierda se está echando al monte encendida por la mecha del sectarismo que prendió el infame con su escudero.  El hijo se revuelve contra el padre y lo aparta, porque la semilla del odio acaba dando sus frutos podridos. Descanse en paz.


LFU       

2 de junio de 2014

La Abdicación del rey

Si hay algo que los años le enseñan a uno es que, en política, casi nada es lo que parece.  Estoy seguro de que la abdicación del rey hoy anunciada, obedece a causas últimas que se nos escapan, aunque podamos barruntarlas. Qué duda cabe que si su decisión no era la de morir siendo rey, el momento de abdicar era hoy, que la estabilidad parlamentaria permite la rápida aprobación de una ley orgánica que asegura una sucesión sin sobresaltos.  

En cualquier caso, a pesar de mi escaso fervor dinástico provocado por la más que cuestionable trayectoria política y vital del rey Juan Carlos y sus predecesores en el trono, pensando en España y nada más que en España, creo que lo mejor para esta hora de tribulación en la que se encuentra nuestra patria es que la Jefatura del Estado permanezca ajena a los vaivenes de la lucha partidista y a salvo de los desvaríos del sufragio universal.

La Corona es hoy, indiscutiblemente, uno de los pocos elementos vertebradores de la nación española, por representar el lazo de unión con nuestra tradición histórica. Ahora, cuando la unidad de España está en peligro, la mayor parte de las instituciones desprestigiadas y la clase política en entredicho por la corrupción y la falta de ejemplaridad, la Corona tiene ante sí una ocasión histórica única para hacer valer su papel integrador y evitar que España perezca como nación.

Si así lo hace, justificará para cien años más su existencia. Si no, se verá arrastrada con toda justicia por el ocaso de una nación a la que no habrá sabido servir como debía.

Que Dios ilumine al nuevo rey y bendiga siempre a España.   


LFU

15 de enero de 2014

El paseillo de la Infanta

A propósito de la imputación de la Infanta Cristina, me sorprenden los argumentos que esgrimen los partidarios de que ésta haga el paseíllo a pie hasta el edificio de los Juzgados de Palma.  Dejando al margen la intencionalidad que subyace a tal pretensión, si la Infanta debe ser tratada como el resto de los españoles, debe aplicarse  el principio de no discriminación. Y si discriminar es tratar distinto a los que son iguales y tratar igual a los que son distintos, resulta palmario que dar a la Infanta Cristina el mismo trato que al resto de los ciudadanos, implicaría una discriminación evidente.  Y esto no tiene nada que ver con ser monárquico o dejar de serlo. Es de puro sentido común.

Hace muchísimos años que Ulpiano sentó claramente la definición de la Justicia: Iustitia est constans et perpetua voluntas ius suum cuique tribuendi; "La justicia es la constante y perpetua voluntad de dar (conceder) a cada uno su derecho".  Ese suum quique tribuere" (dar a cada uno lo suyo) no puede desconocer que la Infanta no es igual al resto de los españoles, por mucho que esté sometida como todos al imperio de la ley. Por formar parte de la familia Real, goza de determinados privilegios y está sujeta a un protocolo que es ajeno al común de los mortales, al tiempo que la repercusión pública de cualquier actuación reprochable -como la que indudablemente afecta a la conducta de su marido, conocida o no por ella- es infinitamente  mayor que la que pueda afectar a cualquier otro ciudadano español.  

Así, conceder a la Infanta un trato formal distinto al que se daría a cualquier otro justiciable no implica discriminación, sino estricta justicia. Otra cosa es que la Infanta sea igual que el resto de los ciudadanos ante la ley y la aplicación de la misma no admita distinciones por su rango institucional.  Caiga todo el peso de la ley sobre ella o sobre cualquier otro que haya delinquido, si así lo deciden los Tribunales, pero no pretendamos añadir a la eventual condena, penas adicionales no sólo inútiles –que sólo pretenden convertir su declaración en un circo mediático- sino, además, discriminatorias.


LFU

7 de enero de 2014

Reforma de la Ley del Aborto. Un paso necesario

No soy de los que, en materia de defensa de la vida humana, se ajustan a la doctrina del Tribunal Constitucional, institución cuyo prestigio es inversamente proporcional a su docilidad al poder establecido en cada momento. Para mí la vida humana –y ésta existe de forma indubitada desde el momento de la concepción- es un valor absoluto y su defensa y respeto no admite excepciones, por lo que tan sólo en caso de tener que elegir entre una u otra vida resulta lícito sacrificar una de ellas para salvar a la otra. A partir de ahí, se pueden -y deben- aplicar atenuantes o eximentes en función de las circunstancias concretas en las que se pudiera practicar un aborto, como en la comisión de cualquier delito, pero no soy partidario del establecimiento de supuestos de despenalización que, en la práctica, equivalen al reconocimiento de un quasi derecho al aborto, máxime si dichas intervenciones son financiadas por la sanidad pública. Admitir la posibilidad de eliminar una vida ante la existencia de un conflicto de intereses entre una vida humana y un daño psicológico para otra, implica reconocer que no todas las vidas merecen la misma protección, en claro perjuicio, en este caso, del concebido no nacido.

No puedo, por tanto, hacer mío el anteproyecto de ley presentado por el Ministerio de Justicia, tan contestado desde dentro y desde fuera del Partido popular, lo que no me impide, en absoluto, reconocer el enorme valor que tiene dar en el mundo de hoy un paso contracorriente en defensa del derecho a la vida del concebido no nacido.

Sólo un iluso puede pensar que el legislador español pueda defender, por el momento, mi posición sobre este asunto. La postura que yo represento es aún, por desgracia, considerablemente minoritaria en una sociedad en la que impera  la comodidad y el hedonismo y en la que se niega cualquier valor del sacrificio. Una sociedad hipócrita que protege colonias de mariposas en extinción al tiempo que dedica recursos a eliminar embriones humanos no deseados y a apartar a los mayores.

En los ocho años que estuvo gobernando España el Partido popular presidido por José María Aznar, no se tocó ni una sola coma de la ley coladero de 1985 en base a la cual se podían abortar niños con ocho meses con pasmosa facilidad. En las últimas elecciones, el Partido popular no llevaba en su programa ninguna ley de “aborto cero”, aunque sí prometió derogar la ley de Zapatero por la que el aborto se convertía en un derecho y la vida quedaba sometida a un frío plazo durante el cual resulta lícita su eliminación.

Pues bien, el anteproyecto no se limita a derogar la nefasta ley de 2010 -lo que habría sido  visto con enorme comodidad para muchos votantes y cargos del Partido popular- sino que va mucho más allá y supone una regresión cualitativa en la cultura de la muerte, que se había instalado en nuestra sociedad desde hace décadas. El derecho al aborto desaparece como tal y se limitan a dos los supuestos de despenalización del aborto, eliminándose el aborto eugenésico; se exigen dos informes médicos distintos y ajenos al centro en el que se vaya a practicar el aborto, con lo que se pone coto al coladero de la antigua ley de supuestos y se permite a la administración la posibilidad de controlar el cumplimiento de tales requisitos; se exige al menos el conocimiento de los padres de la embarazada menor y se establece un plazo mínimo de espera de 7 días permitiendo al menos un período de reflexión a la madre embarazada desde el momento en que se le comunica la posibilidad de abortar a su hijo.

No es mi ley del aborto, en absoluto, pero es un paso importante en defensa de la vida, que me propongo apoyar, pues hoy por hoy, es la única ley posible.  Si tenía alguna duda al respecto, las declaraciones de personajillos como Semper, Monago, Cifuentes y etc… y el significativo silencio cómplice de otros populares como Mato, Aguirre, etc… han terminado de convencerme. Es claro que la ofensiva contra esa ley, desde dentro y fuera del PP va a ser enorme. Desde la izquierda, porque no aceptan que se desafíe su supuesta superioridad moral, desde la derecha, por el miedo que tienen muchos a perder votos por la defensa de unos principios que no comparten buena parte de los votantes del Pp, por lo que intentarán descafeinarla todo lo posible.

La apuesta del Ministro, me consta, es decidida para dar un paso al frente en defensa de la vida, que no será sino el comienzo de un cambio de tendencia en la cultura de la muerte. Esta es una guerra que hay que ganar batalla a batalla y que no se va a ganar en un día. Su propuesta de internacionalizar el asunto en el Parlamento Europeo permitirá que se abra un debate internacional sobre el aborto, muy necesario para despertar conciencias adormiladas.

No se conquistó Granada en un día. Hicieron falta ocho siglos para ello. Por eso cada paso que se de en defensa de la vida, por pequeño que sea, merecerá mi apoyo y mi compromiso.


LFU

23 de diciembre de 2013

Una decisión miserable

La Junta del Gobierno del Colegio de Abogados de Madrid, en silencio, nocturnidad y alevosía y hurtando a la Junta General convocada el debate sobre el asunto, ha decidido retirar los honores concedidos a José Antonio Primo de Rivera y Francisco Franco Bahamonde por otra Junta de Gobierno en el mes de marzo de 1939.

La decisión respecto al anterior Jefe del Estado cabe enmarcarla en la categoría gregaria de las actuaciones de «antifranquismo retrospectivo», que denotan, además de una terrible falta de perspectiva histórica, una carencia considerable de valentía. Sin embargo, la retirada de honores a José Antonio Primo de Rivera, abogado colegiado asesinado en 1936, sólo merece el calificativo de mezquina y miserable.

José Antonio fue, desde muy joven, un abogado brillante y profundamente enamorado de su vocación jurídica. Sin haber cumplido los treinta años, tras escuchar un informe oral suyo el Tribunal Supremo, el entonces Decano del Colegio Francisco Bergamín –que defendía a su contrario- comenzó su intervención diciendo que acababa de escuchar a una gloria del foro.  José Antonio quiso separar su vocación política –a la que llegó para defender el nombre de su padre- de su vocación como jurista. Como él mismo diría un año antes de ser asesinado: “Seamos, pues, políticos, francamente, cuando nos movamos por inquietudes políticas; y luego, en nuestros trabajos profesionales, tengamos la pulcritud de no traer ingredientes de fuera. El juego impasible de las normas es siempre más seguro que nuestra apreciación personal, lo mismo que la balanza pesa con más rigor que nuestra mano. Cuidemos una técnica limpia y exacta, y no olvidemos que en el Derecho toda construcción confusa lleva en el fondo, agazapada, una injusticia.”

Prestó su último servicio como abogado en un memorable y estremecedor informe oral ante el Tribunal Popular de Alicante -que ya tenía de antemano decidida su ejecución- en su propia defensa y en la de su hermano y su cuñada. Al día siguiente, ya condenado a muerte, escribiría con insólita serenidad lo siguiente: Ayer, por última vez, expliqué al Tribunal que me juzgaba lo que es la Falange. (…) Una vez más, observé que muchísimas caras, al principio hostiles, se iluminaban, primero con el asombro y luego con la simpatía. En sus rasgos me parecía leer esta frase: "¡Si hubiésemos sabido que era esto, no estaríamos aquí!" Y, ciertamente, ni hubiéramos estado allí, ni yo ante un Tribunal popular, ni otros matándose por los campos de España. (…).  A esto tendí, y no a granjearme con gallardía de oropel la póstuma reputación de héroe. No me hice responsable de todo ni me ajusté a ninguna otra variante del patrón romántico. Me defendí con los mejores recursos de mi oficio de abogado, tan profundamente querido y cultivado con tanta asiduidad. Quizá no falten comentadores póstumos que me afeen no haber preferido la fanfarronada. Allá cada cual. Para mí, aparte de no ser primer actor en cuanto ocurre, hubiera sido monstruoso y falso entregar sin defensa una vida que aún pudiera ser útil y que no me concedió Dios para que la quemara en holocausto a la vanidad como un castillo de fuegos artificiales. Además, que ni hubiera descendido a ningún ardid reprochable ni a nadie comprometía con mi defensa, y sí, en cambio, cooperaba a la de mis hermanos Margot y Miguel, procesados conmigo y amenazados de penas gravísimas.”

El 6 de septiembre de 1936, la Junta de Gobierno del Colegio de Abogados, tras declarar su fervorosa adhesión al gobierno del Frente Popular “y, continuando en su misión, tanto de apoyo a la legalidad constitucional como de colaboración en la obra revolucionaria de transformar profundamente la magistratura y de crear la nueva Justicia popular” decidió expulsar de su seno, por indeseables, a 25 colegiados, entre los cuales figuraban Gil Robles, Alcalá Zamora y José Antonio, entonces preso en la prisión de Alicante así como otros, varios de los cuales fueron asesinados en Paracuellos del Jarama poco después de haber sido señalados.

“Ojalá fuera la mía la última sangre española que se vertiera en discordias civiles. Ojalá encontrara ya en paz el pueblo español, tan rico en buenas calidades entrañables, la Patria, el Pan y la Justicia.”. Así se expresaba horas, antes de caer fulminado bajo el trallazo de las balas, el político más excepcional que ha conocido España durante el siglo XX y que, sin embargo, sigue siendo para muchos un perfecto desconocido.

El pasado jueves, otra Junta Colegial, interpretando a la perfección la partitura del odio que había escrito previamente una sectaria asociación de abogados de corte marxista, cometió la postrera villanía de escupir sobre la tumba de un auténtico modelo de hombre y de abogado que entregó su vida por España. Mi hermano César y otros muchos compañeros me acompañaron hasta la madrugada del viernes para tratar de dar testimonio de dignidad ante la felonía que se proponía perpetrar. Pero la Junta de Gobierno nos hurtó la posibilidad de pronunciarnos ocultando arteramente que había hecho suya tan miserable proposición. No importa. Entrada ya la noche, cuando salíamos de aquella Junta, algunos sabíamos que, entre los luceros de la noche clara, nos iluminaba uno que brillaba con la luz propia de la enorme dignidad que jamás una Junta de gobierno de tan escasa talla podrá mancillar.

Luis Felipe Utrera-Molina Gómez

Abogado 

12 de diciembre de 2013

Una propuesta miserable

Según informaba ayer el Diario El Mundo, el próximo día 19 de diciembre, el Colegio de Abogados de Madrid someterá a votación la 4ª proposición promovida por la Asociación Libre de Abogados proponiendo acordar la retirada del título honorífico de Decano honorario del ICAM a José Antonio Primo de Rivera y a Francisco Franco Bahamonde “por su participación en el golpe y posterior alzamiento militar”. Naturalmente, la propuesta obvia que José Antonio Primo de Rivera, ilustre abogado madrileño –del cual el propio Decano Bergamín dijo que era una de las glorias del foro tras escucharle informar en el Supremo-, estaba encarcelado ilegalmente desde principios de marzo de 1936 por el gobierno “democrático” del Frente popular para su posterior asesinato “legal” en el mes de noviembre. En cuanto al anterior Jefe del Estado, todo vale a 38 años de su fallecimiento, siendo de destacar la valentía retrospectiva de la propuesta.

            De sobra sé del poco entusiasmo con el que los abogados se toman las Juntas Colegiales, pero en este caso yo al menos haré una excepción para votar en contra de esta indecente proposición, cobarde donde las haya.  Sin duda hay quien añora aquella junta de gobierno que en 1936 expulsó por "indeseables" y enemigos de la justicia popular revolucionaria, entre otros, a José Antonio Primo de Rivera. Afortunadamente, Francisco Franco nos libró, entre otras cosas, de aquella junta de facinerosos, que ahora, casi ochenta años después, regresa de manos de los herederos del odio.

LFU

3 de diciembre de 2013

¿A qué esperan?

Cientos de miles de no nacidos y millones de bien nacidos esperan que el gobierno cumpla, de una vez, alguna de sus promesas y derogue la ley más criminal de la era Zapatero. 


Ya han pasado dos años. ¿A qué esperan?

LFU

27 de noviembre de 2013

Reparto de cromos

Decía en mi entrada anterior que el Pp no ha cambiado nada sustancial de lo que Zapatero hizo en sus dos ominosos mandatos y Santiago Abascal hablaba el lunes de que ésta no era sino la tercera legislatura de Zapatero.

Para muestra, bien vale un botón:


11. Promoveremos la reforma del sistema de elección de los vocales del Consejo
General del Poder Judicial, para que, conforme a la Constitución, doce de
sus veinte miembros sean elegidos de entre y por jueces y magistrados de
todas las categorías.

Ley Orgánica 4/2013, de 28 de junio, de reforma del Consejo General del Poder Judicial, por la que se modifica la Ley Orgánica 6/1985, de 1 de julio, del Poder Judicial.

Artículo 567
1. Los veinte Vocales del Consejo General del Poder Judicial serán designados por las Cortes Generales del modo establecido en la Constitución y en la presente Ley Orgánica.

Y es que el último reparto de cromos en la elección de los miembros del Consejo General del Poder Judicial ha sido verdaderamente bochornoso. Si eso es regeneración democrática, que venga Dios  y lo vea.

Y no hablamos ya del aborto, de los impuestos, de la reforma de la administración………

Vivir para ver.


LFU

28 de octubre de 2013

El príncipe

Discutíamos ayer, en un foro de amigos sobre la figura del príncipe Felipe. Todos reconocíamos su profesionalidad y su preparación, su seriedad y saber estar, pero también su falta de magnetismo y majestad.

Yo, que no soy monárquico ni republicano, sino tan sólo un español que quiere lo mejor para su patria en cada momento, he dicho muchas veces que, conocida la  versatilidad, escasa fiabilidad y falta de perspectiva del electorado nacional, y el pelaje de quienes enarbolan hoy por hoy la nefasta bandera tricolor,  me aterra someter a la voluntad del pueblo la más alta magistratura de nuestra nación.

Aclarado lo anterior, en esta hora tan triste de España, a punto de fragmentarse como nación, con un desprestigio infinito de nuestras instituciones, no necesitamos solo un príncipe bien formado, sino alguien que sea capaz de transmitir a todos el orgullo de España, que tenga la valentía de hablar claro, de acercarse a la gente, de viajar a Cataluña, a Vasconia y a las Islas Canarias; de recorrer España pueblo a pueblo devolviendo a los españoles la cercanía y el calor de la corona, hoy tan tocada por la irresponsabilidad de un rey que ha malogrado la herencia que recibió.

Francisco Franco –buen conocedor del pueblo español- le dijo a Juan Carlos en 1969 que tenía que patearse España, que los españoles debían notar su calor y su cercanía. Así lo hizo y España entera le entregó su confianza.  Hoy, el pueblo no está con la Corona, porque hace mucho tiempo que la Corona anda entre elefantes y juzgados, entre chanchullos y quirófanos, en una deriva imparable de decadencia. 

Los españoles necesitan un referente alejado de una clase política sospechosa y desacreditada y también de una corona envuelta en el papel couché de regatas, desfiles de modelo y yates de lujo. Y el príncipe bien podría serlo, si sale del despacho y del palco, termina con su envaramiento y el de su consorte y se acerca más a la gente, deseosa de gritar Viva España y Viva el rey, de presumir de patria aunque les falte el pan y la justicia.

Sólo así, en muy poco tiempo acabarán arrumbadas muchas de las miles de banderas tricolores que cada fin de semana, enarbolan los parias de la tierra bajo el canto de sirenas de la izquierda. Si no lo hace, si no consigue identificar el sentimiento de su pueblo, bajar a la calle y mancharse los pies del barro de las inundaciones y catástrofes, si no consigue que Letizia se implique en causas benéficas, y llene su agenda de visitas de hospitales, centros de asistencia social y de niños sin recursos, emocionándose con los menesterosos y los desesperados, implicándose en los problemas de los que menos tienen y compartiendo el dolor de su pueblo, en lugar de permanecer encerrada en la Zarzuela preocupada por mantener una belleza cada vez más artificial, auguro un porvenir oscuro a la monarquía y un breve reinado a Su Alteza, que todos habremos de lamentar.

España no necesita en definitiva a un profesional bien formado, sino a un verdadero príncipe que sepa combinar su cercanía al pueblo con su majestad, y con el que los españoles recuperen un orgullo perdido y la esperanza en el futuro de nuestra gran nación.


LFU

25 de octubre de 2013

Profecías constitucionales


Hace 35 años que mi padre publicó este artículo en ABC. En plena vorágine de discusión sobre el texto constitucional, su voz -tachada entonces de inmovilista y cavernícola- clamaba ante el chalaneo del título VIII, por el grave riesgo que implicaba para la unidad de España. Lamentablemente, el articulo ha resultado profético e incluso la realidad ha superado los más negros pronósticos. Hoy, aquellos que le apartaban como apestado, invocan la Constitución como remedio de todos los males, cuando precisamente es la propia Constitución el mal primigenio que nos ha conducido al siniestro escenario que estamos viviendo. La Gaceta lo publica hoy en sus páginas, para recuerdo de desmemoriados.

LFU

   


11 de octubre de 2013

Jacobinos y acomplejados

Con la aprobacíón de la Ley de Educación, se han vuelto a poner al descubierto los lastres que arrastran la izquierda y la derecha de España.

La izquierda muestra nuevamente su carácter intrínsecamente jacobino,  escasamente demócrata y sobradamente soberbio al anunciar a bombo y platillo que la ley nace muerta y que lo primero que harán, tan pronto el Pp pierda la mayoría, será derogarla. Y no dudemos que lo harán, como hizo Zapatero con la tardía Ley de Educación que Aznar dejó para los postres de su segunda legislatura.  Otro tanto se avecina con la reforma de la ley del aborto –si es que finalmente sale adelante- y con cualquier ley que afecte al esquema de ingeniería social de la izquierda, que no acepta la democracia salvo cuando le otorga el poder.  Nada nuevo bajo el sol. Basta remontarse al mes de octubre de 1934, cuando la izquierda decidió que no era tolerable que la derecha se mantuviese en el poder y dio un golpe de Estado que dinamitó la II República. No hay más que ver los ejemplos de linchamiento mediático de la juez Alaya, los aplausos a las zorras pintarrajeadas reivindicando la sacralización del aborto y las propuestas de tipificar como delito la reivindicación y defensa del régimen del 18 de julio, equiparándolo al nazismo y al racismo, pero curiosamente, no al comunismo.

Mientras tanto, en la otra orilla, los complejos atávicos atenazan a una derecha pusilánime incapaz de encontrar ninguna clase de referentes en nuestra historia que no sea la “sacrosanta” Constitución pastiche de 1978, con la que parece haber comenzado, tanto España, como  la edad moderna. Y a falta de referentes y principios, centrémonos en recuperar la economía, que es lo único importante, aunque la nación se despedace. De las tres leyes estrella del proyecto de ingeniería social de Zapatero, únicamente la de Educación va a ser aprobada al final del segundo años de legislatura; la del aborto-con cientos de miles de criaturas masacradas cada año-  no ha iniciado aún su tramitación parlamentaria y la última, la perversa, sectaria y antidemocrática Ley de Memoria Histórica, que viene a clasificar a nuestros padres y abuelos en buenos y malos, y más soterradamente, a dinamitar todo el proceso de la transición, ni siquiera la tocarán por miedo a que les llamen franquistas y les recuerden sus orígenes que no son otros que los de siete ministros de Franco que fundaron su partido, aunque ahora abjuren de lo que un día fueron sus mayores y pisoteen la tumba de sus padres. Tampoco es nada nuevo. En 1932 la derecha ganó las elecciones y tuvo miedo de gobernar, por lo que para no soliviantar a la izquierda encargó a Lerroux formar gobierno. Y cuando acabaron sus complejos y Gil Robles decidió entrar en el Gobierno, la izquierda se levantó, arrasó media España, sacó a sus líderes golpistas de la cárcel y linchó a los supuestos represores de la revolución de Asturias.

Con estos mimbres, el porvenir que nos espera no tiene nada que ver con las alegrías que se anuncian con la subida de la bolsa.


LFU

9 de octubre de 2013

Antología del disparate


«Espero que con la serie Isabel de TVE, los españoles se enteren bien de una vez por todas quién fue esa canalla, esa cabrona, ese ser repugnante que tanto daño hizo a España». Elena Benarroch al Diario de Mallorca

Comentario: Nótese que la ínclita empresaria socialista no menciona al Rey Fernando el Católico, al que salva inexplicablemente de sus elegantes improperios pese a la solidaridad que emanaba del “Tanto monta…”, lo que me hace pensar que o  no ha oído hablar de él con anterioridad –lo cual parece verosímil- o se trata únicamente de un estúpido comentario machista, lo que puede resultar paradójico.

«El ministro de Asuntos Exteriores y Cooperación, José Manuel García Margallo, ha cerrado la puerta este martes a un referéndum pactado y ha apostado por "buscar una fórmula" que permita a Cataluña "encajar" en España a través de una reforma de la organización territorial del país»

Comentario: Sr. Margallo, Si Cataluña es parte de España como mi brazo lo es de mi cuerpo, salvo que se haya desencajado previamente, no es necesario procurar encaje alguno. Es impropio de un ministro de España.

Sánchez-Camacho pide un nuevo modelo que limite la solidaridad de Cataluña.

Comentario: Yo propongo ser al Partido Popular que limite de una vez por todas la presencia de la Sra. Sánchez Camacho de la vida política nacional.

«Los salarios, en España, crecen moderadamente». Ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro.

Comentario: No hay comentarios. 


Celia Villalobos: "Yo también quiero ver a señores en bolas. Y a Cristiano Ronaldo"

Comentario: Merdellona


LFU

30 de septiembre de 2013

A vueltas con el "franquismo"

Hay que reconocer la habilidad de la izquierda para dar la batalla del lenguaje y ganarla. Entre sus muchos logros, el poner el apellido “democrático” a las repúblicas soviéticas, la popularización del término “fascista” como sinónimo de radical, violento o totalitario, (salvando de la quema el término “comunista”). Ahora, en España, toda la izquierda  (incluida UPyD) se ha unido en el ataque furibundo al “franquismo”, tratando de popularizar el término “crímenes franquistas” como verdad de fe proclamada sin rubor en los telediarios (¡¡Qué vergüenza ver al Presidente de RTVE pidiendo disculpas por haber llamado "Caudillo" a Franco en un telediario al comentar una noticia de 1960!!), y promoviendo la inclusión del franquismo, junto con el nazismo y el terrorismo etarra (no el comunismo que sigue siendo algo muy respetable y muy democrático), como verdaderos anatemas en su proyecto de tipificación de los llamados “delitos de odio”. De esta manera, quieren expulsar de la legalidad a cualquiera que ose defender las virtudes del Régimen del 18 de julio y niegue su carácter criminal, incluyéndolos junto con los criminales nazis y etarras en el delirante delito de “negacionismo”, inventado por los vencedores de la Segunda Guerra Mundial y que ahora recogen los perdedores de nuestra Guerra de liberación. Como escuché hace tiempo, la historia la suelen contar los vencedores...menos en España.

Para ello, tienen en el prevaricador Garzón el mejor ariete. Desde Argentina, dictando literalmente los esquizofrénicos autos de la Juez Servini, pretende hacer calar en la sociedad como verdad inatacable que el franquismo fue un régimen criminal que goza de impunidad gracias a un deleznable pacto en la transición, invalidado por la traición de unos y el poder que tenían aún los otros.

Pues bien, lo repetiré una y mil veces, aunque haya un día en que me cueste la libertad. Franco, la mitad del Ejército y la mitad de España no se alzó contra la democracia, ni contra la legalidad vigente, sino contra un sangriento proceso revolucionario marxista, iniciado en 1934 y culminado en el remedo de elecciones de febrero de 1936, acompañado de una persecución religiosa furibunda que llenó de mártires las tierras de España y destruyó una parte importante de nuestro patrimonio cultural.

Franco mantuvo a España fuera de la guerra mundial, venció al maquis (una guerrilla comunista que quería reanudar la guerra civil y provocar la intervención extranjera), y llevó a España desde la ruina a una situación de pleno desarrollo, creando una clase media inexistente en España, alzando a nuestro país hasta la 10ª potencia industrial, con una renta per cápita en 1975 en un 83% de la media de la Unión Europea (ahora estamos en menos un 75%) con pleno empleo, con una protección social sin precedentes y la presión fiscal más baja de toda la OCDE, dejando a un país en paz y preparado para una democracia constructiva.

¿Qué hubo represión después de la guerra? Innegable. También la hubo en Francia, con verdadera y brutal saña, con los colaboracionistas a quienes se fusiló a millares, en Italia, en Inglaterra, en Alemania y en el resto de los países de Europa, sin que por ello se hable hoy de crímenes de la RFA, del Gobierno de Su Majestad, etc.. ¿Qué se cometieron injusticias en la posguerra?. Sin duda y con ser lamentable, hay que situar dicha represión en el contexto histórico del final de una guerra fratricida y en la incertidumbre de un conflicto mundial al que nos querían llevar de cabeza los perdedores de la guerra. Pero eso que llaman –impropiamente- “franquismo” fue mucho más.

Si quieren hablar de “crímenes franquistas”, ¿qué apellido habrá que ponerle a los “crímenes de Estado” de los Gal? ¿Y a la corrupción sin límite que ha atravesado toda la clase política? ¿Se trata de crímenes democráticos?

No sé si, a la larga, la mejor manera de imponer tus tesis a la sociedad es criminalizar al oponente. Desde luego es la mejor para el que carece de argumentos y falsifica la realidad. Pero ésta estrategia totalitaria es la que ha adoptado la izquierda, que ha visto cómo el rescatar una y otra vez el nombre de Franco le produce jugosos e inmediatos réditos ante una derecha acomplejada que, ayuna de principios y referentes, se aferra a la economía como tabla de salvación sin importarle que manipulen la historia y pisoteen la tumba de sus padres.  


LFU

16 de septiembre de 2013

Firmeza o cobarde aceptación del desafío. Por José Utrera Molina

(Artículo publicado el pasado sábado 14 de septiembre de 2013 en ABC)

«Todos los españoles amamos a Cataluña. Sólo un grupo enaltecido por el egoísmo ha decidido traicionar sus raíces, despreciar su historia, desafiar la legalidad y lanzarse hacia la nada»

No quisiera remontarme a un hecho que tuvo en mi vida una importancia esencial. Se trata de recordar una circunstancia que dio origen a mi inconmovible patriotismo. Es un recuerdo puntual, pero válido en circunstancias como las que atravesamos. Contemplo a mi abuelo –que tenía por cierto, cuatro años menos de los que yo cuento hoy– llorando, abrazado a un aparato Telefunken que difundía a las ondas la noticia increíble para algunos de la Declaración del Estado Catalán. Era el 6 de octubre de 1934.

Ahora contemplando el fervor a la tribu de una considerable minoría de catalanes, palpita mi corazón y siento un escalofrío imparable. Estamos en una circunstancia aún más grave que la que atravesó España en 1934 pero ahora con menos recursos dialécticos, con infiltraciones inverosímiles de otras posiciones históricas y con la valoración exagerada que se hace de grupos minoritarios contrarios a la esencia de España. ¿Es posible que en el tiempo en que vivimos, en el que los grandes espacios tienden a la globalización y en el que se tratan de igualar las enormes diferencias que separan a los pueblos, puedan existir los que, insensatamente, apoyan la ruptura de un baluarte que durante siglos tuvo su independencia y su unidad y se inclinó siempre ante las banderas del honor y de la libertad?

La tercera de García de Cortázar «Reaccionarios en Cadena» con el que tantas veces modestamente he disentido, da fuerza a mi queja, a mi amargura y a mis palabras dolientes. Se trata de un artículo admirable y extraordinario, profundo y ejemplar y merece tener consecuencias en estos espacios pálidos y vacíos donde los españoles se preocupan más de las modas, de los modos y de los caprichos deportivos que de la propia existencia de España. Yo quiero unirme desde aquí a García de Cortázar en la defensa de esas ideas esenciales y así lo proclamo sin limitación alguna.

Vargas Llosa también ha afirmado con rotundidad que el independentismo no es otra cosa que un regreso a la tribu. He escuchado la opinión de muchos venerables supervivientes de otro tiempo. Se horrorizan y hasta llegan a pedir la cercanía de la muerte. Les duele tanto España que si ya que no pueden combatir, pretender trasladar sus últimas quejas al Dios Omnipotente sirviéndose incluso de la cercanía de su última hora.

Nadie niega la personalidad de una tierra a la que yo he amado siempre, que ofrece un haz de virtudes ciudadanas que posiblemente no conozcan otras regiones. Un sentido elegante de la medida, del respeto mutuo, una gran sensibilidad hacia lo bello, un respeto a una tradición y a un profundo sentido estético que también ahora pretenden conculcarse. Poco puedo hacer yo para combatir este desastre, pero quedaría en mi corazón un amargo hueco si no clamara en mi independencia para advertir que nos encontramos en una situación límite y que el gobierno tiene la obligación histórica y moral de poner diques definitivos a esta penosa algarada situacional. He hablado, precisamente hoy, con un grupo de amigos catalanes que están escandalizados. Yo diría que nunca como hoy sienten ardiendo la sangre de sus corazones. Querrían morir por la unidad de España y no son palabras convencionales, ni actitudes de emergencia, ni miedos colectivos, ni refugios dialécticos. La muerte y la gloria campean sobre unas gentes siniestramente doloridas, atacadas en su raíz, vapuleadas en sus creencias, insultadas en sus costumbres, negadoras de la verdadera realidad de esta magnífica tierra que se llama Cataluña.

Yo he amado siempre a esta tierra española, lo hice desde que escuché a José Antonio Primo de Rivera la mejor de las alabanzas en la que ponderaba el equilibrio, el sentido de la historia y la verdadera personalidad de Cataluña. ¿Es posible que ésta voz de arrebato, unida a tantas como las que hoy se producen en el espacio español, no sirva para detener este inmenso desastre? ¡Cataluña es España!

Todos los españoles amamos a Cataluña. Sólo un grupo enaltecido por el egoísmo, por la pasión sectaria y por una animadversión patológica ha decidido traicionar sus raíces, despreciar su historia, desafiar la legalidad y lanzarse hacia la nada. Yo alivio mi conciencia uniéndome, ya muy lejos, a las lágrimas de mi abuelo que posiblemente contemplará consternado el abismo histórico que quieren abrir los que tiene el corazón corrompido, la voluntad maniatada y el alma aprisionada por el egoísmo y la cobardía. No quiero pronunciar el antiguo grito que recuerda mi corazón juvenil: «Ahora o nunca», pero confieso que me siento inclinado a aceptar, ante el radicalismo desafiante, otras soluciones de emergencia.

¡Por España, por su unidad y por su vida!

13 de septiembre de 2013

Rajoy y el error Chamberlain

Entre tanto ruido mediático provocado por el nacionalismo separatista catalán, llama la atención el permanente silencio en el que se mantiene el Presidente del Gobierno español. Sabemos que Rajoy es partidario de exponerse lo justo, consciente de que el hombre es dueño de sus silencios y esclavo de palabras y de que, en no pocas ocasiones, el mero transcurso del tiempo acaba resolviendo muchos problemas que, a corto plazo, se antojan irresolubles. Pero mucho me temo que, en este caso, tal exceso de prudencia puede salirnos muy caro a los españoles.

No faltan precedentes en la Historia de gobernantes que prefirieron adoptar un perfil bajo ante la agresión del nacionalismo antes que mostrar una actitud de firmeza. Fue el silencio y la prudencia mal entendida de Francia e Inglaterra los que permitieron a Hitler convertirse en el amo de una Europa castrada por la debilidad del pacifismo británico y francés. El silencio ante la anexión de Austria y la invasión de Checoslovaquia en 1938, y el vergonzoso pacto de Munich de septiembre de ese mismo año entre Chamberlain, Daladier y Hitler para solucionar la crisis de los Sudetes, no fueron otra cosa que la antesala del infierno.

Cierto es que los silencios de Rajoy ante la chulería nacionalista evitan que se eleve el clima de tensión a corto plazo, pero no lo es menos que, como sucediera en la Europa de los años 30, el nacionalismo se crece ante la debilidad de su oponente –nada menos que el Gobierno de España- que parece hacer dejación de sus responsabilidades.  El espectáculo de ver unos encapuchados quemando impunemente una bandera nacional sin que la fuerza pública intervenga, la descarada y abierta chulería del independentismo reivindicando un Estado propio, la intoxicación masiva y constante de la población con una mitología histórica perfectamente comparable al mito de la superioridad de la raza aria y la clamorosa impunidad con la que el gobierno catalán incumple abiertamente las resoluciones de los Tribunales y desafía la legalidad vigente, tan sólo han merecido el silencio del Presidente cuando no la estúpida declaración de algún ministro hablando de encajes, comprensiones y comodidades, de la misma forma que el padre le compra al niño mimado lo que quiere para que no le dé la tabarra. Estoy seguro de que Chamberlain también quería que Hitler se encontrase a gusto y encajase en Europa, pero todos sabemos el precio que Europa tuvo que pagar por sus silencios.

Rajoy corre el riesgo de repetir el error Chamberlain. Mientras los separatistas siguen al pie de la letra un plan perfectamente urdido cuyo horizonte es la ruptura de la unidad de España, y no reparan en utilizar los fondos públicos en el desafío a la legalidad, los miles de catalanes que aún se sienten españoles no sienten cercano el aliento de España. Saben que el Estado de Derecho en Cataluña se ha convertido en una ficción y que proclamar abiertamente la españolidad de aquella tierra requiere dosis importantes de heroísmo. La incertidumbre con la que miran el futuro no encuentra eco alguno en el Gobierno de España, cuyo único plan ante el desafío de  los buitres es ponerse de perfil y aguardar a que escampe.

Me temo que ya es tarde para poner parches, pero es imperativo y urgente el diseño de un plan de choque contra la marea secesionista que haga sentir la presencia de España en Cataluña y permita que los miles de catalanes ahora agazapados alcen la cabeza para pronunciar con orgullo el nombre de España. Los españoles queremos que nuestro dinero se utilice para defender lo que es nuestro y Cataluña es España. No hacer nada y hacer de don Tancredo ante esta gravísima embestida no es táctica ni estrategia. Es una gran cobardía que todos los españoles pagaremos muy caro.

LFU

  

23 de julio de 2013

Nacionalistas de m.....

Soy de los que opina que personas como el tal Gafo no deben ocupar puestos de responsabilidad pública pues el ser tan rápido e irreflexivo de pluma –o de tecla- se compadece bien poco con la necesaria prudencia y ecuanimidad que debe esperarse de un servidor público que lo es de todos y no del que le haya nombrado. El hombre es dueño de sus silencios y esclavo de sus palabras y mucho más si se maneja en el proceloso mundo de las redes sociales, con su imparable y caprichoso efecto multiplicador.

Dicho esto, tengo pocas dudas de que lo que Gafo quería decir no era “Catalanes de mierda” sino “Nacionalistas de mierda” y en su desdichada irreflexión cometió una imperdonable metonimia que le ha dejado los lunes al sol, por méritos propios, en pleno mes de julio.

Aclarado el affaire Gafo, uno se pregunta hasta cuando los españoles –catalanes incluidos- tendremos que seguir soportando pacientemente que los nacionalistas celebren impunemente sus aquelarres independentistas insultando gratuitamente a nuestra patria –que también es la suya- y a nuestros símbolos.  Reza el artículo 543 del Código penal que “Las ofensas o ultrajes de palabra, por escrito o de hecho a España, a sus Comunidades Autónomas o a sus símbolos o emblemas, efectuados con publicidad, se castigarán con la pena de multa de siete a doce meses.”.  Leve pena para tan grave ofensa sobre todo cuando casi nunca se aplica por ese inexplicable complejo de inferioridad que padece la inmensa mayoría del arco parlamentario frente a la chulería del nacionalismo aldeano y trasnochado.

Resulta sumamente irritante el silencio del Gobierno ante la chulería del hortera de Más que se va creciendo poco a poco ante la estrategia arriolista de Rajoy de mirar para otro lado mientras España desaparece de forma vertiginosa de la realidad de Cataluña. Las memeces románticas que Josép Plá denunciaba años atrás como caldo de cultivo del independentismo totalitario han ganado terreno frente al silencio acomplejado de un gobierno de España que hace dejación de sus prerrogativas.

¡Ya está bien de mirar para otro lado y esconder la cabeza mientras insultan y escupen a la patria!. Los miles de catalanes que sienten en sus venas la sangre de España no merecen ser abandonados a su suerte en manos de una panda de chulos, horteras de camisa negra y alpargata, discípulos aventajados de Goebbels en el uso propagandista de la mentira.


Si un padre no se hace respetar por sus hijos no puede exigir que éstos le respeten. Si el gobierno de España no reacciona a tiempo,  aplica la ley sin complejos frente a los nacionalistas de mierda que se dedican al insulto y a la ofensa gratuita y establece penas ejemplarizantes como las del Código de circulación, veremos en unos años con enorme dolor cómo nuestra bandera es arriada para siempre de nuestra querida tierra catalana ante el estupor extemporáneo y cobarde de aquellos que han renunciado a defenderla. 

LFU

15 de julio de 2013

El Descrédito de todo un sistema

Los españoles asistimos atónitos al lamentable espectáculo de la decadencia de un sistema partitocrático, cuyas grietas, cada vez más amplias, amenazan la ruina definitiva del precario edificio constitucional consensuado por los «próceres» de la patria en 1978.

¡Qué ingenuidad la de quienes pensaban de buena fe que la corrupción anidaba en exclusiva en las filas de la izquierda!.  Las últimas revelaciones del caso Bárcenas, la instrucción del caso de  los ERE, Mercasevilla, Gurtel, Noos,  etc.. nos demuestran que para muchos «demócratas de toda la vida» de uno y otro lado, el estado de derecho solamente vale mientras les sirva para mantenerse en el poder o para salvaguardar intereses crematísticos procedentes del cohecho y de la corrupción.

A una y otra orilla del poder anidan la podredumbre y la desvergüenza. La más absoluta ausencia de valores. Para exigir sacrificios a los españoles antes hay que dar ejemplo de honradez y limpieza, cualidades que, hoy por hoy, brillan por su ausencia.

Para colmo de males, hoy los españoles tienen la impresión -sobradamente justificada- de que el gobierno está en manos de un solo periodista, que se frota las manos mientras tiembla todo un sistema tras la publicación de cada titular, esté o no soportado por pruebas fehacientes. Por eso, si el Partido Popular no anuncia hoy mismo la presentación de una querella contra “El Mundo” por delito de calumnias por las acusaciones de chantaje que aparecen en su portada, Rajoy y Cospedal no deberían permanecer en su puesto ni un día más.

¡Qué pena me da España!


LFU

7 de junio de 2013

Políticos y estadistas

Decía Bismark que el político piensa en la próxima elección y el estadista, en la próxima generación. Desde luego, Rajoy no tiene talla de estadista y la prueba está en que prefiere gestionar a decidir. En sus cálculos arriolísticos, ha decidido apostar por el maquillaje económico consistente en ahogarnos a impuestos en lugar de afrontar una reforma en profundidad de las administraciones públicas, que es el verdadero cáncer que ha hecho metástasis en todos los rincones -y en todos los bolsillos- de España.

Lo demás, todo el proyecto de ingeniería social de ZP permanece incólume dos años después de que éste saliese con el rabo entre las piernas.  Rajoy y su escudera tan sólo piensan en las próximas elecciones. De ahí que les produzca urticaria la reforma de la ley del aborto y de la ley de educación y estén decididos a edulcorarlas al máximo para evitar que la oposición haga sangre

¡Lástima de mayoría absoluta desperdiciada! Pero tampoco nos engañemos: Ni Rajoy ni el Partido popular tienen coraje para emprender el camino desandado por el errático estado de las autonomías hacia un estado unitario descentralizado. Esto es cosa de estadistas y no de políticos.  Y de lo primero hace ya mucho tiempo que no aparece ninguno por el foro. 


LFU

21 de mayo de 2013

Significación del 18 de julio. Por José Utrera Molina


(Aprovechando que hoy el Parlamento español dedicará parte de su tiempo, no a solucionar los problemas que aquejan a loes españoles, sino a debatir si declara el 18 de julio día de la condena al franquismo, rescato un artículo escrito por mi padre hace unos años sobre la significación de tal efemérides)

El 18 de julio constituye para los que ya tenemos sobre nuestras espaldas el peso aún soportable de los ochenta años, un hito fundamental en nuestra vida. A partir de aquél día, los que éramos entonces niños, empezamos a tener conciencia de que algo muy grave ocurría a nuestro alrededor. No era el estallido de las bombas tan solo lo que nos preocupaba, ni la escucha de los tiros cercanos, ni los ruidos desconocidos hasta entonces, era una conmoción más profunda la que empezaba a perturbar nuestro ánimo.

La muerte empezaba ya a golpear nuestros jóvenes corazones. Después, siete meses de tiranía roja donde verdaderamente la barbarie se apoderó de nuestra ciudad. Aún no he perdido la memoria de las largas filas que se organizaban para ver los cadáveres de los muertos la noche anterior, próximos a donde yo vivía, que eran objeto de profanación y de escarnio. Aquello hacía que en nosotros se produjera el primer asombro, la primera ingrata y dolorida sorpresa y es que la aparición de los rencores era ya la primera declaración de una guerra que iba a durar tres años.

Yo fui testigo de aquel tiempo porque un hermano de mi madre había acaudillado la sublevación en Albacete y días después caía apuñalado vilmente en el hospital Militar de Cartagena. Otro hermano suyo, había sido el que mandaba por entonces, lo que llamábamos el Tercio Legionario. Luis Molina, era despojado de su condición de mando con responsabilidad. El retiro de la carrera de las armas que había sido el sustento de su vida, le llevó a un estado de tristeza que terminó con su vida meses después. El drama de España estuvo pues desde los primeros días en mi propia familia. No fue posible la Paz.

Ahora, con la perspectiva de nuestro tiempo, vemos que el 18 de julio estuvo muy lejos de ser una luminaria fascinadora que hizo que muchos entregaran su vida con el sueño de una España mejor. Sino algo mucho más profundo. Una coyuntura revolucionaria llamada a cambiar la faz de nuestro pueblo y de terminar con la sequía social de aquella época.

Un nuevo horizonte aparecía ante nosotros y efectivamente, los españoles nos pusimos a trabajar y a cambiar la dura realidad de nuestra Patria. Primero con la generosidad para los vencidos, practicando como lo hicimos en las filas del Frente de Juventudes una verdadera reconciliación y en segundo término, trabajando para redimir siglos de vacío y años de ruindad y desengaños.

La España del 18 de julio no se parece en nada a la que hoy contemplamos. En su aspecto físico no digamos, quizás los valores que entonces eran la clave de nuestra existencia, los ideales que alentaban junto a nuestras banderas no están presentes, pero en muchos de nosotros vive el 18 de julio, no como una fecha sino, como un aldabonazo que resuena en nuestro corazón y nos recuerda que no podemos traicionar la memoria de los que con el sueño de una España mejor, dieron sus haciendas y sus vidas.

El 18 de julio estuvo por tanto muy lejos de haber sido una conspiración de unos generales resentidos. Fue el estallido de un pueblo que había soportado impasible el desorden, la injusticia, el asesinato y la corrupción. Lo cierto fue que España volvió a tener fuego, luz y razón en el fondo de su sangre conmovida. En uno y otro bando se produjeron sacrificios extraordinarios, pero al final de tan doloroso parto, España levantó su cabeza y los que entonces teníamos diez años, empezamos a actuar como hombres y como tales sentimos ya una precoz responsabilidad, un interés por las cosas de España, que después cristalizaría en una adscripción absoluta a quien se había convertido en Caudillo de nuestro pueblo, Francisco Franco, que representaba el ideal de la mejor capitanía española.

La historia se suele contemplar con la objetividad de la distancia, por eso, podemos decir que a partir de entonces, España empezó un nuevo camino y que el hecho histórico del 18 de julio tuvo unas consecuencias posteriores para la historia de España. Esto es algo que nadie puede discutir. Se cambiaron las estructuras sociales, se realizó una política educativa que terminó con el analfabetismo, nuevas tierras se pusieron en regadío, infinidad de casas se levantaron para los más humildes y todo ello con la creación de una nueva clase media que equilibraba socialmente las tensiones que habitualmente habían enfrentado a los españoles.

Alguien se preguntará ¿Cómo hubo gentes que se opusieran al término del Estado del 18 de julio, a su liquidación y a su destrucción absoluta?. Fuimos una minoría que creíamos al menos, -yo así lo declaro- que el Régimen podía evolucionar y encontrar nuevos caminos de representación social y política; que podíamos alcanzar la modernidad sin enrolarnos en nostalgias desfasadas, pero no fue posible.

Yo advertí a Franco en una de las últimas conversaciones que mantuve con él, de que su sucesor emprendería un nuevo camino. Aquellas palabras mías impresionaron profunda y negativamente a Franco, pero yo insistí en que teniendo en cuenta estas circunstancias “nada estaba atado y bien atado” y aquellos pronósticos, ciertamente sombríos, se convirtieron en realidad. El que fuera Rey de España por el apoyo y voluntad de Francisco Franco, no tardó demasiado en olvidar lo que le debía. Ha sido un olvido tan brillante como silencioso. Todavía recuerdo sus palabras de apoyo y alabanza al que fue Caudillo de España. Yo fui testigo de ellas. Más hoy se puede insultar a Francisco Franco sin que exista una voz, concretamente la suya, para defender a quien sólo quiso servir la causa social de todos los españoles. Franco creyó profundamente que su sucesor al menos, iba a respetar una parte mínima de su obra. Pero no ha sido así.

De todas formas, el Estado del 18 de julio ocupa un lugar preferente en nuestra historia. Supuso un beneficio importantísimo para todos los españoles, nos libró de una contienda mundial que hubiera arruinado nuestro presente y nuestro porvenir, moderó extremismos, no ejerció jamás la venganza y el odio, abrió nuevos caminos. Convirtió a España en la novena potencia mundial con la tasa fiscal más baja del mundo y su conductor que fue por encima de todo un noble y recio soldado, amó a España hasta sus últimos instantes. Cuando tenía ya roto el corazón, sólo le preocupaba el futuro de su unidad. Este fue el último mensaje que le transmitió al entonces Príncipe de España, en una de las últimas visitas, que le hizo cuando ya su gravedad era irrefrenable. Unidad solicitada –tal vez con suprema angustia- por Franco, una unidad que hoy encontramos amenazada por la traición y por el olvido, de los que por sentido del honor estaban más obligados a defenderla.

Aún así, yo no pierdo la esperanza y sé que al final de este largo túnel brilla aún una pequeña luz, que alumbrará en el futuro nuevos caminos y nuevos espacios de fraternidad y convivencia. España no puede morir.


JOSÉ UTRERA MOLINA