Decía ayer un ministro que ni para el Gobierno ni para el Pp,
la fecha del 20 de noviembre es ninguna
referencia. No me sorprende, entre otras cosas, porque esa fecha les recuerda que llevan dos años en el poder sin cambiar prácticamente
nada de lo que hizo Zapatero en 8 años de nefasto gobierno.
En cambio para mí, como para muchísimos españoles de bien, este
aniversario sí es una referencia. Una referencia de dignidad, de orgullo y de gratitud.
El 20 de noviembre de 1936 cayó fusilado el que sin lugar a dudas ha sido el político
más limpio, más brillante, más valiente y más preclaro del siglo XX español,
José Antonio Primo de Rivera. En sólo 3 años diseñó el germen de una doctrina
que jamás pudo desarrollarse en plenitud pero que nacía del ardiente deseo
juvenil de superar la atmósfera turbia de una partitocracia que a la postre acabaría
desencadenando la peor guerra fratricida de nuestra patria. Su sueño, el de la
patria, el pan y la justicia para todos los españoles, la justicia social en la
superación de la lucha de clases, la reivindicación de la dignidad de la
persona como portador de valores eternos y la defensa de la unidad de la
patria. Su nombre debía ser un referente para cualquier político cabal, pero el sectarismo de la izquierda y la cobardía de la derecha lo han arrumbado al desván al que va a parar todo lo que molesta por revolver conciencias atormentadas.
Naturalmente, José Antonio no puede suponer un referente para
quienes se han acomodado en un sistema pútrido que ha causado el desprestigio
de las instituciones del Estado, para quienes conviven con leyes injustas y
criminales como la ley del aborto del gobierno socialista y responden con insólita tibieza e imposibles invitaciones al diálogo a la mayor amenaza secesionista
que ha sufrido España en los últimos 500 años
El 20 de noviembre de 1975 murió cristianamente, bajo el
manto de la Virgen del Pilar, en la cama de un hospital de la Seguridad Social
que él creó, el mejor gobernante que ha tenido España desde Felipe II: Francisco Franco. Fruto de
una contingencia histórica dramática, el régimen que él fundó -el primero que venció al comunismo- rescató a España de
la miseria para dejarla situada como
novena potencia industrial, con pleno empleo, con una clase media pujante, la
presión fiscal más baja de Europa, el mayor nivel de convergencia con Europa en
términos de renta per cápita de los últimos 40 años y un sistema de protección social en la
vivienda y en el trabajo que causa sonrojo a los socialdemócratas. Dejó un país en paz y preparado para una democracia constructiva que no fue posible por la ambición, irresponsabilidad y egoísmo del rey y los políticos de la transición
Tampoco Francisco Franco puede ser referente alguno para un
gobierno y un partido que ha claudicado apresuradamente ante Tribunales como el
de Estrasburgo, agachando la cabeza y demostrando el insignificante peso específico de nuestra
nación en el mundo. Para un gobierno que, incumpliendo sus promesas, ahoga a
las clases medias con una presión fiscal asfixiante, administra 6 millones de
parados y se pliega sumiso a los dictados de la ley de memoria histórica con la
que la izquierda más sectaria quiso que muchos de los populares pisoteasen la
tumba de sus padres.
Para mí, hoy es un día de recuerdo y de Esperanza. Porque
España ha sido capaz de dar y ensalzar
grandes hombres como los que hoy recordamos. Porque, en la hora de los
enanos, los nombres de José Antonio Primo de Rivera y Francisco Franco se elevan
a la cima de nuestra historia que, algún día, no muy lejano, reconocerá su
grandeza como también la pequeñez de los que con tanto desparpajo se atrevieron
a ningunearles.
¡Arriba España!
LFU