Hoy, en ABC
"Mi sueño es el de la patria, el pan y la justicia para todos los españoles, pero especialmente para los que no pueden congraciarse con la patria, porque carecen de pan y de justicia.". JOSÉ ANTONIO
11 de enero de 2016
8 de enero de 2016
La nueva "revolución cultural"
Produce desazón contemplar como de forma silente pero paulatina,
el “matrix progre”, el “nuevo orden mundial” o como quiera
llamarse eufemísticamente al neo estalinismo
del siglo XXI, avanza sin apenas resistencia en su proyecto de ingeniería
social de extirpar de raíz las tradiciones cristianas que constituyen la médula
espinal de la civilización occidental.
Caído el muro de Berlín y colapsadas las “democracias populares” del bloque soviético, el viejo marxismo ha
ido reconvirtiendo de forma inteligente su agit
prop, fomentando pseudo-ideologías aparentemente inocuas que pretenden
conseguir el mismo fin deshumanizador de la persona preconizado por el
comunismo para construir y moldear a su antojo una sociedad pretendidamente
igualitaria.
Así aparecen primero los movimientos “pacifistas” como
ariete contra la OTAN y los movimientos “ecologistas”, en los que encuentra
acomodo cualquier antisistema con camiseta del Ché Guevara. Más recientemente, movimientos
políticamente correctos como el “multiculturalismo”, el “animalismo” y la
“ideología de género” avanzan por la misma senda relativista con el objetivo
último de destruir los valores y tradiciones más profundamente arraigadas en la
civilización cristiana, que constituyen quizá el escollo más resistente a sus
inicuos propósitos. El hombre sin raíces, despojado de toda tradición y ligazón
con sus ancestros, con una memoria intervenida y sin valores arraigados es materia
fácilmente maleable. Es la nueva “revolución cultural” de Mao en la Europa del
Siglo XXI.
Hay que reconocerles tenacidad y astucia en su empeño que
tiene en la molicie e indiferencia de la mayor parte de la sociedad su mejor
aliado. Como hace poco escribía Ignacio Camacho en su columna de ABC, nada
escapa al diseño preconcebido por los agentes de la policía del pensamiento
único. Primero se interviene sobre la
memoria colectiva imponiendo una visión sectaria de la historia; se actúa sobre
la educación para fabricar un hombre nuevo relativista y permeable, y se
apropian de costumbres y tradiciones desnaturalizándolas hasta que pierden su
arraigo. La última manifestación la hemos visto en la intervención canalla
sobre la fiesta de los reyes magos, la más genuinamente cristiana, por lo que
implica de manifestación pública del nacimiento de Dios, y al tiempo la más
entrañablemente familiar, con lo que se aprovecha para batir dos de los
objetivos favoritos del neo estalinismo: la Iglesia y la familia.
Decía Burke que para que el mal triunfe tan sólo hace falta
que los buenos no hagan nada. Ha llegado el momento de decir basta y poner pie
en pared ante el avance de una fuerza asfixiante negadora de la libertad y la
dignidad del hombre. Nuestra generación se encuentra ante un reto histórico de
primer orden ante el que no puede mirar para otro lado. Si no somos capaces de defender lo que nos
define como civilización, si no tenemos coraje suficiente para resistir ante el
avance del vacío relativista, no merecemos otra cosa que nos tiren de los pies
para justicia y escarmiento.
LFU
7 de enero de 2016
La fantasía intervenida. Por Ignacio Camacho
No perdonan ni la inocencia de los niños. El proyecto leninista es un designio totalitario de ingeniería social que pretende encajar todas las relaciones humanas en la uniformidad de un marco ideológico. En ese empeño no caben excepciones, y mucho menos las relativas a mitos simbólicos o sentimentales que puedan determinar espacios íntimos de libertad fuera del control del pensamiento hegemónico. Cómo iban los profetas del nuevo orden a soslayar en su propósito revisionista la fiesta de los Reyes Magos; una tradición secular sobre la que invadir con su pedagogía doctrinaria el blando, germinal territorio de la infancia.
Ese sentido implacable del dogmatismo no concede margen a la fantasía. Necesita operar sobre cualquier categoría emocional para colonizar todos los ámbitos de la conciencia. Plantar su huella en cualquier predio interior, reescribir todo relato, por nimio que sea, susceptible de albergar valores colectivos diferentes. Asaltar incluso los recónditos pliegues de la imaginación, modificar la sustancia etérea de los más inocentes espejismos. Implantar la cuota de ideología hasta en las candorosas liturgias de la niñez. Prohibir, y en su defecto reconducir, organizar o intervenir los sueños.
Por eso se han apresurado a manosear las Cabalgatas, que son la expresión escénica de una benévola superchería, de una dulce mentira destinada a preservar la expectativa ingenua de un mundo mágico. En su mentalidad sectaria, la ultraizquierda desconfía de la dimensión catártica de las quimeras y trata de permeabilizarlas de conceptualidad política: que nada escape al diseño preconcebido por los agentes de la policía del pensamiento. Que no haya otra felicidad viable que la que pueda controlar el poder ni otra utopía distinta a la de su plan igualitario. Que no existan siquiera embustes libres ni mentiras piadosas. Que la narrativa de la ilusión infantil se ajuste a la plantilla de aridez moral de la corrección adulta.
Se trata, en el fondo y también en la forma, de un mecanismo de intervención sobre la memoria. La fiesta de Reyes es un inmenso depósito de melancolía en el que los mayores rebuscamos las señas de identidad perdidas en el proceso de adaptación a las certezas de la vida. Eso es lo que ofrecemos a los niños: la voluntad de hacer realidad por un día su mundo sin amarguras ni desengaños. Y ahí es donde se han metido las nuevas autoridades locales con su pesadez doctrinal y su rígido tostón regulador: en la reserva memorial de una tradición, en el bucle sagrado de las leyendas. Colocando sus sucias manos doctrinarias sobre esas ficticias coronas cuyo oropel deslumbra la esperanza infantil. Dando la matraca sectaria para impedir que al menos durante una noche la vida quede blindada contra sus propias imperfecciones y parezca, sólo parezca, hecha de la materia invisible de los deseos.
Ignacio Camacho
Nota de Arriba: Reproducimos este artículo por su extraordinaria claridad y calidad ante unos hechos que, por su gravedad y carga de profundidad, deben preocuparnos a todos ya que todo esto no es una improvisación sino que obedece a una estrategia largamente pensada por la izquierda más totalitaria disfrazada de socialdemocracia.
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