"Mi sueño es el de la patria, el pan y la justicia para todos los españoles, pero especialmente para los que no pueden congraciarse con la patria, porque carecen de pan y de justicia.". JOSÉ ANTONIO

15 de julio de 2014

Mariano Rajoy y el peligro Chamberlain

“Bien está, sí, el diálogo, como primer instrumento de comunicación (…)” pero quienes elevan el diálogo a categoría absoluta corren el riesgo de ser derrotados por los que presionan con la fuerza de los hechos consumados.

Daladier y Chamberlain creyeron que debían dialogar con Adolfo Hitler tras la anexión por el Reich de los Sudetes y el Anschluss y el resultado fue la invasión de Polonia, y de la mayor parte de Europa, la guerra mundial y el caos. “Renunciasteis al honor para tener paz y ahora no tendréis ni paz ni honor” les reprochaba Sir Winston Churchill a aquellos ingenuos enamorados del diálogo.

Ante la ofensiva separatista de los nacionalistas catalanes, Mariano Rajoy parece más inclinado a emular a Chamberlain que a Churchill. Sólo así puede entenderse que ante el constante y abierto desafío a la legalidad vigente, ante la descarada desobediencia de las sentencias judiciales, ante la bravuconería y chulería del Gobierno de la Generalidad y ante la quiebra del Estado de derecho en una parte querida de España, el Presidente del Gobierno reaccione con una nueva invitación al diálogo con el agresor.

No hay nada de qué hablar con quien amenaza abiertamente con romper la convivencia y atentar contra la soberanía de la nación española. Con los que chantajean al Estado y se burlan de la ley no se dialoga, se aplica la ley, con todas sus consecuencias. Hacer lo contrario constituye un síntoma de debilidad alarmante y un precedente extremadamente peligroso, además de una colosal injusticia y agravio comparativo con el resto de los españoles que cumplimos la ley.


LFU

8 de julio de 2014

Pablo Iglesias, el "bueno" y el "malo"

Aunque no soy asiduo al género chamuscado de las tertulias, resulta difícil husmear entre los canales y las redes sociales sin que alguien esté hablando de Pablo Iglesias. Y cuando el que habla pertenece al Partido socialista, suele apostillar su referencia distinguiendo al líder de “Podemos” de su fundador, al que le ha caído el apelativo de Pablo Iglesias, “el bueno”, quizás para destacar la radicalidad del omnipresente y flamante eurodiputado.  

Pero de “bueno” o de moderado tenía poco el linotipista. Según recoge Luis Gómez Llorente en su libro "Aproximación a la historia del socialismo español hasta 1921",( Cuadernos para el Dialogo, Madrid, 1972, página 169-) el 12 de noviembre de 1921, en su discurso pronunciado ante el VI Congreso del PSOE en Gijón, Pablo Iglesias, “el bueno” pronunciaría éstas palabras pletóricas de talante: "Queremos la muerte de la Iglesia… para ello educamos a los hombres, y así les quitamos la conciencia… No combatimos a los frailes para ensalzar a los curas. Nada de medias tintas. Queremos que desaparezcan los unos y los otros".

Pues bien, no sé cuál de los dos Pablos es peor, aunque seguramente ambos habrán renegado por igual de su apellido. Del contemporáneo, debo señalar su fuerte dogmatismo, su carácter sectario y la extraordinaria habilidad que demuestra ante las cámaras. No hay duda de que la cámara “le quiere” y lo más sorprendente –o no- es que todos los medios hayan decidido promocionarle de forma gratuita. Me barrunto que algo tendrá que ver la cocina de Arriola en todo esto, pero la estrategia no es nueva y es peligrosa. Ya lo intentó Miterrand con el Frente Nacional y ahora es la primera fuerza política de Francia.

Lo peor es que a Pablo Iglesias se las ponen con a Fernando VII. No es que el muchacho sea tonto, ni mucho menos, pero si le ponen de sparring a tertulianos de profesión a sueldo de los partidos, intelectualmente menesterosos y sin otros principios que los de Groucho Marx, la victoria la tiene asegurada. Vean si no el repaso que Fernando Paz le dio a Pablemos a cuenta del franquismo, esgrimiendo con valentía la verdad frente el rancio argumentario  de la historiografía marxista.

Ya sé que al Partido popular le interesa sacar el espantajo de este revolucionario con coleta para alentar el voto del miedo, pero mucho cuidado con estos experimentos. La campaña se la están haciendo gratis y esto se acaba pagando.


LFU

27 de junio de 2014

Pablo Iglesias le abre la puerta grande a Rubalcaba

El cinismo, o tal vez la fragilidad de la memoria, nos presenta hoy a Alfredo Pérez Rubalcaba como un gran hombre de Estado al que se despide como a los buenos toreros, con una gran ovación y el olvido de sus tardes negras.

El mismo Rubalcaba que hizo el trabajo sucio en aquella terrible jornada de reflexión de marzo de 2014, el que sirvió de escudero al infame Zapatero durante sus dos legislaturas, el que ha sido capaz de justificar y defender tripartitos, aborto libre y educación para la ciudadanía, ayer era despedido por tirios y troyanos –y cómo no, por el cursi pomposo de Posada, como un gran prócer de la democracia.

Me quedo con el Suum cuique tribuere de Ulpiano y líbreme Dios de juzgarle, pero sus actos y dichos están en la hemeroteca.  No derramaré una lágrima por un político que tanto daño a hecho a nuestra nación por mucho que lo que haya de venir sea peor.

Pero la pura verdad es que Rubalcaba se va, porque Pablo Iglesias le echa. La izquierda se está echando al monte encendida por la mecha del sectarismo que prendió el infame con su escudero.  El hijo se revuelve contra el padre y lo aparta, porque la semilla del odio acaba dando sus frutos podridos. Descanse en paz.


LFU       

20 de junio de 2014

Mi hermana Reyes

“No hay quinto malo”. Eso decimos los aficionados a los toros para agarrarnos a un clavo ardiendo cuando la corrida no da para más. En este caso, de ocho morlacos que somos los hermanos Utrera, la quinta, es sin lugar a dudas, la mejor. Y para no romper la tradición, le dedico esta página con motivo de su cumpleaños.

Mi hermana Reyes es, simplemente, la personificación de la bondad.  Siempre he admirado en ella su extraordinaria capacidad para ver y mostrar siempre la luz de los demás, ignorando las sombras que nos rodean.  Alérgica a la murmuración y a la maledicencia, sabe apartar los prejuicios para ponerse en lugar del otro y siempre encuentra justificación para salvar al árbol caído, algo que sólo lo consiguen los que tienen enorme el corazón.

En algún sitio he leído que no hay mayor signo de superioridad que la bondad, y es que ésta sólo brota con fuerza en el corazón de los elegidos por Dios para servir de faro a los que le rodean. 

Reyes es la dulzura sin empalagos, la sinceridad piadosa, no hay persona en el mundo que sepa como ella arrimar el hombro como el Cireneo para cargar con las cruces que los demás llevamos a cuestas, siempre con una sonrisa.  Y tiene el corazón –como su casa- abiertos de par en par. Por eso son tantos los que buscamos la paz en su consejo y por eso también, si alguna vez he sentido, no ya su enojo, sino un leve reproche en su mirada, nunca he dudado que era yo quien había fallado.

De los ocho hermanos, la única que cambió el Código civil por el de Hammurabi, volcó su enorme sensibilidad en el cultivo de la historia y del arte, y es de esas personas que saben que la luz que entra por su balcón cada mañana viene a iluminar la tarea justa que Dios les ha asignado en la armonía del mundo.

Sólo los que saben darse alcanzan la verdadera felicidad. Mi hermana quiere y es querida por todos. Su marido, Alejandro -que compite con ella en bondad- y sus hijos, Victoria y Alejandro, saben muy bien de lo que hablo. Por eso sólo puedo imaginarla con una sonrisa.  

Que Dios te bendiga siempre, querida Reyes y te conserve intacta esa mirada luminosa que te hace grande entre los demás.

Tu hermano que te quiere.


Luis Felipe

16 de junio de 2014

¿Proclamación o simulacro?

La monarquía es, sobre todo, tradición y rito. Al margen de las justificaciones accidentalistas de la institución por su utilidad contingente, la corona representa el vínculo que nos une a nuestra historia. Felipe VI será rey en tres días por haber nacido Borbón e hijo de rey y porque sigue en vigor la Pragmática Sanción de 29 de marzo de 1830 que posterga a la mujer en el orden sucesorio por detrás del varón independientemente de su edad.

La monarquía española es, además, de tradición católica. Las reinas de España gozan por su condición católica del “Privilegio de Blanco” que ejercen habitualmente vistiendo de blanco en las Audiencias con el Papa.

Todo ello forma parte del rito y de la tradición histórica de nuestra patria. Por eso, la decisión de la Casa Real de prescindir de la Misa del Espíritu Santo posterior a la proclamación, del Crucifijo y los Evangelios no es un signo de modernidad, sino, cuando menos, un desprecio a la tradición que forma parte de la esencia misma de la Corona y justifica su existencia y también al sentido cristiano mayoritario del pueblo español.

Todo el rito y ceremonial de la Corona -que con tanto mimo cuidan y respetan las monarquías sajonas, tan orgullosas de su historia y tradición- forma parte también de lo que los cursis denominan ahora “marca España”. Y ese remedo que se inventó Aznar del “Patriotismo constitucional” es una filfa que a nadie puede emocionar.  

Si tan empeñados están en que España nació con la Constitución –esa especie de big-bang que nos hizo surgir de la nada- no sé qué narices le van a explicar a los independentistas de Cataluña. España es mucho más, siglos de historia de la nación más antigua de Europa no pueden despacharse con un simulacro vergonzante que a nadie contentará. Porque los nostálgicos del Frente popular no lo agradecerán y los monárquicos de convicción acusarán el agravio. Al resto de los españoles, ni fu ni fa. Con lo que le gusta al pueblo presumir de boatos y añejas estirpes, la fría proclamación constitucional que se anuncia es como la leche esterilizada, sin microbios, pero también sin vitaminas.

Me vienen a la cabeza los versos de Martínez Mesanza:

Quien no comprende la razón del rito,
quien no comprende majestad y gesto
nunca reconocerá la humana altura,
su vano dios será la contingencia.
Quien las formas degrada y luego entrega
simulacros neutrales a las gentes,
para ganarse fama de hombre libre,
no tiene dios ni patria ni costumbre.

Mal comienzo, Majestad.


LFU

4 de junio de 2014

Ante la Abidicación del rey, "Asumir la Historia" Por José Utrera Molina

(Ante la negativa del Diario ABC a publicarlo, "Arriba" lo hace con orgullo.)

Tras escuchar atentamente a su Majestad el Rey de España, hacer un resumen de su vida sin hacer la menor mención a quien fue el verdadero artífice de que la monarquía se instaurara en España, me he preguntado sobre la oportunidad y acierto de esta omisión, en mi opinión injusta, aunque políticamente comprensible. Hago mías, aquí, las palabras de Nietzsche citadas por Ortega, precisamente, en su elogio a la Monarquía británica por mostrar su afán de continuidad escrito en «La rebelión de las masas», «cuando define al hombre superior como el ser de más larga memoria». Relatar el presente inmediato mutilando parte de los eslabones que explican la continuidad con el pasado, no deja de ser una operación cosmética que disimula pero no puede borrar el pasado. Nadie, nunca, comienza enteramente de nuevo. El pasado es el patrimonio singular del hombre como especie, su privilegio y señal. Asumirlo, sin jactancias y olvidos, es propio del hombre seguro de sí.

Ningún historiador riguroso puede negar, sin incurrir en una clamorosa parcialidad, la tenaz voluntad de Franco para instaurar en España el régimen monárquico continuando la línea dinástica de Alfonso XIII, su padrino de boda. Jamás tuvo la menor vacilación en su decisión cuando no fue una cuestión nada fácil, políticamente hablando, dentro del Régimen anterior, donde los monárquicos no eran precisamente legión y D. Juan de Borbón- sin duda mal aconsejado-, no ayudó precisamente con su célebre e inoportuno Manifiesto de Laussane.  Me encuentro en la obligación de señalar este pequeño detalle de olvido por un elemental imperativo de justicia. Y es que hubiese bastado una levísima señal que en modo alguno le comprometiera ante nadie. Asumir la historia en su integridad es muestra de fortaleza, de superación valiente de añejos rencores.

Ojalá que el nuevo Rey de España, que estoy seguro que el pueblo espera y aclamará, mantenga una sabia neutralidad y distancia en relación con tantos y tantos vuelcos que ha tenido la historia española. Que sirva con su innegable juventud a España enfrentándose a los riesgos del futuro. Yo lo espero así porque tiene condiciones suficientes para cumplir su misión limpiamente. Él no debe nada a nadie sino a su padre y es depositario de una tradición histórica secular.

Pido a Dios que le asista en su andadura. No hay en mí el menor reproche a su imagen y a las palabras que hasta ahora ha pronunciado. Creo en él y pido a Dios que le asista para que España fuertemente unida alcance los ideales de bienestar y de grandeza que muchos españoles seguimos soñado.


JOSÉ UTRERA MOLINA

2 de junio de 2014

La Abdicación del rey

Si hay algo que los años le enseñan a uno es que, en política, casi nada es lo que parece.  Estoy seguro de que la abdicación del rey hoy anunciada, obedece a causas últimas que se nos escapan, aunque podamos barruntarlas. Qué duda cabe que si su decisión no era la de morir siendo rey, el momento de abdicar era hoy, que la estabilidad parlamentaria permite la rápida aprobación de una ley orgánica que asegura una sucesión sin sobresaltos.  

En cualquier caso, a pesar de mi escaso fervor dinástico provocado por la más que cuestionable trayectoria política y vital del rey Juan Carlos y sus predecesores en el trono, pensando en España y nada más que en España, creo que lo mejor para esta hora de tribulación en la que se encuentra nuestra patria es que la Jefatura del Estado permanezca ajena a los vaivenes de la lucha partidista y a salvo de los desvaríos del sufragio universal.

La Corona es hoy, indiscutiblemente, uno de los pocos elementos vertebradores de la nación española, por representar el lazo de unión con nuestra tradición histórica. Ahora, cuando la unidad de España está en peligro, la mayor parte de las instituciones desprestigiadas y la clase política en entredicho por la corrupción y la falta de ejemplaridad, la Corona tiene ante sí una ocasión histórica única para hacer valer su papel integrador y evitar que España perezca como nación.

Si así lo hace, justificará para cien años más su existencia. Si no, se verá arrastrada con toda justicia por el ocaso de una nación a la que no habrá sabido servir como debía.

Que Dios ilumine al nuevo rey y bendiga siempre a España.   


LFU

21 de mayo de 2014

La muerte no es el final


Pilar, la mujer de mi amigo Federico, me llamó hace unos días para invitarme al funeral de su suegra. Llegué antes de la hora y me acerqué circunspecto a dar el pésame a mi amigo con el consabido y mecánico “Lo siento mucho”. A mitad del abrazo, Federico se apartó y con los ojos muy abiertos me pregunto: «¿Por qué? ¡Pero si lo que tienes que hacer es darme la enhorabuena!.  No te imaginas la muerte más bonita que tuvo. Vino la Virgen a llevársela cuando estaba en paz, rodeada de sus siete hijos que rezábamos el rosario junto a su cama. Allí se respiraba alegría –incluso mientras la velaba se me escapaba una sonrisa- porque todos sabíamos cómo había vivido en el amor y lo grande que era la felicidad que le esperaba.»

Aunque una y otra vez leamos el Evangelio, a los cristianos rara vez se nos nota la alegría que debíamos tener cada mañana. Vivimos como si no creyésemos de verdad que al otro lado está la Gloria, como si no fuera más que un consuelo o engañifa con el que mitigar nuestro dolor, como si la muerte fuera de verdad el final.  Federico no es así. Allí por donde pasa se encarga de predicar con su ejemplo la alegría de la resurrección. Y así fue el impresionante funeral de su madre, que comenzó con un impresionante Gloria y acabó con un emotivo y vascongado Agur Jesusen ama. Allí se respiraba alegría, gratitud y mucho amor. Se estaba en la gloria. No había ninguna duda de que allí mismo estaba Dios.

Enhorabuena Federico y gracias, Pilar por no dejar que me perdiese una celebración tan feliz y entrañable.

Laus Deo

LFU


7 de mayo de 2014

A mi hija Victoria, en su Primera Comunión

Querida Victoria

                Hace algo más de nueve años, cuando ya te intuíamos sin conocerte, visité el Santuario de Santa María de la Victoria y te encomendé para siempre a la Virgen anunciándole que si eras niña, llevarías Su nombre.

                El día de tu bautismo elegimos mamá y yo la carta de San Pablo a los Corintios “si no tengo amor, no soy nada”.  Quisimos que tu primera entrega a Cristo empezase con una invocación al amor.

Mañana será un día grande para toda la familia. Abrirás tu corazón a Jesús recibiendo el sacramento más importante, el de la comunión, y por eso quiero dedicarte unas líneas escritas desde el corazón.

                Jesús dijo: "Si uno come de este pan, vivirá para siempre [...] El que come mi Carne y bebe mi Sangre, tiene vida eterna [...] permanece en mí y yo en él".  No olvides nunca que no hay amor más grande que el del que da su vida por los demás. Cada vez que comulgues te unirás más a Jesús, y te harás partícipe de su amor. Es la “poción mágica” de los cristianos, la que nos hace más fuertes frente al mal que se esconde detrás de cada esquina. Por eso no olvides nunca que antes de tomarla deberás tener el corazón preparado para recibirle, como preparamos la casa cuando recibimos a un invitado.

Hace tres años, tu abuelo Pepe ya definía a la perfección los rasgos de tu carácter en los últimos versos del soneto que te dedicó:

Curiosidad y afán avizorante,
llenan de gozo tu mirar sereno
descubriendo la vida a cada instante

Atrevida, audaz, perseverante,
está tu corazón de magia lleno
y te lo llevas todo por delante.

Ansiosa siempre por descubrir el afán de cada día, hoy estás preparada para recibir por primera vez el cuerpo y la sangre de Jesús. Cuando pasen los años, la fecha de mañana será de las pocas que nunca olvidarás en tu calendario. La alegría y la fortaleza que salen de ti son prueba de que el amor de Dios reina en tu corazón, que debes cuidar para que sea el mejor portal en el que pueda nacer cada mañana. 

Que Él te bendiga mañana y el resto de tu vida, que deseo feliz y adivino intensa, decidida y arrolladora. Persevera en tu generosidad y en la facilidad con la que das amor a los demás. Esa y no otra será la clave de tu felicidad.


Tu padre que tanto te quiere.

Luis Felipe Utrera-Molina

25 de abril de 2014

¡No tengáis miedo!

La Navidad de 1981 tuvo para mí un significado especial. Mis padres nos llevaron a los ocho a Roma para celebrar sus bodas de plata. Por primera vez pisé la ciudad eterna y tuve el privilegio, junto con mis padres y hermanos, de besar el anillo del pescador y hablar brevemente con el que el próximo domingo será elevado a los altares por la Iglesia. Aquí os dejo el testimonio gráfico de la ocasión.

San Juan Pablo II pasará a la historia como el papa de la familia y el que mejor representó la aceptación de la pasión de Cristo en carne propia. El que abrió su pontificado, joven y vigoroso saliendo al balcón de la logia de San Pedro con aquél grito potente y esperanzador:  ¡¡No Tengáis miedo, abrid las puertas a Cristo!! acabó sus días enseñando al mundo la dignidad de su dolor y la entrega a los demás desde la postración de su enfermedad. En un mundo en el que se aparta a los ancianos y se elude la visión molesta del dolor, él quiso dar al mundo una lección de esperanza y de amorosa aceptación de la cruz que le había correspondido.

Jamás olvidaré la emoción del día en que su voz se quebró para siempre ante las cámaras del mundo entero. Su mirada, mezcla de impotencia y aceptación humilde de su dolor era una escena estremecedora de la pasión. Recuerdo que lloré con esa mezcla de tristeza y alegría que tiene la emoción de contemplar algo tan terriblemente doloroso como extraordinariamente hermoso.

El próximo domingo, una de mis hermanas tendrá el inmenso privilegio de estar de nuevo en Roma en la canonización del que será para siempre mi Papa. De alguna manera, nos representará a todos para agradecerle las gracias que por su intercesión hemos alcanzado.  Cuando el mal nos acecha, cuando nos gana la partida, cuando nos damos cuenta de nuestra pequeñez y miseria, cuando el dolor nos puede y acobarda, siempre tendremos su imagen fuerte de esperanza del primer día y la amorosa y dulce mirada de su última postración.

San Juan Pablo II, ruega por nosotros.

LFU


13 de abril de 2014

Respeto a nuestra Historia. por José Utrera Molina



Cada día, cada mañana, tropiezo con alguna que otra nota que desfigura intencionadamente una verdad histórica de por sí dolorosa. Una guerra civil suscita siempre pasiones controvertidas, recuerdos que no se deben airear para que encontremos la historia del futuro suficientemente limpiay libre de trabas condenatorias. Me refiero al propósito avalado por una autoridad judicial de derribar el bello y singular monumento que Granada dedicó a la memoria deJosé Antonio Primo de Rivera.

No voy a hacer aquí la apología de quien fue fundador dela Falange Española. Es una figura tan ejemplar, tan llena de joven heroísmo que solo merece una mención con una alabanza superlativa. Somos muchos los que creemos que hay que reivindicar para España entera esta figura simpar que amó profundamente a España y por ella se sacrificó cuando tenía solamente 33 años. Pero dejando aparte estas necesarias y justas apreciaciones, voy a referirme en estas líneas al disparate histórico y al crimen narrativo que presupone no superar nuestra contienda civil sino avivarla con nuevos y escasos argumentos que establecen una situación absolutamente falsa: “Los vencedores no tenían razón y los vencidos eran depositarios de la limpieza democrática”. Si lo que se pretende es difuminar un tiempo que tuvo sus claroscuros, lo que se estáperpetrando es un disparate monstruoso, al situar a unos españoles ejemplares en el cieno y elevar sobre la fuerza de la historia a otros que fueron culpables clarísimos de nuestra contienda.

Pues bien, en Madrid existen estatuas que hacen la apología de aquellos que originaron con sus palabras y con sus hechos nuestra guerra civil. Me refiero a las imágenesde Indalecio Prieto y de Francisco Largo Caballero que están situadas en lugares importantes de Madrid. A ellos sí se les cubre de una falsa gloria, de una ofensiva falsedad.¿Cómo se puede denostar en el terreno de los hechos históricos a un hombre en plena juventud cubierto por el plomo y el odio de los que le fusilaban, y elevar a los altares de la ciudadanía a los que sin duda alguna fueronlos instigadores de aquella masacre?. Se pueden señalar párrafos enteros de condenaciones de ideologías y de actitudes que radicalizaban el ambiente español tanto por Largo Caballero como por Indalecio Prieto.

Lo que pretendo con estas líneas es mostrar mi radical condena de la Ley de la Memoria Histórica que elPresidente Rajoy anunció en su día que sería severamentecorregida. Nada se ha hecho en este sentido, por lo que cada día se destruyen para siempre toda clase de referencias al régimen anterior y a quienes, como José Antonio, ni siquiera pudieron alzarse en armas contra el proceso revolucionario en marcha, porque llevaba meses encerrado en la prisión por el frente popular,  mientras seensalzan los falsos valores que no lograron elevar las fuerzas históricas de la democracia. El escandaloso asesinato del Jefe de la oposición parlamentaria, Calvo Sotelo, por miembros de la escolta del propio Indalecio Prieto y con la clara complicidad de significados elementos del gobierno frentepopulista se posterga en el olvido mientras se intenta cubrir de oprobio a quienes no tuvieron otra alternativa que luchar por su propia supervivencia y la de España.

Yes hora de que las espadas levantadas entonces, se doblen con propósito de reconciliación y de armonía entre todosPero jamás sobre la mentira institucionalizada, jamás sobre una memoria impuesta desde el rencor, sino sobre la verdad del dolor que en una y otra España sufrieron los protagonistas de aquella lejana tragedia.

JOSÉ UTRERA MOLINA

7 de abril de 2014

Pilar Urbano, el 23-F y los Colmillos retorcidos

Uno de los inconvenientes de cumplir años es que se nos van cayendo escamas de ingenuidad que son sustituidas por colmillos retorcidos.

Hace una semana el diario "El Mundo" en coordinación con el Grupo Planeta arrojaba una bomba a la línea de flotación al reinado de de Juan Carlos de Borbón. El detonante de esa bomba no es otro que la inefable Pilar Urbano a quien, por cierto, la reina Doña Sofía escogió inter pares hace unos años para confiarle su biografía autorizada hace unos años.

Lo que cuenta Pilar Urbano -novelaciones al margen- no sólo es absolutamente verosímil, sino que no es nada nuevo. Coincide con un análisis aséptico de los hechos que acontecieron durante los meses de enero y febrero de 1981 y con la personalidad del rey Juan Carlos, un hombre acostumbrado a decirle a todo el mundo lo que quiere oír y hacer luego mangas y capirotes según le convenga. Quizá el mayor problema para la credibilidad de lo que cuenta es la propia Urbano, tantas veces desacreditada por cultivar en exceso el género de la ficción histórica.


¡Qué pena que D. Ramón del Valle Inclán no esté vivo para contarlo! El esperpento de la clase política y periodística rasgándose las vestiduras de forma colectiva y unánime al ponerse en duda la verdad oficial tras las cínicas exequias del presidente Suárez, constituye un espectáculo bochornoso que huele a la naftalina de todo un sistema en decadencia asaeteado por los más diversos flancos. Ya lo decía el sabio refranero español. “A perro flaco, todo son pulgas”. 

Atando cabos con el colmillo retorcido, no es difícil concluir que alguien de su entorno más cercano tenga mucho interés en darle la puntilla a D. Juan Carlos para que abdique de una vez en su hijo antes de que sea demasiado tarde para el futuro de la institución.

LFU

25 de marzo de 2014

A propósito de Suárez

Por un imperativo de conciencia y de respeto he evitado pronunciarme sobre el insólito proceso de mitificación de la figura política de Adolfo Suárez mientras estuviera de cuerpo presente.

Adolfo Suárez está sometido ya al juicio de la historia. La gran cantidad de lugares comunes, medias verdades, falsedades completas y halagos póstumos de estos días de duelo quedan para el anecdotario luctuoso del político abulense. Tengo para mí que la clase política ha querido utilizar su figura para auto-justificarse en un momento en el que la política está desprestigiada y las instituciones están siendo seriamente cuestionadas por el pueblo español. De hecho, ninguno ha querido faltar a la cita, ni siquiera los que más denigraron en vida al fallecido presidente.

Por más que lo repitan ad nauseam Suárez no fue el artífice de la transición. El que hizo posible la misma fue el propio régimen que lo encumbró y en el que llegó a sus más altas cumbres de poder, al crear unas condiciones de bienestar y desarrollo en los españoles que actuarían como elemento disuasorio capaz de neutralizar cualquier aventura que implicase un nuevo enfrentamiento. Sí fue eficaz en triturar aquél régimen en un tiempo récord, aunque no era muy difícil teniendo en cuenta que la mayoría de sus servidores estaba por agarrarse a las alfombras como aves de rapiña.

Quien diseñó el tránsito del régimen autoritario al sistema de democracia parlamentaria fue otro hombre del régimen, Torcuato Fernández Miranda, por encargo del rey. Un Fernández Miranda que, sin embargo, no se avino a transigir con la formulación del título VIII de la Constitución pronosticando que abriría abismos en el futuro y adelantándose al drama desintegrador que hoy vive nuestra nación. Como consecuencia de ello, acabó sus días en la más absoluta soledad y abandonado de todos.

Suárez, que en sólo seis meses pasó de hablar de “la gigantesca obra de ese español irrepetible al que siempre deberemos homenaje de gratitud, que se llamaba Francisco Franco” a afirmar que “España estaba saliendo de la larga noche de la dictadura”, prefirió el disparate del “café para todos” a una formulación más responsable de la estructura territorial del Estado que garantizase su estabilidad a largo plazo. Heredó una España con menos de un 4% de paro y salió del gobierno con una tasa de paro del 16%. Era un hombre con una clara vocación de poder y con escasos escrúpulos, tal vez lo que el rey necesitaba en esos momentos para desmontar la estructura del régimen que había posibilitado el regreso de la Corona.

Aunque ahora todos le colman de alabanza, lo cierto es que acabó completamente solo y en buena parte por méritos propios. Ganó unas elecciones desde el poder con todo a su favor, una sola televisión, férreo control de los medios y del aparato del Estado y no logró acabar ninguna legislatura, llevando al país a una situación insostenible que culminó en el intento nunca aclarado de golpe de estado del 23 de febrero de 1981. 

No fue, a mi juicio,  el gran gobernante que ahora dicen, ni tampoco el mejor presidente de la democracia, aunque el nivel no haya sido muy alto entre los que han ocupado esa magistratura.

Todo ello no puede hacerme olvidar el calvario que tuvo que sufrir en lo personal. La entereza y testimonio de fe de su hija Mariam en su enfermedad, anteponiendo la vida de su hijo no nacido a la suya propia, la enfermedad y muerte de su mujer por un cáncer que hizo estragos en sus otras dos hijas, su temprano declive presa del Alzheimer….demasiadas cruces para un solo hombre, que sin duda le servirían para redimir cualesquiera deudas que tuviera ante Dios.

Lo cortés no quita lo valiente. Rezar por la salvación de su alma es lo que hice cuando tuve noticia de su fallecimiento, pero no estoy dispuesto a sumarme al insufrible botafumeiro al que nos ha sometido el sistema y el pensamiento único, que me produce verdadera alergia primaveral.

Que descanse en paz.


LFU

18 de marzo de 2014

La "memoria democrática"” de Andalucía. Por José Utrera Molina

Siento verdadero dolor al insistir sobre una cuestión que martillea continuamente mi conciencia y lastima sensiblemente mi corazón. El gobierno social-comunista de la Junta de Andalucía ha decidido dar un paso más en el proyecto de ingeniería social iniciado por el gobierno Zapatero -y mantenido con enorme irresponsabilidad por el actual gobierno del Partido Popular-, consistente en la manipulación institucional de la historia con fines políticos y su imposición coactiva, prescindiendo del método científico y vulnerando la neutralidad y el espíritu crítico que debe presidir la labor del historiador.

Hago referencia al proyecto de Ley denominado esta vez de “Memoria Democrática” y a la adopción de diversas disposiciones sectoriales que la acompañan, algunas de las cuales alcanzan cotas inimaginables de cinismo y falsedad histórica.  Recientemente, la Consejería de Administración Local de la Junta adoptó un acuerdo declarando treinta y cuatro lugares de “Memoria Histórica de Andalucía”. Entre ellos se menciona la antigua prisión provincial de Málaga que, según el citado decreto, «cumplió con los objetivos de reinserción del gobierno republicano» y que, «sobre todo a partir de la ocupación franquista el 8 de febrero de 1937», se convirtió en un centro de terror y sufrimiento. Ignoro el significado que para la Junta de Andalucía tiene el término «reinserción», pero por mi edad he conocido cientos de familiares de hombres, mujeres y niños reinsertados durante la dominación roja de Málaga. Algo más de 2.600 reinsertados durante el año 1936 que jamás volvieron a ver la luz del día.

No aparece, entre los lugares de memoria señalados, el sitio donde la turba asesinó, arrancó los ojos y mutiló salvajemente al Capitán Agustín Huelin, sometiendo a su cadáver a las más bajas humillaciones. Tampoco figura el lugar del Camino Nuevo en el que, noche tras noche, se fusilaba a decenas de malagueños desafectos al frente popular y a sacerdotes –algunos aún imberbes- que no tenían más demérito que haber sido fieles a su vocación, y en el que a la luz del día siguiente acudía una macabra romería para escupir y profanar los cuerpos sin vida de unos fascistas que ni siquiera sabían que lo eran. No me lo ha contado nadie. Yo lo viví con diez años y aún resuenan en mis oídos las descargas de los fusiles, los tiros de gracia y las risas y aspavientos de una turba enloquecida. Y así podría seguir, hasta llenar páginas de horror de aquellas fechas que, en mi ingenuidad, creí superadas para siempre. 

La Junta de Andalucía –la del 46% del paro juvenil- se apresta también a imponer el estudio del «franquismo» (más bien su visión manipulada del mismo) a los niños andaluces, aleccionándoles con una clara y bastarda finalidad política. Y en las páginas de ABC, el designado Director General de la “Memoria democrática” –eufemismo con el que se trata de encubrir al moderno comisario político- amenazaba abiertamente a la Iglesia Católica con eliminar cualquier vestigio de la contienda de Iglesias y Conventos, olvidando que las principales huellas de la guerra civil yacen silentes en las tumbas de los más de 7.500 religiosos asesinados por los que ahora son llamados «defensores de la legalidad republicana».    

Y me pregunto si alguien en su sensatez podrá parar esta increíble inmoralidad.  Recuerda Joaquín Leguina en su libro “Zapatero el gran organizador de derrotas”, que he leído con honda admiración, que en la Tribuna de las Cortes, un día de octubre del año 1977, el líder de Comisiones Obreras, Marcelino Camacho, hablando en nombre del Partido Comunista, refiriéndose al espíritu de reconciliación que había de presidir la transición, pronunció las siguientes palabras: “Hoy no queremos recordar el pasado porque hemos enterrado a nuestros muertos y a nuestros rencores”. Me pregunto si esta afirmación tan contundente como aleccionadora encontrará alguna vez eco en el corazón de los desalmados que pretenden volver a recordar una tragedia que para el bien de todos tratábamos de dejar en la tribuna de la historia, para que sólo ella, desde la serenidad que otorgan los años, se encargue de otorgar la razón a quien la tuvo y arrancarla de cuajo a aquellos que la han utilizado a su favor.  

Como yo soy testigo de todo aquello, con mis ochenta y siete años puedo decir bien alto que es mentira que el Alzamiento Nacional fuera una asonada de militares codiciosos y resentidos. Soy testigo de que fue el pueblo el que se levantó en armas contra el terror organizado por el Frente Popular dominado por el comunismo estalinista, que amenazaba con destruir el propio ser de nuestra nación. Son palabras de Julián Besteiro, no mías: “La verdad real: estamos derrotados por nuestras propias culpas: estamos derrotados nacionalmente por habernos dejado arrastrar a la línea bolchevique, que es la aberración política más grande que han conocido quizás los siglos... La reacción contra ese error de la República de dejarse arrastrar a la línea bolchevique la representan genuinamente, sean los que fueran sus defectos, los nacionalistas (es decir, el bando llamado “Nacional”, capitaneado por Franco), que se han batido en su gran cruzada anti-Komitern.”  

En mi propia carne, torturando mi sangre, están todavía los sucesos de la guerra civil, que, rompieron en pedazos la familia de mi madre como la de muchos miles de españoles. Hora es ya de dejar de remover los muertos y mirar al futuro.

Pero si vamos a tolerar que una de aquellas Españas imponga su verdad después de ochenta años, reclamo el derecho a defender a los miles de hombres y mujeres que levantaron la bandera de la hidalguía y de la libertad de España en la llamada zona nacional, sin condenar y zaherir a los que lucharon por su ideal en la trinchera contraria. A lo largo de mi vida política, con cerca de 900 intervenciones públicas, jamás utilicé una palabra de reproche a los vencidos. Quise siempre unir en una nueva España a los hijos de los que mataron con los hijos de los que murieron. Por eso ahora tengo derecho a denunciar lo que considero un miserable intento de las instituciones de dividir otra vez a los españoles en buenos y malos.

Todo esto lo escribo cuando he llegado al paroxismo de mi indignación. ¿Cómo es posible que pueda permitirse un falseamiento de la historia tan lleno de cinismo y de desvergüenza?. ¿Cómo es posible que me encuentre sólo en mi denuncia cuando están aún vivas tantas voces que debiendo unirse a la mía, permanecen cobardemente silenciosas? ¡No lo entiendo!.   La agresividad con que se muestran los llamados apóstoles de la reconciliación, que no son otra cosa que sembradores de la discordia, debe tener un mentís rotundo por parte de todos aquellos que hemos presenciado aquella tragedia y que ahora la tratamos con noble consideración. Y mis palabras no son el producto de ningún resentimiento, sino el recuerdo de una realidad dolorosamente vivida. ¡Me duele España!.

Los que aprendimos el patriotismo con notas de dolor y con afán de perfección, no podemos permanecer impasibles ante lo que constituye una ignominia que nos lleva irremisiblemente a una sociedad indecente que la gran mayoría de los españoles no nos merecemos. Tenemos derecho a alzar nuestra voz enronquecida, después de tantas provocaciones y pedirle a Dios que España encuentre alguna vez la paz y el sosiego que necesita para conquistar su futuro. 


JOSÉ UTRERA MOLINA
Ex-Ministro

11 de marzo de 2014

11-M. Las dos caras de la tragedia

Hace diez años que un terrible dolor se instaló durante unos días en el alma de los españoles.Y aquél terrible sufrimiento sacó lo mejor de unos y lo peor de otros.

El orgullo como españoles ante la avalancha de solidaridad mostrada por tantos para dar algo de sus vidas por quienes tanto habían perdido se vio ensombrecido en los días posteriores por la llama del odio cainita oportunamente inoculada en la sociedad por quienes no dudaron en utilizar el dolor en su provecho político.

Jamás podré olvidar el momento en el que, junto con algunos de mis hermanos, tuvimos que abandonar una manifestación en la que la unidad en el dolor y el sobrecogimiento por la tragedia habían dado paso al odio furibundo de la izquierda contra la derecha. Otra vez sentimos el abismo de las dos Españas y de nuevo el odio provenía de los de siempre. De los que aborrecen de su patria porque rechazan cualquier cosa que pueda unirles a sus compatriotas, de los que rechazan su bandera y sacan la tricolor, de los que abuchean a su himno, a sus símbolos y falsean o manipulan la historia. Allí, una de las dos Españas, en lugar de abrazarse a la otra en el dolor y en la adversidad, volvió a sacar toda la miseria y el odio de generaciones, para culpar a media España de un dolor que era patrimonio de todos.

La sangre de tantos inocentes no merecía la vileza de la desunión. Pero España, querido amigo, es capaz de lo mejor y de lo peor. Hace diez años volvimos a demostrarlo.

LFU

7 de marzo de 2014

El cinismo de Rodríguez Zapatero. Por José Utrera Molina

Existen cumbres borrascosas y cumbres tan recubiertas de cinismo que ocultan por completo la realidad. Creo que el señor Rodríguez Zapatero, anterior presidente del gobierno español, ha alcanzado últimamente las últimas cumbres del cinismo haciendo una apelación a la mesura y a la prudencia en los conflictos que actualmente y con inusitada gravedad, afectan a España. Me refiero a sus manifestaciones sobre el continuo acoso de nuestra frontera con Marruecos por parte de las mafias que comercian con el drama de la inmigración ilegal.

Al leer las declaraciones del ilustre político, me doy cuenta de que jamás tuvo verdadera conciencia de la realidad de su iniquidad. Resulta muy difícil de entender que pida mesura y prudencia, quien jamás conoció ni aplicó tales virtudes en la etapa en que rigió los destinos de España. El hombre que volvió  a dividir a España entre buenos y malos, vencedores y vencidos, doblando la balanza hacia los que fueron derrotados y humillando sin piedad a aquellos que enarbolaron banderas victoriosas y hoy aparecen ante los ojos de la historia oficial como malvados y truhanes, carece de cualquier autoridad moral para dar consejos de prudencia y serenidad.

Hay ya muy pocas cosas que llegan a afectar  al fondo de mi alma, pero tengo todavía la propiedad de mi indignación y cuando alguien escribe o dice instar a los españoles a un espacio de confianza, creo estar ante un panorama de cínica irrealidad. Pongo en duda la formación histórica, el rigor intelectual y el afán de concordia del señor Zapatero. Y mi juicio no tiene otra base que su propia acción de gobierno, inspirada por su profundo sectarismo y radicalidad.  Llegué a pensar que el silencio mantenido desde su adiós a la política era una muestra de que por fin había llegado a un estadio de madurez intelectual, de prudencia y de sincera humildad. Pero no ha tardado mucho en romper su silencio, produciendo enorme perplejidad en  el ánimo de muchos  españoles que atónitos presenciamos y sufrimos los constantes desafueros y ocurrencias, los preceptos impregnados de odio y las leyes injustas que completaron su nefasta labor de gobierno.

Hay magisterios que se imponen por su verdad, que pueden resultar oscurecidos en determinados momentos históricos pero que pasado el tiempo de contienda, recobran su luz.

Nada más lejos de mi intención que soliviantar los ánimos de nadie. Simplemente una chispa de fuego ha encendido mi corazón y me resisto a permanecer callado ante un alarde de cinismo sin precedentes. ¿Es posible que el hombre que abrió definitivamente la caja de pandora de la secesión nacionalista con su irresponsable gestión del Estatuto de Cataluña; el hombre cuya furia iconoclasta le llevó a ordenar el cierre de la Basílica del Valle de los Caídos por odio a su Cruz amparadora, el gobernante que batió todas las marcas de irresponsabilidad, sectarismo e ineficacia en su gobierno, se atreva aún a dar consejos de prudencia, de ecuanimidad y de serena comprensión?

Yo, al menos, quiero denunciar aquí la impostura de un gobernante, reclamando en voz alta que recobre la virtud de la prudencia y vuelva a refugiarse en el silencio.  Su gobierno logró hundir económica y moralmente  a España, y aunque los que le han seguido  hayan respetado gran parte de su labor destructora,  la  gente de la calle sabe muy bien de su irresponsabilidad y  en qué pozo negro ahondó sus odios hacia una parte de los españoles llevando a cabo con disposiciones legislativas aún vigentes, el oficio de destrucción más importante que registra la historia española.

Señor Rodríguez Zapatero: guarde su confianza para controlar sus todavía vigentes apetitos de revancha y muéstrese sereno para hacerse perdonar los múltiples efectos negativas que tuvo su mandato gubernamental.

España ha descubierto su cinismo y ahora lo exhibe, no como una pancarta de reivindicación, sino como una realidad que la historia recogerá algún día cuando se hayan serenado del todo las pasiones que dividieron de nuevo a los españoles.




JOSÉ UTRERA MOLINA

3 de marzo de 2014

Ante la maleta de José Antonio

Cuando salí de allí, me temblaban las piernas.

Fue algo más de una hora el tiempo que permanecí contemplando absorto la última maleta que hizo José Antonio antes de partir hacia los luceros. 

Apenas hablé. Tener en mis manos el auténtico testamento -para mí la obra más limpia, brillante y lúcida de su vida, verdadero compendio de valores e ideales, que a nadie, absolutamente a nadie, puede ofender y que nadie puede dejar de admirar….- Desenroscar la pluma Astoria que utilizó para escribirlo sin enmienda alguna y también aquellas cartas inolvidables de despedida la noche antes de su fusilamiento…..me convirtió por un rato inolvidable en un mudo, incapaz de articular palabra por la emoción de estar ante las reliquias de un hombre excepcional.

Coger con mis propias manos la pelota de trapo con la que agotara sus últimos momentos de ocio, sus últimas sonrisas….. abrir el librito de oraciones que inspiró su última plegaria ……doblar con unción el mono azul que le sirvió de atuendo en el presidio….

Hurgar entre sus últimos papeles, sonetos, cartas, Alarico Alfós, Germánicos contra Bereberes….contemplar en mis manos aquél telegrama de mujer en el que, desde París le decía “Je pensé a toi. Love. Elizabeth”….bucear entre el rigor ordenado del guión de su defensa ante el Tribunal Popular....acaso pensó que merecía la pena emplear lo mejor de su oratoria y su oficio de abogado para afrontar con serena dignidad un proceso cuyo fallo ya estaba redactado.

 Tener en la palma de mi mano la medalla de la Santa Faz que le regalara  algún camarada alicantino, el “detente” escrito y dibujado a mano el Sagrado Corazón…el trozo de tela de raso rojinegra que apretase en su puño en sus últimos días…

Allí estaban el vaso y la cucharilla de plata tal y como él los dejó aquella maldita madrugada de noviembre, sus toallas, su peine Hércules, su brocha y su maquinilla de afeitar, sus gafas circulares con las patillas de carey rotas en mil pedazos y la vieja llave de algún secreter que aún debe estar esperando a ser abierto.

Imposible describir con palabras el torrente de sensaciones, de imágenes y de pensamientos que me asaltaban ante la visión de esa vieja maleta de cuero en la que, primorosamente ordenada, está de nuevo guardada la intimidad del hombre al que la muerte convirtió en mito, pero cuya intensa y corta vida, su incomparable estilo e intachable conducta le elevan como arquetipo de honradez, generosidad y coraje en el servicio a España.


En cualquier nación seria y orgullosa de su historia, esa maleta justificaría un museo. La España de hoy, amnésica y amoral, corrupta y envilecida, no lo merece. Tanta grandeza como encierra esa pequeña maleta resultaría una afrenta, una verdadera provocación.  

En buenas manos está este tesoro aguardando, tal vez, una nueva primavera en la que los españoles se hagan merecedores del legado de un español excepcional.

Mi gratitud eterna a quienes me han concedido la enorme dicha de poder tenerla, por una vez en mi vida, entre mis manos.


LFU

25 de febrero de 2014

Mártires por la fe

El pasado sábado, aprovechando un retiro de tres días en una localidad cercana, visité, en unión de unos amigos, el museo de los mártires claretianos de Barbastro. Al terminar la visita, todos salimos sobrecogidos por la crudeza del relato de los hechos, por la inmensa paz y falta de resentimiento del sacerdote claretiano que nos sirvió de guía y por tener delante los restos mortales de 51 mártires de la Iglesia y los impresionantes testimonios de fe que dejaron escritos para sus familias, para su Congregación y para la posteridad.
Recomiendo la visita virtual al Museo pinchando aquí.
A las 17,30 horas del 20 de julio de 1936 unos sesenta milicianos comunistas y anarquistas de la CNT armados irrumpieron en la comunidad de Barbastro en donde residían los misioneros claretianos, formada por 60 personas: nueve sacerdotes, doce hermanos y 39 estudiantes. Los tres padres superiores fueron arrestados mientras que el resto fueron trasladados y recluidos en un salón del colegio de los Escolapios, que se convertiría en una improvisada prisión.
 Los carceleros buscaban una y otra vez la apostasía de los jóvenes seminaristas, les tenían prohibido rezar e introducían prostitutas desnudas en el salón para tentarlos, aunque sin éxito. Se les negó el agua –bajo un calor asfixiante-, se les sometió a fusilamientos simulados un día tras otro y se les impedía dormir, para lo cual se establecieron relevos día y noche fuera del local para insultarles, arrojarles piedras, etc.

Pese a todo, el hermano cocinero conseguía de cuando en cuando, pasarles dentro del bocadillo diario que les servía de alimento, un pedazo de hostia consagrada (que tenía bien escondida en su cocina), para que pudieran recibir la comunión.
Durante el encierro, los jóvenes dejaron su testimonio en sillas, tablas, taburetes, paredes, pañuelos y hasta en los envoltorios de la comida. En una envoltura de chocolate se conservó el testimonio de Faustino Pérez, uno de los seminaristas:

Agosto, 12 de 1936, en Barbastro. Seis de nuestros compañeros son ya mártires: Pronto esperamos serlo nosotros también. Pero antes queremos hacer constar que morimos perdonando a los que nos quitan la vida y ofreciéndola por la ordenación cristiana del mundo obrero, el reinado definitivo de la Iglesia Católica, por nuestra querida Congregación y por nuestras queridas familias. ¡La ofrenda última a la Congregación, de sus hijos mártires!
Muchos de estos testimonios pueden verse en el Museo.
Doce días después de ser encarcelados los padres superiores fueron fusilados. El resto, hasta 51 lo serían los días 12, 13, 15 y 18 de agosto de 1936. Con ellos también fue asesinado un gitano, Ceferino Giménez, “El Pelé” que se negó a abandonar su rosario, motivo por el cual fue ejecutado. Tan sólo salvaron la vida el cocinero, al que los milicianos hicieron bajar del camión al que se había subido para recibir la palma de martirio junto con sus hermanos, para que cocinara para ellos y dos seminaristas argentinos que fueron reclamados por el Consulado y que fueron los encargados de transmitir a Roma la verdad del martirio sufrido por sus hermanos.
Fueron a la muerte cantando, besando las cuerdas de esparto que les ataban al martirio, perdonando y rezando por sus verdugos y gritando ¡Viva Cristo Rey!. Iban felices al martirio, tanto, que varios de ellos fueron asesinados en el propio camión que les trasladaba al lugar de la ejecución por milicianos que, enrabietados por su alegría, les reventaron el cráneo a culatazos.  

Cuando llega el momento de designar las víctimas hay en todos serenidad santa y ansia de oír el nombre para adelantar y ponernos en las filas de los elegidos; esperamos el momento con generosa impaciencia, y cuando ha llegado, hemos visto a unos besar los cordeles con que los ataban, y a otros dirigir palabras de perdón a la turba armada: cuando van en el camión hacia el cementerio, les oímos gritar ¡Viva Cristo Rey! Mañana iremos los restantes y ya tenemos la consigna de aclamar, aunque suenen los disparos, al Corazón de nuestra Madre, a Cristo Rey, a la Iglesia Católica, y a ti, Madre común de todos nosotros. Me dicen mis compañeros que yo inicie los ¡vivas! y que ellos ya responderán. Yo gritaré con todas la fuerza de mis pulmones, y en nuestros clamores entusiastas adivina tú, Congregación querida, el amor que te tenemos, pues te llevamos en nuestros recuerdos hasta estas regiones de dolor y muerte.
Morimos todos contentos sin que nadie sienta desmayo ni pesares: morimos todos rogando a Dios que la sangre que caiga de nuestras heridas no sea sangre vengadora, sino sangre que entrando roja y viva por tus venas, estimule tu desarrollo y expansión por todo el mundo. ¡Adiós, querida Congregación! Tus hijos, Mártires de Barbastro, te saludan desde la prisión y te ofrecen sus dolores y angustias en holocausto expiatorio por nuestras deficiencias y en testimonio de nuestro amor fiel, generoso y perpetuo. Los Mártires de mañana, catorce, recuerdan que mueren en vísperas de la Asunción. ¡Y qué recuerdo éste! Morimos por llevar la sotana y moriremos precisamente el mismo día en que nos impusieron.
Los Mártires de Barbastro, y en nombre de todos, el último y más indigno
Faustino Pérez. C. M. F.
¡Viva Cristo Rey! ¡Viva el Corazón de María! ¡Viva la Congregación! Adiós, querido Instituto. Vamos al cielo a rogar por ti. ¡Adiós, adiós!

Los milicianos se ensañaron con especial crueldad con el obispo de la diócesis, Florentino Asensio, como explica una página dedicada a su martirio:
Lo amarraron codo con codo a otro hombre mucho más alto y recio, y los condujeron a los dos, después de varias horas de calabozo, al rastrillo. Entre frases groseras e insultantes, un tal Héctor M., oculista, de mala entraña, Santiago F., el Codina, y Antonio R., el Marta, se acercaron al Obispo. El Obispo estaba mudo y rezando. Santiago F. le dijo a un tal Alfonso G., analfabeto: «¿No decías que tenías ganas de comer co... de Obispo? Ahora tienes la ocasión». Alfonso G. no se lo pensó dos veces: sacó una navaja de carnicero; y allí, fríamente, le cortó en vivo los testículos. Saltaron dos chorros de sangre que enrojecieron las piernas del prelado y empaparon las baldosas del pavimento, hasta encharcarlas. El Obispo palideció, pero no se inmutó. Ahogó un grito de dolor y musitó una oración al Señor de las cinco tremendas llagas.     
En el suelo había un ejemplar de Solidaridad Obrera, donde Alfonso G. recogió los despojos; se los puso en el bolsillo y los fue mostrando, como un trofeo, por bares de Barbastro. Le cosieron la herida de cualquier manera, con hilo de esparto, como a un pobre caballo destripado. Los testigos garantizan que aquel guiñapo de hombre, el Obispo de Barbastro, se habría derrumbado de dolor sobre el pavimento si no hubiera estado atado al codo de su compañero, que se mantuvo y lo mantuvo en pie, aterrado y mudo.      

 El Obispo, abrasado de dolor, fue empujado a la plazuela, sin consideración alguna, y conducido al camión de la muerte. «Le obligaron a ir por su propio pie, chorreando sangre». Ante los ojos de los hombres, era un pobre perro escarnecido. Ante los ojos de Dios y de los creyentes, era la imagen ensangrentada y bellísima de un nuevo mártir, en el trance supremo de su inmolación: completaba en su cuerpo lo que le faltaba a la pasión de Cristo.

 El heroico prelado, que el día anterior, el 8 de agosto, había terminado una novena al Corazón de Jesús, iba diciendo en voz alta: -¡Qué noche más hermosa ésta para mí: voy a la casa del Señor! José Subías, de Salas Bajas, el único sobreviviente de aquellas primeras cárceles de Barbastro, oyó comentar a los mismos ejecutores: -Se ve que no sabe a dónde lo llevamos. -Me lleváis a la gloria. Yo os perdono. En el cielo rogaré por vosotros... 

 -Anda, tocino, date prisa -le decían. y él:  -No, si por más que me hagáis, yo os he de perdonar. Uno de los anarquistas le golpeó la boca con un ladrillo, y le dijo: «Toma la comunión». Extenuado, llegó al lugar de la ejecución, que fue el cementerio de Barbastro.      

Al recibir la descarga, los milicianos le oyeron decir: «Señor, compadécete de mí». Pero el Obispo no murió aún. Lo arrojaron sobre un montón de cadáveres, y después de una hora o dos de agonía atroz, lo remataron de un tiro. «No le dieron el tiro de gracia al principio, -dice Mompel- sino que lo dejaron morir desangrándose, para que sufriera más». Sabemos, por otras fuentes, que «la agonía le arrancaba lamentos». Se le oía decir: «Dios mío, abridme pronto las puertas del cielo». Varios milicianos le oyeron musitar, también: «Señor, no retardéis el momento de mi muerte: dadme fuerzas para resistir hasta el último momento». Y repetía muchas veces «lo de su sangre y el perdón de los demás». Otro testigo le oyó que «ofrecía su sangre por la salvación de su diócesis».  

Después de muerto, Mariano C. A. y el Peir lo desnudaron; y El Enterrador le dio a Mariano C. A. los pantalones, que se puso dos días después, «porque estaban en buen uso»; y a José C. S. El Garrilla le dio los zapatos. «Los llevé hasta que se me rompieron», declaró él mismo después de la guerra, antes de ser ejecutado.

Hoy todos ellos son beatos de la Iglesia. Contemplar sus ropas ensangrentadas, los muebles, papeles y todo tipo de objetos en los que grabaron el testimonio de su fe, sus huesos quebrantados por el odio, es todo un aldabonazo a las conciencias adormiladas de los cristianos de hoy. Su martirio, su sacrificio generoso y valiente, su amor a Dios sigue siendo hoy semilla de esperanza.

Hace un año se estrenó en los cines de toda España la película "Un Dios prohibido", que refleja de un modo fiel la verdad de su martirio. El Padre Claretiano que nos acompañó durante el recorrido del museo nos contó cómo varios de los actores que habían actuado en la película se habían convertido y que uno de ellos pidió el Bautismo tras visitar el museo y estar delante de sus restos.

Como decía un buen amigo que me acompañó, la diferencia entre el perdón cristiano y la supuesta justicia pretendida por los portavoces de la desmemoria histórica se comprueba en los frutos: reconciliación y perdón frente a división y odio.
Que su sangre bendita siga dando abundante fruto y vertiendo amor sobre nuestra querida España.

LFU