"Mi sueño es el de la patria, el pan y la justicia para todos los españoles, pero especialmente para los que no pueden congraciarse con la patria, porque carecen de pan y de justicia.". JOSÉ ANTONIO
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27 de junio de 2011

La División Azul, 70 años después



Un llamativo silencio
JUAN MANUEL DE PRADA


ABC 27/06/2011

EN plena orgía de rememoraciones históricas, me ha llamado sobremanera la atención el silencio decretado sobre la División Azul, de cuya formación se cumplen en estos días setenta años. Llamativo, sobre todo, porque no fue un episodio precisamente marginal: más de 46.000 jóvenes españoles se alistaron en la División Azul, de los cuales más de 5.000 resultaron muertos en acciones de combate, y casi nueve mil heridos de diversa consideración; se trata, pues, de un acontecimiento bélico de primera magnitud, que inevitablemente ha tenido que dejar una huella honda en infinidad de familias españolas que deberían sentirse orgullosas de sus antepasados.

Las ideas que animaron a aquellos jóvenes pueden ser discutibles, pero nadie podrá discutir el sacrificio, la valentía, el honor y las virtudes militares que demostraron en la campaña rusa. En «Los españoles de Stalin», libro interesantísimo de Daniel Arasa, se recoge el testimonio de César Ástor, un comunista convencido que se alistó en la División Azul con el secreto propósito de pasarse a las filas del Ejército Rojo en cuanto le surgiese la ocasión; así lo hizo, y en los años posteriores los soviéticos le asignaron la misión de liderar los grupos antifascistas encargados de minar la moral a los prisioneros españoles en el Gulag. Ástor cumplió con el encargo a rajatabla, granjeándose el desprecio de sus compatriotas; sin embargo, inquirido sobre el comportamiento de los divisionarios, recuerda que compartían su rancho con los niños rusos y que, cada vez que abandonaban una población, relevados por los soldados alemanes, los lugareños los despedían entre lágrimas. Es una declaración que honra a Ástor y engrandece a los «guripas» de la División, ejemplo de arrojo, nobleza y generosidad.

En los últimos años he leído casi todo lo que se ha publicado sobre la División Azul, que tengo por uno de los episodios más sobrecogedores y heroicos de nuestra historia reciente. Eusebio Calavia, uno de los más de trescientos divisionarios que fueron hechos prisioneros en la cruenta batalla de Krasny Bor (donde más de dos mil valientes españoles hallaron la muerte), cuenta en Enterrados en Rusia, sus memorias de once años de cautiverio, una anécdota que sirve para calibrar el temple privilegiado de aquellos hombres. En mayo de 1949, un grupo de prisioneros españoles son trasladados en tren a otro campo; son, todos ellos, hombres que han sufrido las privaciones y sevicias más impronunciables y a los que, desde luego, se les ha impedido todo desahogo sexual. A mitad de trayecto, una campesina rusa casi adolescente, que viajaba sin billete, es arrojada como una piltrafa al vagón donde se hacinan los españoles. "¡Podéis hacer con ella lo que os dé la gana!", les dice el soldado encargado de su vigilancia, antes de cerrar la compuerta del vagón. Ningún español le rozó un solo pelo, ninguno osó dirigirle ninguna palabra lúbrica o soez; compartieron con ella el escaso rancho con el que mataban el dolor de las tripas, ya que no el hambre; y lograron convencer a los rusos para que la dejaran en libertad cuando llegó a su punto de destino. «Así quiso Dios que se librara de un salvaje atropello aquella criatura que cayó en nuestras manos, tantas veces pecadoras, pero que entonces no quisieron mancharse. Creo que fue aquel uno de los episodios de nuestro cautiverio de que más orgullosos podemos estar los prisioneros españoles», concluye Calavia. Mientras lo leía, yo también me sentí orgulloso de ser español, como aquellos sufridos divisionarios.

Nunquam tacebo.

Reproduzco a continuación, bajo el título "Nunca callaré" el relato en primera persona de la profesora de derecho político de la UCM, Consuelo Martínez-Sicluna sobre su experiencia con un equipo de televisión de la BBC que prepara un reportaje tan obsceno como mendaz sobre el inexistente "robo" de niños durante la posguerra española.

"Pocas insidias quedaban ya por inventar y pocas falacias nos quedaban por ver, pero confieso que incluso ésta me ha llegado a sorprender por la abyección que supone. Estas frases introductorias tratan de prevenir acerca de la penúltima, recalco lo de penúltima, de las atrocidades a escuchar y rebatir, que ha sido la de considerar que a propósito de la Ley de Adopción de 1941, el “régimen franquista”, se dedicaba a secuestrar niños de familias “rojas” para dárselos a familias de nacionales. Un medio como la BBC inglesa otorga alguna credibilidad a la atrocidad y a través de quien es el productor de un documental que pretende ser riguroso con la historia, David Boardman, se pone en contacto con la Fundación Nacional Francisco Franco a la que envía un cuestionario con una serie de preguntas para grabar una entrevista. La Fundación a la que me honro en pertenecer, me designa para responder, y como no hay que retroceder ni para coger impulso, me dispongo a ello.
Podremos comprender que entre el cuestionario inicial y el real no existe ninguna coincidencia, que de los 45 minutos de grabación que duró la entrevista que se me hizo, mucho me temo, quedarán reducidos, en aras del planteamiento y de la conclusión a la que el programa ya había decidido previamente llegar, a unos 5 minutos, alternados con supuestos testimonios de niños, ya mayorcitos, arrancados de familias rojas “estables”, que se diría hoy, para entregarlos a la canalla fascista representada por ese dictador aborrecible llamado Franco.
Transcribo a continuación el cuestionario inicialmente mandado:
“- Al fin de la guerra civil, como era la situación en España.

Qué ocurriría en España si el ejército de Franco hubiera perdido la guerra.
Por qué piensa vd. que el General Franco aprobó la Ley de Adopciones de 1941. Esta Ley hizo posible que los certificados de nacimiento pudieran llevar los nombres de los padres adoptivos como si fuesen los padres biológicos. Por qué han sido tantas las críticas al General Franco en los últimos años por esta Ley de Adopciones.
Cree vd. que los niños de presas republicanas fueron dados en adopción a los que apoyaron al General Franco al fin de la guerra civil y que estas prácticas continuaron como una costumbre durante los años después de la guerra.
Hace 36 años que el General Franco murió. Hace más de 70 años que se ha acabado la guerra civil, y por qué todavía hay tantos debates sobre la época del General Franco.”

De las preguntas enviadas se deduce ya cuál iba ser el tono a seguir a lo largo del programa: subjetividad o parcialidad son palabras que se quedan escasas y que, con ese corto y pega, de la televisión, reducirán mi intervención a lo estrictamente necesario para decir que se cuenta con una opinión diversa. Por ello, relato en primera persona la grabación, con el simple intento de defender, en aras de la verdad, la memoria de Franco. Como decía una vieja canción, malos tiempos para la lírica, pero tal vez buenos tiempos para un combate que no puede cesar, que es combate por España.
Para empezar, le señalo a la periodista inglesa que me hace la entrevista, ante la utilización de esas expresiones por su parte, que rechazo profundamente la denominación de “régimen de Franco” o de “régimen franquista”, porque no se trata de una situación política que emana de la voluntad de Francisco Franco, sino de un régimen que caracteriza a la España que va de 1939 a 1975, donde hay hombres y mujeres que sacaron nuestra patria adelante: singularizar en Franco tal régimen implica atribuirle toda la responsabilidad, como una actuación dictatorial, en lo bueno y en lo malo, y parece que ahora sólo en lo malo y supone sencillamente desconocer la Historia.

Por otra parte, la situación en España después de una guerra civil era de desolación, devastación, lo normal en una guerra fraticida, pero al tiempo con ganas de levantar a la nación. Y la República española no había sido precisamente Camelot, porque desde febrero del 36 no existía de hecho República, sino un Frente Popular que se había autoproclamado vencedor en unas elecciones cuyos resultados no fueron escrutados en su totalidad. Contemplo que esto no le interesa en absoluto y le recalco que no se pueden sacar los hechos del contexto histórico en el que se producen y la guerra civil es consecuencia de la deriva de la II República.
Vayamos al tema me dice. ¿Por qué se promulga la Ley de Adopción de 1941? Respondo que en cuanto a las adopciones, hay que entender que el régimen de ese período de tiempo se articula sobre dos bases, que son la legalidad y la acción social, y sólo así puede entenderse la Ley de Adopción de 1941, que trata de solventar, después de una guerra civil, el problema de la orfandad y de la protección de los menores abandonados, recalco, en las Casas de Beneficencia. Hay que analizar con detenimiento la Ley para ver que estamos ante una figura jurídica que trata de cubrir una situación complicada y difícil: después de la guerra, los huérfanos, en vez de quedar recluidos en centros asistenciales, práctica habitual hasta ese momento, debían gozar de una integración en un entorno familiar, como se señala en la Exposición de Motivos de la Ley. Por lo tanto, no es un secuestro de menores sacados de un ambiente familiar, lo que sería reprobable, sino que se trata de la existencia de huérfanos como consecuencia de una guerra civil, a los que se trata de dotar de protección jurídica y social. La Ley además acuerda la intervención, en el proceso de adopción, de la Administración de la Casa de Beneficencia y que el proceso se inste ante el Juez de instrucción competente y con intervención del Ministerio Fiscal. Es decir, la máxima garantía jurídica para el adoptando, que además si era mayor de 14 años podía ser oído en el expediente. El Juez, en todo caso vigilaría por el cumplimiento de los requisitos de conducta exigidos a los adoptantes, de forma que el proceso de adopción podía ser revocado. Desde el punto de vista del Derecho, ni una pega, ni una objeción.
Dejando al margen las consideraciones jurídicas, que pueden cansar a los televidentes, a nadie se le escapa la importancia de la intervención del juez: no es una situación fáctica, donde se arrebatan niños y se dan a otras familias, es un proceso legal en interés del menor, que es el interés que se sigue protegiendo en cualquier proceso similar en la actualidad. Legalidad y acción social, que son las pautas del régimen que va de los años 40 a los 70. ¿Qué por qué se le daban los apellidos de la familia del adoptante? Porque esto es lo habitual en cualquier proceso de adopción, no en otras figuras jurídicas similares, proceso en el cual no se conserva el apellido de la familia o madre biológica y en esos momentos estamos hablando pura y llanamente de orfandad como consecuencia de una guerra civil devastadora.

Más preguntas de la periodista: ¿pero el juez que decidía era franquista? No más que el obrero o el médico, que vivían en esa época, o que el padre del actual Fiscal General del Estado, Conde-Pumpido, éste un poco más porque era magistrado del Tribunal de Orden Público o el padre de la anterior Vicepresidenta del Gobierno, que fue condecorado por el régimen. Se trataba de hombres y mujeres que trabajaban por sacar España adelante y vivir mirando al futuro, lo cual no me parece mal, porque ahora no hay trabajo y tampoco hay futuro al que mirar. Por otro lado me permito sugerirle otra investigación: el destino y la suerte que siguieron los niños enviados por el Gobierno de la República a la URSS en la guerra civil. Silencio.
¿Cómo se podría definir el régimen de Franco: fascista, militar, totalitario? Si se refiere a la situación de España en esos años, no al régimen de Franco, sino de todos los españoles, entonces ni era fascista, porque hubiera caído con la caída de los “fascismos”, en el sentido amplio del término, o hubiera sido depuesto tras la conferencia de Yalta, mientras que España mantuvo relaciones con los más importantes mandatarios de la época: aquí vino un Presidente de los EEUU, se entró en la ONU, etc. No era un régimen militar, porque la intervención de los militares en los Consejos de Ministros fue exigua en relación a la importancia del elemento civil. Totalitario, tampoco. Entonces autoritario, me insinúa. Me acuerdo de Luis Suárez y, en homenaje a él, digo autoritario, en cuanto a que había y se ejercía una autoridad amparada por el Derecho.

Pero tuvo la ayuda de los fascismos en la guerra civil. Sí, como la tuvo la España roja, no republicana, porque éste de “rojo” era el término acuñado por el otro bando y porque además la República había muerto a instancias del Frente Popular que se había alzado con el poder. El bando rojo tuvo la ayuda importante de la URSS y de las Brigadas Internacionales. Por cierto, hay una pregunta que venía en el cuestionario previo y que todavía no me ha hecho y tengo muchas ganas de contestarle y sin más me hago yo misma la pregunta: ¿Qué hubiera pasado si Franco pierde la guerra y la gana el otro bando? Que España hubiera sido una país satélite de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas y dado el entreguismo de Roosevelt a Stalin en Yalta, que Churchill advirtió claramente, Europa hubiera estado cogida en una pinza, desde el Norte hasta el Sur.
Siguiente asalto: pero España participó en la Segunda Guerra Mundial al lado de Hitler. Sí, con una división de voluntarios que España no podía negar a quien entonces era el vencedor de Europa y al que Franco tuvo la habilidad de llevar a su propio terreno: no se podía negar una cierta ayuda a quien antes había ayudado, pero además un “No” tajante podía haber implicado el avance de las tropas alemanas desde Francia hasta Gibraltar.

Como estas cuestiones nos apartan de lo que verdaderamente les interesa, volvemos al secuestro y a la reeducación de menores, y a las presas rojas que tenían a sus hijos con ellas en los centros penitenciarios. Reeducación es lo normal cuando se gana una guerra, porque creo que la Europa posterior a la Segunda Guerra Mundial no ha dejado de reeducar hasta hoy – la historia la escriben los vencedores- y me parece que el sistema actual también educa, incluso con la oposición de los padres. En cuanto a si las presas tenían a sus hijos con ellas en los centros penitenciarios, también se contempla ahora en la Ley de Vigilancia Penitenciaria y eso como una medida en beneficio del penado y de su familia.

Y se educaba en los principios del régimen. Pues sí, porque el régimen era nacional y se educaba en los principios de la nación. Me faltó decir, y qué más.
Pero habría que juzgar los delitos del régimen, me dice, porque la Ley de Amnistía, y el sistema actual, y la transición que se hizo mal porque no se juzgó a los franquistas, bla, bla, bla. Contesto: VD. quizá no sepa que el sistema actual pretendía ser legítimo, en su inicio, obteniendo su legitimidad de las Cortes diseñadas en la situación política anterior –aunque conculcada a través de la vulneración de la Ley de Reforma Política- y que lógicamente todo el sistema, desde el Jefe del Estado, hasta la transición proviene de ahí: que todos, incluso los que habían participado en el “Contubernio de Munich” decidieron cuál había de ser el camino de la transición y pensaron que el mejor camino consistía en la utilización del órgano de representación de las Cortes. Pero, me dice, Garzón cree... Respuesta: Garzón en la actualidad está separado de la judicatura, con un proceso abierto, y no me sirve como modelo.

Estas preguntas repetidas varias veces. Porque en suma se trata de juzgar a los “franquistas” por el hecho de serlo. Y nuevamente, los niños robados., etc. Por tres veces la corto para decirle: yo estoy hablando de leyes y de instituciones jurídicas, no de ficciones, y no voy a decir otra cosa diferente de la que sostengo, que el régimen actuaba desde la legalidad y no desde situaciones delictivas, como pudiera ser un secuestro, que no se daban, ni me va convencer de otro punto de vista, porque si no va a resultar que me está tratando de “reeducar”. Y ¿en los años 60, 70? ¿Presos republicanos en esos años? Y polémica sobre la cuestión, ninguna. Las invenciones son de ahora.

Me señala que hay numerosos testimonios de arrebatados de su familia y entregados a otras y que los intercalarán en la grabación. Perfecto, pero no tengo por qué dar credibilidad si no se me aportan datos y documentos en los que la autoridad intervenía en el sentido que se pretende afirmar. Yo sólo me limito a señalar que el régimen no actuaba desde situaciones de hecho, sino desde la legalidad y ésta dirigida a una acción social que no había existido en la historia de España hasta entonces.
Algunos dicen que el Partido Popular viene del franquismo, me señala. Yo no debería responder por el Partido Popular, puesto que no pertenezco a ningún partido, pero le diré que el Partido Popular no existía en el régimen anterior al 75.

¿Está de acuerdo en que salga a la luz la verdad? Totalmente de acuerdo. Pero la verdad no es patrimonio de unos, ni se puede reescribir lo que ya está escrito.

Hasta aquí la entrevista, contada en resumen, y ruego disculpen el uso de la primera persona. Hasta aquí la necesidad de una defensa que no es sólo la de Franco, sino la de una España que no ha muerto y que no nos limitamos a mirar con nostalgia, sino con orgullo y con una mirada legítima al horizonte. Sólo una frase final: mientras sea posible, e incluso más allá, hasta donde lleguemos y hasta donde podamos, hay que hacer de nuestra vida un lema de acción permanente, el dictum romano: “Nunquam Tacebo”, “Jamás Callaré”, porque ante la insidia, ante el odio y la mentira, el silencio es un acto más de felonía y de sumisión.



Madrid, 22 de junio de 2011

15 de junio de 2011

El gobierno, dispuesto a profanar el sepulcro de Francisco Franco



Si España fuera, en verdad, un Estado de Derecho en el que el gobierno estuviera sometido al imperio de la ley, no me preocuparían las delirantes declaraciones del Ministro Jáuregui sobre el proyecto del gobierno de exhumar los restos del Generalísimo Franco. Pero como Zapatero ha demostrado durante estos años de infamia que el Estado de derecho sólo existe cuando le interesa, me preocupo y mucho.

Jáuregui sabe perfectamente que de acuerdo con la ley necesita (i) la autorización de la familia, sin cuya concurrencia no es posible realizar la exhumación y traslado del cadáver de Francisco Franco (ii) la autorización de la Comunidad de Madrid, que tiene delegadas las competencias en materia de exhumación y traslado de cadáveres y (iii) la autorización del Abad Mitrado del Valle de los Caídos, sin cuya autorización no puede realizarse actuación alguna dentro de la Basílica Pontificia. Además, debe revocar y dejar sin efecto alguno la decisión real de enterrar al Caudillo en la Basílica del Valle de los Caídos con la que ilustro esta entrada.

Aún así, y anticipándose a las conclusiones de la Comisión de la Infamia designada ad hoc para adornar la profanación, es capaz de mentir abiertamente afirmando (i) que ha mantenido contactos con la familia Franco, lo cual me consta, por referencia directa que es falso y (ii) que el Gobierno puede prescindir de la autorización de la familia para ordenar la exhumación de los restos de Franco.

Si partimos de que la familia no va a conceder la autorizacíón, no es aventurado concluir que el Gobierno se propone, no sólo infringir el procedimiento administrativo legalmente establecido sino cometer un delito de profanación regulado en el artículo 523 del Código Penal.

Desde aquí aviso que no lo va a tener facil. Yo y muchos otros vamos a plantarle cara a éste gobierno cobarde, sectario y despótico. Ya lo hicimos cuando cerró de la noche a la mañana la verja del Valle para prohibirnos oir misa y ganamos. Volveremos a hacerlo, cueste lo que cueste, al menos para que nuestros hijos y nuestros padres no puedan decirnos que no hicimos lo posible para evitar una nueva infamia del más nefasto gobernante que ha padecido España.

LFU

11 de abril de 2011

Chacón censura una conferencia sobre el Alcázar de Toledo

El Ministerio de Defensa, haciendo uso de su omnímodo poder sectario y de enormes dosis de talante zapateril, ha anulado de forma fulminante -previa denuncia de los payasos guardianes de la «memoria histórica» social-marxista- una Conferencia sobre el Sitio y Asedio del Alcázar de Toledo, con ocasión del 75º aniversario de esta gesta, conocida en todo el mundo menos en España.

La decisión -que muy probablemente pueda encuadrarse en un concurso de delitos de prevaricación y contra el ejercicio de los derechos fundamentales y libertades públicas- tiene como único fundamento que el conferenciante es un General de Brigada llamado Blas Piñar, hijo del Notario del mismo nombre, al que se le niega «por franquista» su derecho a la libre expresión, ante el peligro de que realice una exaltación de la «Cruzada de Liberación».

Mi consejo para el General y para los que pensaban asistir es que sigan el precedente del homenaje a Agustín de Foxá prohibido por una Concejal del Ayuntamiento de Sevilla hoy procesada por un hecho similar.

Así pues, que imparta la conferencia a las puertas del Museo Militar de la Coruña, al aire libre, con la prensa como testigo y acto seguido, que se dirija a la comisaría de policía más cercana para denunciar los modos estalinistas de un gobierno que ha alcanzado ya las cotas más altas de indignidad, con el beneplácito silente de la mayoría de nuestros congéneres.

¡Viva la libertad!

LFU

7 de abril de 2011

«Añoranza de Guerra»



Título: Añoranza de guerra Autor: Blanco Corredoira
Web: www.blancocorredoira.com
Editorial: La Esfera de los Libros, 2011
Páginas: 398 páginas
Precio 24 euros

Resulta difícil encontrar una novela histórica con un tono equilibrado entre la ficción y la histórico. Historia y novela parece que dan lugar a hijos bastardos, ayunos de las virtudes que cada uno de los géneros posee. Sin embargo, Añoranza de guerra es una muy buena novela histórica. Con equilibrio, sin alharacas combina: sencillez, tono directo, ritmos narrativos de recuerdos, acción y reflexión acompasados al hilo argumental, verosimilitud y rigor.



Aborda Añoranza de Guerra un episodio militar excepcional de la historia española. La intervención de los voluntarios españoles junto al ejército alemán en el frente ruso durante la II Guerra Mundial. Su autor, José María Blanco Corredoira, profundo conocedor de este controvertido episodio de nuestra historia, evita tanto la exhibición pedante de conocimientos como la glorificación vana de la guerra. El autor con una sencilla brillantez construye una historia personal, creíble y de hondura de un divisionario, combatiente, preso en la URRS, vuelto a la patria que hace cuentas de su vida, de sus recuerdos, combates y amores en la España que fue y la que es.

Confieso que inicialmente pensé mientras la leía, que la novela acusaba en exceso un testimonio biográfico que de soporte a la historia. No es así, con rara habilidad el autor consigue crear esa atmósfera de crónica autobiográfica que permite dar pábulo a la novela, al mismo tiempo que construye un fresco generacional, social y político lleno de interés, exento de rencor retrospectivo, alejado por su elegancia de las novelas que están surgiendo al calor de la iniciativa social-comunista de la “Memoria histórica”. Encontramos en el relato la altura de miras de quien admira el valor, sacrificio y el idealismo de los mejores españoles que allí fueron y también la sabiduría prudente de quien intuye de la amargura, dolor y sombras que todo hecho de armas implica.

Novela muy recomendable para quien no conozca el episodio de la llamada “División Azul”, pero también para todo aquél que quiera indagar en esta buena introspección novelesca de la figura eternamente repetida del soldado retornado a la vida civil en un país muy distinto de aquél que abandonó por aventura e idealismo.

César Utrera-Molina

30 de marzo de 2011

75 aniversario del Frente Popular



En este tiempo nuestro en el que la mentira se convierte en categoría y la memoria en demencia, artículos como el de Martín Rubio, recordando con verdades contrastadas y evidentes cómo fue ese "Vergel democrático" en el que la izquierda zapateril insiste en reflejarse, nos mueven a la esperanza.


Ahora, cuando se cumplen 75 años de la voladura definitiva de la República por parte del Frente Popular, en su afan revolucionario y criminal y Televisión Española arrecia su ofensiva de manipular nuestra reciente historia, estamos obligados a no desfallecer en la defensa de la verdad para que las generaciones futuras no nos lo demanden. Podéis leerlo pinchando aquí.


LFU

20 de marzo de 2011

En la muerte de Félix Morales. Réquiem por un español excepcional


Querido Félix:

Acaban de llamarme para decirme que nos has dejado, sin tiempo apenas para despedirte, pero con el suficiente para recibir a Dios por última vez antes de fundirte con él en un abrazo eterno.

Estremecido por la noticia y con la punzada en el pecho que precede al vacío, he rezado por ti, que es lo que podemos y debemos hacer los cristianos cuando alguien querido se nos va. No voy a escribir tu necrológica, porque no puedo competir con mi padre, ni en el arte de la palabra ni en el cariño que te tenía. Tan sólo unas líneas de despedida y agradecimiento a quien tanto nos ha enseñado a muchos sobre la lealtad, la honradez y el amor a España.

Dicen que no tenías familia, pero se equivocan porque sé que son muchos los que hoy lloran tu muerte pues te consideraban como algo suyo. Y es que la familia de un hombre son también sus amigos, los que han elegido quererte sin que nada ni nadie les obligue.

Ha tenido que ser cuando empezaba a reir otra vez la primavera, cuando te han llamado a hacer guardia sobre los luceros y has obedecido, discretamente y en silencio. No podía ser de otra forma. “Vale quien sirve” decía el viejo lema, y tu vida ha sido un ejemplo enorme de servicio a España desde tu corazón azul y tu pluma insobornable de periodista honrado; en las trincheras y en las rotativas y, sobre todo, en esa última casa, tu Fundación y la nuestra, la "Francisco Franco" que tanto te debe, en la que lo has sido todo y que hoy llora tu muerte como una hija atribulada por la desolación de la orfandad.

Es muy posible que tu nombre no aparezca mañana en los periódicos. Lo fuiste todo en el periodismo, desde la prensa local de tu amada tierra zamorana hasta Director de "Arriba", "Información" de Alicante, "La Voz de España" en San Sebastián o "Fe" de Sevilla; maestro de tantos que prefirieron mirar para otro lado cuando tú mirabas de frente. Pero te has marchado con lo puesto, porque preferiste seguir a tu conciencia y no a la conveniencia. Por eso no hablarán de ti, sino los que tuvieron el inmenso honor de contar con tu amistad y tu cariño.

Descansa en paz, querido Félix, que bien merecido lo tienes. Los que nos quedamos tenemos una enorme deuda de gratitud para con tu ejemplo y un grandísimo acicate para no caer en la desesperanza.

Recibe por última vez, con mi eterna gratitud, mi emocionado abrazo y un enorme ¡Arriba España!

Félix Morales Pérez
¡PRESENTE!

LFU

9 de marzo de 2011

Diez años de la supresión del servicio militar. Reflexiones sobre un error.


Hoy hace diez años, una gran parte de la sociedad española, haciendo gala de una insolidaridad y cortoplacismo colosales, aplaudía pazguata uno de los mayores errores del Gobierno de José María Aznar: la supresión del servicio militar obligatorio, utilizado como moneda de cambio para obtener el apoyo del nacionalismo catalán.

La “mili” que los jóvenes de hoy no han tenido ocasión de conocer, era un elemento fundamental en la vertebración de la nación española, pues además de igualar durante unos meses a los que provenían de distintas cunas y diversos territorios en un servicio común y bajo una misma bandera, en ella se aprehendían una serie de valores como el sacrificio y la superación personal, el esfuerzo, la puntualidad, la disciplina, el honor y la lealtad, hoy totalmente en decadencia.

Sin duda el sistema era obsoleto y muy perfectible, pero la solución, lejos de su eliminación, era la modernización del sistema de reemplazos reduciendo el tiempo de servicio y compatibilizándolo con una necesaria profesionalización de las fuerzas armadas, siguiendo la estela de modelos como el alemán, que sigue ofreciendo magníficos resultados. Pero se escogió el camino más fácil y Trillo se encargó de certificar la defunción del servicio militar con una procaz alusión a la “puta mili” que produjo indignación y tristeza en muchos españoles que habíamos servido con orgullo a España durante un año de nuestra vida vistiendo el glorioso uniforme del mejor ejército del mundo.

Creo sinceramente que España no podía permitirse el lujo de prescindir de un antídoto tan eficaz contra el veneno de la disgregación inoculado por el nacionalismo separatista y de un elemento de vertebración social que permitía que los más afortunados ayudaran a los menos en una labor de alfabetización y aprendizaje de la que fui testigo privilegiado. Aún recuerdo la expresión de entusiasmo de un soldado apellidado Franca que redimía pena de cárcel en el servicio militar, al mostrarme –como hoy lo hace mi hija de seis años- que ya sabía escribir el nombre de su madre, que alguien le había grabado antes en su brazo, otrora perforado por los efectos de una droga mortal.

No hay duda de que el tiempo dulcifica los recuerdos, pero también de que los libera de lo contingente. Recuerdo como un gran honor el día de mi jura de bandera y sigo manteniendo gran amistad con algunos de los mandos, ciertamente ejemplares, que tuve en mi destino y entrañable con algunos de los que fueron mis compañeros de fatigas y superaciones. Hace unos días, un gran amigo que por razones profesionales ha estado mucho tiempo fuera de España, me confesaba que una de las razones del cierto desarraigo personal que sentía era no haber prestado el servicio militar y no tener “amigos de la mili”, ni recuerdos que evocar en momentos de exaltación nostálgica.

Desgraciadamente, no es de esperar que ningún político se arriesgue a proponer la restitución del servicio militar, pues sería excesivo el coste electoral de una sociedad poco acostumbrada al servicio y al sacrificio. Pero España merece un gran pacto nacional para recuperar uno de las mejores armas con las que cuenta la patria para neutralizar las fuerzas centrífugas que amenazan con su desaparición.
LFU

4 de marzo de 2011

"...o se lo inventan"



Han pasado algunos días y sigo impactado por las palabras del rey en el ridículo acto de conmemoración (¿?) del 30 aniversario del fallido golpe de Estado del 23 de febrero. “Sí, se sabe todo (del 23F)….y si no se lo inventan, ja, ja, ja.” No encuentro calificativo suave para el descaro, la ligereza y la carcajada final de Su Majestad delante de los periodistas. ¿Por quien nos toma Su Majestad?.

Nadie con un mínimo de luces puede creerse que “se sabe todo” o casi todo sobre el triste y lamentable episodio del 23-F. Sin duda que hay algunas personas que lo saben, pero no desde luego el común de los mortales. Pero sí es verdad que cada vez se sabe más. Desde luego, para mí, que algo he leído sobre los hechos, la versión más plausible es la de la provocación del Supuesto Anticonstitucional Máximo (SAM), es decir, el secuestro simultáneo del ejecutivo y el legislativo mediante el asalto en las cortes, impulsado desde altas instancias y con la colaboración activa del CESID, para presentar seguidamente la solución mediante un gobierno de concentración presidido por Armada, que sería votado por el Congreso, con el objeto de dar un golpe de timón a la desastrosa política de Adolfo Suárez. Para ello era preciso engañar a unos cuantos militares que se prestasen a ponerlo todo patas arriba para luego llegar con la solución en forma de gobierno de salvación nacional. ¿Recuerdan las palabras de la Reina Sofía en la biografía autorizada de Pilar Urbano?: Decía algo así como “El Rey engañó a los militares haciéndoles creer que estaba con ellos”. Con lo único que parece que no contaba nadie es con que un insignificante Teniente Coronel frustrase la operación impidiendo a Armada entrar en el Congreso.

Sin duda, de todo lo que he leído, es la hipótesis más verosímil que he podido extraer, pero seguro que me dejo muchas cosas en el tintero y no descarto tampoco equivocarme de cabo a rabo. Hay demasiados flecos sin explicar, Majestad. Las reuniones en la calle General Cabrera y en Baqueira Beret; el nombramiento de Armada como Segundo JEME; la demora en la emisión del mensaje del rey hasta que Armada sale del Congeso tras el rechazo de Tejero a su gobierno de concentración; el contenido de sus telegramas a Milans con la coletilla “y después de este mensaje ya no puedo volverme atrás”, el acuartelamiento de las tropas en toda España desde las 12.00 horas del mediodía del 23 de febrero, es decir, 6 horas antes de que Tejero llegase al Congreso; el inmediato acatamiento por Milans y el resto de las órdenes del rey; La increíble absolución del Comandante Cortina en el proceso……

Desde luego, se puede decir cualquier cosa sobre el 23 F menos que todo está claro. Un poquito de seriedad.


LFU

22 de febrero de 2011

23 de febrero, 30 años después


Vivimos estos días una auténtica marea de verdades a medias y proclamas unitarias de fervor democrático en la conmemoración (¿) del treinta aniversario del lamentable intento frustrado de Golpe de Estado del 23 de febrero de 1981, cuyo corolario será el absurdo acto promovido por Bono en el Congreso, que estoy seguro que le hace gran ilusión al rey.

Mucho se ha escrito y dicho sobre aquella jornada, pero sigue habiendo muchos -demasiados- puntos oscuros. Uno de ellos, aún sin respuesta, por qué no se emitió el mensaje real hasta la 1.15 de la madrugada –cinco minutos después de que Armada saliese del Congreso tras el rechazo de Tejero a dejarle presentar su singular lista de Gobierno- si el mensaje estaba grabado desde las 8 de la noche.

Ojalá algún día puedan aclararse todos los interrogantes, que son muchos, quizá demasiados. Mientras tanto, he decidido traer a estás páginas, una vez más, una emotiva carta que publicó ABC hace ya dos años. Es la carta que Ramón, el hijo sacerdote de Antonio Tejero Molina le escribe a su padre con todo el amor y el dolor y la admiración que cabe en su corazón.

Aunque desde hace años se le quiera presentar como el epítome de la más oscura y grotesca caverna de los tiempos, Tejero fue la fácil y dócil cabeza de turco de un triste episodio de la historia de España, que aún hoy dista mucho de estar aclarado.

Tras un largo, intenso y dolorosísimo destino en la Comandancia de San Sebastián, en el que tuvo que enterrar a muchos de sus guardias y amigos por la noche y a escondidas, ante la indiferencia del resto de España, se ofreció voluntariamente para realizar una misión, que él sabía le podría costar la vida y la carrera, creyendo que de esa forma se pondría fin al terrorismo etarra y a la fractura creciente de la unidad de España. Cumplió con eficacia y sin violencia gratuita las órdenes recibidas de sus superiores, convencido de que así prestaba su mejor servicio a la patria, pero consciente de las consecuencias que un fracaso podría acarrearle. Su comportamiento personal dentro del Congreso sólo tuvo –para mí- el borrón de la zancadilla y cuando comprendió que había sido utilizado y engañado, supo afrontar con dignidad y silencio, el castigo y la difamación. Rechazó el avión y los 200 millones que le ofrecieron por rendirse y sólo pidió para sí toda la responsabilidad para librar a sus oficiales y guardias de una inevitable represalia. Después, supo cumplir su condena en silencio y con humildad, aunque con la decepción de saberse utilizado por unos y otros y la zozobra de no poder saber qué o quien estaba detrás de aquél episodio.

Algún día se demostrará que no sólo fue quien le puso cara a la ejecución del golpe sino también muy probablemente -aunque otros se pongan las medallas- quien lo frustró definitivamente al negar la entrada al General Armada al Congreso tras conocer la colorida y sorprendente composición del gobierno de concentración que aquél pensaba presidir y del que nunca había oído hablar.

Pero eso queda ya para la Historia y los historiadores. Hoy, cuando vuelve de nuevo a ser el blanco de todos los escarnios, quiero recordar el regalo que hace dos años recibió este hombre y que toda España pudo leer. El amor de uno de sus hijos impregnado en cada una de las palabras de una carta verdaderamente emocionante:

LFU

"Aquel 23 de febrero de 1981, muy temprano, salimos de casa... Yo sabía lo que ocurriría... Sin embargo, el silencio era la expresión más simbólica del cariño que se puede dar a un padre que en esos momentos atravesaba unos de los momentos mas difíciles de su vida. Había vivido momentos de angustia, de terror. Noches en vela, acompañadas de desconcertados en una España que los españoles desconocían. Noches de zozobra que acompañaban a un hombre al cargo de las tierras vascas y con el encargo de acabar con el terrorismo... Muertes sin compasión de manos de ETA, traiciones de ideales, injusticias, quejas de viudas, órdenes para quemar una bandera que, después, fue legalizada y que causó tantos y tantos muertos...

Todo era incomprensible para un joven que creció con el dolor, la inquietud, el temor y el deseo irrefrenable de una España coherente... Ese joven era yo, ahora sacerdote de Jesucristo, pero sin dejar de ser hijo de mi padre, del cual me enorgullezco plenamente. Aquella mañana del 23 de febrero acompañé a mi padre a la celebración de la Eucaristía en la capilla que hay frente a la Dirección General de la Guardia Civil. Momentos de silencio, de oración profunda, de contemplación sincera de un hombre creyente que sabía cuál era su deber, que conocía las órdenes recibidas y que no quería por nada del mundo manchar sus manos de sangre (como así fue). Un hombre de uniforme, de rodillas ante el Sagrario y el altar del sacrificio: mi padre.

Suponía para mí un ejemplo de gallardía que nadie me hará olvidar, el testimonio fiel de un creyente coherente con el juramento que había hecho años atrás... No había palabras, sólo silencio, recogimiento y oración sincera. Al salir de la capilla, con una mirada penetrante -y me atrevería a decir que trascendente-, contempló la Bandera Nacional y, con voz serena, tranquila y gallarda, me dijo: «Hijo, por Dios y por Ella hago lo que tengo que hacer...». Y, con un beso en la mejilla, se despidió de mí. Un beso tierno de padre, pero que también sonaba a despedida: la despedida de un hombre que teme que no volverá a la vida... y eso pensé yo también.

Y, con el gozo de amar a mi padre con locura, volví a mi casa para acompañar a aquella que simbolizaba -en aquel momento y siempre- los valores de la mujer fuerte de la Biblia: mi madre. Esa gran mujer que ha sabido hacer, de su existencia, una entrega victimal y heroica a Dios, a España y a su familia -valores en los que fue educada a lo largo de todo su vida y que sigue mostrando, en el otoño se su existir, con una entrega amorosa a todos nosotros-.

Pasamos la mañana con serenidad... El silencio era la elocuencia de nuestro pesar, mientras que el tiempo se convertía, segundo tras segundo, en el traicionero «reloj» que nos hacía pensar en aquel momento. No sabíamos más ni menos. Realmente, nos dolía España, mi padre y el momento en sí; aunque nos tranquilizaba la certeza, según nos habían dicho, de que el Rey apoyaba y ordenaba tales hechos. Era un acto de servicio más, en un momento crítico, por el cual atravesaba nuestra Patria. Y pasó lo que toda España conoce y lo que los medios transmiten (aunque no con toda la veracidad que debieran). No voy a entrar en polémica... ni quiero, ni debo. Pero sí deseo aclarar algunos puntos que conozco, que siento míos y que viví con intensidad aquella noche. Y deseo hacerlo desde el sosiego, desde la paz que, cada día, me regala Cristo y desde la serena sabiduría de los años que te hacen asentar pasiones y discernir la verdad como realidad de la vida.

No voy a revelar nada del 23F, el silencio de mi padre me obliga a callar. Sin embargo, no puedo dejar en el olvido las grandezas de un gran hombre.

Es por ello que, ante las distintas informaciones y publicaciones de estos días en distintos medios de comunicación, quiero y deseo expresar lo siguiente: mi padre es un hombre de honor, fiel a sus principios religiosos y patrióticos; es coherente y sincero. Es un militar de los pies a la cabeza, consciente de sus responsabilidades, entregado a sus hombres. Es un hombre cumplidor, trabajador hasta el extremo, leal ante el significado de la palabra juramento y fiel al mismo. Es un hombre sereno, sencillo, disciplinado y amante de la verdad. No es violento, ni agresivo. Es templado, sensato, sereno, inteligente y capaz de discernir con coherencia una realidad aparentemente absurda e incoherente como parece que fue el 23F. Es un marido ejemplar. Un padre extraordinario. Un hombre excepcional. Un amigo fiel. Un español honorable y un cristiano sincero y veraz. Mi padre es mi padre. Me duele la falta de información y coherencia. Me duele ver cómo todos aprovechan el «silencio» de un hombre para intentar destruirle... quizá por miedo a su palabra... Me duelen tantos programas y tan poca veracidad...

Quiero a mi padre con locura. Es por ello que ruego y aliento a todos aquellos que creen en la libertad de expresión, para que sean tan audaces y coherentes como para publicar estas pobres palabras que tan sólo manifiestan los sentimientos de un hijo por su padre.

Un hijo que se siente orgulloso de su padre y de que éste se llame: Antonio Tejero Molina.

Ramón Tejero Díez "

3 de febrero de 2011

En la muerte de Ismael Medina Cruz



El pasado 1 de febrero, al tiempo que salía a la luz su emotivo último artículo en El Diario de Burgos, titulado «A Dios» rendía la vida ante el Altísimo a sus 87 años, el gran periodista y escritor don Ismael Medina.

Nacido en Cuenca, militante de la CNT en juventud y luego adherido al SEU, ha sido fiel al ideal y al estilo de José Antonio hasta su muerte. Redactor de “La Hora”, de “Alcalá”, de “Juventud”. Trabajó en “Arriba”, en “Pyresa” y en "El Alzcázar", fue comentarista de RNE en Italia, director del telediario de la noche de TVE. Colaboró con “Indice”, se mantenía últimamente vinculado al club “Encuentros” y escribía sus habituales artículos en la página "Vistazoalaprensa.com"

Descansa en paz, que te has ganado a pulso un puesto junto a los luceros.

Ismael Medina Cruz,

¡Presente!

LFU

20 de enero de 2011

Tres fotografías históricas



Acaba de clausurarse una exposición fotográfica sobre la obra del fotógrafo Martín Santos Yubero titulada "El Madrid de Santos Yubero".

De la exposición, ciertamente magnífica, me quedo con estas tres fotografías, las dos primeras, absolutamente desconocidas para mí.

La primera de ellas corresponde al cadaver de José Calvo Sotelo, tal y como lo abandonaron junto a las tapias del Cementerio de la Almudena (entonces denominado "del Este") los guardias de asalto y militantes socialistas que iban en la macabra furgoneta nº 17, tras haberle descerrajado dos tiros en la nuca.

Era la madrugada del 13 de julio de 2008, hacía calor y alguien tuvo la delicadeza de tapar el rostro del proto mártir con una chaqueta. Me remito a la entrada que hace un par de años escribí sobre el asesinato y a la interesante entrevista a uno de los que ocupaba dicha furgoneta.




La segunda, corresponde a José Antonio, Julio Ruiz de Alda y Raimundo Fernández Cuesta a la salida de un mitin en Madrid, posiblemente el del Cine Europa, puesto que ya vestían la camisa azul.

En ambas, llaman la atención los magníficos sombreros y me hace recordar el famoso lema comercial de una sombrerería madrileña de los años 40 "Los rojos no usaban sombrero"



La tercera y, quizás, la más conocida, nos habla de la alegría exultante de Madrid tras la entrada de las tropas nacionales a finales de marzo de 1939.

Como la exposición ya no puede visitarse, he creído oportuno compartirlas con vosotros, por su evidente interés.

LFU

22 de diciembre de 2010

Romance a un oportunista


Corría el año 1945, cuando César A. Gullino, director de la agencia italiana Stéfani en España (algo parecido a la entonces EFE española), enterado de la caída y muerte de Benito Mussolini, convida a una serie de periodistas y escritores para celebrar el óbito del Duce, cuyas grandezas había divulgado durante años Gullino desde su puesto en España con el fervor del más comprometido fascista. Uno de los invitados, el escritor peruano de origen italiano, Felipe Sassone, excusó su presencia ante tan bochornosa mudanza, enviándole al anfitrión un romance genial que sólo la prodigiosa memoria de mi padre ha podido conservar hasta nuestros días. Dice así:





«Calvo y con perfil hebreo
dices llamarte Gullino
y eres tan sólo un cochino
con el alma de un fideo.
En tu apellido no creo:
jodió con toda una grey
tu madre sin disimulo
y os van a dar por el culo
a ti, a Badoglio y al Rey;
a ese rey emperador
que es un enano podrido
sin dignidad y sin valor.
Por envidia y por rencor,
al Duce le hizo traición,
y así el inmundo felón
castigo espera del cielo,
pues tiene el culo en el suelo
y mierda en el corazón.»

Felipe Sassone

Convendréis conmigo que no podíamos tolerar que tan ingeniosa poesía no encontrase acomodo en Internet.

LFU

26 de noviembre de 2010

José Antonio, despeinado


Curiosa imagen de José Antonio, despeinado. Si hay algún personaje cuya imagen, congelada por su asesinato a los 33 años, quedó grabada para la posteridad con un peinado perfecto e inamovible, ese fue José Antonio Primo de Rivera.

La circunstancia en la que se tomó la fotografía, además, justificaba el desaliño, pues el fundador de la Falange, que estaba celebrando la primera Junta política de su movimiento en el Parador Nacional de Gredos, acababa de toparse en la recepción con el amor de su vida, Pilar Azlor de Aragón y Guillamas, XV condesa de Luna, XVIII duquesa de Villahermosa, III duquesa de Luna etc., quien acababa de contraer matrimonio con Mariano de Urzáiz Silva y Salazar, XII conde del Puerto -que fue más del agrado de los padres de aquella que el Marqués de Estella- y pasaba en el Parador su viaje de bodas.

(La fotografía está reproducida en el reciente libro de Luis Togores y Gustavo Morales "Falangistas". Ed. La Esfera de los Libros, 2010.
LFU

5 de noviembre de 2010

6 de noviembre, día de los Mártires de la Guerra civil española



La Iglesia celebra mañana el día de los mártires de la Guerra civil española, recibiendo al Papa Benedicto XVI en Santiago de Compostela. Las cifras ponen de manifiesto la magnitud de la barbarie: fueron asesinados 12 obispos, más de 4000 sacerdotes, 2365 religiosos, 283 religiosas, y un número difícil de calcular de laicos católicos.

Hoy traigo aquí un ejemplo de familia cristiana propuesto por Benedito XVI, que fue martirizada por el odio y la sinrazón del marxismo.

María Teresa Ferragud, nacida en Algemesí en 1853, fue asesinada en Alzira en 1936 -a los 83 años- tras ver cómo martirizaban a sus cuatro hijas religiosas, que se habían refugiado en la casa familiar al comenzar la Guerra Civil. Los milicianos arrestaron a las cuatro hijas, pero la madre “quiso seguirlas para no abandonarlas” diciendo a los verdugos: “Donde van mis hijas voy yo”.

En 1931 al llegar la República, las 3 primeras hermanas, del Monasterio de Agullent debieron permanecer en su casa dos meses. Regresaron al monasterio hasta la revolución de 1936, cuando nuevamente se refugiaron en su casa de Algemesí, hasta que fueron detenidas el 19 de octubre de 1936 junto con su anciana madre, B. María Teresa Ferragud Roig y otra hija suya religiosa agustina, B. Josefa Massiá, estuvieron en prisión en el convento de Fons Salutis), y fueron asesinadas el 28 de octubre de 1936, día de Cristo Rey. Los milicianos quisieron dejar a la madre, pero ésta se opuso y quiso acompañar a sus hijas para animarlas en la hora suprema. Fueron martirizadas y asesinadas en Cruz Cubierta de Alzira.

La sangre de los mártires es semilla de cristianos.

Bienvenido a España, Santidad.

LFU

18 de octubre de 2010

José Antonio y el memo de Eduardo Mendoza


Aunque más bien debería llamarle mediocre. Acaba de «ganar» un premio tan digitalizado como el Planeta -este año fue "Público" quien filtró el ganador el día antes- porque Lara no sabía de ningún otro postulante que pudiera vender más libros y no ha tardado un minuto para procurarse unos cuantos titulares que le rescaten del olvido. Para Mendoza, José Antonio Primo de Rivera era un memo.

Y se pueden decir muchas cosas de José Antonio, pero llamarle "memo" sólo lo puede hacer un mediocre sin entrañas como Mendoza, que no le llega ni a la suela de los zapatos a un hombre que, sabedor que iba a ser fusilado a la temprana edad de 33 años precisamente por el odio marxista al execrable delito de su ardorosa inteligencia, la madrugada de su último amanecer escribía algo como lo siguiente:

«Ojalá fuera la mía la última sangre española que se vertiera en discordias civiles. Ojalá encontrara ya en paz el pueblo español, tan rico en buenas calidades entrañables, la Patria, el Pan y la Justicia.

Creo que nada más me importa decir respecto a mi vida pública. En cuanto a mi próxima muerte, la espero sin jactancia, porque nunca es alegre morir a mi edad, pero sin protesta. Acéptela Dios Nuestro Señor en lo que tenga de sacrificio para compensar en parte lo que ha habido de egoísta y vano en mucho de mi vida. Perdono con toda el alma a cuantos me hayan podido dañar u ofender, sin ninguna excepción, y ruego que me perdonen todos aquellos a quienes deba la reparación de algún agravio grande o chico.»


No merece mayor desprecio el rufián que el sonoro silencio de una sangre derramada con amor, grandeza y elegancia, palabras ciertamente ajenas al escritor barcelonés.

LFU

23 de septiembre de 2010

Memorias de guerra: Divisionario versus Brigadista.



Memorias de un soldado de la División Azul de Jose María Blanch Sabench (año 2010)
La Guerra es Bella de James Neugass (año 2010).


«…Puestos a ver similitudes entre los testimonios que comento, en ambas memorias encontramos un testimonio de heroísmo que no es posible pasar por alto. Una juventud de ambos signos entregó sus años decisivos en la experiencia total que es la guerra y con una exhibición de generosidad, que está por encima de las propias causas que defienden»



Según pasan los años soy más partidario del género memorialista. Especialmente de las memorias de guerra, preferiblemente de soldados más o menos anónimos. No me valen las de generales o estadistas que están llenas de compromisos, cautelas u omisiones interesadas. Asumo con cierto optimismo dos factores inherentes al subgénero que garantizan el interés de todo lector. El primero, la fuerza de un buen argumento está servido, de oficio, por las circunstancias que rodean a toda guerra; como segundo factor, el itinerario del superviviente, sólo por el hecho de sobrevivir, aventura que hay algo extraordinario en su acontecer personal durante la contienda. Lo cierto es que estas dos condiciones no bastan por sí solas para dar empaque a unas memorias, porque toda buena historia necesita ser bien contada, sino, no luce lo que vale y no hay quien la lea, estudiosos aparte.

En el último mes, he podido leer dos libros apreciables de éste género, con algunas semejanzas notables y diferencias no menores. Memorias de un soldado de la División Azul de Jose María Blanch Sabench (año 2010) y La Guerra es Bella de James Neugass (año 2010).

Jose María Blanch Sabench, gerundense de 85 años, con 18 años se alistó voluntario en la División de voluntarios españoles que lucharon con el ejército alemán en el frente ruso en la II Guerra Mundial, conocida como División Azul. Recibió instrucción de artillero y desempeñó funciones como tal, combatiendo en varios frentes. Superviviente de una de las acciones más encarnizadas del frente ruso, la batalla de Krany Bor. Dada su capacidad para los idiomas ejerció también como traductor el alemán y ruso, recibiendo, por ello, formación especializada del ejército alemán.

James Neugass (1905-1948), procedente de una acomodada familia de Nueva Orleans recibió formación universitaria y con 32 se años y se alistó voluntario para ir al cuerpo auxiliar médico de los voluntarios comunistas llamados por Stalin de todo el mundo que lucharon junto al ejercito republicano, las llamadas Brigadas Internacionales. Durante los escasos 5 meses que estuvo en España fue conductor de ambulancias. Estuvo en el frente de Aragón hasta la retirada en 1938 del ejército rojo tras perder Teruel.

Las memorias del Divisionario, escritas recientemente, tienen un tono sencillo. Con objetividad relata los sucesos habituales que tan bien dibujan la rutina del soldado: las marchas de aproximación, los traslados de frente, el contacto con las unidades alemanas circundantes, la ocasional toma de contacto con el enemigo. Tampoco, le falta pulso literario para contar aquello extraordinario y singular. Escueto pero muy emocionante es el relato de la batalla de Krasny Bor en la que hizo gala de un heroísmo sobrio y en el que la Providencia le echó un capote formidable. Resulta curioso, como apenas hay juicios de valor y sí una transcripción fiel de todo aquello que a la impresionable edad de 18 años quedó grabado para siempre en el corazón y memoria del Divisionario: la entrega de los que se alistaron voluntarios; la conexión cordial de los soldados españoles con el pueblo ruso o la extraordinaria organización del ejército alemán. No menos interés, tiene su frecuente trato con los prisioneros del Ejército Rojo. Sin duda, Jose María Blanch tuvo y tiene una mirada libre de prejuicios y un corazón generoso, eso le hizo comportarse con la caballerosidad y nobleza del mejor soldado español. Con 18 años, el idealismo y un afán aventurero le impulsaron a devolver la visita en el año 42 a los comunistas rusos que vinieron en el 36 a España. Sus memorias atestiguan que se hizo hombre siendo soldado en el frente más duro de la II Guerra Mundial.

El relato de Neugass, tiene una marcada vocación literaria y en el mismo se nos revela que la visita a España tenía entre otros objetivos, el de acumular experiencias que le sirvieran para escribir. Sin duda, Neugass tuvo talento para la descripción y una sensibilidad afinada por su origen y estudios, pero la ideología que abrazó lastra de prejuicios su mirada sobre la realidad que presenció y el valor literario del relato. Éste quedó trufado de consignas políticas del momento que el autor machaconamente introduce cuando no narra los sucesos concretos en los que está envuelto. Su visión de la España nacional es maniquea y simplista (Iglesia cómplice del capital, nobleza explotadora, militares fascistas y moros a su servicio…), sus juicios sobre los prisioneros nacionales que fueron asistidos en los hospitales de las Brigadas resultan tan esquemáticos y pueriles que resultan contradictorios con el talento del autor y sólo se explican por el potente filtro y control ideológico que acompañaba a los Brigadistas. En algún momento, sus elogios del espíritu de las Brigadas resultan tan excesivos que suenan a las obligadas declaraciones de ortodoxia del Partido tan frecuentes en esa época. No obstante, sería injusto negar que Neugass tenía una indudable sensibilidad social y humana, y su relato lo trasluce. De hecho, procediendo de un ambiente acomodado, renunció a una existencia acomodada por un anhelo legítimo de reforma social y, equivocadamente, abrazó al comunismo como solución de los problemas sociales. Resulta reveladora una frase de sus memorias, ante la constatación de la dureza de la contienda, se interroga obsesivamente por los motivos de su venida a España y se responde “que no vino por amor sino por asco” a una España, la nacional, que, sin embargo, estaba lejos de conocer. Neugass, por su origen y formación, debió ser un comunista ortodoxo pero algo tibio para la época, que sin embargo creyó en la redención mesiánica de la humanidad que prometía el comunismo sin querer vislumbrar el sendero de destrucción que sembraba a su alrededor. Aventuro que esa es la razón y no otra, la que explica que el texto haya permanecido inédito hasta ahora. Neugass no fue un comunista suficientemente comprometido, no odió sin contemplaciones a su enemigo de clase, así sus memorias permanecieron sin publicar durante tantos años, porque, probablemente, a juicio del mandarín de turno que recibió el texto en su momento, no daban el tono requerido para la propaganda comunista, esa mezcla indisoluble de odio y mentiras.

Puestos a ver similitudes entre los testimonios que comento, en ambas memorias encontramos un testimonio de heroísmo que no es posible pasar por alto. Una juventud de ambos signos entregó sus años decisivos en la experiencia total que es la guerra y con una exhibición de generosidad, que está por encima de las propias causas que defienden. Asimismo, en ambas relatos, se detecta algo natural e inevitable, la sublimación de los recuerdos. Supongo, que es inevitable que la mente humana sólo pueda custodiar lo mejor de la experiencia guerrera, pues el reverso tiene tanta oscuridad que toda mente sana, debe, naturalmente, blanquearla. Asimismo, ambos lucharon con los bandos que perdieron sus respectivas guerras algo que puede ser anecdótico, pero que no lo fue para ellos, en absoluto.

Concluyo confrontando la diferencia esencial entre ambas memorias. Me arriesgo a explicarla por la distinción entre idealismo e ideología, o dicho de otro modo, entre unos valores o ideas que se confrontan con la realidad y los esquemas ideológicos que se imponen sobre la misma y la interpretan deformándola. Esta disquisición puede parecer algo abstracta, pero aventuro que se entiende mejor si uno escruta, mínimanente, la trayectoria vital posterior de ambos. Ambos resultaron perdedores de la contienda. En sus respectivos países, fuera de un breve momento de reconocimiento inicial, sus causas se volvieron indefendibles políticamente, caso de Neugass. Condenadas al olvido, para el Divisionario. Sin embargo, la experiencia de guerra de Blanch, parece resultar claramente un revulsivo, una suerte de catalizador para salir adelante en la empobrecida y convulsa posguerra española y europea, pues su génesis responde al entusiasmo juvenil y al idealismo de una época, libre de una rígida ortodoxia ideológica que la asfixiara. Para Neugass, en cambio su compromiso político comunista en España no encontró acomodo vital en la América de la II Guerra Mundial y en la posguerra posterior, de suerte que ni a sus hijos pequeños les pudo hablar con franqueza de ello. Y no, no fue sólo por la presión anticomunista ambiental del momento como se insinúa en el prólogo (que, por otro lado, empezó prácticamente con la muerte en 1948 de Neugass, al emperzar la guerra de Corea), lo terrible es que la experiencia decisiva de Neugass no pudo amoldarse a las exigencias de la ortodoxia estalinista de la época por su fuerte dosis de subjetividad, pero tampoco a las exigencias de libertad política de su país pues su visión política sectaria despreciaba, profundamente, las bases políticas de la democracia americana, revelando así la letal esterilidad de toda experiencia vital sometida al tamiz rígido de cualquier ideología, la comunista, en este caso.

César Utrera-Molina Gómez.

20 de septiembre de 2010

La Legión cumple 90 años



Hoy, hace 90 años, el ceutí Marcelo Villareal Gaytán estampó su firma en la Hoja de alistamiento del Tercio de Extranjeros, convirtiéndose en el primer legionario español de la historia que encontraría la muerte años más tarde, después del desembarco de Alhucemas, en la ocupación de Monte Malmusi, siendo ya Brigada, tras diversos ascensos por méritos de guerra.

Ese sencillo acto -pese a que el decreto fundacional fue suscrito por el Rey Alfonso XIII el 28 de enero de 1920- fue adoptado por la nueva unidad de choque del ejército español, como punto de partida de su ya gloriosa andadura, en la que se ha convertido en la unidad más laureada de nuestras fuerzas armadas, con 22 laureadas individuales, 7 laureadas colectivas, y 211 Medallas Militares individuales y 22 colectivas.

Desde su fundación son muchos miles los legionarios que han ofrecido su vida por España en heróico sacrificio. Desde estas páginas mi felicitación y reconocimiento a todos los españoles que desde cualquier puesto son o se sienten caballeros legionarios.

Viva España y Viva la Legión

LFU

8 de septiembre de 2010

Nuestra Señora de la Victoria


Hoy es el santo de mi hija Victoria. También el de mi hermana y sobrina de mismo nombre, el de mi tía que está en el cielo y el de muchas Victorias que hoy celebran su onomástica y a quienes felicito desde aquí. Comparto con todos mi alegría y mi curiosidad por la historia y orígenes de la Patrona de Málaga, gracias a la página de su hermandad.


La advocación de Santa María de la Victoria y su vinculación con Málaga


La vinculación de Santa María de la Victoria con la ciudad de Málaga nace en agosto de 1487, cuando después de tres meses de asedio, las tropas de Castilla y Aragón no conseguían conquistar la ciudad. Según cuenta la tradición el rey Fernando poseía en su oratorio una imagen mariana. En un sueño del rey, un anciano intercedía y pedía ante la Virgen por la consecución de la conquista. Ese mismo día llegaron a las estancias reales unos religiosos enviados por San Francisco de Paula, para pedir el permiso de fundación en España de la Orden de los Frailes Mínimos. Al mismo tiempo llevaban una carta del fundador en la que a modo de profecía indicaba al rey, que no levantase el cerco porque en tres días la ciudad caería en sus manos. El monarca entendió su sueño como una revelación divina y reconoció en el anciano a San Francisco de Paula y por tanto que la responsable de la victoria, era la imagen de la Virgen que tenía en su oratorio. Tres días después, 19 de agosto, la ciudad comenzaba un nuevo capítulo de su historia.Imagen.

La imagen

La imagen de Santa María de la Victoria es una escultura ejecutada en madera policromada, sedente sobre roca y con Niño en el regazo. Su autoría es una incógnita, si bien se barajan hipótesis entorno a Pedro Millán y Juan de Figueroa (Siglo XV). Destacan su frontalidad de gran empaque mayestático, rostro oval de serena expresión realista y pliegues angulosos de los vestidos. En la mano derecha porta un cetro y sobre la izquierda lleva posado un pajarito; a los pies figura la inscripción de rasgos gotizantes de finales del siglo XV (+SANTAMDLAVITORIA+). El Niño se encuentra en actitud de bendecir, es obra de Adrián Risueño (1943).

Patronazgo

La Virgen de la Victoria es Patrona Principal de Málaga y su Diócesis desde el día 12 de diciembre de 1.867. Por un “breve” otorgado por el papa Pío IX. Era Obispo de Málaga Don Juan Nepomuceno Cascallana.

Coronación Canónica

En 1940 el Papa Pío XII concedió la Coronación Canónica a la imagen de Santa María de la Victoria. En 1941 se constituye la junta pro-coronación, encargada de organizar los actos y buscar fondos necesarios. La Virgen fue coronada el 8 de febrero de 1943 por el nuncio de su Santidad, D. Cayetano Cicognani, en el Paseo del Parque junto a la fuente de las Tres Gracias. Era Obispo de Málaga Don Balbino Santos y Olivera.