"Mi sueño es el de la patria, el pan y la justicia para todos los españoles, pero especialmente para los que no pueden congraciarse con la patria, porque carecen de pan y de justicia.". JOSÉ ANTONIO

22 de julio de 2010

Monseñor Vives. Otro mal pastor


Con estupor no exento de indignación, recojo la noticia de Europa Press:

«El arzobispo de la Seo de Urgell y copríncipe de Andorra, monseñor Joan Enric Vives, ha expresado su preocupación por el malestar ciudadano que ha provocado la sentencia del Tribunal Constitucional (TC) sobre el Estatut, así como por la coyuntura económica derivada de la crisis.Ha recordado que la Iglesia y los obispos catalanes, a lo largo de la historia, «han sostenido la causa nacional catalana, con su cultura, su lengua y sus instituciones» y se ha mostrado convencido de que continuarán haciéndolo «como compromiso pastoral» con sus fieles, a quien recordó que deben servir.»

Lo primero que hay que decir es que monseñor Vives es un traidor a su Patria, con todas las palabras, aunque él no debe saber muy bien a lo que me refiero. Monseñor Vives es tan español como yo, aunque le escueza, porque nunca en la historia ha existido una nación catalana, por mucho que se empeñen en fabular la historia a su antojo los nacionalsocialistas amigos de monseñor. Aunque a medida que lo escribo, pienso que más que un traidor es un cobarde, pues la traición requiere de una voluntad decidida, de la que dudo haga gala el obispo en cuestión.

Lo segundo que hay que decir es que monseñor Vives, a pesar de todo el tiempo libre que tiene –pues los seminarios de sus diócesis están vacíos y sus iglesias no digamos- no se ha leído la Sentencia del Tribunal Constitucional, entre otras cosas, porque nunca la entendería. Su inteligencia ya la ha demostrado suficientemente vaciando de feligreses las parroquias y de vocaciones los seminarios. Y, desde luego, no tiene ni la más remota idea de la “preocupación” del pueblo catalán por la meritada Sentencia, cuyos lectores en Cataluña pueden contarse con los dedos de una mano. Sólo sabe repetir mecánicamente lo que ha leído en los boletines escritos y hablados de la dictadura nacionalista.

Es evidente pues, que Monseñor Vives ha fracasado rotundamente en la misión pastoral que le encomendó el Papa, que desde luego no era la de defender la "causa nacional catalana". Tal vez por ello está intentando agradar a los nacionalsocialistas convirtiendo el anhelo de independencia en compromiso pastoral, a ver si en algo puede tener algún éxito y reconocimiento. Es igual que haya más de un 20% de paro entre sus feligreses y que muchas familias pasen necesidad; que la crisis de valores haga estragos entre los jóvenes y los aleje de Dios, porque, en definitiva, el “pueblo” -excluyendo del mismo, claro está a los miles de catalanes que se sienten españoles- no tiene otra preocupación que la sentencia del Tribunal Constitucional.

Resulta evidente que la acción del maligno alcanza a todas las capas de la sociedad, pero algunos –como Monseñor Vives- se lo ponen en bandeja. A los escándalos de todos conocidos aventados por el ateismo militante hay que sumar ahora la siembra de odio nacionalista por parte de pastores de la Iglesia. Monseñor Vives, al igual que antes Monseñor Setién y Monseñor Uriarte no han predicado el amor, sino el odio y la disgregación.

Benedicto XVI ha hecho un gran trabajo en las diócesis vascongadas. Ardua tarea tiene ahora con las catalanas, donde hace falta entrar a saco con escoba y recogedor, para limpiar la Iglesia de tanto inútil indeseable.

Que Dios le perdone, Monseñor, porque no sabe bien el daño que está haciendo.

LFU

21 de julio de 2010

Experiencia cercana a la muerte


Hoy quiero compartir un relato impactante obtenido del Blog del Padre Fortea que le da a uno que pensar......(indicado para tertulias nocturnas del verano que se acerca)

«Me impresionó mucho hace unas semanas cuando un joven me contó una experiencia sorprendente. Me dijo que se tomó una sobredosis de cocaina y cayó al suelo, digamos que muerto.Entonces vio como se abría en el suelo un agujero. Me describió con todo detalle el agujero, pero no vio nada visual, era la sensación que le producía esa puerta del infierno.Me dijo que se aproximaron a él, a gran velocidad, unos demonios que le agarraron. Se acercaron a él como lobos. Pero varios ángeles no permitieron que le arrastraran. De forma que tuvo una segunda oportunidad. Lo que he dicho es un resumen, pero escucharle a él, creedme, resulta muy interesante.»

19 de julio de 2010

La División Azul



Reproduzco a continuación, por su indudable valor la tercera de ABC del sábado 17 de julio firmada por el Comandante General de la Infantería de Marina, D. Juan Antonio Chicharro, Ortega haciendo honor a sus mayores y dignificando su uniforme. Gracias, mi General y un enorme ¡Viva España!

LFU

La División española de voluntarios en Rusia

Leo con gran satisfacción que el Ministerio de Defensa afirma que los hechos que protagonizaron un elevado número de españoles durante la segunda guerra mundial, encuadrados en lo que se conoció como la División Azul, tendrán cabida honrosa en el nuevo Museo del Ejército que se va a instalar en el Alcázar de Toledo. Es obvio que se podrá estar de acuerdo o no con los ideales que empujaron a tantos jóvenes a luchar allí, pero no lo hubiera sido el no reconocer la valentía y arrojo con el que lucharon en una de las epopeyas más grandes de la historia de España y de nuestro Ejército. También lo fue la que personificaron tantos otros en bandos contrarios. Todos eran españoles y todos lucharon y murieron por sus ideales y todosdeben ser recordados. Es la historia de nuestro Ejército con sus luces y sus sombras observadas éstas desde la perspectiva que cada uno quiera tomar, pero con el común denominador de la nobleza en la defensa de sus creencias. Escribo estas líneas, empujado por el impulso sentido ante las noticias que hablaban de la posible no presencia de la División Azul en el nuevo Museo del Ejército.

Mi padre, Juan y otros tres hermanos José, Luis y Antonio Chicharro Lamamié de Clairac se alistaron en 1941 en la División Azul para ir a luchar en defensa de sus ideales contra lo que entonces era la Rusia soviética de Stalin. Dos de ellos, Luis y Antonio, allí quedaron para siempre sumándose a otros dos hermanos que ya habían caído en la guerra de España; el primero de ellos, Luis, piloto de la denominada Escuadrilla Azul, falleció en combate aéreo, y el segundo, Antonio, soldado de la Cia. antitanques divisionaria, en combate cuerpo a cuerpo con fuerzas muy superiores en la defensa de la posición de Urdanik. Los otros dos, Juan y José, continuaron a la finalización de la campaña en el Ejército alcanzando ambos el Generalato. José fue General de División y mi padre Juan fue ascendido al final de su vida a General honorario precisamente por hechos acaecidos en la campaña de Rusia como bien glosó en el momento de imponerle la faja de General el entonces Jefe del Estado Mayor del Ejército, teniente general Pardo de Santayana.

De los dos supervivientes conocí de primera mano la dureza de los combates que allí libró la División Azul ante fuerzas muy superiores en número, que no en calidad; en unas circunstancias difícilmente imaginables.
Los hombres de la División colocaron el nombre de las armas españolas en un lugar sin parangón cercano a la gloria. No me estoy inventando nada. La bibliografía sobre estos hechos es enorme y no sólo la española afín, sino la que puede leerse de numerosos historiadores extranjeros.

Allí murieron en combate 5.000 españoles y más de 17.000 resultaron heridos. Estos son hechos irrefutables que de ningún modo pueden quedar en el olvido.
Pero hay más. Y es algo a lo que quiero referirme, pues es necesario que se sepa, que al igual que sucede ahora cuando son fuerzas españolas las que combaten o participan en operaciones en el exterior, la particular idiosincrasia del soldado español hace que su fiereza en el combate presente una faceta excepcionalmente humanitaria cuando del trato con la población civil o prisioneros se trate. En el frente de la División Azul fueron numerosísimos los prisioneros hechos al enemigo, quienes una vez en poder de los españoles supieron lo que es el trato digno al enemigo vencido; hasta el punto que es bien sabido que el mando alemán reprobó en numerosas ocasiones al mando español por las atenciones habidas con el prisionero ruso.

Y es en este contexto cuando quiero relatar que mi padre, retirado ya del Ejército, en los últimos años de su vida y siendo Presidente de la Hermandad de la División Azul, no tuvo otra obsesión que volver a la tierra donde luchó cuando tenía 17 años para encontrar los cuerpos de sus dos hermanos fallecidos en combate y darles sepultura. Volvió allí 53 años después y en su recorrido por lo que fue el frente de la División Azul tuvo la fortuna de reencontrarse con los ya ancianos rusos que conoció durante la época de la contienda, no sólo con los que se encontraban entonces en el territorio ocupado sino también con aquéllos con quienes combatió frente a frente y a los que Stalin no permitió su regreso a sus lugares de origen 53 años después; los entonces enemigos se encontraron cara a cara.
¿Qué sucedió? Pues simplemente que la confraternización fue la tónica normal . Hay vídeos que tengo en mi poder de estas «xuntanzas» de viejos combatientes —rusos y españoles— que se enfrentaron 53 años atrás con extremada crudeza pero que sabedores de la locura de lo que fue aquéllo estaban dispuestos a todo porque no se repitiera más. Menuda lección para la nuevas generaciones y en especial para aquéllos que no conocen lo que es la guerra y sus efectos.

¿ Puede alguien pensar que hechos así podrían haberse dado de no haber sido los entonces divisionarios, amén de los mejores guerreros, un ejemplo de nobleza y caballerosidad?

No, no merecen estos hombres que su gesta sea obviada y es por éso que leí con gran alegría la falsedad de las noticias que hablaban que el Museo del Ejército les podía olvidar.

En cualquier caso, yo, responsable de la preparación moral de mis hombres, no dejaré nunca, cuando de autoestimularme se refiera, de recordar al General Muñoz Grandes cuando, con temperaturas gélidas y despreciando los tiros, se acercaba a los llamados «guripas» para charlar con ellos y compartir cigarrillos; no dejaré nunca, cuando de implementar liderazgo entre mis capitanes se refiera, de recordar al Capitán Ordás, que al mando de su compañía atravesó las aguas heladas del río Ilmen con 200 hombres para acudir en socorro de una posición alemana aislada; no dejaré nunca, cuando de animar al heroísmo se trate entre mis tenientes, de recordar al Teniente Galiana Garmilla, quien con desprecio de su vida cruzó las líneas soviéticas en apoyo de unidades españolas sitiadas; no dejaré nunca, cuando de animar al sacrificio y al cumplimiento de las órdenes recibidas se refiera entre mis suboficiales y soldados, de recordar las penalidades de un sinfín de defensas numantinas cuerpo a cuerpo a más de 40º bajo cero que soportaron con estoicismo legendario.

Las ideas son discutibles y opinables —faltaría más— pero el heroísmo, el sacrificio, la valentía, el honor y tantas otras virtudes militares que allí se derrocharon son de TODOS. Sí, ya sé por qué escribo estas líneas; me lo está pidiendo mi padre desde el cielo.

JUAN CHICHARRO ORTEGA ES COMANDANTE GENERAL DE LA INFANTERÍA DE MARINA

15 de julio de 2010

La última cima




Título original: La última cima
Dirección y guión: Juan Manuel Cotelo.
País: España.
Año: 2010.
Duración: 82 min.
Género: Documental.
Producción: Manuel de Cominges, Antonio Torres y Javier de Silos.
Dirección artística: Raúl E. Recuero.
Sonido: Íñigo Guerrero (Iglú Producciones)
Realizador: Alexis Martínez
Distribuidora: European Dreams Factory.
Estreno en España: 4 Junio 2010.

El hecho de que unas cuantas miles de personas hayan asistido y todavía puedan asistir a una sala comercial de cine para ver un documental sobre un sacerdote, entre otras muchas consideraciones, no sólo es una rareza sino también una pequeña victoria a la hegemonía cultural del nihilismo, a la menguante propuesta cultural progresista e incluso a los productos hipercomerciales yankis.

El documental parte de un hecho concreto. La muerte de un sacerdote produce un interés sobre su vida, y simplemente, la recogida de testimonios de sus allegados, proporcionó material para crear una película que habla de él, de su trayectoria, de sus amigos, de su carrera eclesiástica, pero sobre todo, la película necesaria e involuntariamente trata de la presencia de Otro, en la vida del sacerdote.

Parecería importante hablar de la persona concreta que protagoniza el documental, pero no lo es tanto. Percibí, a través de la catarata de testimonios que el documental sabiamente y con ritmo aportaba sobre él, la presencia indisimulada del Otro a quien el sacerdote decidió seguir. De suerte, que durante cerca de dos horas, escuché con interés, agrado, sorpresa y hasta emoción, según los testimonios ofrecidos por el director del documental, el breve acontecer en la tierra de un sacerdote, pero el interés, agrado y emoción que sentí tenían la fuerza y persuasión del Otro que le llamó, impulsó e hizo plena su vida y que, evidentemente, es coprotagonista del documental.

De lo anterior, parece claro que no es muy preciso hablar de un documental sobre un sacerdote solamente, más bien de una película sobre cómo Cristo actuó en la vida de Pablo Domínguez que se hizo sacerdote de Aquél.

César Utrera-Molina

PD: Es de esperar que algunos de los que siempre tratan de adaptar, suavizar y hacer digerible el mensaje cristiano, sin mucho resultado, tomen nota de la eficacia y potencia con la que en este documental se manifiesta aquél.

Nota de LFU: Mi agradecimiento a mis amigos Antonio Torres y Manuel de Cominges, así como a Javier de Silos, por el enorme valor de su compromiso. Sin duda el éxito inesperado de la película y su valor evangelizador, está siendo su mayor recompensa.

14 de julio de 2010

Álvaro del Bosque


En cuantas ocasiones nuestras mejores entradas -como dice EGM- nos las escriben otros....

Aquí tenéis otra. Basta pinchar, pero para los que no sepan, la copio más abajo con mi agradecimiento a Gonzalo por expresar tan bien lo que tantos pensamos.

LFU


«De todas las caras que el mismo domingo se fueron asomando a la pantalla de televisión celebrando el título mundial, una en particular me emocionó. Se trataba de Álvaro del Bosque, el hijo de Don Vicente, exclamando pleno de felicidad que además de alegre por el título estaba radiante de orgullo por ser hijo de su padre.


Hubo gente que se sorprendió, porque desconocían que el seleccionador nacional tuviera un hijo con Síndrome de Down. La verdad es que yo me enteré de ello poco antes del Mundial de Sudáfrica. Luego he ido oyendo y leyendo otras cosas sobre él. Que se fue de safari con las familias de Llorente y Javi Martínez, se lo pasó pipa y luego no paraba de decirle a su padre que tenía que ponerlos de titulares (y por mi cuenta añado que sobre todo en el caso del delantero además hubiera sido de agradecer en algunos momentos), que Don Vicente dice de Álvaro que es “su ángel”, que Álvaro le pedía a su padre conocer a sus ídolos, pero Don Vicente, hombre prudente hasta el extremo, no quería trato de favor por ser su hijo y que le acabó prometiendo que le llevaría en el autobús si ganaban el Mundial… Y llegó la celebración del lunes y ahí estaba el chaval, pletórico y exultante, levantando la copa y pasándoselo en grande.

Y cuando en Moncloa lo vi junto al presidente no pude evitar pensar lo mismo que pienso cada vez que veo una escena similar. ¿Qué pensará Zapatero viendo la sonrisa de Álvaro y la felicidad que en todo momento irradiaba? ¿Se planteará decirle a la cara “mira chaval, tú ya estás aquí pero yo personalmente creo que tu vida no es digna y por tanto hay que poner todos los medios posibles para que hubieras sido exterminado a tiempo”?

Hablo de Zapatero porque lo pensé viendo esa escena, pero me vale igual para cualquier otro político del arco parlamentario, empezando por Rajoy -”soy partidario de la ley del 85″, dijo, que consagra la eugenesia de los afectados por el síndrome de Down o por cualquier otra supuesta dolencia, además de por el capricho “psíquico” de sus ejecutores- y pasando por todos y cada uno de los que sientan y han sentado sus posaderas en la Carrera de San Jerónimo. Y también, por supuesto, por todos aquellos que se ponen tan estupendos poniendo peros al aborto para al final salirte con un “hombre, en casos como ese, si el niño viene mal…”. ¿Viene mal? ¿Como si fuera un tornillo doblado o una camisa mal cosida?

El nacimiento de niños con Síndrome de Down en España -y en el mundo- ha disminuido en un 85%. Y digo “el nacimiento”, porque la incidencia sigue siendo la misma. No hay avance médico que haya solucionado ese trastorno genético. Lo único que hay es técnicas eugenésicas de diagnóstico y eliminación del niño. No son menos casos de Down. Son casos de Down matados “a tiempo” de no ser contabilizados.


Para alcanzar las escalofriantes cifras de exterminio a las que hemos llegado ha hecho falta, es cierto, una legislación que la ampare -bajo la denominación de “derecho” o de “despenalización”, pero amparo en cualquier caso- sostenida y defendida por TODOS los partidos que han pisado el parlamento. Es cierto y por tanto debe darse a los representantes públicos que han diseñado, redactado, aprobado, sostenido, defendido y sancionado las leyes su muy importante parte de responsabilidad. Pero también es cierto que a las cifras que hemos llegado no se llega sólo con acción política sino por aquiescencia de una masa de toda procedencia ideológica, social y cultural.

A todos ellos, a toda esa hez de la Humanidad que ampara, alienta o justifica la exterminación sistemática del diferente y del supuestamente imperfecto, invocando la perfección de la raza -porque es exactamente lo mismo, sean judíos gaseados, negros azotados y desmembrados o “disminuidos” abrasados, descuartizados y aspirados- les pediría que tuvieran un rapto de valor, y mirando la abierta sonrisa y el orgullo filial de Álvaro, o los ojos y la esperanza de Izaskun, o los juegos y la alegría de Raulito, y les digan a la cara, a ellos y a sus padres, familiares, amigos y compañeros que sus vidas no son dignas y que encuentran plenamente justificado, defendible o cuanto menos comprensible que sus cuerpos hubieran sido abrasados, descuartizados, aspirados, triturados y tirados por un desagüe hace unos años.

Otros seguiremos mirando a Álvaro, a Izaskun, a Raulito y a tantos otros por un lado con normalidad, y por otro, con cariño y el reconocimiento que merecen por ser exponentes de que hay esperanzas de detener el exterminio.»

13 de julio de 2010

Los enanos y el resurgir del orgullo español



A la manifestación traidora del nacional-socialismo catalán, cargada de odio, preparada con gran aparato por los politicastros del 3% y sin escatimar medios (más de 500.000 euros en fletar autobuses con bocadillo de todos los rincones de Cataluña), debemos contraponer la limpia, alegre y espontánea celebración de los más de 75.000 catalanes que se echaron a la calle en Barcelona bandera nacional en ristre para celebrar el triunfo de la selección española de fútbol en el mundial.

Deambulan escocidos y desorientados los nacionalistas, sin dar crédito a que once jovencitos con calzón corto a quienes une su condición de españoles, sean capaces de rescatar, de la clandestinidad impuesta por su dictadura del miedo, el orgullo de ser español en todos los rincones de nuestra geografía.

Produce verdadero regocijo asistir a las demostraciones de rabia de los traidores a España cuando ésta parece resucitar de sus cenizas entre laureles deportivos. ¿Acaso no se dan cuenta de que el Barça no es nada –muchísimo menos que un Club- sin España? ¿Qué televisión –excepción hecha de TV3- iba a adquirir los derechos del Barcelona-Hospitalet o del Figueras-Tarragona? ¿De dónde iban a obtener sus ingresos para fichar astros asturianos como Villa, canarios como Pedrito o manchegos como Iniesta?. Tanto odio irracional ciega hasta las mentes más lúcidas, pero la España de Lepanto, de Bailén y de Garellano ha vuelto a despertarles de su sueño delirante construido sobre el pesimismo existencial del 98.

Porque toda España, de nuevo, vuelve a ser rojigualda.

Arriba España

LFU

8 de julio de 2010

Selección española: la mejor vacuna contra la disgregación

(Foto: El Mundo)



España ha llegado por primera vez a la final de un mundial de fútbol por la puerta grande, y con el aliento ilusionado de toda una gran nación que, por unos días, ha recuperado el sentimiento de unidad y de orgullo patrio, dando la espalda a los genios de la disgregación, que se han quedado con el paso cambiado.

Que además el gol decisivo de España lo haya marcado un catalán, es para los que que amamos a España por catalana y a Cataluña por española, un motivo más de satisfacción y orgullo, al tiempo que lo es de gran preocupación y congoja para los que odian todo lo español. No en vano hemos sabido que en algunos campamentos de verano organizados por la Generalidad de Cataluña se prohibió a los niños ver el partido, que el alcalde de Bermeo suspiraba para que ganase Alemania: «Espero que Alemania nos dé una alegría», decía molesto; que el Diputado general de Álava afirmase jovial que «Preguntarme sobre el Mundial sería como preguntarme de un campeonato de rugby en Estados Unidos»; que el Alcalde de Guernica, un tal Gorroño, afirmase que «No tengo ningún interés en ese partido» y que que algún otro lider tribal hacía vudú con la camiseta de la selección.

Ayer ganó España y no perdió Alemania, que jugo y fue derrotada con caballerosidad. Perdieron los jefes de las tribus que vieron cómo en sólo 90 minutos se desmoronaba el castillo de arena que han estado fabricando con ladino esfuerzo durante 30 años, convocando en un sólo grito a todos los españoles que lo celebraban por igual en Bilbao que en Almería y en Barcelona que en Badajoz.

El futbol y nuestra flamante selección han demostrado ser el mejor antídoto de la irresponsabilidad de ZP y del odio de los nacionalistas. Ojalá el domingo vuelvan a flamear, ufanas, miles de banderas nacionales en toda España. Y a los que les pique, que coman ajos.

LFU