"Mi sueño es el de la patria, el pan y la justicia para todos los españoles, pero especialmente para los que no pueden congraciarse con la patria, porque carecen de pan y de justicia.". JOSÉ ANTONIO

30 de septiembre de 2011

Alcázar de Toledo. Amnesia nacional



Hace dos días se cumplió el 75 aniversario de la liberación del Alcázar de Toledo, uno de los episodios de heroísmo más notables de la historia de España, mundialmente conocido y que, por supuesto, la España oficial ha ocultado en el baúl donde duerme el sueño de los justos cualquier gesta que nos enorgullezca como Nación. A diferencia de la noble actitud que tuvieron con el heróico Capitán Cortés los soldados republicanos vencedores en el asedio del Santuario de Santa María de la Cabeza, el gobierno de Rodríguez Zapatero ha condenado al olvido la epopeya del Alcázar, tras la tramoya modernista de un museo del ejército cruelmente jibarizado. Pero hoy prefiero ceder mi espacio a mi buen amigo Kiko Méndez-Monasterio, cuya pluma siempre alerta, nos ha dejado en el Semanario Alba, unas líneas llenas de justicia y verdad:

LFU



"Sólo los idiotas pueden pensar que el homenaje que la historia le debe al Alcazár de Toledo tiene algo que ver con la política. Existen en todos los siglos y en todas las naciones episodios dignos de ser recordados y ensalzados, como muestras de que el hombre no es necesariamente esa criatura despreciable que encontramos retratada en los periódicos, y que nuestra naturaleza también es capaz de lo sublime, incluso en mitad del horror colectivo.

Este septiembre se cumplen 75 años de la entrada de los legionarios en Toledo, consumando la ansiada liberación de los sitiados. Tres cuartos de siglo de aquella frase con vocación de bronce: “Sin novedad en el Alcázar, mi general”, que es como saludó Moscardó a Varela. No fueron las únicas palabras para el micrófono de la historia, que también se recuerda la conversación de teléfono que tuvo con las tropas sitiadoras, y con su propio hijo.

Era julio de 1936. El coronel Moscardó se había unido al alzamiento militar, atrincherándose con poco más de un millar de combatientes en la fortaleza toledana. El gobierno de la república ordena acabar de inmediato con ese núcleo rebelde, y se envían varias columnas desde Madrid. Fracasados los intentos de tomar la plaza al asalto, el Jefe de Milicias llama por teléfono a Moscardó: “Le doy un plazo de diez minutos para que rinda el Alcázar, y de no hacerlo fusilaré a su hijo Luis que lo tengo aquí a mi lado. Para que vea que es verdad, ahora se pone al aparato”. Llegó entonces la voz de Luis Moscardó: “Nada, que dicen que me van a fusilar si no te rindes, pero no te preocupes por mí”. “Si es cierto -contesta el padre- encomienda tu alma a Dios, da un viva a España y serás un héroe que muere por ella.” Y después se dirige al jefe de milicias. “Puede ahorrarse el plazo que me ha dado y fusilar a mi hijo, el Alcázar no se rendirá jamás.”



La conversación resulta tan incómoda que la han censurado en el nuevo museo, porque hoy el heroísmo se contempla como hace cincuenta años se veía el desnudo: como una falta de pudor.

En los setenta días que duró el asedio, la artillería republicana disparó sobre el edificio más de 3.500 proyectiles de gran calibre, a los que hay que añadir las bombas que lanzaba la aviación, que visitaba a los sitiados prácticamente a diario. Como toda esa lluvia de plomo y fuego no terminaba de rendir a los sitiados, los soldados de Largo Caballero empezaron a escarbar la tierra, construyendo dos minas con las que pretendían que saltara por los aires toda la fortaleza. Casi lo consiguen. La explosión de la primera derribó gran parte de la construcción, y la polvareda tardó veinte minutos en disiparse. Los milicianos avanzaron entonces convencidos de la victoria, pero entre el humo y los cascotes, cubiertos de sangre y yeso, surgieron una especie de cadáveres vivientes que no tardaron en recuperar el terreno perdido. Estos son sólo algunos detalles del asedio, reuniendo todos sería difícil hacer una película y que no quedase exagerada, porque si en los combates se registraron setenta días de heroísmo militar, en el interior de la Academia se escribía toda una novela de robinsones, imaginación e ingenio al servicio de la
supervivencia: se comieron hasta los caballos, construyeron un molino con una motocicleta, y con cuatro médicos que había allí, ninguno cirujano, montaron un hospital en los sótanos, donde se operaba con la luz de candiles alimentados con grasa de caballo. Si hasta editaron un periódico.

Toda una epopeya, en fin, que se comenta todavía con la boca pequeña, porque la Memoria dirigida parece haber prohibido detenerse en el Alcázar de Toledo y maravillarse con una gesta que maravilló al mundo, y por la que aquí todavía estamos pidiendo perdón.


Kiko Méndez-Monasterio"

22 de septiembre de 2011

Teresa Lafuente. Mi adiós a una mujer fuerte


Era guapa, resuelta y elegante. Derrochaba clase y estilo y estaba enemistada con la vulgaridad. Siempre me impresionó su sentido práctico de la vida y es que detrás de su célebre flequillo se escondía una admirable capacidad organizativa que ofrecía, siempre desprendida, a cualquiera que lo necesitara.

La conocí hace más de veinte años y ahora, cuando tengo que acudir al arcano de mi memoria para volver a ver su rostro, aparece siempre un flequillo y una sonrisa adornada por la verde luminosidad de sus ojos.

Su espíritu alegre, su entrega y generosidad con cuantos la necesitaban y querían, ocupaban un espacio imposible de llenar para los que hoy, atribulados, no acaban de acostumbrarse a la pesada carga de vivir una vida sin ella. Y es que, Teresa, te necesitaban porque te querían y no al revés.

Pero si tuviera que escoger algún rasgo de su vida que me ha dejado huella, me quedo con la sublime lección de entereza y serenidad que nos dio a todos en su mano a mano con la muerte que, si no pudo ganar, lo perdió con admirable coraje y dignidad. Como los buenos toreros que ella admiraba, conocía bien el terreno que pisaba y tenía los pies bien asentados en la tierra. Sabía que la muerte jugaba con las cartas marcadas y aún así jamás cayó en la desesperanza. Decidió salirle al encuentro, mirándola de frente y con esa sonrisa que dedicaba siempre al último que llegaba, acompañada de una palabra amable.

Jamás escuché de su boca lamento ni reproche alguno por la suerte adversa que iba robándole apresuradamente las hojas del calendario. Poco antes de partir hacia valles tranquilos, seguía diciéndonos que se encontraba bien, alargando divertida la “e” del final, como queriendo arrancarle importancia al destino que adivinaba tan cercano.

Ordenada hasta el final, se despidió de todos y quiso prepararse a conciencia para recibir el abrazo amoroso del Padre que le esperaba al otro lado para invitarla a decorar a su gusto y poner en orden la estancia que le tenía preparada. Desde allí, seguro que se habrá puesto de inmediato a echarle una mano –o las dos- a propios y ajenos, de este lado y del otro de la vida, con su inconfundible sonrisa.

Agradezco a Dios el privilegio de haber conocido a personas que, como Teresa, son toda una lección de fortaleza y generosidad. Descanse en la paz del Señor quien hizo de su vida terrena una permanente ofrenda a los demás.

LFU

21 de septiembre de 2011

El árbol de la vida


Merece la pena leer la crítica fresca y directa del Baluarte sobre una película inusual que está dando mucho que hablar. Podéis leerla pinchando aquí.

LFU

13 de septiembre de 2011

La indignidad de Caamaño y Chacón

En medio de la tormenta económica que está poniendo en revisión la "sociedad del bienestar", el modelo autonómico y el despilfarro público al que nos habíamos acostumbrado desde la transición, han pasado casi desapercibidas las miserables declaraciones de dos miembros del gobierno sobre la Sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña declarando el indiscutible derecho que asiste a los padres que lo deseen a escolarizar a sus hijos en la lengua oficial del Estado, algo así como declarar que es alba el caballo blanco de Santiago, teniendo en cuenta la inequívoca redacción del artículo 3.1 de nuestra Constitución.

Ante la reacción golpista y desafiante del gobierno de la Generalidad proclamando al viento su voluntad de hacer oídos sordos a dicha Sentencia, que los Ministros de Justicia y de Defensa de España (no los de Ciencia y tecnología e Igualdad) agarren el micrófono para menospreciar el alcance de la sentencia -el primero- y proclamar la segunda con descaro que ninguna Sentencia va a cambiar el modelo inconstitucional y totalitario de inmersión lingüística que se aplica en Cataluña, resulta absolutamente intolerable.

Proclama el artículo 9 de la Constitución que los poderes públicos están sometidos a la Constitución y al resto del Ordenamiento jurídico y el 118 la obligatoriedad de cumplir con las Sentencias y resoluciones de los Tribunales. Ante la meridiana claridad del mandato constitucional, la proclama de desacato de la Generalidad y la actitud condescendiente de dos ministros indignos del gobierno español -y qué ministros, el que debe velar por el cumplimiento de la ley y la que comanda las Fuerzas Armadas- debería excitar el celo del Fiscal General del Estado en cualquier país serio, que éste no lo es.

Nos acercamos peligrosamente al supuesto contemplado en el artículo 155.1 de la Constitución y veremos si quien presida el gobierno cuando la rebelión se cristalice, tiene el pulso y el coraje para aplicarlo.

LFU




7 de septiembre de 2011

JMJ 2011. Ladran, luego cabalgamos


Les ha escocido, y mucho.

Primero Almudena Grandes y después Javier Marías, verdaderos epítomes de la progresía más trasnochada, vomitan su bilis en El País sobre la Jornada Mundial de la Juventud, atribulados por el éxito arrollador de un evento tan incómodo para mentes obtusas como las suyas. Saben que la fuerza vivificadora de la fe, de la alegría y la esperanza que inundó Madrid durante el mes de agosto amenaza su sueño sectario y totalitario, oscuro y sin salida, cuya estrella decadente nos anuncia una nueva amanecida.

Hace veinte años era difícil ver a miles de jóvenes por la calle exhibiendo con orgullo un crucifijo. Los seminarios y las Iglesias se vaciaban y la confusión se apoderaba de buena parte de la jerarquía eclesiástica. Juan Pablo el Magno rompió muchos complejos con aquél "No tengáis miedo". Benedicto XVI, el Papa profesor rompe moldes con un lenguaje directo y valiente que llega a la juventud.

Por eso, al leer los desvaríos de estos pobres heraldos de la progresía, no puedo sino alegrarme. El éxito ha sido rotundo. Ni en sus peores pesadillas pudo Zapatero imaginar que su sueño laicista y disgregador iba a terminar pisoteado por la alegría de millones de jóvenes firmes y arraigados en la fe.

Laus Deo.

LFU

1 de septiembre de 2011

La izquierda se echa a la calle


El proceso de degradación y ruina al que el peor gobierno de la historia de España ha sumido a nuestra nación parece llegar a su fin, como también se diluye progresivamente el apoyo popular del que de forma inexplicable -o tal vez demasiado explicable- ha gozado en estos ocho años. La severa derrota cosechada en el mes de mayo ha supuesto para el PSOE una pérdida significativa de poder territorial con el consecuente problema interno de buscar recolocación a tanto político profesional en paro.

El partido socialista tiene descontada una severa derrota el próximo 20 de noviembre y navega a la deriva hacia una catarsis interna de proporciones difíciles de adivinar. Ante esta perspectiva, su estrategia es la de lanzarse a la calle para advertir a la derecha que podrá conquistar el poder pero que la calle es y será suya. Para ello, ha seguido hasta fechas muy recientes alimentando a los Sindicatos desvergonzados (CCOO y UGT) con ayudas millonarias a la formación, verdadero cajón de sastre bajo el que se camufla el pago de la mordida sindical.

Estos sindicatos, que guardaron un silencio sepulcral ante la bajada de sueldos a los funcionarios y otros recortes que el infame no ha tenido otra que acometer bajo la presión comunitaria, anuncian un otoño de enorme agitación que comienza con la protesta sindical en Madrid ante el aumento de dos horas de trabajo para los profesores y que tendrá su máxima expresión tan pronto el Partido popular acceda al gobierno y adopte medidas impopulares para salir de esta caótica situación económica, como el co-pago sanitario, modificación del sistema de dispensa de medicamentos, y otras muchas medidas que han provocado el adelanto electoral para que las tomen otros.

La izquierda echará a la calle a los paniaguados Sindicatos -¿se atreverá Rajoy a meter mano de una vez por todas a su financiación?- y a los "perroflautas" dirigidos desde hace meses con mano experta por los expertos en agit-prop de la izquierda, para tratar de deslegitimar al gobierno de la derecha -ya lo hicieron en los años 1933 y 1934- mediante el ruido callejero. Ante ello, sólo cabe firmeza, determinación y pedagogía, con todo el poder del aparato del Estado y seguir con el levantamiento de alfombras municipales y autonómicas que promete más de un escándalo. Veremos el resultado.

Con esta estrategia de alboroto, el PSOE tratará de salvar Andalucía -su último bastión-llevando las elecciones al momento de máxima agitación y mayor desgaste del Partido popular que aprovechará el primer año de legislatura para adoptar las medidas más impopulares.

Preparémonos.

LFU

20 de agosto de 2011

Mena en Madrid. Una madrugada para la Historia



Rompo hoy mi silencio estival para tratar de expresar con palabras el torrente de emociones que me aturde tras haber tenido el privilegio de poder llevar a hombros esta madrugada al Cristo de la Buena Muerte.

Madrid parecía otra ciudad. Alegre y confiada, llena de luz y esperanza, de banderas que tremolaban con orgullo y sin odio y de oración. Madrid sonreía como nunca a los que venían en nombre del Señor.

La emoción me dio su primer aviso al filo de las 7 de la tarde, cuando un mar de jubilo recorría el Paseo de Recoletos saludando entusiasta al sucesor de Pedro. Se apoderó de mí en cada estación, viendo la devoción de millares de personas ante las preciosas meditaciones de las hermanitas de la Cruz, escritas con los pies en la tierra y la ayuda del Espíritu Santo.

Y a cada rato, trataba de acostumbrarme a contemplar al soberbio Cristo de Mena en el paisaje de Madrid. Era como si me estuviera diciendo: He venido a ti para que puedas llevarme.

Una vez en la vida. Era lo que me repetía una y otra vez para tratar de absorber cada minuto de ese 19 de agosto que para siempre quedará grabado en mi corazón. Le he llevado en mi pecho desde niño y por fin iba a poder levantarlo a pulso para llevarlo sobre mis hombros anunciando el sublime amor de Su entrega por las calles que me vieron hacerme hombre.

Y llegó la hora, tan esperada. La suerte había querido que mi querido hermano César compartiera varal y oxígeno en el trono. Qué más se puede pedir que disfrutar de esta ocasión con tu propia sangre.

Era la una y media de la madrugada cuando sonaba la campana del trono al tiempo que se escuchaban, a lo lejos, las cornetas y tambores del Tercio. Eran los legionarios, todos voluntarios que no querían dejar sólo a su Cristo protector por las calles de Madrid.

Apretados en los varales, levantamos el trono con energía y me di cuenta de lo que pesa de verdad. Siempre había pensado que siendo tantos los portadores, la carga sería liviana. Craso error y lo digo ahora, horas después, cuando le pido a mis hijas que no me toquen el hombro, que me duele de verdad.

Y minutos después, la emoción se apodera de todos al escuchar los primeros compases del Novio de la Muerte, que habríamos de entonar no menos de dieciséis veces hasta llegar a la Plaza de Oriente al filo de las seis de la mañana.

Imposible describir el ambiente y la devoción de la gente a nuestro paso. Sorprendente comprobar cómo desde las aceras, desde las farolas o los balcones, se entonaba el Novio de la Muerte por la gente más diversa, y se adivinaban lágrimas en los ojos de muchos, que se unían a las nuestras. Sé de muchos que han pensado, al paso de su Señor, que Él ha venido a su encuentro para que no tuvieran que ir ellos a verlo. Madrid vibraba al paso del Señor de la Buena Muerte que no ha querido faltar a una cita con la Historia.



Todo era tan insólito que durante el recorrido, en los descansos entre “tirones”, echaba la vista al Cristo para imprimir en mis retinas el paisaje que lo rodeaba, consciente de que era irrepetible. E insólito lo que vivimos en la calle Arrieta, cuando un todo terreno mal aparcado amenazaba con detener la procesión. Al grito de A mí la Legión, un antiguo caballero Legionario avisó a sus camaradas que esperaban a su Cristo en la Plaza de Ramales, y en unos segundos aparecieron viejos legionarios –algunos muy viejos- y entre veinte levantaron el pesado trasto como si levantaran su campamento.

Pasó el Cristo y llegó a la Plaza de Oriente. Formó la Legión pegada al palacio y se recrearon los portadores del segundo turno en un largo Novio de la Muerte que a todos se nos hizo corto porque, aunque rotos por el cansancio, no queríamos que aquello acabase nunca.

Cumplimos un sueño y aún mi hombro dolorido me ayuda a no despertar del todo. Tan grande fue la ilusión y tan bonita la vivencia.



Termino recordando las bellísimas palabras de un impecable pregón de la Semana Santa malagueña que el autor de mis días proclamó en 1957, cuando se refería al Cristo de Mena, que espero poder recitar de memoria como él hizo en su día:

Anochecido, sale de su templo el Cristo de los legionarios y sentimos al verlo el sudor de sus sienes, viendo en sus ojos, en su boca, en sus pómulos febriles el ansia y el esfuerzo por fijarse en todos los infortunios.

Entre las sombras de la noche todos miran a Cristo, rezan ante la dramática expresión de su agonía. Agonía de hombre que padece la angustia de todas las muertes, todos al mirarle sufren con él, adivinando la fiebre que le hunde en el cuerpo las uñas de la fe, el vibrante escozor de la garra ardiente de las manos, el dolor de las arterias que ayer llevaban las dulzuras de la vida y hoy se convierten en dogales aprisionantes, ante trance supremo se pasar la soledad humana de la muerte. Al contemplarlo parece que nos habla queriéndonos decir que sólo saber vivir quien bien se muere.

Entre una larga fila de enlutados penitentes, altos capirotes, hachones encendidos en la noche, el Cristo de la Buena Muerte camina, doblada la cabeza, lleno el rostro de paz, la desazón partida, vencedor por amor de la muerte, dulce muerte que ya no tiene el signo trágico de una guadaña ensangrentada por emblema, sino expresión de paz y reposo infinito. Todas las miradas se concentran en el negro clavel de sus heridas, marchan atrás los soldados del Tercio legionario, lento y firme andar tras de su himno que es, sin duda, la marcha nupcial del legionario cuando quiere desposarse con la muerte. Avanzan con los rostros erguidos, alta la frente, dura la mirada, embriagados de banderas y de gloria.

Ya entra la procesión por la calle de Larios y un escalofrío de emoción traspasa el alma, dulcemente mecido camina el Cristo ente banderas, guiones y estandartes, entre hombres rudos amigos del amor y de la muerte, entre un estruendo de tambores se escucha la romántica canción del legionario y entre músicas, plegarias y silencios, parece como si la muerte, por el borde de Dios fuera cantando.

Un abrazo en Cristo Rey.

LFU