"Mi sueño es el de la patria, el pan y la justicia para todos los españoles, pero especialmente para los que no pueden congraciarse con la patria, porque carecen de pan y de justicia.". JOSÉ ANTONIO

23 de noviembre de 2015

La búsqueda del Padre


Es muy infrecuente escuchar en la televisión declaraciones que resuenen más allá de la inmediatez del asunto, testimonios que producen ecos que no se silencian con facilidad. Lo cierto es que Manuel Díaz, el Cordobés, en una entrevista emitida el pasado 18 de noviembre, testimonió con sencillez y claridad, cómo un hombre no puede renunciar a saber de su origen, a conocer y a tratar a quién es su padre, siendo esta ausencia algo imposible de aceptar. Resultó especialmente emocionante cómo explicó que, precisamente, esa ausencia y la confianza y defensa de la palabra y recuerdo de su madre, fueron el acicate, estímulo y esperanza para hacerse hombre en la difícil profesión de matador de toros y buscar la plenitud personal fundando una familia, donde no faltara el padre.

El momento en que se emitieron esas palabras amplifican su importancia. Manuel Díaz estaba contando su historia, su verdad, como dijo con énfasis y empeño, pero es imposible no pensar que la ausencia del padre, no sólo le ha ocurrido a él. Sucede de continuo a muchos otros hombres como él, les sucede a muchos inocentes cuyos padres se desentienden y no sólo a ellos. Los sucesos de París han puesto, de nuevo, de manifiesto que hay un continente entero, una civilización milenaria que hace siglos que comenzó a dejar de mirar al Padre y que renuncia vergonzosamente a su origen. Es Occidente que pese a toda su opulencia y fuerza camina sin rumbo. Un rumbo perdido porque no se puede caminar sin saber quién se es, sin asumir la historia que nos precede y aprender de la herencia que se recibe como hijo.

No sería justo decir que esas palabras surgieron espontáneamente. La amistad y la confianza de un matrimonio, Bertín y Fabiola, le dieron la oportunidad al Maestro, Manuel Díaz y éste, con coraje y autenticidad, no la dejó pasar. Gracias, Maestro, por tu verdad. Gracias, Bertín y Fabiola, por hacerla posible. Digo una cosa más, tu confesión, que es una verdad y también una oración implícita, Maestro, no se pierde, Dios no lo quiere.


César Utrera-Molina Gómez
Abogado, alumno Máster Juan Pablo II de Familia.    

11 de noviembre de 2015

Arriba España

No ha tardado mucho la dirigente del Pp andaluz en pedir disculpas por haber dicho que el proyecto de su partido, único para toda la nación no era otro que "Arriba España". Imagino la angustia y la tribulación que habrán asaltado a esta pobre criatura tras ser asaeteada por propios y extraños (seguro que no faltó la llamada de la merdellona Villalobos) por pronunciar una expresión tan políticamente inconveniente.  

Y es que, al fin y al cabo, comprendo perfectamente la reacción de la dirección de su propio partido. No hay más que recordar las bellas palabras con las que José María Pemán explicaba la síntesis de un grito hoy tan denostado:   

“No servimos para cosas bajas, pequeñas o menudas. No servimos más que para las cosas altas y grandes. Por eso cuando decimos ‘Arriba España’, en esas dos palabras, a un tiempo, resumimos nuestra Historia y ciframos nuestra esperanza. Porque lo que queremos es que España vuelva a ‘su sitio’: al sitio que la Historia le señala. Y el sitio es ese: ‘Arriba’. Es decir, cerca del espíritu, del ideal, de la fe… Cerca, sobre todo, de Dios“.

Ese no es el proyecto del Pp, un partido que ha renunciado a defender y reivindicar lo mejor de nuestra historia y, sobre todo, a situarla cerca de Dios. La llamada derecha vive aún secuestrada por el mundo ideológico construido hace decenios por la  izquierda española más sectaria, que al no poder derribar a Francisco Franco en vida, terminó identificando a España con el franquismo por puro resentimiento. De ahí la alergia de buena parte de la izquierda hacia los colores nacionales, de ahí la proliferación de tricolores y los eufemismos de "país" o "estado" para evitar pronunciar la palabra España. Una alergia tan contagiosa que ha llevado a una representante de la derecha a pedir perdón por decir Arriba España. 

Por esa misma razón, sin complejos ni disculpas que valgan hoy grito muy alto, para que me oigan: ¡Arriba España!

LFU

9 de noviembre de 2015

Rajoy y las siete plagas

Impávido. Así se muestra el presidente mientras un parlamento autonómico desafía descaradamente a toda la nación saltándose la propia legalidad que lo ampara. El pueblo español está harto de la tomadura de pelo de unos golfos apandadores que han secuestrado una parte de nuestro territorio para robar a manos llenas y llevarse calentito lo que hemos pagado todos.

España clama por una actuación contundente del gobierno y la respuesta que se encuentra es que van a recurrir, una vez más al propio Tribunal Constitucional al que el parlamento catalán ha decidido por votación que le va a hacer una peineta como una catedral.

Me recuerda la imagen de aquél Ramses II que, tras cada plaga, reunía a sus notables para encontrar una solución plaga, sin decidirse nunca a hacer lo que tenía que hacer para que cesase el tormento divino.

Rajoy es así. No tiene redaños ni personalidad para tripular la nave de España en medio de una de sus peores tormentas. El tiempo, otrora su aliado para dejar las cosas como están, ahora corre en su contra. O se decide de una vez a aplicar la ley de una vez por todas en Cataluña caiga quien caiga, o quien acabará cayendo, con deshonor y vergüenza, será él mismo, a quien todos pediremos responsabilidad por la ruptura de España.

LFU

29 de octubre de 2015

Mi princesa roja

Ayer, junto a mi mujer y mis padres, acudí al estreno del musical "Mi princesa roja", sobre el amor y la muerte en José Antonio. 

Sólo por ver la primera escena ya merece la pena haber ido. Como los buenos aficionados que después de ver una buena verónica se levantan del tendido y se van a casa porque lo demás no puede superarlo. 

El musical, con sus licencias históricas, que las hay, es un canto a la verdad y al amor en la vida de un José Antonio desconocido por la España de hoy. 

Me quito el sombrero ante quienes han puesto su afán, su dinero y su vida por dignificar a uno de los mejores políticos que han nacido en España. Sólo por eso ya tendrían mi apoyo. Pero además, el musical contiene sorpresas y temas de altura. Merece mucho la pena, de verdad.

LFU

28 de octubre de 2015

No es provocación, es sedición

Confieso que, en mi ardorosa ingenuidad, llegué a pensar ayer que Mariano Rajoy iba, por fin, a tomar una decisión sobre el problema catalán. Que, por fin, el imperio de la ley y el Estado de derecho iban a ser respetados en Cataluña. 

La percha que le dieron los independentistas con la resolución presentada en el Parlamento de Cataluña no podía ser mejor. En negro sobre blanco se hace público un acuerdo para cometer un delito de rebelión o, cuando menos, de sedición, de los regulados en los artículos 472 y 544 del Código penal, lo que implica ya la comisión del delito en grado de conspiración.

Rajoy tenía y tiene elementos suficientes para incitar al Fiscal General para que cumpla con su deber, es decir, garantice el cumplimiento de la legalidad en Cataluña y tiene elementos más que suficientes para aplicar el artículo 155 de la Constitución, asumir las competencias de la Generalidad y nombrar un delegado del Gobierno en Cataluña para que garantice el orden y el cumplimiento de la legalidad.

Pues no. se limitó a llamar provocación lo que no es sino sedición. Se limitó a repetir solemnemente lo que constituye su obligación más básica, cumplir y hacer cumplir la ley. Pero esto no es lo que espera ni necesita España. Los españoles que cumplimos con la ley cada día exigimos un respeto y que, de una vez por todas se pasen de las palabras a los hechos. 

La hora ha llegado y ya está tardando el gobierno en asumir su responsabilidad.

LFU  

15 de octubre de 2015

Independencia con acento en la “a"

Resulta sintomático que la canalla cateto-nacionalista-catalana haya adoptado en sus eslóganes la tradicional fonética abertzale-etarra consistente en acentuar la última sílaba de las palabras, sean éstas esdrújulas o llanas.

¡In!-¡dé!-¡indé-pendén-siá!

braman los catetos en cada ocasión que tienen con gesto desafiante y desafiando todas las reglas de la gramática catalana. Se produce así una curiosa mimetización con el cateto nacionalista vasco –ahora en estado durmiente- adoptando sus gritos de rebelión.

Ya sólo nos falta ver a Arturo Mas con un pendiente y una coleta teñida a un lado de la cabeza para  completar el esperpento.


LFU

8 de octubre de 2015

¿Muerte digna?


Durante los últimos días ha sido incesante y unidireccional el mensaje que los medios de comunicación han venido ofreciendo con ocasión de la petición de unos padres de procurar una “muerte digna” a su hija Andrea de 13 años, aquejada de una enfermedad degenerativa irreversible, y que, según acabo de conocer, ya descansa en paz.

Debo decir que me impresionó escuchar a la madre de esta niña decir que no querían ver cómo sufría inútilmente, cuando al parecer y según el testimonio de los médicos que la trataban, la niña tan sólo estaba siendo alimentada mediante una sonda nasogástrica ya que sus órganos vitales funcionan por sí solos.

Lejos de mi intención el juzgar el comportamiento de unos padres atribulados por el sufrimiento, y que hoy velarán con inmenso dolor el cuerpo sin vida de su hija. Pero su caso, convenientemente aderezado, está siendo arteramente aprovechado y difundido por los defensores de la eutanasia, para lanzar un mensaje tan claro como perverso: resulta incompatible la dignidad con el sufrimiento, lo cual implica despojar a un ser humano de un rasgo inherente a su propia naturaleza.

La dignidad de un ser humano no puede contraponerse a su naturaleza. Sufrir, envejecer –que no es sino degenerarse progresivamente- y morir no son fenómenos que degraden la dignidad de un ser humano sino que son consustanciales a su propia condición humana. Es muy diferente aplicar métodos terapéuticos para ahorrar sufrimientos innecesarios ante el inevitable final de la vida que provocar voluntariamente la muerte de un ser humano negándole la alimentación para evitar ver cómo se degrada lentamente hasta la muerte.

No se trata de impedir la muerte por medios artificiales extraordinarios -lo que merece análogo reproche- sino de dejar que la naturaleza siga su curso, paliando sufrimientos innecesarios con métodos terapéuticos.

El veneno que se inocula con la falacia de la mal llamada “muerte digna” no es sino una variante de la narcotización de una sociedad nihilista que sólo encuentra su razón de ser en el placer. Una sociedad egoísta que trata de despojar de dignidad a los moribundos, a los más débiles, a los que, a la luz de la ciencia no tienen esperanza de recuperación, a los que tan sólo suponen una carga para la sociedad. Una sociedad que se ha acostumbrado tanto a mirarse a sí misma que es incapaz de abrir los ojos a la realidad y defender la vida de los seres humanos más indefensos.

Pienso hoy en los miles de ancianos  aquejados del mal de alzheimer a los que sus familiares se afanan cada día en cuidar con amorosa ternura, sabiendo la condición irreversible de dicha enfermedad degenerativa. No creo que ninguno de ellos se lleve a engaño ni espere una mejoría. Saben que si dejaran de alimentarlos, si dejaran de cuidarlos, de limpiarlos, provocarían su final. Pero no les imagino diciendo que no quieren seguir viendo cómo se apagan.  Cada sonrisa, cada día que amanece en los ojos de esos enfermos, es una oportunidad para los que le rodean de crecer como personas, aprendiendo el verdadero sentido del amor.

Ojalá algún día podamos vivir en una sociedad en la que, frente a la cultura de la muerte, podamos proclamar sin complejos la cultura del amor, la cultura de la vida. Como gritó  Santa Teresa de Calcuta en la sede de Naciones Unidas “No los matéis, dádmelos a mí”. Se refería a los más débiles indefensos, a los no nacidos y a los ancianos, a los abandonados, a todos los que suponen una pesada losa para una sociedad anestesiada y egoísta que sólo piensa en su propio bienestar.  Ella fue la pública encarnación del mensaje de amor y entrega de Cristo: “Cada vez que lo hicisteis con uno de éstos, mis humildes hermanos, conmigo lo hicisteis.” (Mt. 25. 31-46) y seguro que con ese mismo amor habrá abrazado esta mañana el alma de Andrea.


Publicado de ABC el 10 de octubre de 2015.


Luis Felipe Utrera-Molina Gómez
Abogado