"Mi sueño es el de la patria, el pan y la justicia para todos los españoles, pero especialmente para los que no pueden congraciarse con la patria, porque carecen de pan y de justicia.". JOSÉ ANTONIO

20 de mayo de 2016

No es una bandera

Mi aplauso a la Delegada del Gobierno Concha Dancausa, que no se ha acochinado, como sus compañeros de partido catalanes Albiol y Fernández Díaz, a los que se les debería caer la cara de vergüenza, si conocieran esa palabra.

Vamos a ver si nos entendemos. Quienes enarbolan una señera estrellada, los discípulos del latrocinio pujolista, lo hacen para reivindicar el separatismo y como tal, me ofenden y provocan a mí y a muchos millones de españoles, catalanes incluidos.

Pero hay tanto estúpido acomplejado por el foro –periodistas y politiquillos de derecha e izquierda- que, ante el desplante de tipejos como Colau y Pucherón, han comprado el discurso victimista de que no hay que ofender los sentimientos de los “independentistas” y sacan a relucir el espantajo de la libertad de expresión, que por lo visto sólo sirve para separatistas y extremistas de izquierda.  Y a los españoles, a los que fuera y dentro de Cataluña la amamos por española y llevamos siendo insultados de forma continua desde hace décadas por los separatistas, que nos zurzan. Que nos aguantemos con la quema de banderas, con las pitadas al himno nacional y al Jefe del Estado.  Eso es libertad de expresión.....

Pues no me da la gana de callarme. Eso no es una bandera, es un trapo inventado por unos golfos apandadores para tapar sus vergüenzas. Han mancillado y cubanizado la gloriosa bandera del reino de Aragón, la entrañable seña de la patria chica de los catalanes con el sólo propósito de tratar de ennoblecer lo que no es sino una historia inventada, una burda mentira casposa y, por supuesto, para ofender a España. Como reza la leyenda, un estandarte no es una bandera hasta que no se ha derramado sangre por ella y a sus portadores les falta valor para ello porque les sobra vileza y carecen de la emoción de la verdad.
Así que ese trozo de tela infecta que sólo representa el odio a España que se lo metan por donde les quepa, pero que no nos hagan tragar a los demás con el miedo y la cobardía que impera en toda la sociedad catalana. Que no se sientan cómodos en la capital de España quienes odian y quieren acabar con España, quienes orinan en medio de la calle y no respetan los símbolos y sentimientos de todos los españoles. Y si no quieren venir, aquí se respira mucho mejor sin tanto gilipollas.

Definitivamente, aquí no cabe un rufián más.

LFU

P.D. El siguiente capítulo lo ha protagonizado un juez politicamente correcto que ya tiene su minuto de gloria. Lo siento por el rey, que finalmente tendrá que aguantar el odio de la mitad del campo y la compañía de unos cuantos indeseables que preferiría tener lejos.

17 de mayo de 2016

Gistau y los "franquistas"

David Gistau contesta en su columna de ABC del pasado viernes -sin nombrarlo- a mi artículo “Gistau y el Valle de los Caídos” publicado en esta humilde página hace unos días. Por el tono de sus palabras interpreto que han debido escocerle, y mucho, las mías, pues me tacha de “fascista” y “zombie del siglo XX”, y confirmo que no ha entendido –o no ha querido entender- el fondo de mi artículo, quizás por un exceso de soberbia y un defecto de humildad.

Parte su artículo de un axioma tan falso como sus palabras en COPE sobre el Valle de los Caídos, pues supone que mi inicial admiración por él se debía a una coincidencia en lo ideológico. Y sobre esa falsa premisa, el despechado comentarista construye un artículo tramposo que le lleva a caer de bruces en el sectarismo que me achaca, al rechazar cualquier admiración que pudiera provenir de alguien que ose pensar como yo.

No soy fascista, ni en su acepción ideológica ni en la peyorativa impuesta con los años por la izquierda. Tampoco más nostálgico de lo estrictamente necesario por imperativo del corazón. Pero si para Gistau es franquista todo aquél que reconozca las bondades que para España tuvo el régimen de Franco y no esté dispuesto a aceptar el anatema sobre los que sirvieron a España con honor, honestidad y eficacia durante el mismo -entre los que cuento a mi propio padre-, me confieso franquista, a sabiendas que ello me hace acreedor al desprecio de personas del talante democrático de Gistau. Y como la política hace extraños compañeros de cama, me divierte saber que en mi destierro del paraíso democrático estaré acompañado de personas como Sanchez Dragó, que recientemente se atrevió a escribir que era más libre la España de 1975 que la de 2015 o de Ramón Tamames, que fueron antifranquistas cuando serlo era una profesión de riesgo no muy concurrida y ahora son denostados por quienes se alistan con “enorme valor” en las abarrotadas filas del antifranquismo retrospectivo.
   
Mi artículo primero estaba dictado por la defensa de la verdad, una verdad tan evidente que sólo los contumaces se niegan a admitir o a discutir.  Comprendo y disculpo que los habituales de la pluma y el micrófono cometan errores pues sólo los que se callan –y no siempre- están libres de equivocarse. Pero confieso que esperaba de Gistau algo más de nobleza y humildad, virtudes que, al parecer, le son ajenas.

No quisiera terminar sin pedirle disculpas públicamente si en mi crítica se ha deslizado algún insulto u ofensa personal que le haya podido molestar o hacerle daño. No era, ni es mi propósito ofenderle ni atacarle como persona. A diferencia de lo que se desprende del artículo de Gistau, soy persona que se precia de tener amigos hasta en el infierno, tal vez porque el verdadero apostolado no se hace entre nuestros iguales. Los años –y sobre todo la fe- me han ido enseñando cómo Dios hace nuevas todas las cosas. Decía Chesterton que todos los santos tenían un pasado y todos los pecadores un futuro. Por eso no descarto que en ese futuro podamos abrazarnos algún día, Gistau y yo, en defensa de la verdad. Dios lo quiera.


LFU    

10 de mayo de 2016

Gistau y el Valle de los Caídos

Confieso que, durante un tiempo, David Gistau me tuvo engañado.  Su estilo fresco y buen manejo de la palabra, su juventud y su pertenencia a los “no alineados” le llevaron en sus inicios a romper los moldes de la corrección política, provocando a unos y otros por igual. Y por eso tuvo desde el principio mi simpatía y una naciente admiración.

Pero todo eso hace tiempo que se acabó. Su posición abiertamente abortista y sectaria con los defensores de la vida abrieron mis ojos a la realidad y los cerraron a la esperanza. Y esta misma mañana mi decepción se ha tornado en desprecio al comprobar cómo el antaño periodista libre se ha convertido en un vocero del más rancio “progresismo” al terciar en el tema de las exhumaciones del Valle de los Caídos, sin tener ni la más remota idea de lo que hablaba, es decir, llevado tan sólo por la sinrazón del putrefacto pensamiento único.

Gistau no sabe nada de la construcción del Valle de los Caídos, de ahí que hable a oídas de los "miles de trabajadores forzados", que más que forzados eran enchufados, pues había tortas por un destino que les aseguraba no sólo un salario más que digno, sino también comida, techo y escuela para sus familias en tiempos de escasez y una redención de penas de 3 días de condena por cada día de trabajo.  Ahí están los testimonios de Paco Rabal, de Peces Barba y de muchos otros, poco sospechosos de “franquistas”.

No sabe tampoco que el médico Ángel Lausín, a la sazón preso en el Valle, contabilizó un total de 14 muertos en los 19 años que duró su construcción, de los cuales aproximadamente la mitad eran obreros libres que, por cierto, cobraban lo mismo que los penados.  

Ni sabe tampoco que existe un minucioso registro de todos y cada uno de los enterramientos con el consentimiento de las familias de cada fallecido, con la sola excepción de aquellos restos que reposaban en fosas comunes sin haber sido identificados, de uno u otro bando. Ni sabe, por último, que resulta imposible la identificación de ninguna clase de restos en los osarios porque, gracias al deficiente mantenimiento de los osarios –y del resto del Valle- por parte de Patrimonio, se encuentran mezclados los restos de los casi 50.000 cadáveres que se encuentran allí inhumados, al haberse podrido los féretros de madera por la humedad.

Ni lo sabe ni le importa, porque al mono hay que darle leña aunque no haya porqué. Esto es lo que diferencia a un periodista serio de un prosaico vocero de la corrección política. Decía Albert Camús que “la mentira es el mayor enemigo de la libertad” y Gistau hace tiempo que dejó de ser un hombre libre.

LFU


6 de mayo de 2016

Códigos éticos

Cada día que pasa aumenta mi intolerancia hacia la estupidez institucionalizada. Ya no es cuestión de ideologías. Debe ser un problema generacional, pero la generalización de los clichés o frases hechas que valen para una cosa y la contraria y, sobre todo, para dotar de aparente elocuencia a unos políticos cuya preparación brilla por su ausencia y cuya única habilidad probada es su destreza en lamer traseros de los que ocupan el aparato de sus respectivos partidos, resulta exasperante.

Si el término "progresista" produce hilaridad en labios de un estalinista bolivariano como Pablo Iglesias, lo del código ético, hallazgo feliz de este hatajo de mediocres, es de aurora boreal. Verán ustedes: el "código ético" de Podemos exige la dimisión del cargo público que tenga una cuenta en Panamá -aunque esté declarada- pero defiende y aplaude a una condenada y convicta de un delito contra la libertad religiosa cuando, miren ustedes por donde, el punto VI del famoso código ético dice: "como persona integrante de PODEMOS me comprometo a VI. Debatir con honestidad todas las opiniones y respetar a todas las personas con independencia de cuáles sean sus pareceres, fomentando el diálogo y la búsqueda de consenso.

El código ético de Podemos también dice  h) Evitar la contratación pública con empresas en las que el miembro de Podemos o sus familiares puedan tener algún tipo de interés económico. Pues basta asomarse a la hemeroteca - vulgo buscar en google- para ver cómo las familias de Rita, Coulau y Carmena copan altos cargos de la administración.

Corta vida le auguro al código ético de podemos que sirve lo mismo para un roto que para un descosido y que no lo cumple ni Rita, ni una jueza presuntamente prevaricadora que se ha venido arriba en los controles de los aeropuertos haciendo aspavientos contra la Guardia civil,

Y si miramos a Ciudadanos, la cosa también tiene su guasa. Su "código ético" -por cierto, éste no lo encuentro en la página web- les llevó a pedir la cabeza del alcalde de Granada -al que por el momento no se sabe de qué se le acusa debido al secreto del sumario- y sin embargo, no les exige pedir la cabeza de un consejero de la Junta imputado por supuesta prevaricación. Y es que, les han dicho que no se trata de meter la mano en la caja, sino de un supuesto error en un procedimiento de adjudicación. Toma ya.

Para mí que la "nueva política" (otro hallazgo reciente) es tan rancia como la vieja, pero con palabras "progreso" "cambio", "código ético"  y "nueva política" que sólo sirven para desesperarme y sumirme en la melancolía.

LFU

19 de abril de 2016

Palomas y Serpientes. Un regalo de García-Máiquez

Gracias a la hospitalidad de un amigo común, conocí por fin hace unos meses, en carne mortal, a Enrique García-Máiquez, a quien llevaba tiempo admirando y leyendo como magnífico prosista en su extraordinario blog Rayos y Truenos, en su “no-blog” El Trampolink  (con su columna diaria en el Diario de Cádiz) y como enorme poeta: Casa propia (Renacimiento, Sevilla, 2004) y Con el tiempo (Renacimiento, Sevilla, 2010), mis preferidos.

En aquella cena de diciembre en la que ya conjeturábamos sobre los pronósticos electorales –qué tiempos-  salió a relucir Don Colacho y sus escolios a un tiempo implícito. Disfrutamos con los aforismos del genial colombiano y no fuimos capaz ni David ni yo de darle la musa que EGM esperaba para escribir, en la soledad de su hotel, la columna de mañana.

Días después, recibí por correo Palomas y Serpientes, su libro de aforismos, a raíz de cuya lectura comencé a admirarle también como aforista.  Carezco de otra formación para ser crítico literario que mi afición a la lectura, por lo que me limitaré a decir que el libro es extraordinario, que pasé buenísimos ratos con su lectura –que se me hizo corta- y que mi mejor recomendación está en traer aquí, como aperitivo para abrir el apetito del lector, algunos de los aforismos que señalé en el libro por su brillante sencillez o por su sencillez brillante:

La manera más rápida de irritar a alguien es sugerirle que no se irrite.
A los que nos mienten lo que no podemos perdonarles son los detalles.
Lo interesante de los que hablan mucho de sí mismos es lo que se callan.
Cuando uno se arrepiente de haber sido bueno, fue tonto, no bueno.
La imaginación: memoria más amnesia.
Yo, cuando me abandono en los brazos de la melancolía, me siento adúltero.
Acabar con principios.
Sólo podemos hablar con quien podemos estar en silencio.
El tiempo es la paciencia de Dios.
Le temo al pasado. Ataca por la espalda
A la brújula lo de la veleta le parece una frivolidad: ella no pierde nunca el norte.
Clásico es el libro al que siempre tendríamos que haber llegado antes.

Enrique García-Máiquez es un verdadero lujo para las letras españolas. No sólo escribe bien, sino que piensa mejor y encierra en párrafos prodigiosos lo que muchos querríamos decir y no sabemos hacerlo.  El pasado ataca por la espalda, pero EGM tiene un futuro brillante y yo ya presumo, ufano, de su amistad.

LFU


14 de abril de 2016

Antonio Fernández Asencio. Un auténtico SEÑOR


La imagen, la noticia, admite poca glosa.

Cuando el odio, la indignidad y la cobardía parecen dominar el paisaje que nos rodea, aparecen gestos de nobleza extraordinaria que nos reconcilian con el género humano.

El de Antonio Fernández Asencio, renunciando a tan merecido reconocimiento por un imperativo de lealtad  y de justicia, por sí solo limpia el aire sevillano de la turbia atmósfera de rencores y cobardías que han estrenado la primavera para ensañarse con un hombre bueno como mi padre, que tanto hizo por Sevilla.

La Avenida de Utrera Molina ya no llevará su viejo nombre, pero para siempre estará unida ya al gesto noble de un SEÑOR, epítome de la dignidad y de la hidalguía.

Gracias de todo corazón

Luis Felipe Utrera-Molina Gómez