"Mi sueño es el de la patria, el pan y la justicia para todos los españoles, pero especialmente para los que no pueden congraciarse con la patria, porque carecen de pan y de justicia.". JOSÉ ANTONIO

22 de junio de 2016

El regreso del odio. Por José Utrera Molina

Hubo un tiempo en el que llegué a pensar, con evidente ingenuidad, que el odio, esa planta envenenada y corrosiva, criminal y nefasta que tanto sufrimiento había causado a lo largo de la historia de nuestra patria, había desaparecido de los paisajes de España o al menos estaba limitada su influencia y residía en la más absoluta marginalidad.   Lo creí sinceramente y lo proclamé ante el escepticismo de los que se resistían a abandonar las filas de la pesadumbre. Navegamos durante muchos años embarcados en el barco de la utopía, que siempre ha sido el motor de las grandes horas de España, pero la inevitable realidad es que asistimos de nuevo a la resurrección de odios cainitas que han venido a golpear los cimientos de una  concordia que algunos creímos definitiva.

Los que perdimos repentinamente la niñez por la tragedia de la guerra tenemos la obligación moral, ya en el ocaso de la vida, de advertir contra el grave peligro que se esconde tras la proliferación del germen del odio. Derriba todas las fronteras, se convierte en una brillante pieza irracional y se utiliza con manos criminales para dividir lo que está unido, asaltar y destruir lo que se edificó con tanto esfuerzo y borrar de la memoria colectiva la huella de una España hoy irreconocible y que vislumbro en el recuerdo cada día más nítidamente como una patria alegre, ilusionada y, sobre todo, verdaderamente libre. 

Nunca he querido ser profeta de la apocalipsis, pero quedamos pocos testigos de los estragos que el odio causó en nuestra nación y le pido a Dios que nos libre de esta plaga maldita que ha vuelto a reaparecer ante el temor, la irresponsabilidad y el silencio de muchos. El odio se palpa en las pancartas, en el tremolar de banderas amenazantes, en los mítines, en las proclamas radiofónicas, en las tertulias y lo que es peor, circula por las capas más bajas de la sociedad como una especie de antídoto frente a todos los males sociales que aquejan a España.


Personalmente, jamás sucumbí a la tentación de ese horrendo sentimiento, pero conozco su fuerza aniquiladora y lo he mirado siempre con temor y respeto. El día que se abran las puertas para una circulación ambiciosa del odio, España habrá llegado a su fin. Hablar de reconciliación, de fraternidad, de solidaridad, de sonrisas, corazones y entendimiento entre los hombres y al mismo tiempo sembrar la cizaña de un odio rastrero y cobarde, me parece no ya una impostura, sino una verdadera felonía.

 Mi advertencia apenas si encontrará eco en los medios, pero alivia mi conciencia de español dolorido.  Ahora que ha terminado la primavera, no quisiera que el sueño que alimentó mi vida se rompiera para siempre. Apelo a la esperanza y no a los recuerdos que la matan. Acudo a los ejemplos que fortalecen el espíritu y levantan el corazón y pido en un último clamor que las banderas que dividen y amenazan sean definitivamente arriadas si no queremos abocar de nuevo a España a una tragedia inevitable.



JOSÉ UTRERA MOLINA

9 de junio de 2016

Una madrina ejemplar

Bastantes sinsabores nos proporciona el afán diario como para avivar el fuego con mis palabras. Me preguntaba anoche si no estaría dejándome seducir por la tristeza y la desesperanza, las armas preferidas del maligno; si no estaba alimentando odios análogos a los que denuncio; si no empiezo a militar en el batallón de los tristes y cabreados.

Si estamos llamados a ser la luz del mundo, además de denunciar las injusticias, nuestro credo nos obliga a ser testigos de esperanza. Por eso esta mañana me he propuesto dar un giro copernicano a mi discurso para proponer un modelo de persona, un ejemplo de virtudes, un limpio espejo en el que uno puede mirarse y reconciliarse con una humanidad en la que sólo parece ser noticia el odio, la perversión y la amargura.

Siempre he pensado que la sonrisa es un regalo reservado por Dios para los corazones sencillos. Conozco demasiados ilustres sesudos a quienes su continuo discurrir les impide disfrutar de los pequeños detalles de la vida, cuya soberbia e inconformismo les priva de las bondades de la gratitud y cuya ceñuda desconfianza no les permite beber en la alegre fuente de la ingenuidad.  

Mi madrina es la permanente sonrisa luminosa en medio de la adversidad. Mujer de gran belleza y madre de siete hijos, la vida le ha reservado una sucesión inagotable de pruebas de enorme dureza que ha superado con admirable entereza y con la ayuda de un corazón inabarcable. La más dura, la de su hija Anuca, un ángel con síndrome de Down que en su corta vida padeció calvarios sin límite y cuya marcha dejó un hueco imposible de llenar. Y la última, la de mi padrino Juan, aquejado de ese mal que aniquila los recuerdos y te convierte en un ser inerme y menesteroso en manos de una mujer admirable a la que ya no conoce, pero sonríe agradecido cada mañana.

Cuando le preguntas como está, jamás te cuenta sus penas ni sus dolores, nunca la oirás quejarse, y mucho menos hacer repaso de méritos.  ¡Yo divinamente! –te dice-. Tan sólo se compadece de aquellos a los que amorosamente cuida, pero mi madrina Ana parece como esa roca siempre joven a la que Dios tenía reservada una pesada cruz, pero también una fortaleza infinita para cargarla con una sonrisa y enorme señorío.

Tener la suerte de contar con su ejemplo todavía es todo un privilegio y una bendición.  Desde luego, mis padres sabían bien lo que hacían cuando les confiaron el cuidado de mi fe.Dios te lo pagará, querida madrina. No lo dudes.


Luis Felipe Utrera-Molina

7 de junio de 2016

Mañana será tarde


Mucha gente debe hacerse mirar cuál es su actitud ante los episodios de violencia que estamos viviendo en España, si se siente aludida por el célebre poema de Niemöller. Hace unos días, unas bestias independentistasapalearon a dos chicas y arrasaron el puesto en el que defendían el derecho a ver a la selección española en la vía pública. Ayer nos enteramos de la palizaque unos cobardes “antifascistas” propinaron a un hombre que llevaba en la manga de su chaqueta una bandera nacional.

Ni una ni otra noticia ha merecido una portada en los medios de comunicación, aunque el empuje de las redes sociales hace que las noticias se hagan hueco en los periódicos.

Lo que estamos recogiendo no es sino el fruto de la tolerancia suicida de un sistema ante los constantes ataques a España, a sus símbolos, a su identidad como nación y a su unidad. Y corolario lógico de la cobardía de amplias capas de la sociedad, empeñadas en ponerse de perfil y mirar para otro lado mientras todo esto sucede ante sus narices. Y me gustaría equivocarme, pero pronostico que este tipo de situaciones arreciará con el tiempo.

Acostumbro a lucir a diario en mi solapa los colores de la enseña nacional y me entristece contemplar cómo a muchos les llama la atención y lo consideran casi una extravagancia propia de “ultras”, sentimiento que no albergan cuando ven a Obama lucir en su solapa la bandera americana o a Hollande la tricolor.

Los españoles tenemos sobrados motivos de orgullo para convertir en normal el homenaje a nuestra bandera y hacerlo viral. Hasta que no nos sacudamos los complejos impuestos con el paso de los años por una izquierda heredera de lo más rancio de la internacional comunista que sigue reivindicando la bandera de la nefasta II República como símbolo del progreso, asistiremos a episodios de violencia contra los pocos españoles que seguimos luciendo con orgullo nuestra bandera y proclamando ufanos nuestra condición de españoles. Y, algunos se darán cuenta, como en el poema de Niemöller, demasiado tarde.


LFU

30 de mayo de 2016

Carta abierta a Julio Rodríguez

Te escribo como Alférez de Infantería, pero permíteme que te apee el tratamiento de vuecencia que durante años te dispensaron tus subordinados, pues presumo que para ti debe tener reminiscencias de un pasado oscuro y de ingrato recuerdo.

En mi breve e intenso paso por la milicia pude sentir el singular orgullo de vestir el uniforme de un ejército heredero y depositario de la gloriosa tradición española.  Aprendí de mis superiores el valor de la disciplina y las virtudes del sacrificio callado, la abnegación y la lealtad. Pocas veces en mi vida he sentido tanta emoción como cuando mis hombreras lucieron por vez primera la estrella de seis puntas que me acreditaba como oficial de la mejor Infantería del mundo. Siempre recordaré el orgullo de mi padre en aquel gélido día de diciembre en el patio de la Academia toledana cuando quiso fotografiarse conmigo delante de la estatua de su viejo capitán, que  hoy -gracias entre otros a tí-  estará cubierta de polvo en algún lejano y frío almacén.

Aprendí de memoria aquél artículo 72 de las Reales Ordenanzas que aún hoy guarda el eco de la mejor tradición castrense española y procuré ser fiel a su letra y a su espíritu durante el breve tiempo en el que tuve el privilegio de mandar una sección de fusileros.

Desde entonces, he seguido en contacto con la familia militar en la que tengo grandes y entrañables amigos que son exponente de las mejores virtudes del soldado y del caballero español. Conocí también jefes y oficiales a los que no pude admirar, pero jamás tuve la desgracia de despreciar a ninguno como militar.....hasta que te empeñaste en deshonrar el uniforme que durante años te ha proporcionado respeto y una dignidad que tu mismo has querido pisotear.

Prefiero no acordarme de la cobarde actuación que como JEMAD tuviste con ocasión del rescate del "Alakrana", La Armada tenía preparado el asalto de los secuestradores, te pideron una orden, pero al otro lado del teléfono sólo hubo silencio. Dejaste escapar a los piratas, pero no tuviste el coraje de reconocerlo en público. Antes que asumir la responsabilidad del mando, preferiste que la duda se cerniese sobre la eficacia y profesionalidad de tus soldados. 

Lo de menos fue tu anuncio extemporáneo de unirte a las huestes de Podemos mientras vestías el uniforme. Ni a mí ni a tus compañeros de armas nos importa una higa como piensas ni a quien apoyas, pero existen formas y procedimientos que debías respetar y que por un mínimo sentido de la lealtad y la coherencia debiste haber cumplido. No fue así y celebro que figure esa mancha en tu hoja de servicios.

Fue miserable tu compadreo con Ada Colau tras el trato chulesco y degradante que dispensó a dos jefes uniformados en Barcelona. E imperdonable cuando no tuviste reparos en defender a Bildu, donde se alistan buena parte de las hienas que vistieron de luto los hogares de muchos de tus antiguos camaradas.  

Que te definas como pacifista me parece muy bien. Todos queremos y ansiamos la paz y ya Julio Cesar dijo aquello de "si vis pacem para bellum", porque para eso están los ejércitos, para salvaguardar la paz frente a los que quieren violentarla.  Pero que un militar se confiese antimilitarista es, además de un oxímoron insoportable, una bofetada en la cara de todos tus antiguos compañeros y subordinados.

La última villanía, la de despreciar el día de las fuerzas armadas por franquista. Un sencillo desfile y un acto de homenaje a los Caídos que tu mismo deshonras con tu penúltima ruindad no es sino un acto de justicia y gratitud para los que han dado su vida por España, antes de Franco, con Franco, contra Franco y después de él y para los que con singular ejemplaridad velan para salvaguardar nuestra paz, nuestro bienestar y la integridad de nuestra patria.

Dice el viejo refrán castellano que no hay peor cuña que la de la misma madera. Y tú, Julio Rodríguez, eres la viva expresión de esas palabras.

Te auguro una corta e ingrata carrera política porque Roma no paga traidores. Quienes te utilizan lo hacen para denigrar toda la dignidad del uniforme que has vestido durante toda tu vida. Y cuando ya no les sirvas, probarás la amarga hiel de una soledad acentuada por el desprecio de todos aquellos que tuviste bajo tu mando y que te recordarán aquel juramento que hiciste de joven y no has sabido cumplir como un soldado español.

No me despido a tus órdenes porque sólo recibo órdenes de quien tiene autoridad moral para darlas. Tan solo espero que Dios te de la ocasión para devolverme con honor esta pluma que hoy te hace llegar un oficial de Infantería.

Luis F. Utrera-Molina



20 de mayo de 2016

No es una bandera

Mi aplauso a la Delegada del Gobierno Concha Dancausa, que no se ha acochinado, como sus compañeros de partido catalanes Albiol y Fernández Díaz, a los que se les debería caer la cara de vergüenza, si conocieran esa palabra.

Vamos a ver si nos entendemos. Quienes enarbolan una señera estrellada, los discípulos del latrocinio pujolista, lo hacen para reivindicar el separatismo y como tal, me ofenden y provocan a mí y a muchos millones de españoles, catalanes incluidos.

Pero hay tanto estúpido acomplejado por el foro –periodistas y politiquillos de derecha e izquierda- que, ante el desplante de tipejos como Colau y Pucherón, han comprado el discurso victimista de que no hay que ofender los sentimientos de los “independentistas” y sacan a relucir el espantajo de la libertad de expresión, que por lo visto sólo sirve para separatistas y extremistas de izquierda.  Y a los españoles, a los que fuera y dentro de Cataluña la amamos por española y llevamos siendo insultados de forma continua desde hace décadas por los separatistas, que nos zurzan. Que nos aguantemos con la quema de banderas, con las pitadas al himno nacional y al Jefe del Estado.  Eso es libertad de expresión.....

Pues no me da la gana de callarme. Eso no es una bandera, es un trapo inventado por unos golfos apandadores para tapar sus vergüenzas. Han mancillado y cubanizado la gloriosa bandera del reino de Aragón, la entrañable seña de la patria chica de los catalanes con el sólo propósito de tratar de ennoblecer lo que no es sino una historia inventada, una burda mentira casposa y, por supuesto, para ofender a España. Como reza la leyenda, un estandarte no es una bandera hasta que no se ha derramado sangre por ella y a sus portadores les falta valor para ello porque les sobra vileza y carecen de la emoción de la verdad.
Así que ese trozo de tela infecta que sólo representa el odio a España que se lo metan por donde les quepa, pero que no nos hagan tragar a los demás con el miedo y la cobardía que impera en toda la sociedad catalana. Que no se sientan cómodos en la capital de España quienes odian y quieren acabar con España, quienes orinan en medio de la calle y no respetan los símbolos y sentimientos de todos los españoles. Y si no quieren venir, aquí se respira mucho mejor sin tanto gilipollas.

Definitivamente, aquí no cabe un rufián más.

LFU

P.D. El siguiente capítulo lo ha protagonizado un juez politicamente correcto que ya tiene su minuto de gloria. Lo siento por el rey, que finalmente tendrá que aguantar el odio de la mitad del campo y la compañía de unos cuantos indeseables que preferiría tener lejos.

17 de mayo de 2016

Gistau y los "franquistas"

David Gistau contesta en su columna de ABC del pasado viernes -sin nombrarlo- a mi artículo “Gistau y el Valle de los Caídos” publicado en esta humilde página hace unos días. Por el tono de sus palabras interpreto que han debido escocerle, y mucho, las mías, pues me tacha de “fascista” y “zombie del siglo XX”, y confirmo que no ha entendido –o no ha querido entender- el fondo de mi artículo, quizás por un exceso de soberbia y un defecto de humildad.

Parte su artículo de un axioma tan falso como sus palabras en COPE sobre el Valle de los Caídos, pues supone que mi inicial admiración por él se debía a una coincidencia en lo ideológico. Y sobre esa falsa premisa, el despechado comentarista construye un artículo tramposo que le lleva a caer de bruces en el sectarismo que me achaca, al rechazar cualquier admiración que pudiera provenir de alguien que ose pensar como yo.

No soy fascista, ni en su acepción ideológica ni en la peyorativa impuesta con los años por la izquierda. Tampoco más nostálgico de lo estrictamente necesario por imperativo del corazón. Pero si para Gistau es franquista todo aquél que reconozca las bondades que para España tuvo el régimen de Franco y no esté dispuesto a aceptar el anatema sobre los que sirvieron a España con honor, honestidad y eficacia durante el mismo -entre los que cuento a mi propio padre-, me confieso franquista, a sabiendas que ello me hace acreedor al desprecio de personas del talante democrático de Gistau. Y como la política hace extraños compañeros de cama, me divierte saber que en mi destierro del paraíso democrático estaré acompañado de personas como Sanchez Dragó, que recientemente se atrevió a escribir que era más libre la España de 1975 que la de 2015 o de Ramón Tamames, que fueron antifranquistas cuando serlo era una profesión de riesgo no muy concurrida y ahora son denostados por quienes se alistan con “enorme valor” en las abarrotadas filas del antifranquismo retrospectivo.
   
Mi artículo primero estaba dictado por la defensa de la verdad, una verdad tan evidente que sólo los contumaces se niegan a admitir o a discutir.  Comprendo y disculpo que los habituales de la pluma y el micrófono cometan errores pues sólo los que se callan –y no siempre- están libres de equivocarse. Pero confieso que esperaba de Gistau algo más de nobleza y humildad, virtudes que, al parecer, le son ajenas.

No quisiera terminar sin pedirle disculpas públicamente si en mi crítica se ha deslizado algún insulto u ofensa personal que le haya podido molestar o hacerle daño. No era, ni es mi propósito ofenderle ni atacarle como persona. A diferencia de lo que se desprende del artículo de Gistau, soy persona que se precia de tener amigos hasta en el infierno, tal vez porque el verdadero apostolado no se hace entre nuestros iguales. Los años –y sobre todo la fe- me han ido enseñando cómo Dios hace nuevas todas las cosas. Decía Chesterton que todos los santos tenían un pasado y todos los pecadores un futuro. Por eso no descarto que en ese futuro podamos abrazarnos algún día, Gistau y yo, en defensa de la verdad. Dios lo quiera.


LFU    

10 de mayo de 2016

Gistau y el Valle de los Caídos

Confieso que, durante un tiempo, David Gistau me tuvo engañado.  Su estilo fresco y buen manejo de la palabra, su juventud y su pertenencia a los “no alineados” le llevaron en sus inicios a romper los moldes de la corrección política, provocando a unos y otros por igual. Y por eso tuvo desde el principio mi simpatía y una naciente admiración.

Pero todo eso hace tiempo que se acabó. Su posición abiertamente abortista y sectaria con los defensores de la vida abrieron mis ojos a la realidad y los cerraron a la esperanza. Y esta misma mañana mi decepción se ha tornado en desprecio al comprobar cómo el antaño periodista libre se ha convertido en un vocero del más rancio “progresismo” al terciar en el tema de las exhumaciones del Valle de los Caídos, sin tener ni la más remota idea de lo que hablaba, es decir, llevado tan sólo por la sinrazón del putrefacto pensamiento único.

Gistau no sabe nada de la construcción del Valle de los Caídos, de ahí que hable a oídas de los "miles de trabajadores forzados", que más que forzados eran enchufados, pues había tortas por un destino que les aseguraba no sólo un salario más que digno, sino también comida, techo y escuela para sus familias en tiempos de escasez y una redención de penas de 3 días de condena por cada día de trabajo.  Ahí están los testimonios de Paco Rabal, de Peces Barba y de muchos otros, poco sospechosos de “franquistas”.

No sabe tampoco que el médico Ángel Lausín, a la sazón preso en el Valle, contabilizó un total de 14 muertos en los 19 años que duró su construcción, de los cuales aproximadamente la mitad eran obreros libres que, por cierto, cobraban lo mismo que los penados.  

Ni sabe tampoco que existe un minucioso registro de todos y cada uno de los enterramientos con el consentimiento de las familias de cada fallecido, con la sola excepción de aquellos restos que reposaban en fosas comunes sin haber sido identificados, de uno u otro bando. Ni sabe, por último, que resulta imposible la identificación de ninguna clase de restos en los osarios porque, gracias al deficiente mantenimiento de los osarios –y del resto del Valle- por parte de Patrimonio, se encuentran mezclados los restos de los casi 50.000 cadáveres que se encuentran allí inhumados, al haberse podrido los féretros de madera por la humedad.

Ni lo sabe ni le importa, porque al mono hay que darle leña aunque no haya porqué. Esto es lo que diferencia a un periodista serio de un prosaico vocero de la corrección política. Decía Albert Camús que “la mentira es el mayor enemigo de la libertad” y Gistau hace tiempo que dejó de ser un hombre libre.

LFU


6 de mayo de 2016

Códigos éticos

Cada día que pasa aumenta mi intolerancia hacia la estupidez institucionalizada. Ya no es cuestión de ideologías. Debe ser un problema generacional, pero la generalización de los clichés o frases hechas que valen para una cosa y la contraria y, sobre todo, para dotar de aparente elocuencia a unos políticos cuya preparación brilla por su ausencia y cuya única habilidad probada es su destreza en lamer traseros de los que ocupan el aparato de sus respectivos partidos, resulta exasperante.

Si el término "progresista" produce hilaridad en labios de un estalinista bolivariano como Pablo Iglesias, lo del código ético, hallazgo feliz de este hatajo de mediocres, es de aurora boreal. Verán ustedes: el "código ético" de Podemos exige la dimisión del cargo público que tenga una cuenta en Panamá -aunque esté declarada- pero defiende y aplaude a una condenada y convicta de un delito contra la libertad religiosa cuando, miren ustedes por donde, el punto VI del famoso código ético dice: "como persona integrante de PODEMOS me comprometo a VI. Debatir con honestidad todas las opiniones y respetar a todas las personas con independencia de cuáles sean sus pareceres, fomentando el diálogo y la búsqueda de consenso.

El código ético de Podemos también dice  h) Evitar la contratación pública con empresas en las que el miembro de Podemos o sus familiares puedan tener algún tipo de interés económico. Pues basta asomarse a la hemeroteca - vulgo buscar en google- para ver cómo las familias de Rita, Coulau y Carmena copan altos cargos de la administración.

Corta vida le auguro al código ético de podemos que sirve lo mismo para un roto que para un descosido y que no lo cumple ni Rita, ni una jueza presuntamente prevaricadora que se ha venido arriba en los controles de los aeropuertos haciendo aspavientos contra la Guardia civil,

Y si miramos a Ciudadanos, la cosa también tiene su guasa. Su "código ético" -por cierto, éste no lo encuentro en la página web- les llevó a pedir la cabeza del alcalde de Granada -al que por el momento no se sabe de qué se le acusa debido al secreto del sumario- y sin embargo, no les exige pedir la cabeza de un consejero de la Junta imputado por supuesta prevaricación. Y es que, les han dicho que no se trata de meter la mano en la caja, sino de un supuesto error en un procedimiento de adjudicación. Toma ya.

Para mí que la "nueva política" (otro hallazgo reciente) es tan rancia como la vieja, pero con palabras "progreso" "cambio", "código ético"  y "nueva política" que sólo sirven para desesperarme y sumirme en la melancolía.

LFU

19 de abril de 2016

Palomas y Serpientes. Un regalo de García-Máiquez

Gracias a la hospitalidad de un amigo común, conocí por fin hace unos meses, en carne mortal, a Enrique García-Máiquez, a quien llevaba tiempo admirando y leyendo como magnífico prosista en su extraordinario blog Rayos y Truenos, en su “no-blog” El Trampolink  (con su columna diaria en el Diario de Cádiz) y como enorme poeta: Casa propia (Renacimiento, Sevilla, 2004) y Con el tiempo (Renacimiento, Sevilla, 2010), mis preferidos.

En aquella cena de diciembre en la que ya conjeturábamos sobre los pronósticos electorales –qué tiempos-  salió a relucir Don Colacho y sus escolios a un tiempo implícito. Disfrutamos con los aforismos del genial colombiano y no fuimos capaz ni David ni yo de darle la musa que EGM esperaba para escribir, en la soledad de su hotel, la columna de mañana.

Días después, recibí por correo Palomas y Serpientes, su libro de aforismos, a raíz de cuya lectura comencé a admirarle también como aforista.  Carezco de otra formación para ser crítico literario que mi afición a la lectura, por lo que me limitaré a decir que el libro es extraordinario, que pasé buenísimos ratos con su lectura –que se me hizo corta- y que mi mejor recomendación está en traer aquí, como aperitivo para abrir el apetito del lector, algunos de los aforismos que señalé en el libro por su brillante sencillez o por su sencillez brillante:

La manera más rápida de irritar a alguien es sugerirle que no se irrite.
A los que nos mienten lo que no podemos perdonarles son los detalles.
Lo interesante de los que hablan mucho de sí mismos es lo que se callan.
Cuando uno se arrepiente de haber sido bueno, fue tonto, no bueno.
La imaginación: memoria más amnesia.
Yo, cuando me abandono en los brazos de la melancolía, me siento adúltero.
Acabar con principios.
Sólo podemos hablar con quien podemos estar en silencio.
El tiempo es la paciencia de Dios.
Le temo al pasado. Ataca por la espalda
A la brújula lo de la veleta le parece una frivolidad: ella no pierde nunca el norte.
Clásico es el libro al que siempre tendríamos que haber llegado antes.

Enrique García-Máiquez es un verdadero lujo para las letras españolas. No sólo escribe bien, sino que piensa mejor y encierra en párrafos prodigiosos lo que muchos querríamos decir y no sabemos hacerlo.  El pasado ataca por la espalda, pero EGM tiene un futuro brillante y yo ya presumo, ufano, de su amistad.

LFU


14 de abril de 2016

Antonio Fernández Asencio. Un auténtico SEÑOR


La imagen, la noticia, admite poca glosa.

Cuando el odio, la indignidad y la cobardía parecen dominar el paisaje que nos rodea, aparecen gestos de nobleza extraordinaria que nos reconcilian con el género humano.

El de Antonio Fernández Asencio, renunciando a tan merecido reconocimiento por un imperativo de lealtad  y de justicia, por sí solo limpia el aire sevillano de la turbia atmósfera de rencores y cobardías que han estrenado la primavera para ensañarse con un hombre bueno como mi padre, que tanto hizo por Sevilla.

La Avenida de Utrera Molina ya no llevará su viejo nombre, pero para siempre estará unida ya al gesto noble de un SEÑOR, epítome de la dignidad y de la hidalguía.

Gracias de todo corazón

Luis Felipe Utrera-Molina Gómez






8 de abril de 2016

Las chicas de los mandiles

Recientemente, un brutal atentado contra la comunidad de las Hermanas Misioneras de la Caridad se saldó con la muerte de 4 religiosas (2 ruandesas, una india y una keniana), el chófer y dos colaboradores de la institución en Aden (Yemen). En España, apenas tuvo trascendencia, no ocupó las portadas de periódicos y telediarios. No hubo lazos azules, ni rojos, ni verdes. Era más importante el estúpido teatro de nuestra indigente clase política.  Pero hoy quisiera compartir con los lectores de este blog la reflexión que he encontrado en Facebook escrita por Toño Casado, con mi agradecimiento y mi oración por estas mártires que se dieron a sí mismas por los más necesitados.
LFU
LAS CHICAS DE LOS MANDILES
Los mandiles. Llevaban los mandiles puestos. Mandiles manchados de sopa o de verduras, de manos de los niños o de los viejos, manchados ahora de la propia sangre, como un extraño collage de menestra y salsa de tomate, que no es tomate, que es de verdad. Cuatro mujeres que hicieron de su vida dar dignidad y besos a cucharadas, con las caricias y la sonrisa y el trabajo incansable de recoger los platos y hacer las camas y las vendas y los orinales. Monjas, sí, de esas de las que mucha gente se ríe porque piensan que son tontas porque hablan con voz de monja o que se pierden la vida esta loca que llevamos, que igual no tienen movil ni van a los centros comerciales ni ven gran hermano ni practican sexo. Jóvenes mujeres aparentemente frágiles que nunca descansan. Estas si que vivieron el día y el año y la vida de la mujer trabajadora.
Estas tontas monjas si que supieron ser felices sin libros de autoayuda del vips. Estas pobres monjas si que fueron valientes, cuidando de los más pobres en una tierra de islamistas fanáticos que van arrasando el mundo como la peste negra. ¿Quien es el heroe que se queda cuidando de cuatro viejos cuando sabes que vienen los demonios a cortarte la cabeza y grabarlo en HD para atemorizar al mundo?. Me río de las tetas al aire de femen o las amigas de la Rita, me parto de los semáforos con falda de valencia y me escojono de tanto progreHippi que no le falta un detalle de sus diseñadas vidas haciendo padrenuestros feministas. Estas chicas muertas les restriegan, nos restriegan, los mandiles ensangrentados en la cara. Servir hasta la muerte. Ayudar hasta el último momento. Y eso porque su fe era su energía y Jesús y su compromiso por un mundo más bueno las hicieron cristianas y monjas, sí; monjas con delantal. Para siempre. Como tantas mujeres que sostienen el mundo. Madres, abuelas, niñas, monjas; asesinadas, golpeadas, violadas, pero fuertes, lo más hermoso de este muchas veces podrido mundo.
Contemplo mi delantal en la cocina y se que ya no volverá a ser el mismo. Ni yo tampoco.

5 de abril de 2016

"Ignorante Ingratitud con Utrera Molina". Por Julio Domínguez Arjona


IGNORANTE INGRATITUD CON UTRERA MOLINA  


    
Mayo 1968 . El gobernador civil de Sevilla Utrera Molina inaugura 552 viviendas del Polígono San Pablo

JULIO DOMÍNGUEZ ARJONA 5 de Abril  de 2016

Ayer leo uno de los grandes logros del pleno del ayuntamiento de Sevilla, que no se han enterado que la Guerra Civil acabó con la derrota del bando republicano, y han aprobado este lunes por unanimidad la nominación de cinco calles en tres distritos de la ciudad, en un acuerdo que supone la retirada de la calle hasta ahora dedicada a José Utrera Molina, uno de los últimos ministros de Franco aún vivos. Dos de estos cambios, el de la avenida de Utrera Molina y el de la calle Tomás Murube, se corresponden con sendos cambios en el nomenclátor en aplicación de la ley de la memoria histórica.-

En cuanto a Tomas Murube, les contaré : El 28 de julio de 1936 ( 10 días después del alzamiento nacional ) en La Roda de Andalucía fue derribada una avioneta en la que iban los AVIADORES CIVILES, miembros del Aero Club de Sevilla ,  Tomás Murube y Sebastián Recasens, que fueron hechos prisioneros por los rojos y fusilados. Don Sebastián Recasens Méndez Queipo de Llano, era estudiante de Medicina y piloto aviador civil. Murió  a los 21 años. Don Tomás Murube y Turmo, de 31 años de edad, era piloto aviador civil y ganadero de reses bravas . No eran pilotos de combate pues carecían de formación para ello, ni pilotaban aviones de combate . Ya le quitan las calles hasta a los asesinados, eso si,  legítima y democráticamente .-

Lo de Utrera Molina es mas complicado. El varias veces Excmo Sr Don José Utrera Molina nació en Málaga, el 12 de abril de 1926, es decir durante la Guerra Civil era un peligrosísimo niño de 10 años , y D.m. el martes de Feria cumplirá 90 años .-

Entre otros muchos cargos, miren ustedes por donde entre 1962 y1969 fue Gobernador Civil de Sevilla, le tocó bailar con la mas fea de las consecuencias del devastador desbordamiento del Tamarguillo en 1961 . Gracias a este señor y a la Obra Sindical del Hogar, de una forma fascista e intolerante  entre 1963 y 1968 coincidiendo con su mandato como gobernador se levantó el Polígono de San Pablo . Entre los años 1964 y 1966  se edificó el barrio A con 2.006 viviendas, rotulándose las calles con nombres folklóricos de cantes del flamenco .; y el barrio B 1.920 viviendas  con nombres de cantaores de flamenco, ( que seguro que si lo investigan habrá algún falangista entre ellos incluso anterior a la creación de la Falange ) .-

Tambien se edificó el barrio E con 1.498 viviendas rotuladas de una forma social y políticamente incorrecta con nombre toreros, y el barrio D entre 1963 y 1968 , estamos hablando de 5.424 viviendas , ademas de locales comerciales, ambulatorios , colegios, iglesias, zonas de recreo, etc ; y todo eso no para los privilegiados del régimen franquista, sino para la población mas desfavorecida que vivían de una forma legitima y democrática hacinados como conejos en corrales de vecinos, familias enteras en una sola habitación; hacían pipí y popó en un agujero en el suelo, con el resto del vecindario,  y todos calzaban alpargatas . El romanticismo de los corrales de vecino, no iba mas allá de las sevillanas del Pali .-


Bloques enteros, barrios enteros, marcados con el yugo y las flechas, por solo haberle dado una vivienda digna por primera vez en su vida a sus habitantes .
¿Cuantas generaciones de sevillanos han vivido en una vivienda social gracias a Utrera Molina ?  

Este señor de una forma fascista obligó a este sector de la población a vivir en dictatoriales pisos con duchas, ascensores, dormitorios para los niños, y cuarto de baño. Se necesita ser malo para fastidiar a mas de 5.500 familias, ya que  desde la era Queipo de Llano , no se había construido tanto en Sevilla .-

Es por ello que este recuerdo del fascismo hay que borrarlo completamente, no solo quitarle el nombre a su autor, sino que hay que demoler todo el Polígono San Pablo, hay que tirarlo al suelo  para que el frente popular de podemitas,  comunistas, socialistas ( ¿ cuantas viviendas sociales han construido los rojos en Sevilla a lo largo de la historia o en los felices y efímeros años de la II República ? , creo que una o ninguna ) y nuestro vergonzantes acomplejados peperos ( los de ciudadanos nucna se saben si van o vienen ) construyan un nuevo barrio acorde con la selectiva  ley de la memoria tan histórica, como con amnesia parcial  .-


Felicitemos a nuestros ediles por este gran logro social, y a buen seguro que las legiones romanas de los que están en el paro, y a punto de perder una  vivienda que no pueden pagar, se sentiran mucho mas tranquilos de que le hayan quitado el nombre a un hombre tan malvado que en siete años levanto un barrio entero de protección oficial, pero de verdad , como las 150 viviendas que también les dio por construir en Felipe II, que también habría que demolerlas .-


Así era como  se hacia auténtica política social (antes de que se inventara el nombre), y no el postureo de progrerío barato que tenemos ahora . Se podrán borrar nombres, fruto de la ignorancia e ingratitud , pero sus buenas y grandes obras siempre nos quedarán .- 

28 de marzo de 2016

Sevilla palpita todavía en mi corazón. Por José Utrera Molina



Aún en pie y punto de cumplir 90 años, no me falla, gracias a Dios, la memoria y soy aún consciente de los viejos dolores y las ilusiones maltrechas. Usted sabe que yo fui durante cerca de ocho años gobernador de Sevilla. Recuerdo que siendo Gobernador Civil de Burgos, me hicieron el ofrecimiento del gobierno civil de Sevilla. Inicialmente me negué a aceptar este cargo porque sabía su tremenda dificultad y el hecho de ser malagueño podía suponer una dificultad añadida a mi nombramiento. No fue así.

No tuve más remedio que aceptar por sentido de la responsabilidad ante la insistencia de Franco y el 14 de agosto de 1962 tomé posesión del gobierno civil de Sevilla. Fueron años de ejercicio de mi responsabilidad, venciendo múltiples dificultades, pero al final puedo decir que conté con el apoyo significativo de las gentes que trataba ante los inmensos problemas que Sevilla tenía. Entregué, sin reservas, mi vida entera a todo lo que Sevilla significaba. Sentí sus tradiciones, sus sensibilidades, sus alegrías, sus dolores, su forma singularísima de ser y me convertí en un sevillano más. Allí nacieron tres de mis ocho hijos y no hubo día, ni noche, ni madrugada en que los problemas de Sevilla fuesen por mí olvidados. Estuve al pie del cañón, tantas veces como la urgencia de los problemas me reclamaban.

No voy a hacer la historia de todo lo acontecido en estos años que han sido para mí la mejor referencia de mi modesta vida política. No recuerdo con tanta nitidez ni mi paso por el Ministerio de la Vivienda, ni por la Secretaría del Trabajo, ni por la Secretaria General del Movimiento. De aquella época han pasado 47 años.  Cuando salí de Sevilla un verdadero clamor y lo digo sin vanidad alguna sino con verdadero orgullo, me acompañó en mi marcha. Llovieron las condecoraciones y las muestras de afecto que posiblemente yo no merecía del todo, pero las recogí con un gozo infinito y agradecido en mi alma. Siempre me he sentido orgulloso de que los sevillanos no me habían olvidado. Centenares de cartas, llamadas y muestras de afecto las he recibido en estos últimos años. Y es que Sevilla palpita todavía en mi corazón de forma continua con un afecto inacabado y a veces con un entusiasmo delirante.

Al hilo de una querella argentina, que más que una acción judicial es una iniciativa política dirigida por quienes en España fracasaron en una prevaricadora instrucción penal, me retiran los honores que me concedió, en su día, la Diputación de Sevilla. Me sobran esos honores pues siempre me ha bastado el afecto probado de muchos sevillanos de bien, del pasado y del presente, que fueron testigos de mi desempeño. Espero que algún día alguien reivindique lo que fue una etapa limpia y esforzada con aciertos y errores pero siempre llena de un amor inconmensurable a todo lo que Sevilla representa.

Sr. Director, he querido explicarme al pueblo de Sevilla al que no olvido, con la secreta ilusión de que habrá más de un sevillano que recordará conmigo la alegría de aquel servicio prestado con amor.


JOSÉ UTRERA MOLINA
(publicado en ABC de Sevilla el 19 de marzo de 2016)

16 de marzo de 2016

Nietos de la ira


         Una de las notas más inquietantes que definen la actual coyuntura política viene dada por el ambiente de crispación creado a raíz de la entrada de fuerzas de ultraizquierda en el parlamento.  Las notas del “cambio progresista” aparecen así acompañadas de trazos gruesos, estudiadas provocaciones y faltas de respeto al adversario que convierten la nueva política en matonismo propio de repúblicas bolivarianas.  Esta estrategia, en modo alguno espontánea, provoca en una sociedad condicionada por las directrices de la “memoria histórica”, el aventamiento de odios atávicos de impredecibles consecuencias a medio plazo. El odio cainita que parece haber anidado en la generación de los nietos o bisnietos de los que hicieron la guerra y que se proyecta sobre los descendientes de sus enemigos, presenta así un carácter claramente recesivo, pues no anidó de igual manera en las generaciones intermedias.  
               
              En una reciente columna, Herman Tersch recordaba en este periódico los antecedentes familiares de Pablo Iglesias, hijo de un militante de la banda terrorista FRAP y  nieto de un comunista condenado por “dar el paseo” al Marqués de San Fernando y a su cuñado en noviembre de 1936.  Siendo esto así, no deja de asombrar que el líder carismático del nuevo totalitarismo de corte bolivariano tenga la soltura de acusar en el Congreso de criminal a Felipe Gonzalez y llamar “hijos del totalitarismo” a todos los diputados del  Partido popular haciendo alusión a la condición franquista de los fundadores de su partido.  Pero lo preocupante no es tanto que Iglesias tenga esa desenvoltura como que dichas prácticas no hayan merecido la unánime repulsa de los medios de comunicación social.

               El viejo maniqueísmo de la nueva izquierda, inoculado a la sociedad española durante décadas con la venia de una derecha instalada el pragmatismo que carece de un proyecto de futuro y de referentes en la historia, está dando sus frutos.  El resultado es una sociedad miope que no ve mal alguno en la izquierda, porque el mal absoluto está encarnado en una derecha que se avergüenza de serlo.  Así, la violencia o mera intimidación –puramente marginal- procedente de grupos de ultraderecha es convenientemente amplificada por su condición de “agresión fascista”, mientras que la cada vez más generalizada violencia e intimidación de los círculos y organizaciones del ámbito de Podemos en juntas de distrito, universidades, iglesias. etc. es escandalosamente ignorada por los medios cuando no justificadas como reivindicaciones de la laicidad, de los “derechos de las mujeres”, de las “víctimas del franquismo”, y demás eufemismos genuinamente “progresistas”.

               Resulta desalentador que a estas alturas de la historia, con tantos problemas sociales de urgente solución, anden ahora los políticos echándose a la cara las culpas de sus mayores e impregnen la vida política de un cainismo atávico.  Pero esta es la consecuencia de la caja de pandora que, de forma colosalmente irresponsable, abrió en su primera legislatura un gobernante nefasto llamado Rodríguez Zapatero, imponiendo una versión sectaria de la historia y convirtiendo la memoria en un garrote sectario y letal.  Los que hemos conocido a los que lucharon, sabemos lo que les costaba recordar, que les dolía en el alma haberse enfrentado a tiros con sus hermanos, que habrían dado su vida por no vivir aquella tragedia. La guerra fue para ellos la mejor vacuna para curar el odio que los enfrentó. Educaron a sus hijos en el perdón y el abrazo, en la superación de aquella dolorosa fractura, porque lo importante era mirar al futuro y sacar adelante una España rota y desangrada.

               Justo es decir que la resurrección del odio viene de un solo lado de la mesa.  Los  caínes de la nueva izquierda utilizan el mismo lenguaje incendiario de sus abuelos antes de que se pusieran a matarse por los campos de España.  Es el lenguaje rancio de la “libertad” (Caín) contra el “fascismo” (Abel), porque para ellos “fascista” no es sino el término que define a quien osa desafiar le pensamiento único de la izquierda. 

               Los nietos de la ira no hacen justicia a sus abuelos.  Por el contrario, su odio rescatado, su sectarismo disfrazado de “progreso” deshonra su memoria y parece desahuciar a España de un futuro necesitado de paz y concordia.  Los errores del pasado deben servir de lección para que las nuevas generaciones no repitan los mismos yerros de sus mayores. Y España, tan rica en potencialidades de todo orden, no puede regresar al pozo insondable del odio, precisamente cuando los españoles están pidiendo a gritos el entendimiento, como fórmula indispensable del verdadero progreso.

               Hoy más que nunca debemos reivindicar la grandeza de España y lo que nos une frente a lo que nos separa. Frente al odio y el sectarismo estériles, el orgullo de pertenecer a una nación milenaria por tantas razones envidiada. Si nos empeñamos en manipular la historia y en utilizarla como arma arrojadiza, sólo conseguiremos división y pobreza, que harán las delicias de los enemigos de una España que debe saber mirar al futuro sin repetir los errores del pasado.


               LFU

11 de marzo de 2016

"En defensa del Ejército". Por José Utrera Molina


Reconozco que el asombro casi ha desaparecido de mi esfera mental acostumbrado a contemplar la política española como una sucesión inagotable de mediocridades, impulsos irracionales,  odios contenidos y rencores ocultos.

El último episodio, por ahora, de esta decadencia nacional lo constituye la intolerable ofensa de la alcaldesa de Barcelona a nuestras fuerzas armadas. Desconoce esta “preclara” política catalana –o lo conoce demasiado bien- que un pueblo no puede vivir sin su Ejército, que vertebra y encarna siempre las mejores virtudes de su identidad nacional. Una nación sin ejército no es nada. La sangre derramada, la abnegación, el sacrificio personal, el espíritu de servicio y la ofrenda de una vida rechazando la comodidad, son señas de identidad de quienes visten el uniforme militar.

Nunca me he sentido más hombre ni más español que cuando he vestido ese uniforme y no puedo permanecer callado cuando se le ofende porque hay juramentos que obligan hasta el último día. La ofensa incalificable de esta alcaldesa alcanza límites insospechados, bravuconerías de burdel, desprecios de almas insanas. Como español, me siento orgullosamente representado por el ejército y me siento insultado sin poder responder adecuadamente a tanta desfachatez.

¿Qué clase de vergüenza le queda a la Sra. Colau para desairar así una institución que a todos nos representa? ¿qué clase de gobierno, qué clase de medios de comunicación tenemos incapaces de responder a esta mezquina ofensa con una condena rotunda?. ¿Imaginan las consecuencias de una ofensa igual en Estados Unidos, en Francia o en Gran Bretaña?

No nos equivoquemos. Vejando a ese uniforme no se pretende otra cosa que insultar a toda una nación, porque saben bien que su sola existencia garantiza todavía que España no pueda desaparecer del todo. Porque entre sus paredes se sigue pronunciando el nombre de España con unción y se cultivan el honor, la disciplina y la lealtad. Confieso que me siento abrumado por el desengaño porque nunca creí que llegáramos a contemplar la institucionalización de la chulería, la normalización de la zafiedad. No es posible permanecer indiferente ante tales hechos y no entiendo la indulgencia ante tanta provocación.

Sé que los muertos de mi propia familia, que son muchos y que honraron ese uniforme, me agradecerán que pronuncie mi grito de rebeldía y de indignación. Dios que ve y contempla a un pueblo como el nuestro a punto de desustanciar su historia juzgará algún día a quien se ha caracterizado por su indignidad y su desprecio ante el baluarte de un ejército al que yo desde estas páginas rindo mi homenaje y ante el que me cuadro con la misma emoción que lo hice cuando tuve el honor de vestir su uniforme.

Sé que muchos soldados habrán sentido como yo ante tamaño desafuero un estremecimiento cordial. Nuestro corazón apenas es capaz ya de resistir la infamia de tantos insultos continuados, de tanta falta de dignidad por quién se ha permitido ofender a vivos y muertos de una institución que en todo momento, con gallardía y limpieza ha estado dispuesta a darlo todo por salvar el honor de España.

JOSÉ UTRERA MOLINA

Cabo honorario de la Legión

10 de marzo de 2016

Utrera Molina y el honor de Sevilla. Por Reyes Utrera

EL HONOR DE SEVILLA

Hace 45 años la Diputación de Sevilla concedió a un hombre bueno la medalla de oro de la provincia. Sevilla saldó entonces una deuda de gratitud con quien durante más de siete años dirigió los ásperos caminos de la dirección política de la provincia. Desde la Roda a Sanlucar la Mayor, desde el Cuervo a Cazalla de la Sierra, toda la provincia sintió en las más diversas circunstancias la enorme carga humana, esperanzadora y emotiva de quien fue su Gobernador Civil entre 1962 y 1969. De la misma manera se pateo la ciudad de Sevilla desde el Cerro del Águila o Torreblanca al Tardón, desde San Jerónimo a Heliópolis, no quedando barriada, casa, escuela, asilo, hospital o guardería que no haya sentido en alguna ocasión la alegría de su presencia, escuchando primero y disponiendo después, dentro o fuera de sus limitadas posibilidades, lo necesario para solucionar los problemas humanos más urgentes.
Los hombres y  mujeres de Sevilla, estudiantes y obreros, pobres y ricos, comerciantes, agricultores y ganaderos, los  círculos y las cofradías encontraron siempre abierta la puerta de un gobernador que no cejó ni un solo día en la tarea de buscar soluciones a los que acudían a él con el corazón atribulado. Su labor como gobernante no tuvo más fallos que aquellos que la realidad imponía a sus desbordados deseos de buscar lo mejor para Sevilla y para los sevillanos.
Hace 45 años, Sevilla entendió que, con buena o mala fortuna, un hombre joven se entregó apasionadamente a un servicio en el que dejó lo mejor de su vida. Desde aquel 14 de agosto -fecha que cada año recuerda con lágrimas en sus ojos-, en que iniciara su andadura en tierras hispalenses, supo identificarse plenamente con el sentir y el espíritu sevillano. Vivió horas de esperanza y muchas de zozobra, sufriendo como suyos los problemas de los sevillanos. En Sevilla dio la medida de su hombría y de su humanidad sin ningún puritanismo frío, y sin otra sonrisa que la que sale de la pureza de intenciones. Y allí gobernó con la llama intelectual y la acción decidida, como decía Ortega. Para comprobar todo esto no tienen más que asomarse a la hemeroteca de aquellos años, como yo hago hoy, al conocer hoy la indignidad cometida por la diputación hispalense.
Emotivas visitas a viviendas en ruinas que se erradicaron y sustituyeron por nuevos y decorosos hogares. Brenes y la Rinconada salen en la prensa por las mejoras en urbanización y pavimento para sus términos municipales, También se reflejan los continuos desplazamientos por Constantina, Carmona, Gerena, La Luisiana y Olivares, necesitadas de urgentes mejoras. Durante su mandato, se inicio el polo de desarrollo y la magna obra del canal de Sevilla-Bonanza que repercutió notablemente en la estructura sociológica de la provincia y sobre todo en la mejora de su bienestar. Nunca estuvo ajeno a los difíciles problemas de Villanueva del Río y Minas, y con resueltas y decisivas decisiones solucionó muchos de los problemas que angustiaban a los hombres que trabajaban en las minas. Por ello fue reconocido como hijo adoptivo de Villanueva del Río y Minas, también de Morón de la Frontera y de Utrera. Se crearon nuevos ambulatorios y parques infantiles tan pioneros como el de tráfico.  Pasó noches a la interperie con los afectados por las inundaciones de 1962, y no faltó nunca su aliento y compañía cuando la desgracia hizo acto de presencia en accidentes mineros y de otra índole.
Mi padre no cejo jamás en su lucha por dejar una Sevilla mejor que la que había encontrado. No se conformó con lo preciso de su deber, con pasar desapercibido. Se comprometió en cuerpo y alma, fomentó el acceso del pueblo a la cultura con la creación de centros de estudios y universidades laborales que adecuaran la formación de los hombres a la exigencia de los nuevos tiempos; luchó con denuedo y fue su máxima preocupación la justicia social como base para la convivencia, y no desfalleció en su lucha para que la juventud tuviese un papel activo en la tarea integradora. En el ámbito puramente económico consiguió subvenciones y auxilios económicos del orden de 170 millones de las antiguas pesetas.
A Sevilla, ciudad milenaria, de cultura vieja, excelsa sensibilidad e ingenio fino, llegó un hombre bueno el 14 de agosto de 1962, estrenando una nueva dimensión de su alma sensible. Luchó por ella con desvelo, escapando de la gestión política para entrar en el terreno de la obra humanitaria.   Hoy, la Diputación de esta misma ciudad, cuyos nuevos integrantes distan mucho de participar en lo que ha sido tradicionalmente la esencia hispalense, ha decido retirar los honores que le había concedido a José Utrera Molina en el año 1970, cuando se le otorgó la Medalla de Oro,  “por sus excepcionales cualidades personales de inteligencia y de carácter que han marcado un estilo y acción difícilmente inigualables en el cumplimiento de sus funciones”.
Nadie le regaló nada. Sevilla no le concedió la medalla de su provincia por adulación o protocolo, sino como muestra de gratitud, por una exigencia de justicia. La prueba es que fue el único gobernador de toda la era de Franco que recibió tal distinción. Hoy, 45 años más tarde y a punto de cumplir 90 años, tiene que contemplar con tristeza cómo otros sevillanos, quizás los nietos de sus testigos, sin conocerle de nada, han decidido que todos sus desvelos y sus realizaciones sociales no merecen reconocimiento alguno. Ninguna justificación han alegado para aprobar la moción presentada por Izquierda Unida y Participa Sevilla, que salió adelante con los votos a favor de PSOE y Ciudadanos, y con la cobarde y miserable  abstención del Partido popular. 
Nadie puede dar lo que no tiene. Los diputados provinciales de hoy podrán borrar reconocimientos oficiales, pero jamás podrán administrar honores que les son ajenos. Desgraciados ellos que  no saben que el honor es patrimonio del alma, y el alma sólo es de Dios.

Reyes Utrera 



7 de marzo de 2016

"Utrera Molina" por Francisco Correal

Utrera Molina

FRANCISCO CORREAL |  Publicado hoy en el DIARIO DE SEVILLA
PEPITA Barbero tenía tres años y nunca más volvió a ver a su padre. Emilio Barbero Muñoz, interventor de ferrocarriles, fue fusilado el 10 de agosto de 1936 en el cortijo de Hernán Cebolla ante el mismo pelotón que acabó con la vida de Blas Infante. Sigue viviendo en la misma casa de la calle Jamaica de Heliópolis de la que se llevaron a su padre, militante de Unión Republicana, uno de los catorce concejales del Ayuntamiento de Sevilla fusilados. Su madre, la viuda de Emilio Barbero, sacó adelante a su familia convirtiendo la casa en pensión de huéspedes y con sus trabajos de costurera. 

Conocí a Pepita Barbero en 2011, cuando se cumplían 75 años del asesinato de su padre. El historiador Juan Ortiz Villalba me puso en la pista y el encuentro fortuito con uno de los nueve hijos de Pepita me llevó hasta su casa de Heliópolis, uno de los antiguos hotelitos construidos para la Exposición de 1929. Gracias a ella pude conocer a José Utrera Molina, a quien la Diputación Provincial de Sevilla le acaba de retirar la medalla de la provincia que le entregó en 1979. Fue el propio ministro de Franco, gobernador civil en los años sesenta de Ciudad Real, Burgos y Sevilla, quien se puso en contacto conmigo para devolverle la gratitud que Pepita Barbero mostró en aquella entrevista. 

La hija del interventor de ferrocarriles me contó las duras vicisitudes de una infancia sin padre, de una madre trabajando en plan estajanovista, del estigma de criar a su propia familia como hija de republicano fusilado. Pepita tuvo nueve hijos, nunca consiguió el certificado de defunción de su padre, ni las bonificaciones de familia numerosa. Pudo conservar la casa de la que se llevaron a su padre gracias a la gestión que realizó en Madrid ante el ministro de Vivienda. "No quiero morirme", me decía el día que la conocí, "sin darle las gracias a Utrera Molina". Fue esa frase la que me permitió conocer por teléfono al político malagueño que en abril cumplirá 90 años y visitarlo en su casa de Nerja. 


Tiene razón Manuel Alcántara, decano de los columnistas, amigo de Garci, Aldecoa y Neruda, letrista de Mayte Martín, cuando en el prólogo del libro del ex ministro Sin cambiar de banderaescribe: "¡Cómo tendrían que revisar sus opiniones sobre ese hombre si algunos de los que hablan de Utrera Molina conocieran a Pepe Utrera!".




29 de febrero de 2016

Nunca podrán quitarte la honra

Querido papá:

Me dicen esta mañana que la Diputación de Sevilla ha decidido con el voto a favor de los partidos de izquierda y la abstención cobarde del Partido popular, retirarte los honores que esa misma institución te concedió allá por el año 1979, por los servicios prestados a esa tierra que está en lo más profundo de tu corazón.

Dicen que te retiran los honores como si pudieran hacerlo, como si en esa institución quedase una brizna de honra que poder administrar. No hay honra alguna en el odio de quienes pretenden insultarte sin conocerte. Y menos aún en la cobarde y vergonzosa abstención del Partido popular. Porque esa abstención no es sino un lavado de manos propio de aquél gobernador de Judea, cuyas iniciales coinciden con las del partido que fundó Manuel Fraga.

Se contaron por miles las viviendas nuevas que entregaste a los más humildes. Creaste barriadas nuevas, pasaste noches a la intemperie junto a familias sin techo tras las inundaciones del Tamarguillo hasta conseguirles un alojamiento digno, peleaste para recuperar empresas hundidas y conservar los puestos de trabajo. Te entregaste en cuerpo y alma a los sevillanos, sobre todo a los más humildes, le robaste horas a la noche, a tu salud y a tu familia para estar disponible siempre a una Sevilla que, como sigues diciendo, es el paisaje que mejor te sonríe. 

No estés triste. Allí en Sevilla hay mucha gente que te quiere. Ya te lo escribió De Prada hace unos pocos años cuando otra diputación, la de tu Málaga natal decidió otro tanto de lo mismo: “Las mezquindades de los miserables no logran sino aquilatar el honor de los hombres buenos».

Jamás el odio podrá borrar la huella de tu generosa entrega. Los que carecen de honor jamás podrán quitarte la honra. Porque tu honor y tu amor siempre han sido y será mucho más fuerte que el odio mezquino de unos y la vergonzosa cobardía de otros.

Un beso fuerte, papá, de tu hijo sevillano, que te quiere, admira y siempre llevará con orgullo tu apellido.

Luis Felipe Utrera-Molina Gómez

24 de febrero de 2016

Hora expiatoria

Para los que afirman que la Historia no se repite, aquí una muestra de cómo la derecha acaba rindiéndose al compromiso utilitario dejando que la izquierda se dedique a hacer política. 

80 años después, asistimos a los mismos errores de ayer.

«Nos llamaban ingenuos, locos o ignorantes, y ellos eran los listos. Ahora se ve quién ha acertado.
El eje de nuestra previsión y de nuestra crítica procedía del razonamiento siguiente: "Cuando las cosas fracasan por dentro acaban fracasando por fuera". La derecha se apoyaba con aparente éxito en cosas exteriores: dinero, propaganda, masa numérica, grandes diarios, etc., etc. En ella todo acusa un mundo interior, un mundo moral íntimamente fracasado. Se ha ido desprendiendo de todas sus raíces patrióticas y religiosas para ponerse al servicio de intereses materiales y subalternos. En ninguna zona de derechas aparece un clamor auténtico por la patria, el pan y la justicia. Los supremos valores espirituales se convierten en verbalismos, en banderines de enganche electoral, en pabellones para cubrir las mercancías. Sólo les une el miedo y el egoísmo. Están ya derrotados en el fondo de sus almas. Perderán. Las derechas se habían convertido en una enorme falsificación, mientras las izquierdas, con todos sus yerros y pecados, eran auténticas, creían en lo que decían, ponían pasión en aquello que decían defender.
La Falange fue la tremenda piedra de toque, la terrible piedra de parangón para desenmascarar la verdadera conciencia de las derechas españolas.»

Rafael Sánchez Mazas
"Arriba" nº 33, 23 de febrero de 1936

18 de febrero de 2016

Líbranos del mal

La última blasfemia institucionalizada de hace unos días en Barcelona ha puesto de manifiesto, una vez más, la confusión de los cristianos ante el mal.  Junto a loables reacciones de firmeza en forma de querella criminal, fluyen por las redes sociales mensajes melifluos en los que, ante los ataques y manifestaciones del odium fidei se “pide” respeto para nuestra religión y nuestras creencias. Lo más insólito es que el destinatario de ese mensaje es precisamente el mal, que sonríe complaciente.

Y al mal no se le pide, se le combate. Con firmeza. Con la misma que se usa contra aquellos miembros de la Iglesia cuyas conductas, guiadas por el mal, nos hieren y escandalizan. Jesucristo no rogaba a Satanás, le ordenaba y María aplasta a la serpiente. Los cristianos pedimos a Dios en el padrenuestro que nos libre del mal porque somos conscientes de que necesitamos de Su fuerza y de su espíritu para combatirlo.

Como decía el papa Francisco en su homilía de Santa Marta, el mal crece, se contagia y finalmente se justifica. El mal no dialoga, ni transige. Al mal se le combate con firmeza y con la ayuda de Dios. Como cristianos estamos obligados a dar testimonio, a salir de nuestros complejos y a perder el miedo a proclamar públicamente nuestra fe. El buenismo -que no es sino otra impregnación del mal en nuestra sociedad- confunde firmeza con violencia, para tachar de intolerante a quien defiende con convicción sus principios.

A Dios rogando y con el mazo dando. A Dios no le pedimos que el mal nos respete, sino que nos libre de él.  Con la misma firmeza con la que combatimos el mal cuando está dentro de la Iglesia debemos combatir el mal que nos ataca con el propósito de que poco a poco nos retiremos a los cuarteles de invierno, para eliminar la presencia de Dios en nuestra sociedad.  Actitudes como la del obispo Osoro respecto al asalto a la capilla de la Complutense no ayudan en absoluto, Yo también tuve 19 años y no me dedicaba a asaltar capillas. Orgullo y compromiso, firmeza y alegría. Ahora más que nunca estamos llamados los cristianos a dar testimonio de nuestra fe. Si nos callamos, si nos acobardamos, si negociamos con el mal, habremos perdido la batalla y no seremos dignos de la coda del padrenuestro: y líbranos del mal.

LFU