12 de febrero de 2013
Benedicto XVI y las cuatro virtudes cardinales
17 de diciembre de 2012
Magnífica homilía de D. Jesús Higueras
10 de abril de 2012
El obispo de Alcalá y la homosexualidad
O lo que la Iglesia sostiene
No voy a salir en defensa de Don Juan Antonio Reig, obispo de Alcalá de Henares, por haber expresado la doctrina de la Iglesia sobre la homosexualidad. Expuso lo que la Iglesia sostiene. Y eso los católicos no lo defendemos. Lo profesamos.
Y la Constitución no es apenas nada para la Iglesia. Ha habido muchísimas. Y ninguna varió su doctrina. La Constitución de la Iglesia es Jesucristo. Y a Él es a quien tiene que obedecer.
El cardenal de Barcelona no se ha desmarcado del obispo de Alcalá ni ha acudido a apagar ningún fuego. Piensa lo mismo y lo dice. Tal vez con menos claridad pero en la misma línea. Hay que respetar a la persona del homosexual. Y a toda persona. Un homosexual puede llegar a santo. Como un heterosexual. Pero no por practicar su tendencia. Como el heterosexual tampoco salvo que la practique en el matrimonio.
Pues esa es la doctrina de la Iglesia. La que propone. Monseñor Reig no ha dicho nada nuevo. ¿Ha hablado de infiernos terrestres? Pues los hay. Muchos. En una tendencia y en la otra. El mundo de los chaperos, como el de los puteros, es bien triste. En los que los utilizan y en el de los utilizados. No resiste la menor comparación con el de aquellos que llegan al final de sus días amándose y rodeados del amor de sus hijos y de sus nietos. Claro que el matrimonio no es ninguna panacea. Requiere vivirlo en el amor. Y para ello ayuda mucho la gracia de Dios.
La Iglesia viene enseñando lo mismo desde que Cristo la fundó. Y el obispo de Alcalá no ha hecho más que exponer esa doctrina. ¿Qué a algunos les molesta? Es problema suyo. Por ser homosexual no se deja de ser católico. Practiquen o no practiquen su tendencia. Ahora, si no les gusta lo que la Iglesia manda, y que si no se sigue tampoco excluye de la Iglesia y el problema se resuelve en el confesonario, donde te perdonarán hasta más de setenta veces siete, con comprensiva aceptación de las debilidades humanas, pues fuera tampoco pasa nada. Hasta que llegue el juicio de Dios. Y en él ninguno podemos entrar. Porque nos supera con muchísimo.
F.J.Fernández de la Cigoña
14 de marzo de 2012
No me canso. Padre Edward J. Flanagan
Hace unos días conocimos la apertura del proceso de beatificación del Padre Flanagan, el Fundador de la Ciudad de los Muchachos. Con este motivo y gracias a la iniciativa de mi hermana Reyes, he rescatado para verla con las niñas la película protagonizada por Spencer Tracy y Mickey Rooney en 1938 ganadora de dos Oscars, que no tiene desperdicio. Este tipo de películas, con un mensaje altruista y positivo para la infancia y la juventud, son un apoyo fundamental en la educación de nuestros hijos. Mientras tanto, y buceando algo más en la vida del sacerdote Irlandés he encontrado este bonito pasaje que no me resisto a postear.
NO ME CANSO
En la Ciudad de los Muchachos
La Ciudad de los Muchachos fue fundada por el famoso Padre Flanagan para recoger a chicos más o menos abandonados, educarlos, instruirlos en oficios o carreras, hacerlos hombres.
El Padre Flanagan tenía por norma no admitir niños con enfermedades que los imposibilitaran para seguir el ritmo de trabajo, estudio, recreo y oración establecido en la Ciudad.
Un día le avisaron que en la sala de visitas preguntaban por él una señora con su hijo de unos trece años. Cuando el Padre entró en la sala vio a la madre y al hijo sentados junto a la ventana. La madre se acercó a saludarlo, pero el niño no se movió. Al Padre Flanagan no le pasó desapercibido el hecho de que el chico no se levantase a saludarlo, pero imaginó que sería por timidez o por nerviosismo ante una persona mayor desconocida...
La entrevista transcurrió con normalidad y la señora convenció al Padre Flanagan para que admitiese a su hijo, pues su marido la había abandonado y ella tenía que ganarse la vida como criada, sin tener casa propia.
- De acuerdo, hijo, te quedas con nosotros. ¿Me has dicho que te llamas Antonio, ¿no?
- Si, Padre.
- Pues espera aquí, Antonio, mientras despido a tu mamá,- y la acompañó hacia la puerta de salida. La señora no hacía nada más que repetir su acción de graciasy que dejaba a su hijo con mucha pena, pero que no tenía otro remedio. Una vez en la calle, se alejó rápidamente hacia un taxi que la estaba esperando. El padre le dijo el último adiós, y volvió a la sala de visitas.
- Vamos, Antonio, te llevaré al pabellón donde has de vivir: un compañero te enseñará el dormitorio, el comedor… También te dirá nuestras costumbres para que sepas lo que tienes que hacer.
Antonio bajó la cabeza y no se movió de la silla.
- Vamos, repitió el Padre Flanagan
El muchacho siguió inmóvil, levantó despacio la cabeza y miró al Padre con ojos de suplica y temor.
- ¡Te pasa algo? -dijo el Padre Flanagan entre cariñoso y perplejo.
- Es que... es que no puedo andar... soy paralítico.
Todo su temple natural y la ayuda sobrenatural que el cielo da a los santos, necesitó el P. Flanagan para disimular su disgusto y tratar de sonreír a aquel pobre inválido que, de una forma tan fraudulenta, le habían asignado. Después de consolar a Antonio y darle confianza para que se sintiese uno más en la Ciudad, el Padre Flanagan llamó a Eduardo, uno de los jóvenes de su plena confianza, para que cargase con Antonio y lo llevase al pabellón. Eduardo cogió al chico en brazos. Cuando el Padre Flanagan advirtió que Eduardo avanzaba un poquito más despacio que al principio, volvió los ojos para mirarle cariñosamente y preguntarle si se cansaba. Entonces Eduardo respondió con una frase que ha quedado como lema de la Ciudad.
- No me canso, Padre: es mi hermano .
(De la página web de Equipo pedagógico Ágora)
22 de febrero de 2012
Asia Bibi. El poder de la fe
Mi querido Ashiq, mis queridos hijos:
(...) Desde que he vuelto a mi celda y sé que voy a morir, todos mis pensamientos se dirigen a ti, mi amado Ashiq, y a vosotros, mis adorados hijos. Nada siento más que dejaros solos en plena tormenta.
Tú, Imran, mi hijo mayor de dieciocho años, te deseo que encuentres una buena esposa, a la que tú harás feliz como tu padre me ha hecho a mí.
Tú, mi primogénita Nasima, de veintidós años, ya tienes tu marido, con una familia que tan bien te ha acogido; da a tu padre pequeños nietecitos que educarás en la caridad cristiana como te hemos educado nosotros a ti.
Tú, mi dulce Isha, tienes quince años, aunque seas medio loquilla. Tu papá y yo te hemos considerado siempre como un regalo de Dios, eres tan buena y generosa... No intentes entender por qué tu mamá ya no está a tu lado, pero estás tan presente en mi corazón, tienes en él un lugarcito reservado nada más que para ti.
Mi pequeña Isham, sólo tienes nueve años, y vas a perder ya a tu mamá. ¡Dios mío, qué injusta puede ser la vida! Pero como continuarás yendo a la escuela, quedarás bien armada para defenderte de la injusticia de los hombres.
Mis niños, no perdáis ni el valor ni la fe en Jesucristo. Os sonreirán días mejores y allá arriba, cuando esté en los brazos del Señor, continuaré velando por vosotros. Pero por favor, os pido a los cinco que seáis prudentes, os pido no hacer nada que pueda ofender a los musulmanes o las reglas de este país. Hijas mías, me gustaría que tuvierais la suerte de encontrar un marido como vuestro padre.
Ashiq, a ti te he amado desde el primer día, y los veintidós años que hemos pasado juntos lo prueban. No he dejado nunca de agradecer al cielo haberte encontrado, haber tenido la suerte de un matrimonio por amor y no concertado, como es costumbre en nuestra provincia. Teníamos los dos un carácter que encajaba, pero el destino está ahí, implacable… Individuos infames se han cruzado en nuestro camino. Hete ahí, solo con los frutos de nuestro amor: guarda el coraje y el orgullo de nuestra familia.
Hijos míos, (...) papá y yo hemos tenido siempre el deseo supremo de ser felices y de haceros felices, aun cuando la vida no es fácil todos los días. Somos cristianos y pobres, pero nuestra familia es un sol. Me habría gustado tanto veros crecer, seguir educándoos y hacer de vosotros personas honestas… ¡y lo seréis! (...) No sé todavía cuándo me cuelgan, pero estad tranquilos, amores míos, iré con la cabeza bien alta, sin miedo, porque estaré en compañía de Nuestro Señor y con la Virgen María, que me acogerán en sus brazos.
Mi buen marido, continúa educando a nuestros niños como yo habría deseado hacerlo contigo.
Ashiq, hijos míos amadísimos, os voy a dejar para siempre, pero os amaré por toda una eternidad.
Mamá.
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Título: | ¡Sacadme de aquí! | TiendaLibres | ||
Autor: | Asia Bibi | |||
Editorial: | LibrosLibres | |||
Páginas: | 150 páginas | |||
Precio | 18 euros |
16 de febrero de 2012
In Memoriam. Pablo Dominguez
No creo en las casualidades.
3 de febrero de 2012
¿Temer a Dios o al Demonio?
7 de septiembre de 2011
JMJ 2011. Ladran, luego cabalgamos
Les ha escocido, y mucho.
15 de marzo de 2011
Expulsados y en la cárcel
Son las 10 y 20 de la mañana y aún no tenemos noticia de que la repugnante carroña que profanó el pasado viernes la capilla del Campus de Somosaguas haya sido detenida por la Policía. Ni se conoce que la Fiscalía General del Estado haya dado instrucciones contundentes para actuar contra ellos, pese a que las fotografías están a disposición de todos. Tampoco se tiene noticia de que el infame Berzosa, el que ha convertido la Universidad Complutense en sede de aquelarres vergonzantes para cachorros «antifascistas», es decir, para imbéciles descerebrados, haya abierto expedientes de expulsión para los guarros y guarras que delinquieron públicamente ofendiendo a lo sagrado y pisoteando cobardemente la libertad y la fe de los católicos.
Otro gallo les cantaría si hubieran hecho lo propio en una Mezquita o en una Sinagoga…
No hay duda que la acción llevada a cabo por los malolientes busca provocar la ira de los católicos e invitarnos a su dialéctica. Pero no lo conseguirán. Si se fijan en la fotografía, aparece en la escena una estudiante rezando en medio de la profanación. Pues bien, el viernes 18 de marzo a las 13.30 horas los católicos estamos convocados a celebrar una eucaristía en la misma Capilla para desagraviar al Santísimo ante la ofensa de la que ha sido víctima. Vamos a ir a rezar, pero también a demostrar que estamos dispuestos a defender nuestra fe, como lo haríamos con nuestra hacienda y nuestra familia.
Y esta vez, como seremos muchos, los guarros se esconderán en sus pocilgas haciendo gala de su cobardía. Pero ya han mostrado sus caras y las denuncias particulares están en marcha. Haré una cosa, pediré para que se conviertan, pero también para que se haga justicia y escarmiento con semejante basura trasnochada. Y Berzosa, fuera de la Universidad.
LFU
29 de noviembre de 2010
Lo que os perdéis
Ayer, tras asistir de nuevo a la celebración de la eucaristía en la explanada de la Abadía de la Santa Cruz del Valle de los Caídos, me llegó este correo, que no me resisto a reproducir y hago mío (ante su falta de firma), con alguna apostilla, pues coincide con mi reflexión:
Para todos aquellos que no nos acompañais los domingos a las 11,00 en
la Misa conventual de la Basílica de la Santa Cruz del Valle de los
Caidos simplemente os manifiesto que es una pena, que vosotros os lo
perdeis:
Os perdeis la gran espiritualidad que allí se vive en compañía de los magníficos monjes benedictinos. (Resulta emocionante ver la alegría en el rostro de los monjes -algunos de ellos hombres de avanzada edad-, verdaderamente ateridos por el frío, pues no llevan ni guantes, ni gorros, ni abrigo, pero reconfortados por el calor de la compañía de los miles de fieles que les arropábamos.)
Os perdeis gozar de esa Eucaristía bajo la tutela de la gran Cruz del Valle, en ese precioso entorno. (Y con el canto de las vices blancas de la soberbia escolanía del Valle, que estremece ante la cercanía de las nubes)Os perdeis el sentimiento de Comunidad que allí se respira entre todos los asistentes. (Muchos de ellos, personas de muy avanzada edad, a los que no les importó pasar una hora a la interperie, bajo un frío helador.) Os perdeis ofrecer a Dios el fuerte dolor en los pies producto del
intenso frío. (Me atrevo a añadir que también el fuerte dolor de orejas, para los que no las llevaban tapadas.)
Os perdeis el magnífico caldo con el que nos obsequian los monjes al
terminar la Misa. (Aunque va de suyo que nadie acude allí por el caldo, doy fe de que era espectacular, nos calentó las entrañas y nos alimentó de verdad, pues debía llevar cociéndose desde el sábado a mediodía) Y sobre todo, os perdeis la posibilidad de poder participar en un momento histórico, en un hecho decisivo en la defensa de nuestra Fe y nuestra civilización, y la satisfacción y bienestar interior que produce el sentirse con la conciencia del deber cumplido.
No sigamos dormidos y anestesiados, no seamos cómodos, sintamonos realmente libres y capaces de rebelarnos contra lo "socialmente incorrecto".
No confundamos raciocinio e intelegencia con justificacion y cobardía. Si no reaccionamos algún día nos arrepenterimos y entonces las posibles soluciones serán más complicadas e imposibles.
Un fuerte abrazo
LFU
24 de noviembre de 2010
Sucedió en Madrid y Dios lo hizo
Lo que sigue es totalmente veraz. Es el relato de un sacerdote Carmelita de cómo entre él y Red Madre consiguieron salvar la vida a un niño que iba a ser abortado por una madre angustiada y desesperada. Yo ya soy socio de Red Madre. ¿y tú?
«Es el miércoles 16 de noviembre de 2010. Las doce en punto de la mañana y me dispongo a llevar la comunión a los enfermos que viven cerca de nuestro convento. Voy al Sagrario y llevo al Señor conmigo en el porta viático. Él es el consuelo de los enfermos en el dolor, es la medicina del alma y es mejor tener el alma sana aunque el cuerpo esté enfermo, me digo recordando esta doctrina de Nuestra Santa Madre Teresa. Voy a la calle, recogido, con el Señor en mis manos. Es la hora del Angelus. Está lloviendo, hace frío en Madrid y las hojas caducas de los árboles de nuestro jardín conventual han formado una alfombra al paso del Santísimo en esta otoñada que anuncia ya el cercano invierno. Salgo a la calle y llevo al señor sobre mi corazón, signo de que le quiero llevar dentro del mismo como tesoro en vasija de barro. Pienso todo esto, recogido. Los coches circulan veloces porque la hora punta pasó y ya no hay atascos en la calle Arturo Soria. La vida agitada de la gran ciudad va a su ritmo. A 20 metros del convento hay un semáforo en rojo para los peatones. Hay que esperar. Son pocos los viandantes en esta zona más residencial que de comercios, ajardinada en buena medida.
Una joven espera a mi lado a que el semáforo se ponga en verde y mientras tanto aprovecha para hacerme su pregunta:
Por favor. -¿me puede decir dónde está la clínica del Bosque? (Tiene el acento dulce, propio de los hispanoamericanos. Me quedo mirándole a los ojos unos instantes, con amor grande y no con menos grande tristeza)
Ella refleja la tristeza en su rostro.
Le contesto:
-No vayas, por favor, no vayas.
Ella se ha quedado perpleja ante mi respuesta. Piensa quizá que es una clínica de medicina general, y por eso me pregunta a mí, fraile que no pasa desapercibido.
Esta clínica está a 200 metros de nuestro convento y es exclusivamente un abortorio que lleva funcionando más de 30 años.
El semáforo se pone en verde y comienza a caminar mientras le insisto.
-No vayas, por favor. Allí matan niños. No vayas si no quieres colaborar en el
asesinato de tu propio hijo al que llevas dentro.
Se le han llenado los ojos de lágrimas. Se ha encontrado con su propia realidad, con su soledad, con su sufrimiento. Me dice que vive en la zona de Aluche. Ha venido hasta aquí, sin rumbo, mientras que todos los abortorios de Madrid, (que se enriquecen con la ayuda económica de la Comunidad de Madrid), están más cerca de su casa que este. La clínica del Bosque, El Bosque de la muerte, es la que más lejos está. De punta a punta.
Ella continúa caminando sin rumbo y yo a su lado y en su dirección, repitiendo lo mismo sin respetos humanos. Vamos los dos con paraguas. Está lloviendo y hace mucho frío.
-Por favor, espera (le digo), vamos a hablar. Te vamos a ayudar, conozco gente que te puede ayudar. Por favor, no lo hagas, te arrepentirás toda tu vida. Espera… vamos a hablar, espera…
Si sigue caminando estoy decidido a ir a su lado hablándole hasta la misma puerta de esa clínica.
He logrado detenerla y se ha echado a llorar argumentando:
-No lo puedo tener, me va a echar del trabajo, estoy sola, no le podré sacar adelante.
-Espera, -le digo- vamos a llamar a quienes te pueden ayudar. Hay otras alternativas.
-Tengo cita y llego tarde -me dice con ademán de marchar. Sigo caminando con ella.
-Espera. ¿Cómo te llamas?
-Mónica, me dice.
- Yo Migue Ángel. Espera Mónica, ya estoy llamando.
Veo que el teléfono tiene muy poca batería y espero que dure. Llamo a Pilar Gutierrez, del Movimiento Unidos por la Vida, con la que he cooperado en algún proyecto y le cuento muy brevemente la situación y le paso el teléfono para que hable con Mónica mientras esta se seca las lágrimas con mi pañuelo.
Pilar le dice que no lo haga mientras yo lo pongo todo en las manos del señor al que llevo en las mías y miro al cielo encomendándolo a todos los bienaventurados, mártires y santos inocentes de todos los tiempos. Y pido la intercesión de nuestras MM. Carmelitas Descalzas para que la fecundidad espiritual de su vida se manifieste, y pienso en todos los contemplativos de la Iglesia. Y Mónica corta la conversación. Se defiende de Pilar como de mi. Ante la propuesta de dar a su hijo en adopción, prefiere abortar.
Mónica corta la conversación. Tiene prisa. Llega tarde a la cita en la que va a programar su crimen. Me pasa el teléfono y pilar me da breves y claras recomendaciones. Dígale…
No hay tiempo. Hay que actuar.
-Mónica, escúchame –le digo- hace mucho frio, ven a mi casa, que está muy cerca.
Ven, por favor, vamos a hablar.
-No puedo, pierdo la cita. Ha sido mi novio me ha dado la dirección de la clínica.
- No te preocupes, -le digo-, no tienes que ir allí para nada.
-Pero usted no me comprende, no está en mis zapatos.
-Si te comprendo –le digo- no estoy en tus zapatos, pero estoy en mis sandalias para intentar tocar la tierra. Vamos.
Desde una habitación del Hospital Anderson, Almudena de Castro observa la escena. Está cuidando a su madre, Paquita Carpeño, operada de cáncer, a la que iba a llevar la comunión. Le dice a su madre que me está viendo, en la calle, con una chica, que seguro que voy a visitarla. No. Se vuelven hacia el convento.
Al día siguiente llevaré la comunión a los enfermos.
La he tomado ligeramente del brazo y recorremos despacio los pocos metros que nos separan del convento.
Ella no sabe que hace un año. El 28 de diciembre, lloviendo también, nos concentramos con Alternativa Española al lado de ese Bosque, para rezar por los nuevos santos inocentes de hoy y por sus madres, víctimas de este doble crimen. (En este instante, mientras esto escribo, un amigo sacerdote me pone u sms diciéndome: Celebré la Santa Misa por Miguel Ángel y sus padres)
Estamos volviendo al convento, que está muy cerca. De nuevo, la alfombra de hojas recibe al Señor, a Mónica con la nueva vida en su seno y a este fraile. Entramos. Se me ocurren mil cosas que decirle y que hacer. Vamos a un ordenador, le digo que se siente y busco en google: video sobre el aborto. Me llama pilar dándome el teléfono de una institución pro vida y me dice que busquemos la página “No más silencio” y “Apóstoles de la vida”.
He encontrado un video precioso que vi hace tiempo y que promocionó Intereconomía. Ha salido este video providencialmente. Recuerdo que es tremendo. Y Mónica me dice que ya lo conocía. Lo ve sin dejar de llorar. En este vídeo, un niño habla a su madre desde el seno materno, felíz por haber sido concebido. La mamá tiene problemas diversos y decide ir a abortar. El niño establece un monólogo con su madre, entristecido y mostrando, finalmente su terrible sufrimiento mientras está siendo víctima inocente de este asesinato. Es conmovedor.
Me dice Mónica que si no tengo nada que hacer. Le digo que no. Solo estar con ella.
Busco un testimonio de una chica que cuenta su vida después de haber abortado. Mónica lo escucha atentamente.
La dejo sola en la habitación. Llamo a mi buen amigo Antonio Torres, al móvil varias veces, no lo coge, llamo al fijo. Me dicen que le dirán que me llame. Llamo a Mercedes Montoro, su esposa, le cuento muy brevemente y me dice que rápido se ponen en camino o ella o Antonio. Ellos colaboran en organizaciones pro vida. Mercedes me dice: -Padre, van para allá Antonio. En media hora están en su convento. Va a Red madre a buscar a Esperanza para que vaya con él y van para allá. En media hora estarán allí.
Le digo a Mónica que esté tranquila, que van a venir a ayudarnos. Tiene miedo, porque teme la pérdida del trabajo por estar embarazada. Le digo que no se preocupe, que nos van a ofrecer otras alternativas. Todo esto mientras le sirvo un café y unos dulces.
Me pregunta por mi vocación, porque decidí ser sacerdote. Cuando le digo que fui al seminario con 10 años se sorprende.
Me dice que es de Bolivia y que su novio era español. Al quedarse embarazada la ha dejado. Su Madre vive en España, pero apenas se tratan. Ella vive con su hermana, con la que la relación es nefasta. Está sola.
Me dice que es protestante y que en su confesión tampoco aprueban el ataque a la vida, que ella ha rezado esta mañana y que no cree en las casualidades. Interpreta como providencial el encuentro conmigo. Mónica está más serena. Le pido que se deje ayudar, que ame la vida que lleva dentro y que ya verá como todo sale bien.
Mónica está bautizada. Ella misma lo pidió en su juventud. Nos une el mismo bautismo en Cristo.
Llaman a la puerta. Ya están aquí Antonio y Esperanza. Han llagado en 20 minutos escasos. Antonio, como siempre que se trata de algo importante a desplagado las alas de su coche y de su caridad. “Nos apremia el amor de Cristo”, pienso con San Pablo.
Nos reunimos los cuatro y Mónica comienza a contar toda su historia desde el principio. Ya tiene un hijo de cinco años. Ella lleva año y medio en España y se casó, muy joven con un militar en Bolivia. El niño está con su padre. Lleva dos años sin verlo. Ella tiene 25 años y el que ha sido su novio en España, 24. Este está trabajando y no quiere que ella tenga el niño, por eso la ha mandado a la clínica que él ha buscado. Ella duda del mutuo amor.
Esperanza está curtida en estas lides, por experiencia propia y por su trayectoria en Red Madre. Escucha, anima, propone, llora y rie con las dos víctimas de este asunto, madre e hijo. Le habla de cómo ayudan a todo en red madre. Con detalle, le habla del centro de acogida, de cómo ella puede vivir allí y seguir trabajando después de tener a su hijo. Tienen guardería para que esté cuidado mientras el tiempo de trabajo… Mónica se ha ido serenando.
Antonio, con una amabilidad sorprendente, habla a Mónica desde Dios. Ella sabe bastante de la biblia. Tiene cultura. Ella recuerda nuestro encuentro a las 12 del mediodía y dice que, al saber mi nombre, se acordó del pasaje de la anunciación. Dice que no hay casualidades y que esto ha sido para ella un signo de Dios.
Antonio le dice que la vida que lleva dentro no es de ella, que es un regalo de Dios para ella. Todo con una delicadeza genial. Mónica escucha con atención.
También, en la conversación, han surgido algunas bromas y hemos reído.
Yo he escuchado con atención. He intervenido, brevemente, alguna vez. Hemos escuchado atentamente. Hemos hablado despacio. He pedido a Mónica su teléfono, email, correo postal. Todo. Antonio le pregunta que si es niño, cómo se llamará. Ella afirma sin titubeos: Se llamará Miguel Ángel. Esperanza llama a un médico ginecólogo para que la pueda recibir. Tienen cita hoy mismo a las 15 horas en la clínica Moncloa. Son las 14,30.
Toso el tiempo ha estado el Señor con nosotros en el porta viático en la humilde apariencia de pan.
Mónica no se cree aún lo que le ha sucedido. Le parece un sueño. Confiesa que rezó por la mañana antes de salir de casa.
Hay que ser puntuales y a las 14,45 hay que salir. Vamos hacia el coche de Antonio. Esperanza, Mónica y Antonio van a Moncloa. Yo me quedo en el convento con el cansancio de quien regresa de una terrible batalla y con la confianza en el Señor.
Esperanza y Mónica se quedan en la Clínica Moncloa. El médico es extraordinario.
Sigo en comunicación con Mónica por teléfono y email. Está con paz. Esperanza se encargará de lo psicológico y material, yo de lo espiritual, que también es importante. Ya he encontrado amigos que me ofrecen ayuda económica para ella y que tiene preparado un buen ajuar para cuando nazca el niño. Esperamos que esta nueva vida sea para gloria de Dios.
Ayer jueves 18 de noviembre me regaló mi amiga maría del Mar Núñez un niñito de cerámica, precios, durmiendo plácidamente y protegido por las alas de un ángel, el Ángel de Dios. He llevado este detalle a correos y le llegará a Mónica.
Qué terrible la soledad y el sufrimiento de estas chicas.
Sucedió en Madrid y Dios lo hizo.
Dios te guarde. +
P. Miguel Ángel M. de D.»
8 de noviembre de 2010
Viva Cristo Rey. Misa de campaña en el Valle de los Caídos
Si creía el gobierno que puede ponerle puertas a Dios, ayer tuvo su emocionante respuesta con el gesto valiente de toda la Comunidad Benedictina que custodia el sagrado lugar, llevando el Santísimo a las puertas del recinto para desafiar a la fuerza utilizada por el gobierno para impedir a los fieles que accedieran a la Basílica a celebrar la Eucaristía.
No recuerdo jamás una misa tan emocionante. A muchos de los que allí estábamos, se nos humedecieron los ojos al ver al Santísimo sobre una mesita que hacía las veces de Sagrario en medio de un pequeño pinar al borde de la carretera. No sólo bajó la Comunidad en pleno. También el Coro ¡y hasta el organista, con un pequeño órgano “de campaña”. Todo lo cuidaron, para que Dios estuviese como en su casa. Y es que esos pinares, en una fría y gris mañana de otoño se convirtieron en un emocionante y bello templo en el que todos nos sentíamos más cerca de Él.
Ayer éramos pocos, doscientos, tal vez. Pero mañana serán muchos más y así todos los domingos hasta que se haga justicia de una vez. Con un nudo en la garganta escuchamos la insólita homilía del Padre Santiago Cantero, quien nos recordaba el grito de Viva Cristo Rey con el que abrazaron la vida eterna tantos cristianos perseguidos por su fe. Y qué consuelo escuchar en la voz firme y decidida de un sacerdote recordarnos que nadie se acuerda a los clérigos acomodaticios que en tiempo de persecución pactaron con los verdugos para salvar la vida, mientras la Iglesia honra en sus altares a los que supieron morir sin renegar de su fe.
Os dejo con el testimonio gráfico de un acontecimiento único, que nunca pensé que me tocaría vivir y con las valientes palabras del Padre Santiago Cantero OSB en una mañana que ya nunca jamás podré olvidar.
HOMILÍA - XXXII DOMINGO T. O. (CICLO C)
Queridos hermanos en Cristo Jesús:
5 de noviembre de 2010
6 de noviembre, día de los Mártires de la Guerra civil española
La Iglesia celebra mañana el día de los mártires de la Guerra civil española, recibiendo al Papa Benedicto XVI en Santiago de Compostela. Las cifras ponen de manifiesto la magnitud de la barbarie: fueron asesinados 12 obispos, más de 4000 sacerdotes, 2365 religiosos, 283 religiosas, y un número difícil de calcular de laicos católicos.
Hoy traigo aquí un ejemplo de familia cristiana propuesto por Benedito XVI, que fue martirizada por el odio y la sinrazón del marxismo.
María Teresa Ferragud, nacida en Algemesí en 1853, fue asesinada en Alzira en 1936 -a los 83 años- tras ver cómo martirizaban a sus cuatro hijas religiosas, que se habían refugiado en la casa familiar al comenzar la Guerra Civil. Los milicianos arrestaron a las cuatro hijas, pero la madre “quiso seguirlas para no abandonarlas” diciendo a los verdugos: “Donde van mis hijas voy yo”.
En 1931 al llegar la República, las 3 primeras hermanas, del Monasterio de Agullent debieron permanecer en su casa dos meses. Regresaron al monasterio hasta la revolución de 1936, cuando nuevamente se refugiaron en su casa de Algemesí, hasta que fueron detenidas el 19 de octubre de 1936 junto con su anciana madre, B. María Teresa Ferragud Roig y otra hija suya religiosa agustina, B. Josefa Massiá, estuvieron en prisión en el convento de Fons Salutis), y fueron asesinadas el 28 de octubre de 1936, día de Cristo Rey. Los milicianos quisieron dejar a la madre, pero ésta se opuso y quiso acompañar a sus hijas para animarlas en la hora suprema. Fueron martirizadas y asesinadas en Cruz Cubierta de Alzira.
La sangre de los mártires es semilla de cristianos.
Bienvenido a España, Santidad.
LFU
26 de julio de 2010
"Bella"
22 de julio de 2010
Monseñor Vives. Otro mal pastor
«El arzobispo de la Seo de Urgell y copríncipe de Andorra, monseñor Joan Enric Vives, ha expresado su preocupación por el malestar ciudadano que ha provocado la sentencia del Tribunal Constitucional (TC) sobre el Estatut, así como por la coyuntura económica derivada de la crisis.Ha recordado que la Iglesia y los obispos catalanes, a lo largo de la historia, «han sostenido la causa nacional catalana, con su cultura, su lengua y sus instituciones» y se ha mostrado convencido de que continuarán haciéndolo «como compromiso pastoral» con sus fieles, a quien recordó que deben servir.»
Lo primero que hay que decir es que monseñor Vives es un traidor a su Patria, con todas las palabras, aunque él no debe saber muy bien a lo que me refiero. Monseñor Vives es tan español como yo, aunque le escueza, porque nunca en la historia ha existido una nación catalana, por mucho que se empeñen en fabular la historia a su antojo los nacionalsocialistas amigos de monseñor. Aunque a medida que lo escribo, pienso que más que un traidor es un cobarde, pues la traición requiere de una voluntad decidida, de la que dudo haga gala el obispo en cuestión.
Lo segundo que hay que decir es que monseñor Vives, a pesar de todo el tiempo libre que tiene –pues los seminarios de sus diócesis están vacíos y sus iglesias no digamos- no se ha leído la Sentencia del Tribunal Constitucional, entre otras cosas, porque nunca la entendería. Su inteligencia ya la ha demostrado suficientemente vaciando de feligreses las parroquias y de vocaciones los seminarios. Y, desde luego, no tiene ni la más remota idea de la “preocupación” del pueblo catalán por la meritada Sentencia, cuyos lectores en Cataluña pueden contarse con los dedos de una mano. Sólo sabe repetir mecánicamente lo que ha leído en los boletines escritos y hablados de la dictadura nacionalista.
Es evidente pues, que Monseñor Vives ha fracasado rotundamente en la misión pastoral que le encomendó el Papa, que desde luego no era la de defender la "causa nacional catalana". Tal vez por ello está intentando agradar a los nacionalsocialistas convirtiendo el anhelo de independencia en compromiso pastoral, a ver si en algo puede tener algún éxito y reconocimiento. Es igual que haya más de un 20% de paro entre sus feligreses y que muchas familias pasen necesidad; que la crisis de valores haga estragos entre los jóvenes y los aleje de Dios, porque, en definitiva, el “pueblo” -excluyendo del mismo, claro está a los miles de catalanes que se sienten españoles- no tiene otra preocupación que la sentencia del Tribunal Constitucional.
Resulta evidente que la acción del maligno alcanza a todas las capas de la sociedad, pero algunos –como Monseñor Vives- se lo ponen en bandeja. A los escándalos de todos conocidos aventados por el ateismo militante hay que sumar ahora la siembra de odio nacionalista por parte de pastores de la Iglesia. Monseñor Vives, al igual que antes Monseñor Setién y Monseñor Uriarte no han predicado el amor, sino el odio y la disgregación.
Benedicto XVI ha hecho un gran trabajo en las diócesis vascongadas. Ardua tarea tiene ahora con las catalanas, donde hace falta entrar a saco con escoba y recogedor, para limpiar la Iglesia de tanto inútil indeseable.
LFU
21 de julio de 2010
Experiencia cercana a la muerte
15 de julio de 2010
La última cima
Título original: La última cima
Dirección y guión: Juan Manuel Cotelo.
País: España.
Año: 2010.
Duración: 82 min.
Género: Documental.
Producción: Manuel de Cominges, Antonio Torres y Javier de Silos.
Dirección artística: Raúl E. Recuero.
Sonido: Íñigo Guerrero (Iglú Producciones)
Realizador: Alexis Martínez
Distribuidora: European Dreams Factory.
Estreno en España: 4 Junio 2010.
El hecho de que unas cuantas miles de personas hayan asistido y todavía puedan asistir a una sala comercial de cine para ver un documental sobre un sacerdote, entre otras muchas consideraciones, no sólo es una rareza sino también una pequeña victoria a la hegemonía cultural del nihilismo, a la menguante propuesta cultural progresista e incluso a los productos hipercomerciales yankis.
El documental parte de un hecho concreto. La muerte de un sacerdote produce un interés sobre su vida, y simplemente, la recogida de testimonios de sus allegados, proporcionó material para crear una película que habla de él, de su trayectoria, de sus amigos, de su carrera eclesiástica, pero sobre todo, la película necesaria e involuntariamente trata de la presencia de Otro, en la vida del sacerdote.
Parecería importante hablar de la persona concreta que protagoniza el documental, pero no lo es tanto. Percibí, a través de la catarata de testimonios que el documental sabiamente y con ritmo aportaba sobre él, la presencia indisimulada del Otro a quien el sacerdote decidió seguir. De suerte, que durante cerca de dos horas, escuché con interés, agrado, sorpresa y hasta emoción, según los testimonios ofrecidos por el director del documental, el breve acontecer en la tierra de un sacerdote, pero el interés, agrado y emoción que sentí tenían la fuerza y persuasión del Otro que le llamó, impulsó e hizo plena su vida y que, evidentemente, es coprotagonista del documental.
De lo anterior, parece claro que no es muy preciso hablar de un documental sobre un sacerdote solamente, más bien de una película sobre cómo Cristo actuó en la vida de Pablo Domínguez que se hizo sacerdote de Aquél.
César Utrera-Molina
PD: Es de esperar que algunos de los que siempre tratan de adaptar, suavizar y hacer digerible el mensaje cristiano, sin mucho resultado, tomen nota de la eficacia y potencia con la que en este documental se manifiesta aquél.
Nota de LFU: Mi agradecimiento a mis amigos Antonio Torres y Manuel de Cominges, así como a Javier de Silos, por el enorme valor de su compromiso. Sin duda el éxito inesperado de la película y su valor evangelizador, está siendo su mayor recompensa.
31 de mayo de 2010
Dulcísimo Recuerdo de mi vida
Dulcísimo recuerdo de mi vida,
bendice a los que vamos a partir...
¡Oh Virgen del Recuerdo dolorida,
recibe tú mi adiós de despedida,
y acuérdate de mí.
¡Lejos de aquestos tutelares muros,
los compañeros de mi edad feliz
no serán a tu amor jamás perjuros;
conservarán sus corazones puros;
se acordarán de tí!
Mas siento al alejarme una agonía,
cual no suele el corazón sentir...
En palabras de niño, ¿quién confía?
Temo... no sé qué temo, Madre mía,
por ellos y por mí...
Dicen que el mundo es un jardín ameno,
y que áspides oculta a ese jardín...
Que hay frutos dulces de mortal veneno,
que el mar del mundo está de escollos lleno...
¿Y por qué serán así?
Dicen que de esta vida los abrojos
quieren trocar en mundanal festín;
que ellos, ellos motivan tus enojos,
y que ese llanto de tus dulce ojos
¡lo causan ellos, sí!
Ellos, ¡ingratos!, de pesar te llenan
¿Seré yo también sordo a tu gemir?
¡No! Yo no quiero frutos que envenenan,
no quiero goces que a mi madre apenan,
¡No quiero ser así!
Y mientras yo responda a tu reclamo,
mientras me juzgue con tu amor feliz,
y ardiendo en este afecto en que me inflamo,
te diga muchas veces te amo,
¿te olvidarás de mí?
¡Ah, no, dulce recuerdo de mi vida!
Siempre que luche en religiosa lid,
siempre que llora mi alma dolorida,
al recordar mi adiós de despedida,
¡te acordarás de mí!
Y en retorno de amor y fe sincera
jamás sin tu recuerdo he de vivir.
Tuya será mi lágrima postrera...
¡Hasta que muera, Madre; hasta que muera
me acordaré de tí!
Tu en pago, Madre, cuando llegue el plazo
de alzar el vuelo al celestial confin,
estrechándome a ti con dulce abrazo,
no me apartes jamás de tu regazo.
¡No me apartes de ti!
P. Julio Alarcón, S.J.,
tomado de la novela del P. Luis Coloma, S.J. "Pequeñeces"
Hoy, 31 de mayo, día de la Virgen del Recuerdo, mi «memoria histórica» vuela a lo mejor de mi niñez, cuando mi madre me dejó bajo Su manto sagrado y me encomendó a Su divino nombre. Tuya será mi lágrima postrera.../¡Hasta que muera, Madre; hasta que muera/me acordaré de tí!
LFU
5 de abril de 2010
26 de marzo de 2010
Semana Santa
A la belleza de estas imágenes del traslado del Cristo de la Buena Muerte a hombros de sus legionarios -que Dios quiera no tengamos que añorar dentro de poco tiempo- quiero acompañar las palabras que allá por el año 1957 pronunciase el autor de mis días en un vibrante pregón de la Semana Santa malagueña (que quien quiera puede escuchar en esta página de la Cofradía de Mena):
Pregón de José Utrera Molina (1957)
«El dolor de la liturgia se aminora porque consuela la alegría de saber que, a pesar de su muerte cercana, Cristo se quedará para siempre entre nosotros. Avanza y se aproxima el Jueves Santo, día solemne lleno de la majestad del dolor, reencuentro de la humanidad entera con Jesucristo.
Málaga se enfrenta sublimada, encendida, con el misterio de la Redención desbordando para ello el genio de su arte y su belleza. Málaga se pone en pie y contempla con el alma estremecida el drama del calvario, sintiendo como suyo el dolor religioso de estas tristes jornadas evocadoras.
No hay lírica mentirosa y barroca en la exaltación del fervor de nuestro pueblo. Hay una viva emoción teológica ante la presencia en las calles de las imágenes, ante el realismo dramático de los Cristos, ante el dolor y la amargura de las Vírgenes sollozantes.
Anochecido, sale de su templo el Cristo de los legionarios y sentimos al verlo el sudor de sus sienes, viendo en sus ojos, en su boca, en sus pómulos febriles el ansia y el esfuerzo por fijarse en todos los infortunios. Entre las sombras de la noche todos miran a Cristo, rezan ante la dramática expresión de su agonía. Agonía de hombre que padece la angustia de todas las muertes, todos al mirarle sufren con él, adivinando la fiebre que le hunde en el cuerpo las uñas de la fe, el vibrante escozor de la garra ardiente de las manos, el dolor de las arterias que ayer llevaban las dulzuras de la vida y hoy se convierten en dogales aprisionantes, ante trance supremo se pasar la soledad humana de la muerte. Al contemplarlo parece que nos habla queriéndonos decir que sólo saber vivir quien bien se muere. Entre una larga fila de enlutados penitentes, altos capirotes, hachones encendidos en la noche, el Cristo de la Buena Muerte camina, doblada la cabeza, lleno el rostro de paz, la desazón partida, vencedor por amor de la muerte, dulce muerte que ya no tiene el signo trágico de una guadaña ensangrentada por emblema, sino expresión de paz y reposo infinito.
Todas las miradas se concentran en el negro clavel de sus heridas, marchan atrás los soldados del Tercio legionario, lento y firme andar tras de su himno que es, sin duda, la marcha nupcial del legionario cuando quiere desposarse con la muerte. Avanzan con los rostros erguidos, alta la frente, dura la mirada, embriagados de banderas y de gloria. Ya entra la procesión por la calle de Larios y un escalofrío de emoción traspasa el alma, dulcemente mecido camina el Cristo ente banderas, guiones y estandartes, entre hombres rudos amigos del amor y de la muerte, entre un estruendo de tambores se escucha la romántica canción del legionario y entre músicas, plegarias y silencios, parece como si la muerte, por el borde de Dios fuera cantando.» JOSÉ UTRERA MOLINA
Que paséis todos una feliz Semana Santa y feliz Pascua de Resurrección.
LFU