"Mi sueño es el de la patria, el pan y la justicia para todos los españoles, pero especialmente para los que no pueden congraciarse con la patria, porque carecen de pan y de justicia.". JOSÉ ANTONIO

3 de febrero de 2014

La Soledad de Alcuneza

Título: La soledad de Alcuneza.
Autor: Salvador García de Pruneda.
Editorial: Renacimiento. Colección Espuela de Plata.
Año: 2013 (Reedición).

Una novela apenas conocida sobre la Guerra Civil pisa fuerte, en su quinta reedición, reclamando su sitio entre los mejores títulos escritos sobre ella. La reedición nos regala quinientas y pico páginas de enorme e indiscutible talento y belleza. Estamos ante un libro mayor, que nada tiene que envidiar a clásicos como las memorias bélicas de Jünger o la Caballería Roja de Babel y entronca con una larga tradición en la cultura hispánica, la del hombre de letras en guerra, que encabezan Garcilaso y Cervantes.

El tono autobiográfico de la narración parece templado por el tiempo. El autor dejó pasar 18 años desde la Guerra hasta su redacción. Los materiales del libro transitaron de unas memorias de guerra a una novela, ganando como el buen vino con los años de cuidado y silencioso reposo. Prescinde con acierto de plasmar al detalle los lugares de operaciones, para centrarse en el paisaje que le circunda, los colores, los ruidos y aromas del campo, para que nos dejemos llevar por la sensual evocación que genera. Sabemos que está en Aragón, que pasa a Castilla que vuelve al Ebro catalán, pero de una forma confusa y premeditada, como la propia guerra que nos narra. Con acierto, García de Pruneda expurga lo irrelevante para dar énfasis a lo esencial: a aquellas operaciones que sintetizan tres años de guerra; a los personajes que aportan definición y tono a cada situación narrada; a las reflexiones que destilan la esencia de su experiencia militar.

García de Pruneda compone en el acontecer de la narración un vibrante y esmerado homenaje a la milicia, y en especial a la caballería. A ese estoico y peculiar modo de entender la existencia que procede de la vida militar. Los versos de Calderón, “Este ejército que ves/vago al yelo y al calor/la república mejor y más política es/ del mundo (…)” parecen ser el hálito que estructura el relato, que explica a los personajes, que descubre las motivaciones o el desnortamiento de muchos en el acontecer duro y exigente de la guerra. El protagonista, un hombre con estudios clásicos, se incorpora como oficial a una unidad de zapadores en un regimiento de caballería. La disciplina, la esforzada observancia de las ordenanzas, el trato con la humanidad diversa de la tropa, el poderoso vínculo entre animal y jinete, la acrisolada profesionalidad de los veteranos de carrera van ganando poco a poco, el ánimo y el corazón del civil que se torna, emulando el ejemplo y el sacrificio de sus superiores en un auténtico soldado. No se encuentra aquí una superficial glorificación de la violencia o una adolescente idealización de la vida de acción, sino que hay una sutil y progresiva comprensión y reconocimiento de que las virtudes del mundo castrense no sólo humanizan al torbellino atroz y caótico del conflicto armado sino también generan hombres ejemplares. La milicia como civilización de la guerra, como antídoto al caos que asedia siempre a la violencia desatada. Así lo atestiguan los preciosos ejemplos del cuidado de la tropa por oficiales al mando, la forja de amistades que no caducan, el común desprecio de todo auténtico soldado al oportunismo y al ventajismo, el natural respeto al adversario al que se le combate sin odio o cómo ante la proximidad de la muerte, sólo procede el silencio o las palabras verdaderas ante Dios o los camaradas de armas. 

Otra virtud no pequeña del texto, un medido tono nostálgico y elegíaco, a veces, se abre paso: no sólo en los fragmentos descriptivos del paisaje; sino en las marchas de aproximación; en los escuetos diálogos que el servicio provoca o en los momentos de ocioso esparcimiento. Así percibimos -con una tristeza compartida con los protagonistas de la obra- que la caballería, por su aristocrática idiosincrasia, por la fusión del jinete y bestia, de caballero y soldado, resulta un anacronismo vivo en las guerras del siglo XX, que nuestro conflicto ya prefigura. La simbiosis de jinete y animal se corresponde con un mundo que desaparece a toda velocidad, la dolorosa belleza de la carga a caballo resulta un sinsentido atroz y brutal ante la ventaja de las máquinas automáticas, de los blindados que acabarán por proliferar.

Tampoco falta como en toda historia verdadera de guerra: aventuras, humor y amor. La mirada del autor, consciente de la dolorosa circunstancia que supuso nuestra guerra, acoge con generosidad e ingenio, lo anecdótico, lo inusual, los caracteres que dan color y gracia al discurrir de la azarosa vida del hombre en armas. No se sobrevive en guerra, sin abordar la realidad inmediata con la distancia inteligente y lenitiva que da el humor. Capítulo aparte merecen el relato vibrante, humanísimo y dolorido de las aventuras galantes, lejos de una exhibición vanidosa están teñidas de la punzante urgencia del superviviente, de la tristeza de las promesas incumplidas. 

No quería terminar sin hacer una pequeña advertencia. No se trata de una novela neutral políticamente, no lo es en absoluto sin ser una novela politizada. Hay críticas que le asignan esta asepsia, como si les ofendiera que este libro, raro y valioso, se escribiera en el bando vencedor. No la han leído bien o faltan a la verdad, me atrevo a decir. En esto como en lo demás, el autor sintetiza con altura, la del diplomático que fue, uno de los significados de nuestra guerra, en España se jugó otra vez –como en la Reconquista, como en Lepanto- la partida de Occidente contra sus adversarios. Occidente ganó y se aplazó, un poco, su ocaso.

César Utrera-Molina.




29 de enero de 2014

En la muerte de Blas Piñar. Por José Utrera Molina


Reproduczo a continuación, en su integridad, el artículo publicado hoy en ABC bajo el título 

"Prototipo de una España desconocida"

Ha muerto Blas Piñar. Estoy seguro que para muchos españoles habrá muerto también el resto de ilusiones que él mantuvo por encima de cualquier dificultad, haciendo frente a ataques injustos y a críticas demoledoras.

Ahora, caliente aún su cadáver, muy cerca de él y de los suyos, proclamo aunque mi voz sea siempre un grito solitario, que Blas Piñar no fue uno de los mejores españoles de nuestro tiempo, sino el mejor.

Reunía una serie de cualidades excepcionales: la primera, el valor, la segunda, la increíble resistencia al cambio ventajoso y acomodaticio. Su corazón latió siempre con el nombre de España. No hubo para él ningún descanso, ningún silencio y por supuesto, ninguna cobardía. Amó a España hasta la extenuación viviendo su sacrificio personal alentado siempre por la alegría de servir permanentemente a su nación y a su patria. Hubo un tiempo en que hasta el mismo ABC le prestó en muchas ocasiones su Tercera. Sí, eran otros tiempos, pero Blas había levantado una bandera que no estaba dispuesto a arriar a pesar de dificultades, ataques, agravios e insultos.

Latía en su pecho un delirante amor a su patria. Nada podía suplirlo, nadie podía adelgazarlo. La verdad entera de España la guardaba en su alma de patriota ejemplarísimo. Pienso que frente a la dignidad suprema de este personaje, pocos hay que recibieran como él en vida la vil expresión que le alejaba de la nómina de los españoles de bien. Conocí a Blas cuando yo tenía 20 años. Un primo hermano mío, Ángel Molina -que firmó mi carta de afiliación a la Falange Española de las JONS y cuyo padre fue vilmente asesinado en Albacete-, me dio sus primeros consejos que estaban ya ungidos por su firme carácter de Alférez Provisional.

Me figuro la perplejidad de algunos que dirán: “ya se fue el fascista Blas Piñar” y posiblemente, en su desvío emocional y en su odio recalcitrante, serán incapaces de ver y conocer todo lo que representó la figura de Blas Piñar en la historia de España. Blas no fue nunca fascista, se comportó siempre como un soldado enamorado y ajeno a galas innecesarias.

Yo le conocí a fondo y sabía de sus afectos y fervores hacia mí, que por supuesto, yo no merecía en absoluto. En ocasiones critiqué algunas de sus posturas radicales; ahora entiendo mejor la radicalidad de su amor y de su actitud de permanente lealtad a la esencia de España que él soñaba.
Jamás dobló su espalda ante nadie, ni ante el mismo Franco Caudillo de España, al que sirvió con lealtad crítica e incomprendida y quien le alabó ante mí en más de una ocasión. Él, que no entendía de desvíos ni de alteración de circunstancias marcadas por un interés político, representó como ninguno la fidelidad a la egregia figura del Capitán de nuestra juventud, Francisco Franco, para deshonra de tantos aduladores provisionales que pronto le habrían de mirar con desprecio desde las poltronas del poder. Nadie, absolutamente nadie ofreció jamás un testimonio tan conmovedor, tan delirante en la lealtad a Franco y al movimiento nacional. Y no conozco a ninguna persona que haya sufrido con tanta entereza los viles ataques de sus enemigos. Yo le veía siempre en mis sueños como defensor del Alcázar, al que él amó de forma infinita y estremecida.

No era orgulloso, no presumía de ninguna clase de monopolio. Estaba radicalmente solo y aguantó la soledad como un héroe clásico. Jamás le vi con la mirada enturbiada por el rencor, jamás le vi cercano a cualquier clase de odio. El amor que sentía por España invadía todo su ser y hacía imposible una beligerancia hacia nadie. Sólo España era el rosario permanente de sus oraciones y la verdad estremecida de su esperanza. A ella consagró su vida, sin ayudas, sin prestaciones, sin limosnas que él rechazaba siempre con una suprema caballerosidad. Pero aceptó la soledad como un grado de dignidad y de honor y como una obligación que él sentía como la del más erecto soldado de España.

Nadie podía decirme que iba a ser yo quien trazara esas líneas necrológicas ungidas por la pasión y el dolor de su pérdida, pero él sabrá, allá donde los luceros nos alumbran, que su fiel camarada estuvo al pie de su cadáver con postura militar y ánimo de soldado saludando a quien había sido el mejor artífice de la lealtad de vida a un Capitán hoy maltratado.

Sé que todavía la ponzoña con que se le atacó tendrá sus grados de recuerdo, pero mi voz que está ya, sino cansada, avejentada por el paso de los años, estará siempre en pié junto a su recuerdo, firme ante el ejemplo que dio en su vida, alta mi frente para mirarle a los ojos sin que pudiera bajarlos en ninguna ocasión. Blas era el prototipo de una España ya desconocida que pasó a la historia, pero que un día volverá con resplandores, con canciones y con himnos a alegrar un poco nuestro corazón entumecido.

Te prometo Blas seguir tu ejemplo. Bendito sea tu patriotismo, bendita sea tu lealtad, bendita sea la entereza de tu ánimo y bendita la firmeza de tus convicciones y la elegante manera de tratar a los que eran tus enemigos. Tu amor a España lo invadía todo e invadirá las maderas de tu féretro hoy tendido. De él se desprenderá el amor que le profesaste, tú no puedes morir del todo porque eres la encarnación de la España moribunda, pero no muerta, y desde mi dolor, desde mi tristeza, grito en el umbral de tu muerte aquel grito que nos unió en vida y que nos abraza en la muerte: 

¡¡¡ Arriba España!!!  


JOSÉ UTRERA MOLINA

28 de enero de 2014

Blas Piñar. En la muerte de un triunfador.

Ha muerto Blas Piñar. Mejor dicho, ha muerto hoy, para vivir siempre.  Descansa en paz, por fin, el gran español. Su batalla con la muerte ha sido dura, como lo fue su vida en constante lucha por mantener intacta su dignidad, sin cambiar de bandera.

Hace tan sólo unos días, uno de sus nietos compartía con nosotros una última fotografía del hombre cuyo pie de foto lo decía todo: “Estamos con vosotros, Abuelos. Sois un ejemplo. Siempre juntos, hasta el final. Gracias por la Fe, la Patria y la familia”.  

No me corresponde a mí hacer la glosa del político. Lo dejo para mis mayores. Me quedo con el testimonio emocionado de sus 8 hijos,  44 nietos y más de 70 biznietos. El testimonio de amor y de fe de una gran familia, tan unida como la suya, nos dice mucho del enorme sentido que ha tenido su vida. Y esas manos unidas hasta el último aliento son el mejor testamento que alguien pueda dejar. No cabe duda de que un hombre que deja la huella de amor, de fe y de admiración de una familia que ha sabido honrarle hasta el final y que lleva con orgullo su apellido, es un gran triunfador.

No faltarán los enanos de siempre que, ignorantes de su grandeza, quieran cavar hoy más hondo en el pozo de su miseria.  No importa. Hoy es día de dar gracias por la vida, el  ejemplo y la honradez de un gran español, de un hombre bueno al que habrán recibido de pie en el firmamento, pues hasta el final de su larga vida supo mantenerse en pie.

Que Dios te de su eterno descanso y tu ejemplo de fe y de insobornable amor a España permanezca siempre vivo  entre quienes hoy recogen tu testigo.


LFU

27 de enero de 2014

El otro Anson

LUIS MARÍA ANSON
"LA HORA DE LA MONARQUÍA"

(Colección de  Doctrina  Monárquica,
 Edit. Círculo, Zaragoza, 1.958)"

Hace unos meses, en una entrada anterior hacía referencia al célebre académico para recordar que mucho antes de alcanzar la cima de su popularidad, dejó escrito un libro excepcional “La Hora de la Monarquía”, dedicado a su entonces maestro Eugenio Vegas Latapie, en el que abomina de lo que ahora defiende con ardor, la monarquía liberal, defendiendo la monarquía católica representativa.

Ayer, rebuscando entre mis papeles, apareció una nota con algunos extractos del libro que mi querido amigo Miguel Toledano quiso destacar tras su lectura y que no tienen desperdicio y harán la delicia de muchos.  

Lean, lean.....

I. CONTRA LA MONARQUÍA LIBERAL.


"la Monarquía liberal es la táctica que emplean los republicanos para llegar más fácilmente a la República'' (p. 80).

"la alianza de la Monarquía con el liberalismo o el izquierdismo significaría, en un plazo más o menos corto, indefectiblemente, la anulación y  eliminación de la Monarquía. Por eso sobre la miopía política de algunos monárquicos que propugnan la colaboración con los grupos liberales o izquierdistas, lo cual no demuestra más que una completa superficialidad doctrinal y un desconocimiento casi total de los principios sobre los que se asienta la Institución Monárquica" (p. 152).

"La Monarquía auténtica es la Monarquía representativa; rechazo la Monarquía liberal" (p. 207).

"La Monarquía en España o es católica o no puede existir porque la llamada Monarquía liberal· es el puente tendido hacia  la República" (p. 240).

"No existe posición más inconsecuente para España que la del monárquico liberal" (p. 241).

"El monárquico liberal es un completo absurdo aunque, eso sí, un absurdo bastante frecuente" (p: 241).

"[El monárquico liberal] A la larga tal vez sea más dañoso para el país y  para la propia Institución que el mismo republicano. La característica  fundamental del monárquico  liberal  es su rotunda y   contundente falta de toda base doctrinal [...]  no existen teóricos con un mínimo de prestigio procedentes del campo monárquico liberal" (p. 242).

"el monárquico liberal [...]   es, cuando mucho, el oportunismo político, el arribismo, la incapacidad y la incompetencia y, eso sí, indefectiblemente, la pedantería y la suficiencia" (p. 242).

"la Monarquía liberal es la Monarquía de los republicanos"  (p.242) 

"El monárquico liberal, por consiguiente, o es un ambicioso, en el mal sentido de la ambición política, o es un débil mental" (p.243) 

"entre el sistema monárquico y  el liberal existe un abismo doctrinal'' (p. 243).


II. CONTRA EL LIBERALISMO.

“Para algunos el totalitarismo es lo contrario del liberalismo. Y, sin embargo, tienen una misma e idéntica esencia" (p. 21).

"lo que procede es [...] atacar la sistemática  liberal y su dialéctica en sus mismas bases hasta que se desmorone  su edificio construido a medias de sofismas y de paradojas" (p. 64).

"Lo peor del liberalismo no es esto, con ser de por sí nefasto" (p. 65).

“El liberalismo, espejo y símbolo de la libertad para los indocumentados,  es, en sí mismo, un absolutismo: el de la mayoría" (p. 66).

"El liberalismo, que defiende el principio del respeto igual a todas las opiniones, es, en su misma paradójica vertebración, de un sectarismo sin límites" (p. 67).

"los liberales podrían mostrarse orgullosos de poseer las teorías de más absoluta imbecilidad que se han conocido a lo largo de la Historia del mundo" (p. 67).

"Los delirios liberales conducen primero a la mediocridad, luego a la corrupción, finalmente a la anarquía y al caos, abonando fecundamente la obra babeante de la Revolución que inunda con su veneno y su resentimiento las resecas fauces de la sociedad liberal'' (p. 68).

"los liberales machacan y trituran hasta la saciedad la obra de cualquier escritor católico y tradicional que surge a la vida pública con pujanza y posibilidades” (p. 71).

"gran parte de los errores del liberalismo, siempre en servicio del fin de la Revolución, nacen de un falso concepto de la libertad” (p. 72).

"La prensa liberal ha terminado, ciertamente, con la libertad de prensa” (p. 201).

"Los sistemas liberales han sido lamentables para la libertad de prensa" (p. 202).


III. CONTRA LA SOBERANIA POPULAR.


"Principio fatal el de la soberanía del pueblo” (p. 42).

"La soberanía del pueblo es, simplemente, un ateísmo nacional"
(p. 57).

"la elección, como principio, es decir, la elección aplicada a todo, es un principio falso'' (p. 165).

"El sufragio universal, aparte de ser un principio falso surgido de la Revolución, es un pésimo sistema representativo porque [...] supone una estructuración a la sociedad de la que ésta carece, puesto que la sociedad está vertebrada orgánicamente" (p.194).



IV. CONTRA LA REVOLUCION FRANCESA, LA ENCICLOPEDIA, LOS PRINCIPIOS DE LA REVOLUCION FRANCESA Y LOS PARTIDOS POLITICOS.



"el parto tremendo de la Revolución francesa" (p. 14).

"la Enciclopedia se mostró como una creación funesta y su propia luz fue ruido y dolor del infierno" (p. 36).

"Una nación sin jerarquías es tan absurda como una casa sin escaleras'' (p. 196).

"Para un católico es rechazable la existencia de todo tipo de partidos que mantengan principios distintos o contrarios a aquellos en que se sustenta el Estado cristiano" (p. 208).

"Fueron los partidos los que arrojaron sobre París toda la carroña liberal que convirtió a la más bella ciudad del mundo en una corrompida gusanera" (p. 217).


V. CONTRA LA LIBERTAD RELIGIOSA Y EL ESTADO LAICO.


"en    los       países donde sea posible, el Estado debe ser confesionalmente católico […] este es el caso de España, por ejemplo" (p.56).

“El Estado católico no puede, en consecuencia, admitir la libertad igual para todos los cultos […] que el primer ciudadano vaya a misa y el del culto falso se convierta al verdadero” (página 58)


VI. CONTRA LA LIBERTAD DE ENSEÑANZA.

"En cuanto a la libertad de enseñanza, nada existe más peligroso para el Catolicismo que este principio, hijo bastardo de la Revolución laica" (p. 58).


VII. CONTRA EL CAPITALISMO.

“El capitalismo, lo mismo que el socialismo, es una doctrina económica fracasada” (P. 74).


VIII. CONTRA LA LEGITIMIDAD EXCLUSIVA DE LA DEMOCRACIA.

"condenando expresamente la afirmación de que 'la democracia sea la única forma católica de gobierno” (p. 84).

"Ocurre en la actualidad que casi nadie se atreve a oponerse a la democracia inorgánica y a sus dogmas" (p. 216).


IX. CONTRA EL CENTRISMO.

"El liberalismo situado en el centro, entre el catolicismo y el socialismo, ha despedazado como una bestia fiera la estructura orgánica de la sociedad, ha subvertido el orden existente, ha conducido al reinado de la revuelta y la agitación y ha concluido por ser libertinaje, desorden y anarquía" (p. 75).


X. CONTRA ORTEGA.

"el caso del popular y conocido escritor Ortega y Gasset, cuya falta de base doctrinal y filosófica ha sido demostrada" (p. 70).


XI. LIBERAL Y CATÓLICO, TÉRMINOS INCOMPATIBLES.

"Para los católicos, el liberalismo católico no tiene posible defensa'' (p. 77).

"[los liberales católicos] intentan un maridaje, hijo del pecado, entre esos dogmas [los revolucionarios] y los de la Iglesia de Cristo" (p. 80).

“La incoherencia y la inconsecuencia son los caracteres fundamentales de los católicos liberales” (p. 80)

“¡Gran servicio el del liberalismo católico a esta obra!  Ha arrojado la carne descompuesta de una sociedad confundida y anárquica a las fauces hambrientas de carroña del monstruo revolucionario"  (p. 86).

XII. SOCIALISTA Y CATÓLICO, TÉRMINOS INCOMPATIBLES.

“No se puede ser socialista y  católico a la vez” (p. 103).

“los socialistas que se llaman católicos son, con los liberales católicos y  ciertos demócratas cristianos, los que más daño hacen a la causa de Dios” (p. 103).


XIII. VINCULACIÓN ENTRE LIBERALISMO Y SOCIALISMO, LIBERALISMO Y COMUNISMO, LIBERALISMO Y TOTALITARISMO.

“el padre del liberalismo es el socialismo” (p. 99).

"El comunismo es la coronación natural de todo el proceso revolucionario: herejía, naturalismo, racionalismo, liberalismo, totalitarismo y    socialismo.  Es la voluntad sin límites del hombre actuando en servicio exclusivo de las fuerzas del mal" (p.
109).

"el tortuoso camino que [la Revolución] ha seguido para implantar el Estado sin Dios, fundado en la sola voluntad del hombre, a través de la herejía, el absolutismo, la ideología naturalista, racionalista y laica, el liberalismo, el totalitarismo, el socialismo y  el comunismo" (p. 247).


XIV. CONDENA ABSOLUTA DEL COMUNISMO.

"El comunismo es una teología satánica" (p. 111).


XV. A FAVOR DE LA MONARQUIÍ TRADICIONAL.

"Al hablar de la Monarquía, por supuesto, me refiero a la Monarquía pura, a la que hoy se llama representativa para diferenciarla de sus varias adulteraciones históricas:   la Monarquía absoluta, la Monarquía liberal, la Monarquía electiva" (p.147).

"por cristiana y  por nacional, la Monarquía tradicional española va unida a otros dos postulados básicos que no admiten discusión: la Religión Católica y  la unidad sagrada de la Patria" (p. 151).

"Al hablar de Monarquía tradicional se habla de un régimen modernísimo y renovado, de una Monarquía católica y representativa, social y popular, antiliberal, antiparlamentaria, órgánica y  descentralizada'' (p. 153).

"La Monarquía, para ser española, ha de ser cristiana" (p. 239).

"En España no puede existir otra Monarquía que la cristiana y  la Tradicional” (p. 243).




XVII. DEFENSA DE  LA  LLAMADA  "DEMOCRACIA   ORGÁANICA" DEL  FRANQUISMO.

"Atendiendo a la constitución de la sociedad, la representación más perfecta es la orgánica. Es decir, los representantes surgen por elecciones parciales o por selección a través de los estudios y  oposiciones, de los órganos naturales y  culturales que conforman la sociedad: familias, municipios, regiones, asociaciones profesionales, corporaciones” (p. 194).


XVIII.   DEFENSA     DEL   ALZAMIENTO    NACIONAL    Y   DE    LA    GUERRA    CIVIL ESPAÑOLA,


"Acción Española propugna y justifica catolicamente el alzamiento militar contra una República que está despedazando a España" (p.135).

"la heroica empresa colectiva que es devolver España a su auténtico cauce histórico, empresa que tuvo su iniciación en julio de 1.936, cuando los españoles se alzaron en armas contra un gobierno ilegítimo, contra la República atea y marxista" (p. 250).



XIX. A FAVOR DE LA CONTRARREVOLUCIÓN.


 "es tremenda la necesidad de emprender, con la urgencia vertiginosa de los tiempos que vivimos, un ingente movimiento de Contrarrevolución"
  

"la esperanza contrarrevolucionaria tiene un templo: veinte siglos de tradición cristiana (p. 98).

"la guerra de las ideas, otra vez la guerra de Religión, la Cruzada, por fin, en defensa de los derechos de Dios, contra los hijos de la Revolución, contra los hijos del infierno'' (p. 115).

"La Contrarrevolución exige extirpar por completo el ateísmo de la ley, de las instituciones y del Estado [...] es necesario, pues, luchar contra la Revolución como doctrina y contra las revoluciones en cuanto que quiebran la continuidad [...] la restauración de los principios católicos debe hacerse poco a poco [...] no hay que perder el tiempo.  La hora de los proyectos y de la reflexión ha pasado. Está llegando la hora de la acción [...] Ahora se hace precisa la acción, entablando decididamente la batalla con las fuerzas de la Revolución, hasta conseguir implantar el Estado de la Contrarrevolución" (pp. 127-128).

"hace falta implantar el Estado con Dios, el Estado de la Contrarrevolución" (p. 139).

"El europeísmo, la integración europea, de urgente y vital necesidad, sólo podrá asentarse, no en los principios de la democracia liberal, sino en los verdaderamente universales y fecundos de la civilización cristiana" (p. 217).

"El combate victorioso por la Ciudad Católica, por la implantación del Estado de la Contrarrevolución, por la instauración de la Monarquía cristiana, representa el grito de gozo de la salvación de España" (p. 251).

"No se trata sólo de traer el Rey a España. Se trata de traerle sentado sobre el trono de San Fernando, sobre las bases de la Monarquía católica y tradicional" (p. 251)

23 de enero de 2014

Políticos y estadistas en el debate del aborto


Cuando los principios se miden en número de votos se pone al descubierto el cinismo de quienes dicen defenderlos. Surgen así los “consensos sobrevenidos” y la necesidad de conseguir “amplios espacios de consenso”, que no son sino eufemismos para evitar decir lo que realmente se piensa: que sólo se está dispuesto a defender los principios mientras ello no implique peligro para mantener el poder.

La soledad sonora en la que la dirección del Partido popular ha dejado al Ministro de justicia en la defensa de los derechos del concebido no tiene otra lectura que la del coste electoral que los expertos demoscópicos –con el inefable Arriola, señor de Villalobos, al frente- anuncian para el partido si decide seguir adelante con su reforma de la ley del aborto.

Decía Winston Churchill que la diferencia entre un político y un estadista es que el primero  piensa sólo en las próximas elecciones y el segundo, en las próximas generaciones. Abraham Lincoln no habría pasado a la historia si en lugar de empeñarse en aprobar la decimotercera enmienda hubiera apostado por la comodidad de mantener las cosas como estaban, pues la esclavitud gozaba de un amplio consenso entre los norteamericanos, tanto o más que el que, según Cospedal existe sobre la nefasta legislación sobre el aborto de 1985.

La defensa del derecho a la vida del niño no nacido choca frontalmente con la inercia egoísta de una sociedad anestesiada incapaz de escandalizarse ante las histéricas invocaciones de un supuesto derecho de la mujer a decidir sobre la vida de su hijo como si fuera parte de su propio cuerpo. No es difícil encontrar paralelismos con la esclavitud pues los amos se consideraban con derecho a decidir sobre la vida de sus esclavos. La negación de la evidencia científica –que el embrión es un ser humano diferente de sus progenitores- lleva a los partidarios del aborto a abrazar sin despeinarse los postulados eugenésicos del profesor Mengele sobre la selección de la raza bajo el pretexto del daño psicológico a la madre, que no es sino otro macabro eufemismo para enmascarar la cómoda evitación del sacrificio.

Defender políticamente la vida frente a la cultura de la muerte tan consensuadamente instalada en nuestra sociedad por los postulados del materialismo más cobarde e insensible requiere un ambicioso plan de pedagogía social, pero sobre todo exige valentía, coraje y una profunda convicción por encima del cálculo electoral, tres virtudes que, desgraciadamente, no parece que adornen a nuestro presidente del gobierno ni a su corte, lo que me hace temer que el recorrido del actual anteproyecto será corto y frustrante y que Mariano Rajoy no pasará a la historia como un verdadero estadista.


LFU

15 de enero de 2014

El paseillo de la Infanta

A propósito de la imputación de la Infanta Cristina, me sorprenden los argumentos que esgrimen los partidarios de que ésta haga el paseíllo a pie hasta el edificio de los Juzgados de Palma.  Dejando al margen la intencionalidad que subyace a tal pretensión, si la Infanta debe ser tratada como el resto de los españoles, debe aplicarse  el principio de no discriminación. Y si discriminar es tratar distinto a los que son iguales y tratar igual a los que son distintos, resulta palmario que dar a la Infanta Cristina el mismo trato que al resto de los ciudadanos, implicaría una discriminación evidente.  Y esto no tiene nada que ver con ser monárquico o dejar de serlo. Es de puro sentido común.

Hace muchísimos años que Ulpiano sentó claramente la definición de la Justicia: Iustitia est constans et perpetua voluntas ius suum cuique tribuendi; "La justicia es la constante y perpetua voluntad de dar (conceder) a cada uno su derecho".  Ese suum quique tribuere" (dar a cada uno lo suyo) no puede desconocer que la Infanta no es igual al resto de los españoles, por mucho que esté sometida como todos al imperio de la ley. Por formar parte de la familia Real, goza de determinados privilegios y está sujeta a un protocolo que es ajeno al común de los mortales, al tiempo que la repercusión pública de cualquier actuación reprochable -como la que indudablemente afecta a la conducta de su marido, conocida o no por ella- es infinitamente  mayor que la que pueda afectar a cualquier otro ciudadano español.  

Así, conceder a la Infanta un trato formal distinto al que se daría a cualquier otro justiciable no implica discriminación, sino estricta justicia. Otra cosa es que la Infanta sea igual que el resto de los ciudadanos ante la ley y la aplicación de la misma no admita distinciones por su rango institucional.  Caiga todo el peso de la ley sobre ella o sobre cualquier otro que haya delinquido, si así lo deciden los Tribunales, pero no pretendamos añadir a la eventual condena, penas adicionales no sólo inútiles –que sólo pretenden convertir su declaración en un circo mediático- sino, además, discriminatorias.


LFU