"Mi sueño es el de la patria, el pan y la justicia para todos los españoles, pero especialmente para los que no pueden congraciarse con la patria, porque carecen de pan y de justicia.". JOSÉ ANTONIO

28 de septiembre de 2007

Divide y vencerás



Tal debieron pensar los partidos nacionalistas al cerrar con un apretón de manos el Título VIII de la Constitución. Era cuestión de esperar y ver crecer a las nuevas generaciones educadas en el odio a España y a todo lo que representa. Y lo están consiguiendo. Una nación que no se preocupa de sí misma está condenada a la desaparición. Como en cualquier organismo vivo -y la Nación lo es- la dejación anticipa la debilidad y es entonces cuando no puede resistir el embite de cualquier agente hostil. La colosal miopía de los constituyentes, que no pensaron en las nefastas consecuencias que tendría el reparto de competencias entre Autonomías en una nación como España, sin un previo rearme moral que amortiguase las tendencias centrífugas, ha sido la causante de lo que estamos viviviendo treinta años después.

Y que nadie se engañe. Zapatero no es el verdadero culpable. No es más que un agente propicio, por la debilidad en la que ha dejado al Estado y a sus instituciones, para que se haga fuerte en nuestra nación el virus destructivo del nacionalismo. Y lo peor es que este virus, ya convertido en epidemia, está agarrándose a las raices de una España en la que muy pocos están dispuestos a partirse la cara por ella. Son muchos años los que la mayoría ha asistido indiferente al debilitamiento del sentido de la Nación española, con tal de gozar de un relativo bienestar econónico, por lo que resulta dudosa la legitimación de muchos para asombrarse de lo que estamos contemplando.

Los que ahora piden en el parlamento que se elimine el juramento a la bandera y la promesa de derramar hasta la última gota de nuestra sangre en defensa de la unidad e integridad de la Patria lo hacen con la chulería de quien sabe que esa ofensa le saldrá gratis. Son los mismos que queman nuestra bandera y los símbolos de nuestra nación ante la mirada indiferente de las fuerzas del orden. Los mismos que desde algunos diarios ofrecen fotografías del jefe del Estado para quemarlas. Saben de la extrema debilidad del Estado y se envalentonan porque no tienen nada ni a nadie que temer. Es la adrenalina del insulto cobarde sin respuesta.

Nadie puede imaginar hechos semejantes en naciones como Francia, Estados Unidos o Inglaterra. Allí no se juega gratis con los símbolos de la Nación. Y es que siempre habrá alguien que se ocupe de que la ofensa no quede sin castigo. Pues bien, para todos los españoles que han jurado la bandera y sienten el orgullo de España en sus venas, tal vez ha sonado la hora de plantar cara, en todos los frentes, a quienes están dispuestos a forzar su desaparición.

LFU

25 de septiembre de 2007

Azaña y Foxá


Sabido es que una de las enfermedades más comunes de los que forman nuestra clase política, derivada del virus de lo políticamente correcto y que afecta por igual a la izquierda y a la derecha, es la de citar con arrobo a Manuel Azaña, personaje nefasto para la historia de España al que la izquierda ha elevado a los altares con la tácita anuencia de una derecha acomplejada y con claros síntomas de alzheimer historiográfico. Claro que lo que más se cita de Azaña no es lo de "Ni heridos ni prisioneros, tiros a la barriga", "todas las iglesias de España no valen la vida de un republicano"o "España ha dejado de ser católica", sino aquello de las tres pes: Paz Piedad y Perdón, algo que está muy bien escribirlo cuando has perdido una guerra, pero que debiera haber escrito mucho antes, cuando las milicias del Frente Popular sembraban el terror delante de sus propias narices. Ayer, releyendo la magnífica novela de Agustín de Foxá, "Madrid de Corte a Checa", me detuve de nuevo en la genial y descarnada semblanza que el autor, inmisericorde, hace de Azaña, muy alejada de lo políticamente correcto, que es obligado transcribir, para compensar tanto botafumeiro:

"Tenía una cara ancha, exangüe, con tres verrugas en el carrillo, y unos lentes redondos, bajo las cejas alzadas. Vestía de oscuro. Hablaba frío, despectivo, extenso. Construía la frase literariamente salpicándola de cinismo, de ironía, de orgullo, porque quería "epatar", desconcertar, herir. Era árido y de metáforas apagadas. Se veía la carga enorme de rencor y desilusión, que era su motor y su fuerza. Era un lírico del odio, un polemista de la venganza.

Allí estaban de pie, detrás de él, sus largos años de humillación y de silencio. Hería su brazo porque había sido amansado demasiado tiempo por el manguito burocrático, y quemaba su lengua sometida a los humildes "un servidor" o "a las órdenes de su señoría" del registro de últimas voluntades.

Era el símbolo de los mediocres en la hora gloriosa de la revancha. Un mundo gris y rencoroso de pedagogos y funcionarios de Correos, de abogadetes y tertulianos mal vestidos, triunfaban con su exaltación. Era el vengador de los cocidos modestos y los pisos de cuarenta duros de los Gutiérrez y González anónimos, cargados de hijos y de envidia, paseando con sus mujeres gordas por el Parque del Oeste, de los boticarios que hablan de la Humanidad, con h mayúscula, de los cafés lóbregos, de los archivos sin luz, de los opositores sin novia, de los fracasados, de los jefes de negociado veraneantes en Cercedilla, de todo un mundo sin paisaje ni sport, que olía a brasero, a Heraldo de Madrid y a contrato de inquilinato."

LFU

21 de septiembre de 2007

Mi hermano mayor

Mañana, José Antonio -mi hermano mayor- cumple 50 años, y a mí me sigue pareciendo muy joven (señal inequívoca de que yo también me estoy haciendo mayor). Cualquiera que le conozca sabe lo difícil que resulta hacerle un regalo original. Por eso, mientras pienso qué puede hacerle ilusión, he decidido dedicarle unas líneas en esta mi humilde tribuna.

No creo que haya en el mundo mejor hermano que él. Cargó desde muy temprano con el peso de la primogenitura –de ocho hermanos- y decidió que debía aliviar a mis padres, en tiempos de dificultades, de la enorme carga que representábamos ocho bocas que alimentar, ocho cuerpos que vestir y ocho mentes que educar. Para ello abandonó el mundo durante casi cuatro años, en los que erosionó no sólo las coderas de sus chaquetas, sino también el mármol blanco de su habitación, que también era la mía. Y aquél muchacho travieso de quien los jesuitas tan poco esperaban, venció con tesón y sobre todo con amor, la imposible enredadera de la Ley hipotecaria. Todavía me emociono al recordar el abrazo en el que nos fundimos un frío día de diciembre de 1986, tras escuchar el número que todos teníamos agarrado en las entrañas.

Desde entonces ha sido para mis padres un hijo ejemplar y un segundo padre para todos nosotros. Sabe disfrutar intensamente de la vida, pero no se siente a gusto si los que le rodean no pueden hacer lo mismo. Sabe dar sin esperar nada a cambio y es que su cuerpo no está hecho a la enorme medida de su corazón.

Dios le ha concedido, aunque algo tarde, el enorme regalo de la paternidad. O quizás, en el momento oportuno, cuando los demás hermanos ya no le ocupamos -y preocupamos- tanto y puede dedicarse en cuerpo y alma a la que se ha convertido –con tu permiso, querida cuñada- en la verdadera dueña de su corazón: su hija Ana, a quien dedico estas líneas, felicitándola de corazón en la celebración de un día especial en el que la Providencia quiso que vinieran al mundo las dos personas que, con el tiempo habrían de darle la vida….y el amor.

LFU

20 de septiembre de 2007

Aviso a los lectores de ARRIBA

He modificado la dirección de este blog, que de ahora en adelante es algo más sencilla: www.arriba-lfu.com. Aunque me aseguran que el sistema os redireccionará a la nueva dirección de forma automática, lo aviso, por si tuviérais algún problema.

LFU

Novios de la muerte



Hoy, 20 de septiembre, se conmemora el LXXXVII aniversario de la Fundación del Tercio de Extranjeros (posteriormente denominada Legión Española), sin duda el cuerpo más laureado de la Infantería Española. Y qué mejor fecha para ofrecer una versión más ajustada a la realidad del enfrentamiento entre Unamuno y Millán Astray en el paraninfo de la Universidad de Salamanca, que de tanto contarse por unos y otros ha acabado deformándose ad nauseam. Aquí os la ofrezco por cortesía de los Amigos de la Legión Española

18 de septiembre de 2007

Sin palabras....

El Ministro de Defensa, Sr. Alonso, asistiendo a la tradicional ofrenda a los Caídos en la Escuela Naval de Marín. Todo un ejemplo de no saber estar. Todo un ejemplo de falta de respeto.

LFU

15 de septiembre de 2007

Los "grises" también tenían hijos


Ayer, al hilo de mi entrada sobre la serie "Cuéntame", recibí la respuesta de una persona excepcional. Fue mi teniente cuando yo lucía con orgullo en mis hombreras la estrella de Alférez de Infantería por tierras de Córdoba, y se convirtió en amigo para siempre. Bien sabe él que para mí siempre será un referente de honestidad, de entrega y patriotismo, pues en él se reunían las más altas virtudes castrenses. Su respuesta de ayer me emocionó, pues reconocí en sus palabras los más sinceros latidos de su gran corazón. Se trata del postrer homenaje de un hijo de quien vistió el uniforme gris de Policía Armada con honor, y al que le parte el corazón contemplar cómo algunos desalmados no dudan en vomitar su odio sobre el limpio uniforme de su padre, presentándolo como exponente de la brutalidad y la barbarie.

Por ello, aquella portada del ABC de los años 30 sobre las madres de los Guardias Civiles, me sirve de percha para reproducir sus palabras, que mucho dan que pensar. A tús órdenes, mi capitán.

Querido LFU:

Permíteme que desde mis canas te reprenda cariñosamente ¿Cómo se te ocurre? Yo hace mucho tiempo que dejé de ver en la tele algo que no sean dibujos animados y de los antiguos (Tom y Jerry, etc.) porque de los de ahora también hay antiejemplos como los Simpson (que dejan a la familia a la altura de una alpargata) o Schin Schan (que es todo un ejmplo de grosería y mala educación). En concreto "Cuéntame..." del que ví unos cuantos capítulo sólo por ver los coches de entonces, los sofás de skay de entonces, las teles de entonces o la muñeca vestida de gitana que tenían todas las teles de la época encima, dejé de verla el día que salía un individuo vestido de "gris" haciendo lo que se supone desde la versión oficial que hacían los "grises", es decir, pisoteando a la gente. Da la puñetera casualidad de que he crecido viendo un uniforme gris en casa y aquel uniforme gris (que por cierto a mí me encantaba y me ponía una prenda de él cada vez que pillaba la oportunidad) lo vestía todo un caballero que, desde su modesta formación, era un ejemplo de honradez, lealtad a sus principios, honestidad profesional y privada y buena educación; buen cristiano, buen marido, buen padre, buen vecino, respetado y querido por cuantos le conocían, amigo de sus amigos, austero, cariñoso, comprensivo con quienes hay que serlo, duro con quienes no saben respetar las reglas pero caritativo con todos. Aquel "gris" grande en estatura y en corazón me ha tenido entre sus enormes brazos o sentado en sus rodillas muchas veces y me enseñó las cosas más importantes que he aprendido en mi vida; a procurar ser un hombre de bien y a ser coherente con mis principios, por eso no me gustan los enjuagues y por eso, como le pasaba a él, por todas partes por donde paso me cuelgan la etiqueta de "polémico". Aquel "gris", grande en estatura y con un corazón que no le cabía en el pecho, lleva camino de once años en la Casa del Padre y dejó este mundo, a veces asqueroso y rastrero, una tarde de octubre con el regusto amargo de no poder ver a su hijo "el chico" lucir la tercera estrella en su uniforme (¡Un hijo capitán! él jamás lo hubiera soñado) pero con la plena satisfacción del deber cumplido.

Por eso me pone de los nervios que cualquier HIJO DE PUTA sea capaz de hacer una película de cine o una serie de televisión en la que salgan individuos en el papel de aquellos "grises" tal y como la versión oficial nos quiere hacer creer que eran. Por eso, además de por todo lo que tú cuentas.

Espero que algún día alguien nos explique que pecado hemos cometido para merecer todo esto y, mientras tanto, le pido a Dios que me dé fuerzas para no desfallecer. Y se lo pido acordándome de aquel "gris" inpertérrito, que cuando le llevaba mi cartilla escolar cargada de buenas notas me decía "muy bien Rafalín, has cumplido con tu deber".

Un fuerte abrazo.

Rafa.