"Mi sueño es el de la patria, el pan y la justicia para todos los españoles, pero especialmente para los que no pueden congraciarse con la patria, porque carecen de pan y de justicia.". JOSÉ ANTONIO

29 de febrero de 2008

Año bisiesto

Reza el adagio popular "año bisiesto, año siniestro", atribuyendo muchas desgracias y tragedias ocurridas a lo largo de la historia a la llegada de este "fatídico" día, sin dejar cabida a la mera coincidencia.

Este pensamiento fatalista tiene sus orígenes en la cultura romana, producto de que febrero, según su tradición, era el mes de los muertos y del dolor en los tiempos del Imperio. Por ello, añadir un día a este mes, suponía incrementar la agonía, o bien, llamar directamente a la muerte.

Para los romanos, esta creencia era tan férrea que las puertas de los templos permanecían cerradas durante el mes de febrero. Nadie se casaba ni quería salir de sus hogares, pasando largas jornadas de encierro para evitar situaciones difíciles.

Aunque soy ajeno a este tipo de supersticiones paganas, lo cierto es que 1936 fue bisiesto y siniestro al mismo tiempo. Pero también lo fue 2004, cuando Zapatero llegó al poder tras el atentado del 11 de marzo. Y mucho me temo que 2008 entrará de lleno en el archivo de lo siniestro como ZP vuelva a ganar las elecciones.

Moraleja: por si acaso, urge forzar elecciones anticipadas para evitar que las generales caigan en bisiesto. Si no, aviados vamos los españoles.

LFU

27 de febrero de 2008

El debate

Cualquier mente no obnubilada por la pasión reconoce que Rajoy estuvo muy por encima de Zapatero en el debate del lunes. Pero también que Zapatero salió vivo, y es muy peligroso.

Rajoy no quiso contestar a la acusación de Zapatero sobre el Estatuto Catalán y es que parece que no conviene ahora remover el lodo en Cataluña y menos entrar al trapo del concepto de nación andaluza y catalana. Vamos, como si los que van a votar al Pp en cataluña estuviesen encantados con el "Estatut". Pero la respuesta era bien fácil. Comparar 20 artículos con los 223 que tiene, resulta rídículo. Aunque el Pp nunca debió apoyar el Estatuto andaluz, lo cierto es que la comparación entre ambos textos legales resulta absurda.

Tampoco mencionó Rajoy la tremenda erosión que una institución como el Ministerio fiscal ha sufrido en los últimos cuatro años. Conde Pumpido ha desprestigiado la Fiscalía General como nunca nadie lo había hecho. Recordemos la retirada de la acusación a Otegui que tuvo que ser hecha por un fiscal sustituto pues el titular se negó a perpetrar tal indignidad.

El problema es que ZP tiene unas armas contra las que Rajoy puede sucumbir si no anda habilidoso. El complejo tremendo de la derecha a la hora de defender los valores que son comunes a la inmensa mayoría de sus votantes puede hacerle vacilar en el próximo debate, en el que ZP tratará de ponerle entre las cuerdas.

La mejor medicina contra ZP es ponerle nervioso utilizando sus mismas armas. Rajoy lo consiguió el lunes y la angelical sonrisa del presidente se trocó en mirada de odio. El Presidente ha mentido muchas veces durante mucho tiempo y no puede negarlo. Acusa a la oposición de utilizar el terrorismo como arma electoral cuando él no tuvo inconveniente en utilizar el mayor atentado de la historia como arma arrojadiza contra el gobierno en la jornada de reflexión de las últimas elecciones. ¿por qué no se lo recordó Rajoy de forma clara?

Rajoy debe ir a degüello contra el presidente en el próximo debate. Si lo hace, ZP se descompondrá de nuevo y por lo menos tendremos un momento de alivio y consuelo ante lo que se me antoja una derrota irremediable.

LFU

25 de febrero de 2008

23-F en Paracuellos

El pasado sábado, merced a la generosidad de dos buenos amigos con mando en la Brigada Paracaidista, viví con mi familia y con algunos buenos amigos una jornada inolvidable conmemorando el LIV aniversario de la fundación de la BRIPAC, que por primera vez se celebraba en la nueva Base "Príncipe" de Paracuellos del Jarama.

Resulta admirable la personalidad propia de la joven aunque laureada Brigada y el orgullo que sienten los Caballeros Legionarios Paracaidistas que a ella pertenecen.

Lástima que el mando, algo imbuido de lo políticamente correcto, no permitiese que se cantase el particular "La Muerte no es el final" de la BRIPAC. En cambio, sí resonaron, rotundas y altivas, las voces de los CLP dando los gritos de ritual paracaidista:

Sobre nosotros: ¡DIOS!
Con nosotros: ¡LA VICTORIA!
En nosotros: ¡EL HONOR!
Triunfar: ¡O MORIR!
Caídos paracaidistas: ¡CON NOSOTROS!

LFU

22 de febrero de 2008

Pizarro no dio la talla

El debate de anoche puso de manifiesto las carencias mediáticas del fichaje "estrella" del Partido popular. Frente a un Solbes amable, desenvuelto y paternalista, Pizarro pecó de falta de rigor y de exceso de demagogia, además de repetir una y otra vez determinados conceptos en los que le habían dicho que debía insistir, sin contestar ni una sola vez a los argumentos de Solbes. Hasta en dos ocasiones le retó Solbes a contestarle respecto a una declaración de un miembro de su partidor respecto a la solvencia del sistema financiero español, y Pizarro no fue capaz de contestar. Cometió un error de bulto al decir "yo no estaba entonces" cuando Solbes aludió a la gestión de los gobiernos del Partido popular, olvidándose de que si estaba allí era como representante de ese partido y no como Manolo Pizarro. Y terminó de decepcionar a los juristas cuando en su condición de abogado del Estado no fue capaz de rebatir a Solbes cuando éste le refutó -muy convincentemente por cierto- acerca de las deducciones por i+d+i en el Impuesto sobre sociedades.

España no es una empresa y a Pizarro, cuya capacidad como gestor nadie pone en duda, le faltan muchas tablas en esto de la política. Pero si lo que quieren los del Pp es autocomplacerse, que escuchen la Cope, que para escurrir el bulto ya está diciendo que el debate fue un tostón -de hecho lo fue- para tratar de disimular el fiasco de Pizarro.

Nada que ver con Rato, que, como político experimentado, en su día fue capaz de machacar a Solbes dejandole en evidencia ante toda España con la frescura de un nuevo modelo económico que no cabe duda que fue beneficioso para España.

Lo de ayer fue un toque de atención para la oposición. Sólo le salva que muy poca gente fue capaz de aguantar hasta el final, aunque fue precisamente al principio cuando Solbes le dio un importante repaso a su manso contrincante, a quien atrajo a sus terrenos para lidiarle con asombrosa facilidad.

LFU

20 de febrero de 2008

Fidel Castro, Franco y Fernando Onega.

Comparar a Francisco Franco con Fidel Castro o comparar la España de 1975 con la Cuba de 2008 más que un disparate es una tremenda villanía. Basta con citar que el nivel de convergencia en renta per cápita de los españoles con el resto de Europa era en 1975 del 78%, tasa que por cierto no se volvería alcanzar hasta el año 1996. Por supuesto, los españoles podían viajar libremente por el mundo, no existía ninguna clase de embargo sobre los productos nacionales y los mandatarios de todo el mundo visitaban España sin problemas (Por aquí pasaron hasta cuatro presidentes de los Estados Unidos de América). Quizás la prueba del nueve resida en que el Jefe del Estado Español siga siendo el que fue designado en 1969 por Franco como sucesor suyo a título de rey.

Esta mañana, Fernando Ónega, en su intervención en Onda cero, al hilo de la retirada del Dictador cubano, ha mezclado churras con merinas y se ha metido en comparaciones miserables que no estoy dispuesto a admitir ni a silenciar. Precisamente porque jamás he podido olvidar el vibrante, sentido y emocionado artículo que el mismo Fernando Onega publicó en "Arriba" el 21 de noviembre de 1975 y cuyo título deberíamos recordarle ahora: "Así solo mueren, Europa, los grandes hombres de la Civilización" . Y es que las hemerotecas, a veces, nos refrescan la memoria. Aquí lo tenéis:

LFU

"ASÍ SOLO MUEREN, EUROPA, LOS GRANDES HOMBRES DE LA CIVILIZACIÓN"


TIEMPO I.- Fue –tenía que ser-un 20 de noviembre. Murió como un caído más, como el más humilde de los caídos, precisamente el día que dedicó a su honra. Entrelazó su nombre, para las conmemoraciones e la historia, con el de José Antonio. Va a descansar bajo el mismo techo, y el destino, que escribe sus designios con caracteres misteriosos, escribió ahora esta grandiosa coincidencia.

Fue con el alba, cuando el país dormía. Y ese país se despertó después con la mañana de luto y la historia cambiada. A las seis de la mañana ya estaban encendidas las luces de casi todos los hogares. Se resistía la niebla a dar paso a alguna noticia que no fuera la del milagro, pero ya era tarde. Ya era el gran vacío. Estaban cerradas cuatro décadas de gloria. El edificio estaba construído.
El pueblo salía de sus casas, como todos los días. Aparecían las primeras banderas a media asta, como los sentimientos, y el pueblo salía de sus casas, como todos los días.

Yo estoy seguro que Franco –un Franco difunto, ¿os dais cuenta?- hubiera deseado un amanecer justamente así: con el pueblo, con su pueblo, que lleva un nudo en la garganta, se desayuna con su amargura, se afeita con su luto, pero acude a su trabajo con la enorme y sagrada serenidad de la esperanza en la normalidad. Ni un histerismo, ni un grito callejero, ni una parálisis, ni siquiera el silencio. Un dolor seco, pero una vida del país llano que seguía su ritmo normal. Era, sin duda, el amanecer que hubiera deseado Franco para la hora suprema de
“rendir la vida ante el Altísimo y comparecer ante su inapelable juicio”

TIEMPO II.- Y luego, aquél brazalete negro por la calle. Y aquellos rostros que lloraban sin ningún reparo. Y la imagen entrañable de la viuda, cortada por el dolor. Y las voces emocionadas de los encuestados por televisión. Y cerca de cuatro millones de ejemplares de periódicos vendidos en una sola ciudad. Y una comitiva de catorce coches que cortaba el aire frío de una mañana para todas las derrotas. Hasta ese momento se había creído en el milagro. Ahora, Franco había sucumbido en su última batalla. Y esta España nuestra, huérfana de un caudillaje, se miraba a sí misma y se repetía: sin Franco. En los pueblos las campanas sonaban a muerte. España estaba de luto. La música fúnebre no se oía solo en los receptores. Esta España nuestra era ya, irremisiblemente, una España sin Franco.

TIEMPO III.- Estaban conectados, seguramente, todos los televisores del país: “Franco ha muerto”. Carlos Arias, resumen humano perfecto de veintidós meses trepidantes, en los que se dieron cita la angustia y la ansiedad, los mayores compromisos y los mayores problemas para un gobernante, comparecía otra vez ante la sociedad. Contemplad su rostro: es una imagen para el recuerdo, como algo muy patético de emoción. Sus palabras se entrecortaban, fue preciso repetir la grabación, y al final, como cada español, dijo el “Viva España” de Franco con toda la zozobra que cabe en un cuerpo humano, con toda la tristeza que puede caber en la geografía de una nación. “No os faltará mi capitanía”. A las seis horas de faltarnos, supimos que Franco había tenido la previsión de estadista de dejar su testamento político, escrito desde el amor y el perdón, recuadrado en aquellas palabras que Franco escribió tan alto: unidad, Patria, paz, pueblo, justicia social. El, que no pudo físicamente asistir a la jura del Rey de España, sólo dejó dos peticiones básicas: la unidad y “que rodeéis al futuro Rey del mismo afecto y lealtad que a mí me habéis brindado”. Ha sido su último gran gesto. Y entre el amor y el perdón ha entrado en el juicio de la Historia.
ASÍ NO MUEREN, VIEJO CONTINENTE, LOS DICTADORES. ASÍ SOLO MUEREN, EUROPA, LOS GRANDES HOMBRES DE LA CIVILIZACIÓN.

HOY ES MAÑANA.- Todo está consumado. De lo que ahora se trata es de que ese gran testamento no quede en un archivo, aunque sea primorosamente cuidado. Cuando estas líneas se escriben, en alguna imprenta de Madrid se están editando un cuarto de millón de “posters” con la imagen del Caudillo perdido y el texto de sus últimas palabras.
Cuando, el próximo jueves, los escolares vuelvan a sus aulas, ese “poster” pasará a presidir un cuarto de millón de habitaciones, un cuarto de millón de estudios, de un cuarto de millón de muchachos que ahora heredan, sencillamente, una cosecha de paz.

Hasta ahora, con precisión milimétrica, entraron en juego puntualmente los mecanismos institucionales. Con madurez ejemplar, que ya nadie podrá discutir, el pueblo se comportó singularmente. Hoy, con el alba, ese pueblo acudirá a ofrecerle su homenaje de despedida final a su cuerpo, ya que su obra es patrimonio colectivo. Pero hoy es ya el mañana, veinticuatro horas antes de la jura del Rey Don Juan Carlos. La pena y el luto son inmensos, pero sobre ellos se abre el mandato social de los tiempos: “Continuar”. Mañana, a los seis años y cuatro meses de su proclamación como heredero, un hombre joven, ya Capitán General de los tres Ejércitos, cogerá el timón que Franco condujo a lo largo de cuatro décadas. Hereda un Estado construido, pero necesitado de las modificaciones que requiere la nueva sociedad. Ayer terminó, por ejemplo, su vigencia, la ley de Prerrogativas. Ese simple hecho enmarca un enorme compromiso. El final de esta ley significa lo mismo que el tránsito del Régimen de Franco a una Monarquía constitucional: el paso del poder personal a un poder institucional y popular. Pero no es tiempo de cábalas. El gran umbral del futuro sólo se abrirá mañana con el mensaje del Rey a la nación. Mientras tanto, es hora de silencios. Fernando ONEGA

15 de febrero de 2008

El "belga"


En el mes de marzo de 2004, la conjunción de la pésima, torpe y confiadamente ingenua política mediática del Partido popular -que llegó a creerse invulnerable en el poder- y la inestimable colaboración de los medios del grupo PRISA que, tras el atentado de los trenes de Atocha, se lanzaron a la caza del gobierno en lugar de a la de los asesinos, hizo posible que ocupara la presidencia del gobierno el político más insolvente y nefasto que ha conocido la historia de España.

Personaje cargado de un resentimiento enquistado en lo más profundo de su ser, ha cubierto de sectarismo su acción de gobierno, pero es cobarde y acomodaticio ante los medios y frente a sus interlocutores. A todo el mundo le dice lo que quiere oir, con palabras vacuas, frases hechas y de una preocupante elementalidad. Sólo se siente cómodo hablando de los grandes principios universales (paz, solidaridad, libertad) que maltrata fonéticamente con la estridente zeta y que, en realidad, le importan un higo, porque su único fin es mantenerse en el poder a costa de lo que sea menester.

Pero a la hora que es, aún no he visto a ningún medio hablar de la gran revelación que el presidente Zapatero hizo ayer en un medio radiofónico "los españoles, en su día se fueron a Alemania sin saber alemán, y se fueron a Bélgica sin saber el belga". Si señor. El presidente del gobierno español se inventó ayer un nuevo idioma hasta ahora inédito, pero nadie hasta ahora parece haberse dado cuenta.

Pues es la ligereza con la que habla del "belga", la que viene aplicando a su nefando mandato, en el que no sólo ha puesto a España al borde de su desintegración, sino que la ha hecho desaparecer de la escena internacional. Ha causado un daño irreparable a sus instituciones poniéndolas al servicio de su inmenso sectarismo, aventando además en el pueblo español una división que parecía haber quedado olvidada en el arcano de la historia.

Desgraciadamente, son muchas las posibilidades de que repita mandato cuatro años más. Y parte de culpa la tiene el partido popular, incapaz de aglutinar en su seno las diversas tendencias que a diestra y siniestra podían haberle dado una mayoría.

Al paso que vamos, y con el maltrato que sufre el Español en buena parte de nuestra patria, no me extrañaría que, dentro de cuatro años, se imponga por ley la obligación de aprender el "belga".


LFU

8 de febrero de 2008

María Centenera

Se llamaba María y era mi amiga. Cuando murió, hace ahora un año, me prometí a mí mismo escribir sobre ella, pero no fui capaz entonces de enhebrar algo digno de su memoria. Tenía por tanto una deuda pendiente conmigo mismo, que me he propuesto saldar ya, de forma definitiva.

La conocí hace dieciséis años, cuando iniciaba yo mi andadura profesional como abogado. Entonces yo lo tenía todo por aprender y ella fue la destinataria de mis más peregrinas preguntas, propias de un bisoño pasante en el despacho. Muy pronto se estableció entre nosotros un clima de confianza y de confidencia, que sólo la muerte pudo interrumpir.

Siempre admiré en ella su fuerte personalidad, su claridad de ideas y su buen humor. Atesoraba un sentido común fuera de lo habitual y siempre estaba disponible para escuchar. En ella encontré consuelo y comprensión en momentos de zozobra y buenos consejos en mis inquietudes. Pero fue su enorme fortaleza ante el descubrimiento de su fatal enfermedad y la increíble entereza con la que afrontó su penosa evolución lo que hizo que mi admiración por María se elevase a lo infinito.

María nos dio a todos los que la conocimos una enorme e impagable lección de fe y de esperanza ante la adversidad. Durante los tres años que duró su calvario, jamás se borró la sonrisa de su rostro y no hubo asomo de tristeza en su mirada. Recuerdo que sonreía irónica ante su mala fortuna, pero jamás la escuché quejarse, a pesar de los muchos sufrimientos y frustraciones que tuvo que padecer. Nunca pudimos tratarla ni verla como a una enferma, tal vez porque nos parecía imposible que su enorme vitalidad no fuese capaz de vencer a la enfermedad.

Cuando fue consciente de lo inevitable –y me consta que lo fue muy pronto-, puso su corazón y su fuerza en vivir intensamente cada día que Dios le pudiera conceder, como un precioso regalo que sabía que no podía desperdiciar en lamentos inútiles. Estoy seguro de que Dios le dio Su divino aliento para llenar de amor y alegría a Antxón, a Maite, a Luis y a Iñaki, a su familia y a todos los que la sentíamos como algo nuestro, hasta el día en que quiso llevarla con Él.

Recuerdo que un día me dijo que su enfermedad le había enseñado a comprender la absurda esterilidad de las discusiones domésticas y la importancia y fecundidad de vivir cada día como si fuese el último. Conservo como un tesoro un correo electrónico que, según me dijo, había recibido de esos muchos que circulan por la red, y que viene a resumir de forma certera, en sus tres últimos párrafos, toda una lección de vida que ella supo hacer suya con los demás:

Si supiera que hoy fuera la última vez que te voy a ver dormir, te abrazaría fuertemente y rezaría al Señor para poder ser el guardián de tu alma. Si supiera que esta fuera la última vez que te vea salir por la puerta, te daría un abrazo, un beso y te llamaría de nuevo para darte más. Si supiera que esta fuera la última vez que voy a oír tu voz, grabaría cada una de tus palabras para poder oírlas una y otra vez indefinidamente. Si supiera que estos son los últimos minutos que te veo diría "te quiero" y no asumiría, tontamente, que ya lo sabes.

Siempre hay un mañana y la vida nos da otra oportunidad para hacer las cosas bien, pero por si me equivoco y hoy es todo lo que nos queda, me gustaría decirte cuanto te quiero, que nunca te olvidaré.

El mañana no le está asegurado a nadie, joven o viejo. Hoy puede ser la última vez que veas a los que amas.”

Estoy seguro que, desde el cielo, María sabrá perdonarme la escasa calidad literaria de unas líneas escritas, con algo de retraso, desde lo más profundo del corazón.

LFU