"Mi sueño es el de la patria, el pan y la justicia para todos los españoles, pero especialmente para los que no pueden congraciarse con la patria, porque carecen de pan y de justicia.". JOSÉ ANTONIO
6 de noviembre de 2012
30 de octubre de 2012
El eterno femenino y la educación
Varón e inclinado hacia lo espartano, lo marcial y una cierta dureza en la educación de la prole, me encuentro, ¿casualidad?, educando a tres hijas: M. R. y V. que responden en diversos e inteligentes grados evasivos hacia esa, mi corriente educativa. M. con su facciones regulares, frente florentinamente persuasiva, ojos entre marinos y aéreos y voz dulce, delimitó con apenas 5 años los definitivos confines de mi propósito educativo.
Un enérgico regaño y castigo no ponía fin a su llanto, raro pero persistente cuando hace presencia, cuando me miró abriendo sus ojos arrasados en lágrimas y abrazándome me gritó: “¡necesito consuelo, no regaños!”. Luego el abrazo, los besos y la calma. Como el mar, también femenino, que también (y tan bien) nos revuelca y nos devuelve a nuestra exacta estatura y pretensión.
César Utrera-Molina
29 de octubre de 2012
Ser joseantoniano
En un 29 de octubre, a uno se le ocurre releer el discurso de La Comedia y descubrir de nuevo su vibrante actualidad. Pero me topé hace unos días con una conferencia de Enrique de Aguinaga que definía, muchísimo mejor de lo que podría hacerlo yo, lo que significa ser «joseantoniano»:
«Si por joseantoniano se entiende la persona que, en el estudio actualizado, por encima de factores circunstanciales, secunda el pensamiento de José Antonio Primo de Rivera, en cuanto arquetipo español y paradigma de hombría, me declaro joseantoniano.
Lo joseantoniano implica el conocimiento de la obra escrita de José Antonio (no solo dos o tres frases sueltas), esa obra completa ante la que Rosa Chacel exclama: Dos cosas son increíbles: una, que todo esto haya podido pasarme inadvertido a mi, en España; y otra, que España y el mundo hayan logrado ocultarlo tan bien...Leyéndole con honradez se encuentra el fondo básico de su pensamiento... fenómeno español por los cuatro costados.
Ser joseantoniano es saber que la recurrente y primeriza frase de la dialéctica de los puños y de las pistolas (Teatro de la Comedia, 29 de octubre de 1933) se clarifica inmediatamente , del modo que merece la pena transcribir al pie de la letra: La posición de Falange Española no es mantener el statu quo económico y social, con medidas coercitivas, por un procedimiento fascista, mussoliniano o hitleriano, o por un fascismo desvanecido o desvaído, ni tampoco propugnamos la revolución del puñetazo y de la pistola: vamos a una revolución más honda y trascendental no solo en la parte moral de los hombres sino en la política económica, aunque no se enteren los dirigentes socialistas ni dejen que se enteren las masas (Consigna, semanario FE, núm. 1, 7 de diciembre de 1933).
Ser joseantoniano es entender a José Antonio, por encima de cualquier bandería, como patrimonio de todos los españoles, fuente de ética, que nos propone, sobre las accidentalidades políticas, una profunda manera de ser, un estilo de vida, en el que la acción se somete a la inteligencia y se proclama el antiguo e ilustre sabor de la norma. Y todo ello, encuadrado en una portentosa personalidad, concentrado en una brevísima vida pública y culminado por un testamento estremecedor.»
Enrique de Aguinaga
Y yo, tras leerlo, no albergo ninguna duda de que que lo soy y conmigo, muchos miles de españoles que no saben que también lo son.
LFU
22 de octubre de 2012
"El poder de la fantasía". (Certero retrato de Boadella sobre la Cataluña de hoy)
(Publicado en El Mundo el 26 de septiembre de 2012)
No nos engañemos. No son únicamente los políticos. Con apenas un siglo de minuciosa tenacidad se ha ido moldeando en la mente de cientos de miles de catalanes una fábula elemental pero de una eficacia incuestionable. Todo ciudadano de este territorio tiene hoy la oportunidad de formar parte de una biografía impoluta en la que nuestros antepasados, recientes o remotos, no tuvieron responsabilidad alguna en los desmanes de la Historia. Los desequilibrios, angustias o perjuicios sufridos por dicha comunidad tienen siempre el mismo culpable real, convicto y al acecho. No es necesario ni averiguarlo, pues en la actualidad, este mecanismo ya brota instintivamente en cualquier hijo del territorio mítico. La cruda realidad resulta ahora algo inconcebible para todo catalán que se precie y la sola duda sobre los pormenores de la utopía es considerada una intoxicación promovida por el enemigo tradicional.
Visto desde fuera, el escenario provoca distintas consideraciones. Son muchos los españoles que no comprenden nada de lo que sucede, porque intentan juzgarlo bajo la óptica de la realidad y el sentido común, pero también son muchos los que entran en el juego y aceptan su papel de pérfidos en la leyenda. Y es precisamente esta actitud la que ha promovido una situación como la actual cuyos indicios nos hacen prever un desenlace irreversible.
Deberíamos reconocerles a los dirigentes catalanes en el ámbito de la política, la cultura y los medios de comunicación, una astucia magistral para alcanzar sus objetivos frente al Estado. En las últimas décadas han conseguido acomplejar a un buen número de españoles como responsables de coacciones a su libertad y sus derechos étnicos. No es nada nuevo, desde los tiempos de Cambó subsiste un perseverante entrenamiento en esta disciplina. No obstante, era imprevisible que todos los gobiernos de la democracia sucumbieran a la retorcida estratagema con un insólito olvido del pasado. El resultado de tal ignorancia está a la vista; el complejo de culpabilidad ha fluctuado siempre en el momento de tomar decisiones de Estado, incluso ante manifiestos chantajes, no fuera caso que lesionáramos los sentimientos del territorio oprimido. Obviamente, a medida que pasaban los años las responsabilidades de los gobiernos eran mayores pues mayor era el descaro de los dirigentes regionales. Desde el taimado Pujol, nombrado entonces «español del año» hasta el actual presidente regional que se permite órdagos retadores, han transcurrido cerca de 30 años. Durante este tiempo, mientras España miraba a otra parte o incluso alentaba los derechos históricos de la fábula, dos generaciones de catalanes han sido aleccionadas en el odio a lo español.
Quizás ahora ya es muy tarde para contrarrestar el poder de la ficción. Está demasiado extendida y todos sabemos que se trata de una fuerza avasalladora con la cual muchas religiones han dominado el planeta. ¿Cómo recomponer la trama de afectos mínima e imprescindible para vivir lealmente bajo el nombre de una nación? ¿Cómo desvanecer los ensueños de territorio mítico cuyo perpetuo enemigo pretende su desaparición? La muchedumbre de sonámbulos avanza hacia el abismo clamando consignas y enarbolando estandartes de pretendida libertad. Es lógico, pues nadie desea despertar a la realidad cuando ésta significa angustia, congoja, dudas o sacrificios.
Los agentes propagadores del quimérico somnífero son muchos y diversos. Los más ostentosos son los chicos de Esquerra que a pesar de su torpeza, por lo menos han funcionado a cara descubierta. Sin embargo, la distribución más eficaz ha corrido a cargo de los agentes dobles de CiU, PSC, ICV, con la aquiescencia del PP en los últimos tiempos. Me refiero siempre a la distribución pero no a la elaboración. Proporcionarle forma al engendro ha sido una labor eficazmente realizada por la totalidad de los medios catalanes a los que se ha subvencionado a cambio de elaborar una realidad inexistente favorable al empeño separador. Un ensueño de chicha y nabo apoyado en la inducción al sentimiento paranoico contra Madrid que de forma tan fácil, rentable y eficaz, penetra en el ciudadano predispuesto.
En este caso, los medios han sido algo más que simples mercenarios publicistas de un régimen porque sin esta falsificada realidad nada hubiera sobrepasado los delirios de unos grupúsculos. Bien es cierto que el éxito se ha producido por una conjunción de acontecimientos pues parece imposible conseguir, en un contexto democrático, la unión de todos los medios, ya sean públicos o privados, con un solo objetivo. En este sentido, no debemos olvidar algún hecho revelador como la famosa editorial conjunta, la cual vino a demostrar su predisposición al totalitarismo en cuestiones identitarias. Este poderío absoluto de los medios no sólo ha promovido una ficción cursi y xenofóbica sino que ha provocado el silencio de una mayoría, cuyo pensamiento se halla al margen de las fantasías étnicas, pero que permanece atemorizada al encontrarse desatendida ante la actitud de los gobiernos de la nación.
En el futuro, quizás dentro de pocos o muchos años, mi condición de dramaturgo me hace prever un macroproceso cuyo título podría ser El juicio de Núremberg-Ripoll. Allí los propios catalanes juzgarán las responsabilidades por haber transformado en territorio anodino, pedestre y resentido, lo que un día fue un lugar bello y agradable, repleto de gente sensata y educada, con un notable sentido cívico. Un lugar donde el sarcasmo y un grado soportable de chifladura llegó a producir genios como Josep Pla y Salvador Dalí, relegados hoy por la inteligencia cultural como desafectos al régimen. Es posible que el juicio tenga que ser simbólico y sólo en efigie de los acusados debido al tiempo transcurrido, pero como la vida es pendular no duden que esta catarsis llegará. Después, lo de siempre, demoler monumentos, cambiar nombres de calles, plazas, estadios…
En cualquier caso, buscando el lado positivo de la adversidad, me veo por fin como español en la tierra que nací gracias al pasaporte que me expedirá la futura embajada española de Barcelona. Una vejez como minoría protegida.
Albert Boadella es dramaturgo y director de los Teatros del Canal.
16 de octubre de 2012
"El silencio culpable". Por José Utrera Molina
Al hilo de los acontecimientos que se suceden cada día en Cataluña, merece la pena rescatar del olvido un artículo de mi padre publicado el 22 de junio de 1978 en ABC. Se estaba elaborando la Constitución, concretamente el Título VIII y el artículo -que fue tachado de alarmista y dio origen al primer pie de artículo de ABC desvinculándose del contenido del artículo- resulta leído hoy estremecedoramente profético:
"No se pretende la exaltación de la diversidad, sino el puzle. No se busca la necesaria descentralización, sino el mosaico gratuito." (...) " Tal es el caso del término nacionalidades, auténtica bomba de relojería, situada consciente o inconscientemente, por los muñidores del consenso, bajo la línea de flotación de la unidad nacional"
"El propuesto cantonalismo generará la hostilidad entre vecinos, la rencilla aldeana y el despilfarro del común patrimonio. Se está haciendo la artificial desunión de España, y, además, sin explicarle al pueblo lo que le van a costar las taifas" (...)
Callar cuando la unidad de España está en peligro sería la peor de las cobardías. Yo, al menos no quiero dejar de sumar mi voz a las que, con escándalo y alarma, se levantan frente al riesgo clarísimo de perderla. Quuiero que se sepa que no todos los españoles estuvimos de acuerdo en quedarnos sin Patria"
11 de octubre de 2012
Separatistas y separadores
Insisto y no me canso. Esta vez los separatistas catalanes van
en serio y se equivocan gravemente quienes restan importancia a la situación
tratando de objetivar las consecuencias económicas de una eventual
independencia.
Cataluña es, hoy más que nunca, tierra de misión para España.
De nada sirve rasgarnos las vestiduras hablando de disparates colosales, absurdos
históricos o espacios sin fronteras. Porque ellos están en la culminación del
mito, apelan a la emoción y al
sentimiento y el romanticismo no entiende de números.
Treinta y cinco años de
manipulación nacionalista con toda la fuerza de la administración pública y dos
generaciones educadas en el desafecto, cuando no el odio a España, no se
neutralizan en dos días.
España y su gobierno han de hacerse omnipresentes en
Cataluña para recuperar el tiempo perdido. Para que pierdan el miedo los miles
de catalanes que sienten en sus venas el nombre de España y para que otros
miles, presos de la mentira, sepan de una vez que no es posible una España sin
Cataluña porque jamás han existido la una sin la otra. España no puede limitarse a ser la Agencia Tributaria
o la Guardia Civil. Tiene que volver a hacerse presente, con aires de firmeza y
de libertad, en una tierra que durante demasiados años ha sufrido la opresión
del odio y de la mentira.
Y un aviso a los separadores. La chulería y petulancia de
los nacionalistas catalanes, más allá de la estupidez de algunos, tiene un claro
propósito: provocar una separación pasiva por hartazgo del resto de España. Cataluña es España y el español que reniegue
de Cataluña no merece llamarse español. Sólo los que se cansan pueden ser
vencidos y no podemos arriar las banderas y entregar en bandeja de plata a los
indeseables una parte esencial de nuestra patria. Otra cosa sería traicionar a
España y a todos los españoles que viviendo allí, no han perdido aún toda la
esperanza.
LFU
3 de octubre de 2012
Mi mejor camarada. Santiago Souvirón in memoriam. Por José Utrera Molina
Hace unos días
he perdido a uno de mis más fieles y entrañables camaradas. Rectifico, no lo he
podido perder, porque está no solamente en el corazón de mi memoria sino en el
mejor de los mundos conquistados con su dignidad y su valor. Todo lo que yo
pueda decir de Santiago Souvirón Utrera quedaría dolorosamente sorprendido por
la falta de espacio en el que yo podría poner las excepcionales virtudes que le
adornaron.
Muy joven, con 16 años, -eso apenas lo comprenderán los jóvenes de
hoy- marchó a la División Azul a combatir en Rusia por los ideales a los que
había consagrado su vida. Lo hizo sin alardes, sin proclamaciones, con la
sencillez suprema con que los soldados se enfrentan a la vida y después a la
muerte. Marchó en el tren con miles de expedicionarios y allí se distinguió en
las heladas estepas de Rusia por su valor y su coraje. Ya en Málaga, cuando me
fueron concedidas ciertas responsabilidades en el gobierno falangista de Málaga
le elegí a él como mi más directo y entrañable colaborador. Santiago tenía la
infinita sabiduría de la discreción, el sentido de la humildad que conquistaba
con su sensatez y su sencillez a cuantos le conocían. Jamás le vi entristecido
por el rencor, nunca supe de su odio al enemigo, caminamos juntos muchas veces
para conquistar la confianza de los que todo habían perdido y alzar sobre el
pavés de nuestra bandera nuestro instinto de reconciliación y de verdad.
Todo
cuanto escriba de Santiago se quedará corto. No he conocido en Málaga a nadie
que pudiera igualarse a él en caballerosidad en hombría de bien. Tenía eso que
no todos comprenden pero que constituye un valor sustancial que se llama
estilo. El suyo era inimitable, el espacio donde lo ejerció tan infinito como
fue su misericordia para los que no pensaban como él. Era alegre y jovial, se
entusiasmaba con las cosas bellas que crecían alrededor nuestro, no le daba
importancia a su sacrificio personal, a su entrega y al gozo de su lealtad. Su
ambición se reducía a poder contemplar alguna vez con sus ojos una patria unida
en el amor, en la justicia y en la fe de su destino. Recuerdo que hablaba con
él con mucha frecuencia. Siempre tenía la sonrisa a flor del labio. Nunca le vi
descontento o malhumorado y mucho menos belicoso y agresivo. Era toda una
bondad en ejercicio. Una nobleza realizada en cada acto de su vida. Puedo decir
que soñamos juntos en una patria que al final se nos ha caído de las manos,
pero él hasta los últimos momentos de su vida no ha perdido la fe. Escuché sus
últimas palabras, estaban rotas por su enfermedad, pero su eco trascendía y yo
podía darme cuenta del tesoro de su limpieza moral que se encerraba en su
infinito corazón.
Málaga
constituyó siempre un gran amor para Santiago y también se sintió hasta el
final periodista, agudo, reflexivo, abarcaba muchos campos, yo le conocí en sus
afanes deportivos, en su inteligencia para narrar acontecimientos en el mundo
del deporte en el cual también estuvo generosamente implicado.
Cada día que
pasa me encuentro con más nubes de soledad que rayos de sol estimulantes. Llamo
y no me contestan, pregunto y no me responden, pero yo sé en el fondo de mi
corazón que los que fueron mis amigos, mis camaradas entre los cuales en
primacía absoluta destaco a Santiago, recogerán al menos el eco de mi voz
dolorida. Tere, su mujer, con la que compartimos amistad y esperanza, sabe
hasta qué punto era mi amigo y mi hermano Santiago Souvirón Utrera. También lo
sabrán los siete hijos que harán escolta a su ejemplo y a su dignidad. Descanse
en Paz el que fue soldado, amigo y claro confidente. Estoy seguro que allá en
lo alto habrá un nuevo lucero para él.
JOSÉ UTRERA MOLINA
EX SUBJEFE PROVINCIAL DEL
MOVIMIENTO DE MÁLAGA Y EX MINISTRO
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