"Mi sueño es el de la patria, el pan y la justicia para todos los españoles, pero especialmente para los que no pueden congraciarse con la patria, porque carecen de pan y de justicia.". JOSÉ ANTONIO

7 de septiembre de 2010

El regreso

No es infrecuente -sino todo lo contrario- que cuando uno se reencuentra con amigos al regreso de las vacaciones, surja la misma pregunta de rigor: "¿Ha sido dura la vuelta?". La inercia te incita a contestar que sí, que lo ha sido y que cuesta mucho volver a poner el cerebro a las revoluciones normales de la vida laboral. Este año, sin embargo, a la primera persona que me lo preguntó -era una mujer- le espeté que no, que no sólo no había sido dura sino que, con la que está cayendo, doy gracias a Dios por tener un trabajo esperándome a la vuelta de mis vacaciones. La mujer en cuestión, que sin duda esperaba una respuesta de rigor para cumplir el trámite, se quedó un tanto perpleja, pero inmediatamente reaccionó dandome toda la razón.

No está el barro para hacer muñecos. El fantasma del paro ha dejado de ser un expectro para convertirse en una realidad cercana a cada uno de nosotros. El pesimismo se ha instalado en una sociedad inerme, impotente ante la colosal inutilidad de un gobierno en liquidación por derrribo (¡qué cabe decir de un gabinete que con más de un 20% de paro prescinde virtualmente -aunque sigue cobrando- de su ministro de trabajo para hacer campaña electoral en Cataluña!) y hastiada de una oposición cómoda en el sistema e instalada en el dontancredismo, esperando a ver pasar el cadaver de su enemigo.

España, por su historia y su prestigio, merece algo mejor, pero tenemos una sociedad instalada en la telebasura y en el subsidio a la que cada vez más le importa una higa que nos precipitemos hacia el abismo. Necesitamos un poco de aire puro en medio de esta atmósfera turbia y agotada, voces nuevas que traigan de nuevo la esperanza al pulso exangüe de España, refundando un sistema político que se ha revelado funesto y absolutamente pródigo y aniquilador de recursos.

España necesita algo del sentido común que se perdió al redactar el título VIII de la Constitución y ha brillado por su ausencia en el desquiciado e inacabable proceso autonómico que acabará por quebrar irremisiblemente las arcas del Estado.

Y termino por donde empecé. No está el panorama como para quejarse de la vuelta al trabajo. Pero ojalá algún día podamos volver a contestar con normalidad, para cumplir el trámite, que la vuelta ha sido durísima.

Un abrazo a todos

LFU

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