
Es la palabra más suave que encuentro para definir la campaña mediática de los sindicatos de cara a la huelga trampa del próximo día 29. Pero la campaña -una basura inconmensurable- les define.
Indignación, lo que siento al cuenta de que yo he pagado con mis impuestos una parte de esa campaña.
Impotencia de ver la plaza de Vistalegre repleta de miles de vagos y maleantes con pañuelo rojo -liberados sindicales- preparados todos para trabajar el único día del año que lo hacen: justo el que quieren impedir que trabajemos los demás.
Hastío, de una sociedad adocenada que no se rebela contra estos sinvergüenzas que se lo están llevando crudo desde el año 2004 para taparles la boca. ¿Alguien ha escuchado a algún dirigente del PP denunciar la sinvergonzonería de esta caterva de ladrones? ¿Acaso todo vale con tal de que el infame se desgaste?
Urge, aunque sea tarde, un cambio radical que busque la regeneración de la sociedad española y haga temblar sus cimientos. Ya no sirven los parches. (Y no penséis que estoy haciendo apología del golpe de Estado. Tras leer a Malaparte, he quedado convencido que, hoy en día, la regeneración tiene que surgir de la propia sociedad y de su hartazgo)
LFU