"Mi sueño es el de la patria, el pan y la justicia para todos los españoles, pero especialmente para los que no pueden congraciarse con la patria, porque carecen de pan y de justicia.". JOSÉ ANTONIO

6 de febrero de 2015

Un inquietante porvenir. Por José Utrera Molina


La portada de ABC de ayer sobre la estimación de voto de los españoles invita a una seria y profunda reflexión. No se trata de establecer equivalencias ni de juzgar proporcionalidades. Ante nuestros ojos aparece dibujado en trazos gruesos el próximo porvenir de España. Hay una fuerza emergente que sin duda alguna ha de ser reconocida. La conveniente estabilidad y la determinación en la política no permiten mirar con indiferencia el empuje de una perturbación institucional efectiva.  No sólo está en juego el sistema partitocrático que salió de una transición pacífica, aunque cortoplacista. A mi modesto parecer, son los cimientos de la España vital los que  se están asentando sobre arenas movedizas.

Los pueblos soportan variaciones y cambios con asombrosa normalidad pero otear en el futuro lo que pudiera significar el triunfo de una izquierda radical borra todas las posibilidades de progreso y de concordia. Es necesaria más que nunca una completa renovación de unas instituciones vapuleadas por el descrédito de una prolongada y amplia epidemia de corrupción.  Pero para eso hay que poner sobre el tapete de la historia coraje y decisión.  Existe una crisis fundamental que afecta a la estructura de un sistema que arrebató al ciudadano su representatividad en beneficio de los aparatos de los partidos y que no ha resistido los embates de una crisis económica que ha tenido efectos devastadores en la esperanza de una juventud que cuestiona legítimamente la viabilidad de unos principios que entonces se consideraron ejemplares.  Si no corregimos a tiempo la estructura esencial de España, si no le damos la vuelta a un sistema indudablemente agotado, corremos el peligro de afrontar su dolorosa liquidación.

Los restos de una España apolillada tienen que ser barridos porque en el caso contrario, el acecho de fuerzas antinacionales será un hecho inescrutable. Buena parte de la culpa la tiene la debilidad ideológica de la llamada derecha española que ha renunciado a la defensa de sus principios tradicionales acomodándose acomplejada  ante la pretendida superioridad moral de la izquierda. Y es que, ante el intolerable espectáculo cotidiano de la corrupción de buena parte de la clase política, sindical y financiera, las cifras de la recuperación económica no se me antojan como remedio suficiente capaz de ilusionar a un electorado que se ha sentido claramente defraudado. 

Los impulsos revolucionarios estuvieron siempre en la raíz de la historia de España y es responsabilidad del hombre político encauzar esas corrientes, en ocasiones arrolladoras, para el bien común de todos los españoles. Los restos de una moral cainita están sobre el tapete de la historia y es preferible borrar esos vestigios porque no conducen a ningún espacio de tranquilidad sino a una zozobra peligrosa y destructiva.

La juventud necesita ríos de seguridad, espacios abiertos a su participación y rechaza el desprecio y el orgullo de los que creen saberlo todo y sin embargo no hacen nada.  Por eso me resisto a creer que esta generación que ha vivido en la esquina de una tragedia sobre la tierra de España, pueda incurrir en la defensa de situaciones políticas, de ideas y de principios que el tiempo había clausurado. A estas alturas, fortalecida ya la idea de una unidad europea, no podemos regresar al ámbito estrecho de un particularismo suicida.

Ojalá nuestros gobernantes se apresuren a encauzar con nobleza y generosidad el torrente de novedad que representa el empuje de un movimiento que acierta en el diagnóstico, pero amenaza y atemoriza con soluciones imposibles. España no puede perecer ante una banda organizada de iluminados que pretenden hacernos revivir épocas felizmente superadas.

Si el gobierno renuncia a liderar un ambicioso cambio en el sistema fiándolo todo a las cifras macroeconómicas, corre el riesgo de ser arrastrado por un torrente demoledor de realidades. Yo tengo ese temor, pero mi corazón alberga también la esperanza de que el cambio que se avecina pueda ser positivo. España tiene al alcance de su mano un futuro prometedor en dichosa convivencia, pero requiere en esta hora crítica gobernantes que sepan estar a la altura de las circunstancias.


JOSÉ UTRERA MOLINA

2 de febrero de 2015

"Podemos" como síntoma.

Como a todo cuerpo enfermo, al sistema partitocrático de la segunda restauración le ha salido una pústula que, por un lado, muestra su propia fragilidad y, por otro, amenaza con su destrucción.

El sistema no ha soportado la prueba de una crisis económica profunda y prolongada. En la Alemania de entreguerras la terrible crisis alumbró un monstruo como el nazismo que vino a dar falsas esperanzas y sueños de grandeza a un pueblo sometido que vivía en una atmósfera irrespirable rodeada de miseria.  En España, el populismo de corte marxista de «Podemos» emerge con fuerza entre millones de mileuristas y cieneuristas que han visto como la crisis les dejaba sin trabajo, sin capacidad de hacer frente a sus deudas, desahuciados del hoy y del mañana, mientras asistían atónitos al imperio de la mentira y la corrupción generalizada en los partidos, sindicatos, cajas de ahorro y en la mayor parte de las instituciones del Estado. 

Resulta ingenuo no darse cuenta que el diagnóstico que hace «Podemos» de la realidad de nuestra nación es esencialmente correcto. Su percepción de la oligarquía financiera y partitocrática de estos años es, por desgracia, absolutamente certera y justa pues ha sobrado codicia y ha faltado ejemplaridad. Otra cosa son las fórmulas que propone, que son tan rancias o más que el sistema mismo, ancladas en un frentepopulismo marxista trasnochado y anclado en los postulados de la nefasta II República.

Ante la aparición de este síntoma de evidente agotamiento, ya no valen las formulas caducas y mucho menos la demonización del adversario. La apelación al voto del miedo es cortoplacista y peligrosa y centrarlo todo en la economía es de una ingenuidad mayúscula.   Si el sistema del 78 no afronta un cambio profundo que establezca cauces reales de representación que sustituyan a los aparatos de los partidos, que hurtando la soberanía al pueblo quitan y ponen a capricho parlamentos, gobiernos, miembros del consejo del poder judicial y tribunal constitucional, es muy probable que acabe siendo destruido por las fuerzas antisistema.

La única solución posible es ir hacia un sistema de circunscripciones en las que se asegure que cada representante responde ante su electorado y no ante su partido, hoy por hoy el único electorado que tienen los representantes. O el sistema barre y airea la casa o será inevitablemente barrido desde fuera.

O el sistema se reinventa totalmente y termina de una vez con la partitocracia,  o la partitocracia acabará con el sistema sustituyéndolo por algo mucho peor.


LFU

27 de enero de 2015

Hay que creer en España

Traigo aquí un curioso editorial del Diario "Pueblo" del mes de julio de 1974, elaborado sobre la percha de una bonita fotografía en la que aparezco con mi padre, llevando el uniforme de la OJE, contraponiendo la tecnocracia y el utilitarismo, representados por Garrigues, a la lucha imposible de mi padre por evitar que el Movimiento languideciese como un cascarón vacío que, en pocos años, acabaría por disolverse por falta de sustancia.

Sin embargo, me ha llamado la atención la siguiente frase por su indudable actualidad, cuarenta años después:  «Malo sería que deseásemos volver a presuntos racionalismos en los que no fuese posible que la palabra política que se proyecte sobre el mañana se hiciese mano apoyada en el hombro de un niño. Y malo será que ese lenguaje no se entienda por quienes dicen que pretenden entender lo que es nuestro pueblo.» 

LFU

20 de enero de 2015

España, Patria y Ejército. Por José Utrera Molina



Para dar vida a la vida, Dios creó la palabra. La palabra lo es todo y no caben envolturas perniciosas que ataquen su propia esencia. Desde mi niñez, he respetado siempre no ya el uso de las palabras, sino su propia raíz para no crear confusiones ni desalientos. Hoy leo en las páginas del diario ABC un artículo de Gabriel Albiac que encuentro absolutamente improcedente. Se reitera en todos los medios de comunicación la exigencia de respeto a la libertad de prensa, pero todos sabemos que esa palabra hermosa, justiciera y universal a veces se quiebra en la vileza de las malas intenciones. El artículo al que me refiero ofende no solamente a colectivos muy concretos sino a muchísimos españoles, entre los que me cuento.

El Señor Albiac tiene derecho, que no discuto, a escribir lo que le parezca oportuno. Pero hay límites a esa oportunidad. Afirma que en España, la patria, el ejército y ella misma, fueron secuestradas por la dictadura quebrantando el uso normal de su sentido en la lengua, que el sentido de tales vocablos nos fue arrebatado por aquél régimen. Y yo le contesto que tal aseveración no solamente constituye un error de visión, sino un ataque injusto y miserable a los que hemos pronunciado el nombre de España con las entrañas de nuestro corazón.

Estoy obligado a decir que al menos yo y muchos que pertenecen a mi generación -y tengo ya 88 años-, hemos nombrado y comprendido a España como un valor permanente y absoluto y no como una expresión insulsa y zarzuelera. La hemos escuchado con emoción en labios de los que iban a morir, la hemos ensalzado en estudios y en trabajos que valoraban en alto grado lo que nuestra patria representaba. Es cierto, que el vocablo patria estuvo muy presente en la etapa de la dictadura que el señor Albiac condena. “Todo por la patria” era el emblema común que presidía nuestros acuartelamientos y centros militares. Quien lo ideó no creo que estuviera ofendiendo con ese rótulo, -cuya significación es de todos conocida- a un valor extraordinario y permanente.  En relación con el ejército, al que me siento ligado desde la etapa de la milicia universitaria, declaro que su contenido, sus formas y su disciplina no constituían jamás un abuso sino una declaración formal y efectiva de lo que como esencia permanente correspondía al nombre de España. Creíamos entonces y lo recoge también el artículo 8 de la Constitución que el ejército era la salvaguardia de lo permanente y no la referencia más o menos retórica de un valor circulante.

Afirmar que España, patria y ejército han sido exhibiciones permanentes de un régimen político determinado, no sólo no responde a la verdad sino que entra en la infame categoría de las vilezas. Afirmar que el valor de la patria, el sentido de España y la esencia del ejército se perdieron en 1939 es simplemente una mentira. Desde 1939 no secuestramos las palabras sino que las rescatamos y ensalzamos orgullosos frente a aquellos que, primero las condenaron al ostracismo, sustituyendo a España por la República y luego las insultaron con aquellos gritos de ¡Muera España! que muchos todavía recordamos y que por su edad el señor Albiac no ha podido conocer.

Ya va siendo hora de que estos vocablos enaltecedores de valores permanentes y absolutos mantengan su valor sin menoscabar su esencia. Que se pronuncien, como entonces, con orgullo y sin estúpidos complejos. Sostener que el régimen anterior arrebató a los españoles el uso normal de tales palabras no es un error, es una infamia y como tal espero que quien ha escrito esas palabras indeseables sepa rectificar cabalmente. Ya va siendo hora de que se diga la verdad y toda la verdad.


JOSÉ UTRERA MOLINA

16 de enero de 2015

Sobre Charlie y los peligros del multiculturalismo

Como acertadamente escribía hace días Enrique García Máiquez, todos los que creemos en los valores de la civilización cristiana somos víctimas potenciales del islamismo radical. Eso es lo único que me une con quienes hacen negocio de la blasfemia, de la procacidad y la provocación soez, a los que por lo visto no se puede reprochar su actitud so pena de ser acusados de justificar su asesinato. 

Me gustaría ver al “equidistante” Fernando Ónega decir lo mismo que ha dicho hoy del Papa Francisco, si estuviéramos hablando de una revista que reivindicase, por ejemplo, los valores del nazismo y la negación del holocausto y quienes les hubieran acribillado hubiera sido un comando de desvariados integristas judíos.

Las civilizaciones entran en decadencia cuando dejan de creer en sí mismas y la civilización occidental comenzó su declive cuando dejó de defender y reivindicar los valores de la cristiandad que son los que han constituido su basamento.  

Lo que estamos viviendo en Europa en los últimos tiempos es una consecuencia lógica del llamado “multiculturalismo”, que no es sino la plasmación del complejo de nuestra civilización ante culturas claramente inferiores que niegan el respeto a la dignidad profunda del ser humano, que degradan a la mujer hasta límites intolerables y discriminan al infiel de forma notoria, pero cuya fuerza viene de la propia cohesión de sus componentes quienes fomentan el arraigo de sus valores y creencias.

Toda comunidad tiene derecho a defender su modo de vida y sus principios frente a la agresión de quienes se niegan a integrarse y quieren imponer una cultura totalitaria basada en el fanatismo religioso. Pero para exigir la aceptación de unos valores, primero hay que creer en ellos y no tengo muy claro que los líderes europeos estén dispuestos a reconocer y reivindicar los valores de nuestra civilización cristiana y occidental.


LFU

2 de enero de 2015

La Cruz y el Puñal

Título: The Cross and the Switchblade.
Autor: Reverendo David Wilkerson.

Se trata de unos de los libros fundacionales del movimiento carismático cristiano en Estados Unidos y por extensión en el resto del mundo. La Renovación Carismática, potente motor en la actualidad dentro de la Iglesia Católica reconoce, sin embargo, como uno de lospioneros de la experiencia carismática al reverendoprotestante Wilkerson y sus seguidores que a finales de los 50 surgen en las barriadas más castigadas por la droga, la violencia y la exclusión en Nueva York.

Es una narración autobiográfica centrada en el nacimiento de la experiencia de redención personal y espiritual de los jóvenes miembros de las bandas delictivas que surgen en la periferia del sueño americano, precisamente en el lindero más cercano del American Dreamen el Bronx y en ciertas zonas de Brooklyn, en las zonas suburbiales de Nueva York, dónde las condiciones de vida de los inmigrantes venidos de Puerto Rico, República Dominicana y las comunidades negras más humildes convivían en unas circunstancias de enorme precariedad, en vecindad dolorosa y contradictoria con la gran opulencia de la ya entonces, capital del mundo a fines de la década de los 50.

También es un relato de conversión y seguimiento interior a la llamada del Señor. Ése y no otro es el leit motiv del relato. Escrito con sencillez es difícil no sintonizar y emocionarse con la obediencia valiente y humilde a la llamada que el reverendo recibe y la tenacidad llena de fe con la que prosigue su obra en la confianza que la Providencia es la que guía sus pasos. Asimismo resulta no poco chocante y sorprendente, para la mirada racionalista y analítica del europeo actual (creyente o no),la invocación al Espíritu Santo y su manera de manifestarse que el reverendo y sus seguidores plantean como elemento medular de su predicación y experiencia religiosa.

Quien quiera conocer esta realidad emergente en el Cristianismo actual, que tiene una fuerza notable, aparentemente destinada a seguir creciendo y a jugar un papel importante en la unidad de los cristianos de todas las confesiones, éste es un buen libro para comenzar a conocer a la Renovación Carismática, cálida e inconfundiblemente cristiana. 

César Utrera-Molina Gómez

24 de diciembre de 2014

El mártir, la guerra y la Navidad

El mártir, la Guerra y la Navidad.

Esta madrugada a eso de las cuatro de la mañana me he despertado agitado por la intensa conversación mantenida esa misma tarde noche con Andrés Trapiello, mi padre y mi hermano Luis Felipe. Había perturbado mi sueño, habitualmente profundo y alérgico a todo insomnio, las palabras cosidas de dolor de Trapiello al hablar de la furia violenta, larvada por la insensatez de tantos, que se desató en aquél verano.

Me he serenado pensando y recordando esta foto estremecedora hecha a un sacerdote aragonés (cuya identidad sigue discutida, algunos se la atribuyen a Martín Martínez Pascual, véase entrada anterior) antes de morir fusilado en los altos trigales de Aragón en el estío sangriento del 36.
En esta mirada está la esperanza del mundo y la de mí patria, España. Ante la proximidad de la muerte, el gesto reposado muestra sin jactancia que la muerte no es el final. Que el encuentro y la intimidad con el Señor le sostiene y su serenidad es un anuncio de que el perdón a sus ejecutores ya está en su corazón, del que su rostro es espejo iluminado.

Toda la furia desatada de ese verano que aún algunos insensatos revuelven sin prudencia, tiene su antídoto en esta mirada. La del perdón. La que permite empezar de nuevo y reconciliar la vida con el dolor, en nuestra vieja tierra y en cualquier otra.

Hoy, día de Nochebuena, volvemos a mirar la ternura del Niño que nace y mi corazón se conmueve de alegría porque el amor de su cuna siguió siendo fecundo 1.936 años después y lo seguirá siendo en el corazón de los abren su vida a Él.

Beato desconocido. Feliz Navidad. Ora pro nobis.



César Utrera-Molina Gómez
24 de diciembre 2014 

23 de diciembre de 2014

Feliz Navidad


"Dios se ha hecho pequeño para que nosotros pudiéramos comprenderlo, acogerlo, amarlo"

Benedicto XVI

Los que hacemos Arriba, en esta singladura desde el mes de julio de 2007, os deseamos una feliz Navidad , que Dios os bendiga a todos y que Su Corazón reine para siempre en España.

LFU.



22 de diciembre de 2014

"Ni amnistiados ni prescritos". Por Fernando Suárez González

Pocos se acuerdan ya de D. Lucio Rodríguez Martín, el joven y modesto policía armado que, once meses después de ingresar en el cuerpo y vestido de uniforme, prestaba servicio de vigilancia en las oficinas de la compañía Iberia, en la calle Alenza de Madrid, el 14 de julio de 1975. Eran aproximadamente las diez de la noche cuando un comando del llamado Frente Revolucionario Antifascista y Patriota (el FRAP de tan triste memoria) le disparó por la espalda. Lo habían escogido al azar, después de recorrer en un coche robado diversas zonas de Madrid buscando al que les iba a resultar más fácil. La propia organización se atribuyó el crimen, en comunicados a diversos periódicos de Madrid. 


Lo enterraron en Villaluenga, en la provincia de Toledo, donde vivía también su jovencísima novia, con la que se disponía a contraer matrimonio. Los padres y hermanos del policía Rodríguez Martín, como los de tantas otras víctimas anteriores y posteriores, no podían entender la razón de tanta crueldad, que era, efectivamente, irracional.


La eficacia de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad fue, en aquel caso, total, y en setenta y dos horas fueron detenidos el organizador y los cuatro ejecutores materiales. El consejo de guerra que juzgó aquella causa condenó a la pena de muerte a tres de los implicados y a las penas de reclusión de treinta y veinticinco años, respectivamente, a los otros dos.


Estamos hablando de 1975 y es forzoso recordar que cinco años antes el Jefe del Estado había indultado de la pena de muerte a seis terroristas condenados por un consejo de guerra que había tenido lugar en la ciudad de Burgos. Entre aquel indulto y julio de 1975 se produjeron en España cuarenta y dos asesinatos a manos de bandas terroristas, entre ellos los del presidente del Gobierno, el almirante D. Luis Carrero Blanco, su conductor civil, D. José Luis Pérez Mogena, y su único policía de escolta, D. Juan Bueno Fernández, y los de las doce víctimas que fueron sacrificadas por la bomba de la cafetería Rolando, en la calle del Correo.


Junto con el aludido consejo de guerra que condenó a los asesinos de D. Lucio Rodríguez Martín, otros tres juzgaron a los autores de los asesinatos del cabo de la Guardia Civil D. Gregorio Posadas Zurrón, del teniente de la Guardia Civil D. Antonio Pose Rodríguez y del cabo de la Policía Armada D. Ovidio Díaz López, imponiendo otras ocho penas de muerte. 


El Consejo de Ministros se enteró, como era obligado, de aquellas sentencias, algunas confirmadas por el Consejo Supremo de Justicia Militar, y el Jefe del Estado conmutó por treinta años de reclusión las penas de muerte impuestas a seis de los autores que, aun habiendo prestado su imprescindible colaboración (conduciendo el coche, aportando las pistolas, facilitando la munición o cubriendo la retirada) no habían sido autores materiales de los disparos. Es rigurosamente falso que los ministros impusieran pena o firmaran documento alguno. Como lo es también que el terror de aquellos años tuviera como argumento pretendidamente legitimador la lucha por la democracia.


Si no bastara la consideración de que un verdadero demócrata jamás utilizará la violencia para defender proposición alguna, la vil mentira quedó de manifiesto cuando, aprobada la ley para la reforma política que nos situaba en el camino de la democracia e incluso aprobada la Constitución que consagraba felizmente la Monarquía de todos y estructuraba definitivamente la democracia tantas veces fracasada entre nosotros, se produjeron aún más de setecientos atentados terroristas. Sostener que la democracia española le debe algo al terrorismo es una burda falsificación.


A poco sentido que tuviéramos, sabíamos que se aproximaban tiempos de cambio y que nuestra imagen de políticos sufriría un serio deterioro por las exigencias de la lucha antiterrorista, pero, sin perjuicio de las matizaciones que algunos hicimos y que el juramento impide revelar, teníamos el convencimiento de que la política no es el «arte de negociar la conveniencia propia» –como la definió peyorativamente el padre Feijóo–, sino «profesión de hacer bien a muchos, aun con pérdida propia», como acertó a decir el beato Juan de Ávila.


Quienes vivimos aquellos dramáticos momentos sabemos bien que en las desmedidas protestas suscitadas en algunas capitales europeas había mucho más de ataque a Franco que de petición de clemencia, y sabemos también quiénes cerraron el camino a cualquier benignidad. Cuando en julio y septiembre de 1976 Valery Giscard d´Estaing no tuvo a bien ejercer el derecho de gracia y la hoja de la guillotina cayó sobre el cuello de criminales franceses, no se conmovieron los que se oponen a la pena capital en función de quien la aplique.


Casi cuarenta años después, cuando ya no existe ese duro castigo, cuando creíamos que había sido posible la concordia, cuando España podría tener ante su futuro los más amplios horizontes de convivencia democrática, se intenta resucitar el odio al adversario y parece buscarse una infame revancha, intentando ennegrecer el prestigio y la honra de algunos intachables gobernantes que en el pasado trabajaron, con decencia impecable, por el desarrollo cultural, económico y social de España. No tengo espacio para trazar el perfil de los ministros de los que hablan estos días los medios de difusión, y quiero solo dejar constancia de que de todos ellos –de todos– me siento solidario.


En algunos casos, todavía no ha comentado ningún creador de opinión que la juez argentina que pretende encausarnos actúa, no sé si por mala o por ignorante, a instancia de tres de los participantes en el asesinato del policía armado de que hablaba al principio. Indultados por Franco y amnistiados por la ley de octubre de 1977, pretenden ahora, con pasmosa inverecundia, que se olviden sus delitos y que se persiga a quienes aplicaron las leyes entonces vigentes. 


La magistrada no se ha dirigido jamás a ninguno de nosotros, que somos lo suficientemente notorios como para localizarnos con bastante facilidad. Ha viajado por España dedicada a sus pesquisas y sin el menor interés en hacernos una sola pregunta y se descuelga ahora con la petición de extradición a Argentina para una «declaración indagatoria», en un auto que por cierto ordena comunicar a los querellantes, seguramente para trasladar el escándalo a la prensa, pero que en ningún momento hace llegar a los ciudadanos perseguidos.


Para añadir confusión a tanto desatino, hay algunos preclaros responsables actuales que pretenden eludir el problema recurriendo a prescripciones y amnistías, lo que equivale a aceptar que hubo delitos, y por eso no vamos a pasar. Indague cuanto quiera la juez rioplatense, pero tiene muy poco que indagar: Todo ha sido notorio, conocido, publicado mil veces y sabido de sobra por los electores de 1982, de 1986, de 1987 y de 1989.


Ni delitos, ni prescripciones ni amnistías. Excuso decir la tranquilidad con que espero que me vengan a detener policías o guardias civiles, compañeros de los centenares que fueron víctimas del terrorismo que ensangrentó España y a quienes somos muchos todavía los que no vamos a olvidar. 


15 de diciembre de 2014

Cuatro mentiras gruesas sobre el Valle de los Caídos


1.       Una obra faraónica en tiempos de miseria.  El Valle de los Caídos no costó una sola peseta al erario público. El 75% de su coste se financió con el sobrante de la “suscripción nacional”, las donaciones voluntarias al bando nacional durante la guerra civil y el 25% restante con los ingresos derivados de dos sorteos extraordinarios de Lotería Nacional a partir de 1957.

2.       Construido por mano de obra “esclava”. En su construcción participaron principalmente trabajadores libres y un porcentaje menor de presos (inferior a 2.000 en total y nunca más de 750 a la vez), entre los años 1942 y 1950, en régimen de redención de penas.  Todos ellos eran voluntarios, que debían solicitar ser destinados a dicha obra con lo que reducían
el tiempo de su condena por este medio (primero 3 días de condena por día de trabajo y luego 6 días de condena por día de trabajo), además de cobrar un salario exactamente igual al de los trabajadores libres. Además, disponían de una serie de ventajas (seguros sociales, amplia libertad de movimientos y trato normal con empleados libres, visitas, estancias y colegio para familia e hijos, mejor alimentación, etc.).  Muchos de ellos continuaron trabajando como libres después de redimir su tiempo de condena.

3.       “Miles de muertos” en su construcción.-  El médico de las obras, D. Angel Lausín a la sazón, preso redimiendo condena contabilizó un total de 15 accidentes mortales entre 1943 y 1962, tanto de trabajadores libres como de presos que redimían condena, lo que teniendo en cuenta las colosales dimensiones de la construcción, la duración de la misma y las medidas de seguridad entonces vigente.

4.       El “mausoleo” de Franco.   Todo parece indicar que Francisco Franco jamás pensó en ser enterrado en el Valle de los Caídos. Nada dejó por escrito y tampoco dijo nada a su familia. De hecho, tanto él como su mujer tenían preparado un pequeño panteón en el cementerio de El Pardo-Mingorrubio que Franco visitó y al que eliminaron algunos adornos por haberlo considerado excesivamente suntuoso. La decisión la tomó el Consejo de Ministros presidido por el Rey Juan Carlos, tras preguntar a su familia si había dejado alguna indicación al respecto, firmando el primero y único de sus Decretos con la fórmula tradicional de “yo el rey”.  Comunicado a la comunidad benedictina, hubo que hacer un agujero a toda prisa en la parte posterior del presbiterio  desviando los conductos de calefacción que pasaban por dicho lugar (lo que explica bien que nunca se pensó que aquél lugar alojase ningún enterramiento). Uno de los monjes recordaba que al enterrar a José Antonio, la primera de las losas de granito que sirvió una cantera de Collado Villalba fue desechada por no tener las dimensiones requeridas, por lo que llamó a la cantera por si la conservaban. Ante la respuesta afirmativa, pidió que grabaran por la parte posterior el nombre de “FRANCISCO FRANCO”. Así que el reverso de la lápida que hoy puede verse en la Basílica lleva escrito el nombre de “JOSÉ ANTONIO”. 
LFU





10 de diciembre de 2014

«Podemos» o el espíritu de la Cheka

La campaña de acoso y derribo contra el periodista de Tve Sergio Martín por la entrevista a Iglesias Turrión por parte de la izquierda chequista, instalada desde hace décadas en el Consejo de Informativos de la televisión pública, es un síntoma más de la eficacia e impunidad con la que la cheka acúa en la represión de cualquier actitud desviacionista o contrarrevolucionaria.

Resulta quimérica una condena semejante a periodistas chequistas como Wyoming, Sopena, Llamas o a otros más taimados como la incisiva Ana Pastor por parte de un partido del centro derecha, por supuestos agravios a un líder de su espectro ideológico. Al día siguiente de intentarlo, toda la progresía cejijunta, con Pilar Bardem a la cabeza organizaría un casposo y multitudinario aquelarre tricolor en defensa de la libertad de información.

Sergio Martín no hizo más que colocar a Iglesias frente a sus propias mezquindades, en un acto de osadía poco frecuente dado el sesgo a babor de la mayor parte de sus compañeros de profesión.

Iglesias ha señalado más de una vez públicamente la conveniencia de que los presos de ETA salgan de las cárceles, por lo que a nadie debe extrañarle que se le tenga por satisfecho por haberse cumplido su deseo. El problema es que al final, todos los chequistas, acostumbrados a pastar entre sumisos correligionarios, se arrugan a la interperie. No ha tenido el valor de mantener ante millones de españoles lo que arenga en sus homilías podémicas ante el populacho hambriento de circo.

Iglesias se aleja así de la frescura original, rompedora y revolucionaria de su primer momento, para instalarse en el ámbito de la corrección política de su denostada “casta”. La sangre inocente derramada por Santi Potros ha hecho que se tenga  que tragar inesperadamente sus palabras y eso no le ha gustado nada.  Por eso envía a sus perros de presa contra el osado entrevistador que acaba de ingresar en las nutridísimas filas de “fascistas” a los que arrojar a los leones.


LFU 

24 de noviembre de 2014

El PP y el voto del miedo

No descubro la pólvora si digo aquí que el Partido popular a estas alturas, tiene toda la esperanza puesta en el miedo al advenimiento de PODEMOS como su única tabla de salvación de cara a las próximas generales.  Arriola es malo, pero no tonto y tiene abducida a la cúpula del partido que ve como la tierra se empieza a mover bajo sus pies.

Como todo partido que aspira a conquistar la mayor cuota posible del electorado, el Partido popular hace tiempo que renunció a los principios propios de su electorado tradicional, limitando sus objetivos al buen hacer en materia de política económica y a la defensa de principios genéricos políticamente correctos como la Constitución, el progreso , la democracia, etc… evitando la defensa de cualesquiera valores o principios comprometidos, especialmente los de carácter moral, que pudiera ocasionarle una fuga de votos.

Si ha podido hacerlo es gracias a costa de despreciar olímpicamente a una parte de su electorado- precisamente aquél que defiende los valores tradicionales de la derecha española- al cual considera absolutamente cautivo y extraordinariamente perezoso a la hora de considerar nuevas alternativas, ante el miedo a que los zarrapastrosos de PODEMOS pudieran gobernar en España.

Esto no es nuevo, pues ya desde Aznar la búsqueda del centro comenzó a desnaturalizar a la sucesora de Alianza Popular. Lo que sí es una novedad son las formas, pues frente a la sinuosa estrategia del pasado, ahora los modos han sido harto más groseros y desafiantes. Primero la retirada de la reforma de la ley del aborto presentada descaradamente por Rajoy como “lo más sensato”, y apelando a un imposible “consenso” (una vez más el lenguaje políticamente correcto) y después, la absoluta claudicación ante el independentismo catalán concretado en una catastrófica gestión de los sucesos del 9 de noviembre en el que el Estado de derecho desapareció ante la crónica de un delito anunciado, han constituido un duro golpe para ese electorado cautivo que se empieza a resquebrajar.

Rajoy se equivoca fiándolo todo al miedo. Muchos miles de votos como el mío –que tapándome la nariz les di hace tres años- están ya irremisiblemente perdidos, pues ya estoy harto de sonreir cuando me escupen a la cara. Es la hora de una nueva alternativa que recoja la desilusión de miles de españoles que creemos en la vida frente a la cultura de la muerte, que creemos firmemente en España y no estamos dispuestos a asistir impasibles al desmantelamiento de una unidad secular ni al mercadeo continuo con los nacionalistas mirando para otro lado mientras se incumple todos los días la ley en una región española.

Ha sonado la hora. Si queremos cambiar la realidad actual, el cambio tendrá que venir de nosotros mismos, pues nadie va moverse por nosotros. Si no lo hacemos, acabaremos siendo cómplices de nuestro propio desprecio como españoles.


LFU

17 de noviembre de 2014

El abrazo de las dos Españas

58 después se han vuelto a encontrar. Tras la emocionante llamada de solidaridad del viejo militante comunista, Benito García "El Trilla" (96 años), mi padre decidió ir a visitarle por sorpresa a la residencia de Ciudad Real en la que vive con su mujer para abrazarle, acaso por última vez. Los dos han llorado y han reído. Ha sido una mañana luminosa en la que un viejo falangista y un viejo comunista, dos españoles de bien, se han abrazado y emocionado juntos. Esta imagen es de hace una hora, pero debería servir como una lección de vida frente a los que quieren volver a enfrentar a aquellas dos Españas, que si ayer eran capaces de helar los corazones hoy han quedado así fundidas en un abrazo fraternal.

LFU

14 de noviembre de 2014

Luis Felipe Utrera-Molina en COPE

La intervención en el Programa "La Tarde" de Cope ayer, a partir del minuto 11 podéis escucharla pinchando aquí

LFU

13 de noviembre de 2014

Nota de prensa de D. José Utrera Molina

NOTA DE PRENSA


En relación con las noticias publicadas relativas a mis responsabilidades como ministro durante el Régimen anterior, y en defensa de mi honor afirmo:


1.   Mi condición de ministro y el ejercicio de las responsabilidades propias de dicho cargo no constituye, ni ha constituido ni en España, en Argentina, ni en ningún otro ordenamiento jurídico, delito alguno.

2.   La supuesta acción judicial instada desde la judicatura argentina contra mí y otros miembros del gobierno de la nación, no puede ser considerada como tal. Constituye una iniciativa política dirigida en la sombra por quienes en España no pudieron llevar a término su inicua y prevaricadora instrucción penal, por carecer de fundamento legal alguno.

3. La imputación de supuestos crímenes o delitos derivados  del cumplimiento de mis responsabilidades políticas es una calumnia y un atentado contra mi honor, y no descarto ejercer las acciones judiciales pertinentes en mi defensa.


José Utrera Molina
Noviembre 2014.

  

11 de noviembre de 2014

9 de noviembre. Vergüenza nacional

Lo de menos es el número de votos, los porcentajes y demás zarandajas del esperpento secesionista del domingo. Entrar en ese juego es hacer el caldo gordo a los nacionalistas. Lo peor, con mucho, fue la absoluta inacción del gobierno de la nación ante un hecho delictivo sin precedentes por parte de una Comunidad autónoma, anunciado abiertamente con suficiente anticipación.

Artur Mas ha conseguido de largo su objetivo propagandístico mientras la nación española ha sufrido una humillación sin precedentes.  El gobierno de Rajoy ha dinamitado el prestigio que les quedaba a unas instituciones, paralizadas e inoperantes ante un desafío intolerable.

Como escribía ayer Ussía en la Razón, no es un acto de prudencia sino de flagrante cobardía. El gobierno ha cometido una clamorosa dejación de funciones al permitir que se incumpla la ley con premeditación, publicidad, alevosía y chulería. España, después del domingo, es una nave a la deriva con un timonel apocado y ausente, en la que ya todo es posible y cualquier delincuente está legitimado para invocar en su defensa el nefasto precedente de la pasividad del gobierno ante un concurso de delitos tan escandaloso como los que se cometieron el domingo por la Generalidad de Cataluña.

Mariano Rajoy y todo su gobierno -que se comprometió públicamente a impedir el acto del domingo- han cometido un delito de omisión cuyas consecuencias se me antojan impredecibles y fuera del control de las instituciones.  Produce sonrojo que ahora se anuncien querellas extemporáneas por parte de una fiscalía inoperante ante la pública comisión de un delito de desobediencia y que se opuso a las medidas cautelares solicitadas por particulares y organizaciones a los Juzgados de guardia.

Todo esto tiene un tufo insoportable a pacto vergonzante de alcantarilla arriolesca entre el gobierno y Artur Mas. Pronto lo sabremos. Por el momento, el sentimiento de humillación, de vergüenza y de indignación con un gobierno cobarde y desaparecido, es lo que llena el corazón de cualquier español bien nacido.



LFU

28 de octubre de 2014

La insoportable indolencia de un Presidente


De las tres definiciones que nos da la Española (que no se afecta o conmueve; flojo (perezoso); insensible, que no siente el dolor) todas ellas son predicables del Presidente Rajoy, que parece decidido a pasar a la posteridad más por lo que no ha hecho y por sus silencios que por sus concretas realizaciones, decisiones y declaraciones.

Claro que es más fácil errar cuando se habla que cuando se calla, pero el silencio de un gobernante que se pone de perfil ante la gravedad de los problemas que aquejan a la sociedad española resulta cada vez menos tolerable. 

No le escuchamos una sola palabra de político cuando aquella sentencia estrictamente jurídica y largamente preparada del Tribunal de Estrasburgo sobre la doctrina Parot; ni una sola palabra –más allá de lo de “sé fuerte Luis”- sobre el cáncer de la corrupción que asola todo el espectro político, empezando por el partido popular; con pocas palabras –y ciertamente lamentables- despachó la retirada del proyecto de ley de reforma de la infame y criminal ley Aido y tan sólo invitaciones al diálogo –y al manido consenso- han salido de su boca ante la insoportable chulería de un presidente de comunidad autónoma al que le importan un bledo las Sentencias del Tribunal Supremo y del Tribunal Constitucional.

Vivimos cada día un episodio más de la decadencia de un sistema que necesita urgentemente una regeneración y un liderazgo fuerte. Sé equivocan aquellos que lo centran todo en la política económica. Eso no basta. Hace falta política con mayúsculas, firmeza sin complejos, recuperar los valores que siempre nos han hecho respetables en el mundo y recuperar la confianza en la fortaleza de España como nación.

Nada de eso puede venir de quien espera que el tiempo o la ventura le acaben solucionando la papeleta, de quien le dice a todos lo que quieren oír, de quien ha abandonado los principios más básicos del humanismo cristiano, de quien resulta incapaz de hacer honor a sus compromisos y promesas electorales, ha tapado la suciedad que tiene dentro y fía su estrella al descalabro de quienes pudieran hacerle sombra y, sobre todo, al miedo a quienes vienen a comerse los restos de una bacanal que ha durado ya demasiados años.

España, por su grandeza y por su historia, merece un Presidente que crea en ella, que la ame y que la sirva con pasión y no a un equipo de técnicos grises dirigidos por un aprendiz de brujo capaz de vender su alma al diablo con tal de conservar el poder.


LFU  

23 de octubre de 2014

De las tarjetas opacas

Confieso que me revientan los linchadores profesionales, los oportunistas y los envidiosos encantados con la desgracia de los demás. Todo este amplio y variado género –tan abundante en nuestra sociedad- ha salido con el cuchillo en la boca para despellejar a los flamantes usuarios de las tarjetas opacas de Caja Madrid/Bankia sin pararse a pensar que, la inmensa mayoría de ellos, en circunstancias similares, habría quemado la dichosa tarjeta sin pensar dos veces lo que estaba haciendo.

Dicho lo anterior, lejos de mí tratar de justificar a los privilegiados que hicieron uso de la tarjeta confiando en que formaba parte de su retribución y que el Banco pagaba por dichos ingresos a Hacienda.  Desde luego, si los agraciados con la tarjeta fueran personas sin formación, aunque la ignorancia de la ley no exime de su cumplimiento, qué duda cabe que el reproche moral sería considerablemente menor pues son pocos los que entienden algo de este galimatías en el que se ha convertido la legislación tributaria. Pero si resulta que el usuario de la tarjeta es nada menos que un ex ministro de Economía y Hacienda, la negligencia en saber que hay que practicar retención por los ingresos que se perciben e incluirlos en la declaración del IRPF es absolutamente imperdonable.   

De ahí que, en la inmensa mayoría de los casos –sino en todos- resulte absolutamente inexcusable el supuesto error padecido al no tributar por dichos ingresos, puesto que dicho error podría haber sido fácilmente evitable empleando una diligencia media, exigible en todo caso a miembros del Consejo de Administración de una entidad financiera.  

Otra cosa es el espectáculo bochornoso y muy probablemente delictivo –o cuando menos merecedor de una sanción por la escrupulosa Agencia de Protección de Datos-  de hacer públicos los gastos realizados por cada uno, ya fuera en lenocinios o en establecimientos de arte sacro.  Esto era absolutamente innecesario salvo para echar más leña al fuego y alimentar las fauces revolucionarias de Podemos.  Que cada uno pague lo que deba, con las sanciones que correspondan y si la cuota pasa de 120.000, procédase por delito fiscal, pero no hay derecho a que además le desnuden a uno en la plaza pública para regocijo de los linchadores de cada aldea.

Yo que Goirigolzarri y los que desde arriba le amparan estaría algo inquieto pues la venganza es un plato caliente que se sirve frío y hay que estar limpio como una patena (cosa rarísima tanto en la banca como en la política) para aguantar la resaca que más pronto que tarde, acabará llegando. Al tiempo.


LFU

13 de octubre de 2014

El ébola en una sociedad enferma

La llamada “crisis del ébola” ha puesto de manifiesto, una vez más, las miserias morales que aquejan a nuestra sociedad. Ha bastado un solo caso de contagio secundario en España para que afloren los más bajos instintos de nuestros conciudadanos, a los que les importa una higa que en África hayan muerto ya más de 8.000 personas por el virus, hombres, mujeres y niños.

Más parece que Dios, como siempre, escribe derecho con renglones torcidos. Parece claro que  si no hubiésemos repatriado a esos dos misioneros y no se hubiese producido el contagio en un país del primer mundo, las farmacéuticas no se habrían visto obligadas a apretar el acelerador con la producción en masa de los medicamentos adecuados para su tratamiento.

¡Que se mueran ellos!. Total, a quién le importan 8.000 negros más o menos…Y a los que sí les importan, a esos misioneros que entregaron su vida por sus semejantes, ¡que se queden también allí, y no pongan en peligro nuestras preciosas vidas, pues ya sabían a lo que se exponían!. Y la enfermera contagiada, una genocida peligrosa.  

A este grado de miseria moral hemos llegado y este tipo de argumentos, edulcorados con una pátina de political correctness,  los he escuchado yo de personas que no se sitúan ni mucho menos, en ámbitos de marginalidad.  

Mientras en poco menos de 24 horas se recogieron más de 300.000 firmas para salvar a un perro que había estado expuesto al virus, Médicos sin Fronteras sigue pidiendo ayuda para su operativo de emergencia en los países afectados, pero no han recibido ni una pequeña parte de los apoyos que recibió el perro.

Estos son algunos de los síntomas de una sociedad gravemente enferma.

LFU



9 de octubre de 2014

Cobardes y acomplejados

Decía Gonzalo Fernández de la Mora en su colosal libro de memorias "Río Arriba", que era habitual que los regímenes acomplejados arremetiesen contra sus predecesores, tanto más cuanto más eminentes habían sido éstos.

Viene al caso la cita al hilo de la noticia de que el Parlamento gallego -que no debe tener mucho que hacer- aprobará mañana, con el voto favorable del PP, una declaración de condena al 18 de julio y al régimen capitaneado por Francisco Franco, a los 39 años de su desaparición.

Es natural. Que un enjambre de politicastros abrazafarolas incapaces de garantizar una mínima eficacia a sus conciudadanos  se una entusiasta en la condena al gobernante más honesto y eficaz que ha conocido la historia reciente de España es un timbre de honor para aquél régimen que, con todos sus defectos, se engrandece día a día en la comparación con la nefasta II restauración, que amenaza con destruir lo que se construyó con el esfuerzo y la sangre de tantas generaciones de españoles.

Que los diputados del Partido que fundó Manuel Fraga, tantos años ministro de Franco se revuelquen en ese repugnante y ridículo aquelarre retrospectivo con nacionalistas, comunistas y socialistas, es un paso más en la esquizofrenia de un partido del que muy probablemente hoy abominarían la totalidad de sus fundadores.

Alguna vez pensé que Feijóo era un político distinto, con personalidad y visión de futuro. Pero su bochornoso complejo ante los nacionalistas, su abierto apoyo de la abominable ley del aborto, su infame imposición en los colegios de la ideología de género y, por último, su entusiasmo en condenar 40 años después a los que hicieron posible el progreso y la democracia en España frente a los que preconizaron la revolución bolchevique, quemaron iglesias y asesinaron a millares de religiosos, le define como lo que es. Un cobarde y un peligroso acomplejado.

LFU

4 de octubre de 2014

Luz del mundo. Benedicto XVI



Título: Luz del mundo.
AutorJoseph Ratzinger. Benedicto XVIPeter Seewald
Editorial: Herder.
Año: 2010


Bajo un formato que ya como Cardenal de la IglesiaCatólica había utilizado Joseph Ratzinger –el  de una larga entrevista hecha por un periodista nos encontramos con la novedad absoluta de la primera entrevista/libro dada por un Papa de la Iglesia católica.
Sin duda, pocos títulos responden tan bien a su contenido como éste. Benedicto XVI aborda e ilumina con sencillez, rigor y claridad múltiples asuntos que dan respuesta a las preguntas más urgentes y también a las más habituales que pueden afectar y han afectado a la Iglesia Católica, desde siempre y aquellas que se han puesto de manifiesto durante su pontificado.
Las respuestas de Benedicto son siempre equilibradas, de una sensatez que te desarma. No hay disonancias, ni respuestas que no sean inteligibles. Leerle ha sido un ejercicio continuo de sorpresa, gratitud y serenidad. En pocas ocasiones he tenido, como leyendo a Benedictola experiencia intelectual de sentirme hijo: de sus consejos; de sus opiniones y sus juicios. En cierto modo, me ha sabido a poco. Tras acabar el libro he sentido la urgencia de leerle más y mejor, porque es difícil encontrar una paternidad como la suya, porque quiero seguir siendo hijo suyo.

César. Octubre 2014.

2 de octubre de 2014

Como niños

San Mateo 18,1-5.10

“En cierta ocasión, los discípulos se acercaron a Jesús y le preguntaron: “¿Quién es el más grande en el Reino de los cielos?”. Jesús llamó a un niño, lo puso en medio de ellos y les dijo: “Yo les aseguro a ustedes que si no cambian y no se hacen como los niños, no entrarán en el Reino de los cielos. Así pues, quien se haga pequeño como este niño, ese es el más grande en el Reino de los cielos. Y el que reciba a un niño como este en mi nombre, me recibe a mí. Cuidado con despreciar a uno de estos pequeños, pues yo les digo que sus ángeles, en el cielo, ven continuamente el rostro de mi Padre, que está en el cielo.”

Es el evangelio de hoy uno de mis preferidos, así que me permito compartir con vosotros esta reflexión. 

Sólo haciéndonos pequeños seremos grandes a los ojos de Dios. Sólo desde la humildad del corazón puede el hombre hacer grandes cosas. Viendo cada día a nuestros hijos pequeños nos damos cuenta cuánto nos cuesta abandonarnos a nuestro Padre con la confianza y sencillez que ellos ponen en nosotros. Nosotros somos su seguridad, su fortaleza. Nuestra alegría es la clave de su felicidad. Así deberíamos vivir quienes nos llamamos cristianos. Y, sin embargo, nos empeñamos cada día en poner nuestra confianza en dioses de barro, en becerrillos varios, olvidándonos que la verdadera felicidad sólo se encuentra abandonándonos en la voluntad de nuestro Padre como nuestros hijos hacen con nosotros.

Que tengáis un buen día.


LFU