El domingo amaneció el día frío, lluvioso y con niebla. Todo invitaba a guardar algo más de cama, y desayunar tranquilamente, pero muchos decidimos dar testimonio de nuestro compromiso con la fe y la justicia acudiendo al Valle de los Caídos para arropar a la Comunidad Benedictina con nuestra presencia y nuestra oración. Salí de casa a las 10.15 para llegar con holgura a la misa anunciada para las 11. Pero todas mis previsiones se fueron al traste al comprobar que eran muchos miles los que habían vencido la pereza y habían decidido estar allí. Ante los anuncios del colapso de la carretera de La Coruña, el Abad decidió retrasar la misa a las 12 iniciando el rezo del Santo Rosario para dar tiempo a los miles de fieles atrapados en el monumental atasco.
Pero me resulta dificil entender qué hace falta para que los católicos se movilicen, de verdad, ante un atropello tan flagrante como éste.
Para dar la respuesta hay que mirar al odio de la izquierda y a los complejos de la derecha hacia un lugar que alberga la Cruz más grande del mundo y los restos de más de 40.000 españoles que murieron defendiendo su ideal. Y es que allí está enterrado Francisco Franco, el blanco de todo el odio y rencor acumulado de la izquierda y el nombre a esquivar a toda costa por la derecha. Treinta y cinco años después de la muerte de Franco, hay demasiado idiota acomplejado temeroso de contaminarse de «franquismo» por subir al Valle de los Caídos, uno de los templos más impresionantes del mundo dedicados a la exaltación de la Santa Cruz.
El mismo sábado, los voceros de la izquierda volvían a asustar a la gente alertando de la prevista concentración de "neonazis" y "fascistas" el domingo en el Valle. Y seguro que más de uno ha sido sensible a la vieja trampa. Entre los miles de fieles que acudimos a la Santa misa no hubo un sólo grito, ni una sola estridencia, ni el más mínimo rastro de nazis ni de fantasmas. Pero entre las ausencias, muchas de ellas destacadas, sobraba el miedo y faltaba la vergüenza.
Ayer no se trataba de recordar a Franco, cosa perfectamente legítima, por cierto. Sino de acudir a misa para dar testimonio de cristianos ante una repugnante injusticia de un gobierno sectáreo y anticlerical que ha cerrado un templo alegando excusas inventadas. Pero muchos aún no se han dado cuenta.
Otros muchos sí lo hicimos, y debemos seguir haciéndolo todos los domingos hasta que el Gobierno ceda. Ayer no tuvo más remedio que abrir el recinto del Valle, pero no debemos parar hasta que abra la Basílica de una vez. Lo de ayer fue un paso importante, pero no debemos caer en la autocomplacencia. Falta mucho camino por recorrer. Mientras tanto, aquí os dejo los vínculos de muchas informaciones sobre la misa de ayer.
LFU
> LA GACETA
Una multitud desafía a Zapatero en el Valle de los Caídos
> LA RAZON
Miles de fieles en la «misa prohibida» del Valle de los Caídos>
Unos 2.000 vehículos han colapsado las carreteras de acceso a El Escorial, provocando atascos de hasta 10 kilómetros >
El Gobierno reabre el Valle de los Caídos forzado por la asistencia masiva de fieles>
Espectacular lección de catolicidad y civismo>